Muere el escritor de novela negra Alexis Ravelo a los 51 años

Conocí a Alexis Ravelo (Las Palmas, 1971-2023) hace diez años en Gijón, durante la Semana Negra, ese festival de novela policial que con buen pulso y simpatía dirigía por entonces Paco Ignacio Taibo II. Ravelo era un escritor canario -siempre ese mi niña en sus palabras- que presentaba su novela La estrategia del pequinés, que le valió el premio Hammett, el más prestigioso del encuentro. Después de aquello hicimos amistad y nos fuimos viendo en Gijón y últimamente en el Aridane Criminal, el festival de novela negra que él mismo había creado en Los Llanos de Aridane (La Palma). Su festival. En el que se hablaba de libros, pero también se comía y se bebía, se charlaba y se disfrutaba. Porque eso era Alexis. Hace solo unos días que se celebró la última edición. Nos despedimos con un abrazo y quedamos en vernos pronto, quien sabe si en Las Palmas, donde residía, o en otro festival. Hoy nos enteramos de que había muerto de un infarto. Tenía 51 años.

En la última década, Ravelo se había hecho un nombre importante dentro de la novela negra, sobre todo gracias a su personaje Eladio Monroy, un exmarinero buscavidas. Pero en los últimos cinco había alcanzado una gran madurez con títulos como La ceguera del cangrejo, Un tío con una bolsa en la cabeza, Si no hubiera mañana o Los años prestados, con el que ganó el premio Café Gijón en 2021. Publicaba con Siruela y Alrevés. Lo suyo eran libros que abordaban la corrupción económica y moral -le interesaba especialmente cómo el ser humano entra en la espiral de la codicia y la avaricia-, los efectos de la crisis económica, la marginalidad y todo lo que impide que seamos verdaderamente libres. Novelas oscuras, pero en la que siempre había espacio para la buena vida. Un buen ratito para cocinar -son novelas plagadas de recetas, muchas veces de platos tradicionales canarios-, para relajarse y disfrutar. Pero siempre huyendo de lo snob y el pijerío.

TE PUEDE INTERESAR

Alexis Ravelo, el escritor de las cloacas: "Escribo para no romperle la cara a nadie"

Paula Corroto

El escritor procedía de un entorno humilde. Se había fajado en la escritura picando piedra. Paso a paso, libro a libro. Al principio con relatos que fueron publicados a comienzos de los 2000. A partir de 2006 con Tres funerales para Eladio Monroy, su primera incursión en la novela negra y que le sirvió para que los amantes del género miraran hacia lo que se hacía en Las Palmas. Llegó a escribir seis historias sobre Monroy. Al mismo tiempo daba clases de escritura, escribía para distintos medios de comunicación y montaba Aridane Criminal, cuya dirección había cedido hace solo un par de semanas al crítico Eduardo García Rojas.

Aunque siempre tenía una sonrisa en la cara, Ravelo se enfadaba con el mundo. “Escribo para no romperle la cara a alguien", me dijo en una entrevista. Le gusta enfangarse. Ir a los temas más turbios. "Es que es en las cloacas donde se mueve la vida. De la realidad sabemos más por sus excepciones. El delito, aunque sea de cuello blanco, siempre es una supuesta excepción al supuesto orden en el que vivimos, pero deja en evidencia cuáles son nuestras verdaderas relaciones económicas y de poder", señalaba el escritor que también creía que los personajes corruptos son los que muestran “el lado humano más visible”. “Yo escribo novelas de estilo mugriento. Y me interesan mucho las personas que hacen las cosas mal, con cierta cutrez. Y los corruptos son personas muy cutres", añadía.

Le recuerdo ahora bajo el sol tenue de La Palma. Un sábado a mediodía, el día del cierre del Aridane Criminal. Había preparado un estupendo fin de fiesta con un concierto en el que se cantaran las más bellas canciones francesas. Sonó Piaf, claro, mientras se hacía un recorrido por los autores más grandes del noir francés. Y ahí estaba Ravelo disfrutando con esa sonrisa suya. Grandullón, él. Abrazado a su chica, Thalía. Intentando que todos los demás fuéramos felices. Gracias por los años, los libros y la amistad.