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'Bienvenidos a Chippendales': ya nadie se tira al 'stripper' en las despedidas de soltera
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'Bienvenidos a Chippendales': ya nadie se tira al 'stripper' en las despedidas de soltera

La nueva serie de Disney + aborda la aparición de clubes de 'striptease' destinados al público femenino

Foto: 'Bienvenidos a Chippendales'. (Disney +)
'Bienvenidos a Chippendales'. (Disney +)

No noto yo que las mujeres de ahora estén muy interesadas en ir a ver a unos tíos depilados y fornidos quitarse la ropa al son de música disco mientras calculan en secreto que su amiga sentada a su lado durará menos de un año con ese novio con el que se va a casar el próximo sábado. Los boys o shows de striptease para mujeres tuvieron su auge salaz muchos años antes del auge, desde luego nada salaz, del feminismo #MeToo, y proliferaron los tangas masculinos en las conversaciones y las carteleras, así como el mito riguroso de que la despedida de soltera acababa siempre en cuernos con un stripper. Eran otros tiempos, seguramente mejores para las muchachas que se acostaban con el stripper.

El comercio carnal del varón es un negocio de riesgo, y hay dudas empresariales sobre si da dinero ofrecer a las mujeres las mismas cosas que ofrecidas a los hombres salen tan a cuenta. Prostitución, striptease, fútbol. Casi nunca funciona. Regularmente, abren “el mayor prostíbulo para mujeres” de Europa en algún punto de la Nacional V, y luego no vuelve a saberse nada de él. Regularmente, llenan estadios de fútbol femenino con público que ni mira el campo y dicen que ya está aquí la igualdad en pantalón corto. Y no.

Lo de los boys seguramente tocó techo, y se volvió ya directamente insoportable con The Full Monty (Peter Cattaneo, 1997). Recuerden esos calendarios de bomberos, de cocineros, de policías, de guardavías, de cabos furrieles... que se pusieron de moda instantáneamente después de la película. Se desnudaba todo el mundo porque los hombres habían descubierto el gustito de ser mirados. Dejaron de hacerlo porque no se podía estar a todo, a cosificar a las mujeres y cosificarse a sí mismos, claro.

El caso es que Disney Plus, plataforma de vídeos en streamming especializada en contenido infantil, ha estrenado muy coherentemente una serie sobre hombres que se desnudan. Resulta bastante divertida y su factura es primorosa. Se titula Bienvenidos a Chippendales.

Primer club de 'striptease' para mujeres

La serie toma el caso real de un ciudadano americano de origen indio (de La India) cuya vida es tan triste, aburrida, asexual y patética que solo pueden suceder dos cosas: que siga siéndolo hasta la muerte o que acabe abriendo el primer club de striptease para mujeres de América. Por suerte para Disney Plus y su audiencia de niños, Somer Banerjee hizo esto último.

Vio la luz en un bar gay, contemplando a un chico desnudarse, y supo que las mujeres querían ver a los hombres desnudarse

Estamos en 1978 y en Los Ángeles, y Somer trabaja en una gasolinera. El personaje creado sobre el cañamazo histórico del indio iluminado tiene algo del Jack Lemmon de El apartamento y también algo del Peter Sellers de El guateque. O sea, es un perdedor, un pringado, un idiota, un despojo de masculinidad y, simultáneamente, un tipo lleno de sabiduría y sentido del humor. Fue capaz de ahorrar el 90% de su salario durante años, renunciando a cualquier tipo de vida social y comiendo comida caducada de la tienda de la gasolinera. Luego dirán que ser emprendedor no es sufrido.

Alquiló un local y abrió un club de backgammon, que fracasó; luego dedicó el ruinoso espacio alquilado a diversas actividades supuestamente atractivas, pero finalmente deficitarias. Hasta que vio la luz en un bar gay, contemplando a un chico desnudarse, y supo que las mujeres querían ver a los hombres desnudarse. Normalmente, aquí alguien tendría que decirle algo a este señor.

Nadie se lo dice, pues todos apoyan su (por entonces) loca idea, particularmente las mujeres. ¡Claro que nos gustan los hombres, y ponernos cachondas, y meterles dólares en el tanga!

El elenco está fabulosamente bien elegido, y destaca en el primer capítulo la pareja formada por Dan Stevens y Nicola Peltz Beckham

Bienvenidos a Chippendales tira ya por ahí todo seguido y su ritmo, su música y su ambientación recuerdan a las películas setenteras de un Paul Thomas Anderson (Boogie nights), lo cual es mucho recordar para bien. Una cosa que saben hacer en Estados Unidos cuando a un actor le ponen una camisa de los años setenta es lavarla antes, pisarla un poco y que no parezca que el actor se acaba de disfrazar de su personaje. En España, esto no lo pillamos todavía y, sin ir más lejos, en Cristo y Rey toda la ropa parece que se la han puesto los actores para hacer como que son los setenta, pero sin creérselo ni ellos. En Bienvenidos a Chippendales, son los setenta.

El elenco está fabulosamente bien elegido, y destaca en el primer capítulo la pareja formada por Dan Stevens y Nicola Peltz Beckham (una don nadie famosa por estar casada con un don nadie famoso por ser el hijo de David Beckham y Victoria, la de Spice Girls, sí). Esta pareja presenta su propia historia de toxicidad sexual, singularmente graciosa cuando él enloquece por las pruebas para películas que consigue ella, asumiendo (él) que se va a acostar con el director que le haga la prueba, “porque así funcionan las cosas aquí”. Ella da algunas claves de que las sinergias sexuales van cambiando, y cita tres iconos de la época: Erica Jong, Garganta profunda y la píldora.

Kumail Nanjiani, el protagonista, queda un poco deslucido ante estos secundarios volcánicos, y su personaje no acaba de mostrar un fondo estimulante. Pero es lo suficientemente idiota para resultar divertido.

No noto yo que las mujeres de ahora estén muy interesadas en ir a ver a unos tíos depilados y fornidos quitarse la ropa al son de música disco mientras calculan en secreto que su amiga sentada a su lado durará menos de un año con ese novio con el que se va a casar el próximo sábado. Los boys o shows de striptease para mujeres tuvieron su auge salaz muchos años antes del auge, desde luego nada salaz, del feminismo #MeToo, y proliferaron los tangas masculinos en las conversaciones y las carteleras, así como el mito riguroso de que la despedida de soltera acababa siempre en cuernos con un stripper. Eran otros tiempos, seguramente mejores para las muchachas que se acostaban con el stripper.

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