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'Amistad': Mayorga firma una obra heteruza, insustancial y muy siglo XX
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la obra de teatro del fin de semana

'Amistad': Mayorga firma una obra heteruza, insustancial y muy siglo XX

José Luis García Pérez dirige este texto de Juan Mayorga sobre la amistad entre tres hombres de mediana edad

Foto: 'Amistad'. (Naves del Español/Javier Naval)
'Amistad'. (Naves del Español/Javier Naval)

Son tres, se conocen desde la infancia y se llaman por sus apellidos, como cuando eran críos. Son Dumas, Ufarte y Manglano, y han compartido clases, tebeos, gamberradas, viajes y farras. Dos de ellos tienen hijos, el otro tiene una empresa. Son de esos tipos que corren juntos la maratón y ven juntos los partidos de fútbol, que hablan de coches de alta gama, que se tronchan con el último vídeo tonto de internet, que usan el ajedrez como metáfora para explicar cualquier cosa de la vida y que están en esa crisis de la mediana edad en la que empiezan a darse cuenta de que no han conseguido casi nada de lo que soñaban.

Son amigos, o eso se dicen, y esta historia comienza con el cuerpo inmóvil y aparentemente inerte de Dumas dentro de un féretro de madera clara, abierto y colocado en el centro de un espacio diáfano, una especie de sótano con paredes de listones de madera. Ufarte y Manglano, de luto riguroso, velan a su amigo. Uno de ellos dice: “Era el mejor de los tres”. Y esa frase, que suena grandilocuente, sobreactuada y pasada de drama, anticipa ya la comedia que atravesará la obra. Después, Manglano dirá que “tiene que morir alguien para que los demás valoremos la vida” y en ese momento cruzaremos los dedos para que el carrusel de lugares comunes y frases huecas que acaba de comenzar sea solo una manera de evidenciar nuestra pobreza lingüística cuando hablamos de la muerte, una broma que nos hace Juan Mayorga, autor de esta obra llamada Amistad, que se estrenó ayer en las Naves del Español en Matadero dirigida por José Luis García Pérez, que también forma parte del reparto junto a Ginés García Millán y Daniel Albaladejo. Pero no es ninguna broma.

placeholder 'Amistad'. (Naves del Español/Javier Naval)
'Amistad'. (Naves del Español/Javier Naval)

Mayorga, que escribió este texto en 2017, antes de El Golem y después de Reikiavik, construye una historia en torno a la amistad de tres hombres con una educación afectiva precaria y un lenguaje emocional deficitario que se inventan una especie de juego de la verdad para contarse lo que no se han atrevido a decirse nunca. Lo del juego de la verdad le resultará familiar a más de uno, pero en esta modalidad, en vez de alcohol, hay un féretro. Y en torno a él, los amigos irán contándose a sí mismos y a los otros, dibujando los vínculos de una amistad a tres bandas más marcada por las miserias y las mezquindades que por la celebración, que también, pero mucho menos. El autor dota a sus personajes de un juego, que no deja de ser el teatro mismo, para que puedan verbalizar algún que otro sentimiento y eso que antes no se han dicho a la cara. Y les obliga a improvisar, a celebrar un simulacro en el que ninguno sabe qué contará el otro, de qué se acordará, qué trapos sucios sacará o qué batallitas de juventud traerá al presente.

El reloj, el trabajo y la mujer

Y en esos relatos estarán muy presentes el éxito y el fracaso relacionados con lo económico y lo laboral, con el coche, el reloj y la mujer que tú tienes y yo querría, con esa idea de estatus que separa a quien grita órdenes por un teléfono móvil de quien las recibe al otro lado. Estos hombres hablan del dinero prestado y las deudas sin saldar, de las ideas empresariales robadas al otro y desarrolladas sin él, de la poca ambición de quien acepta ser empleado de su amigo y fíjate qué mal trabaja porque lo vive como una humillación. No parece que ninguno de ellos sea consultor o abogado o CEO de una empresa tecnológica. Solo son tipos que prefieren hablar como si lo fueran en vez de contarse qué les pasa. “Los hombres podemos sentarnos y hablar durante horas del trabajo, del deporte o de la guerra de Ucrania, pero rara vez hablamos de lo que nos pasa íntimamente. Hablamos de lo que nos rodea, pero no de lo que nos sucede”, explica José Luis García Pérez a este diario, “y estos tres hombres, a pesar de la edad que tienen, no han resuelto nada, tienen que montar un juego para poder hablarse y yo los observo desde ese error, que me resulta cómico, casi clown, y nos reímos de los tres”.

Son, fundamentalmente, tres heteruzos hijos de un patriarcado sobre el que ninguno de los tres se ha parado a pensar ni un minuto

Puede que a alguien le resulten cómicos en su patetismo, pero son, fundamentalmente, tres heteruzos hijos de un patriarcado sobre el que ninguno de los tres se ha parado a pensar ni un minuto. Algo que, evidentemente, no ha hecho Juan Mayorga, y ese es el principal problema de esta obra, porque es su autor quien define a aquella actriz que los tres amigos admiraban en la adolescencia, Heidi Love, con ese gesto de manos que simula una talla generosa de sujetador (gesto que los actores han suprimido en escena), quien habla de la hipotética viuda de Dumas como una mujer “que se conserva bien para haber tenido cuatro hijos”, que tendrá que “rehacer su vida”, y con la que, muerto su marido, Manglano tendrá ya “el campo libre”. Mayorga se refiere a mujeres a las que sus personajes masculinos no dotan de agencia, y hace hablar a estos hombres como si siguieran viviendo en ese siglo XX en el que compartieron pupitre, cuando el padre de uno de ellos quiso separarlos porque estaban tan juntos que se iban “a volver maricones”, y eso lo dijo en una reunión en la que ese padre estuvo todo el tiempo “mirándole las tetas” a la madre de uno de ellos.

¿A quién ha escuchado Mayorga?

¿Está Juan Mayorga cuestionando una masculinidad que no se siente interpelada por el feminismo? ¿Está proponiendo una mirada crítica sobre el cuñadismo patrio? Amistad, escrita el mismo año del MeToo, no plantea una mirada política ni propone un retrato generacional sobre esos hombres anclados aún en el siglo XX, instalados en una visión patriarcal y machista del mundo, sobre los vínculos que comparten y su mirada sobre las mujeres. Y sabemos que eso no está porque, después de leer el texto y ver la obra, ante el desconcierto y la posibilidad de una interpretación errónea como punto de partida, se lo hemos preguntado a su autor, que admite no haber escrito con ese planteamiento. El dramaturgo, reciente Premio Princesa de Asturias de las Letras, explica a El Confidencial que esta obra “ha sido escrita, más que otras, a la escucha y en aluvión, son tres tipos a los que conozco y podría reconocer en la calle, pero no he intentado jugar a construir arquetipos”.

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'Amistad'. (Naves del Español/Javier Naval)

Y nos preguntamos a quiénes ha escuchado el autor para construir unos personajes masculinos tan planos, tan básicos, tan mediocres y tan faltos de complejidad. Y sí, hay una confesión sentimental oculta desde hace tiempo y una frase —“las mujeres se mueren de otra forma”— que sugieren una mirada política vinculada con el hoy, con el ahora, pero que se pierde entre tanta vacuidad. Y todo esto, en una trayectoria dramatúrgica tan brillante como la de Mayorga, supone una ruptura y una excepción en una escritura que siempre ha dialogado con el presente, sea cual sea la fecha en que haya escrito sus obras, dotadas la inmensa mayoría de profundidad, múltiples lecturas y un importante poso filosófico. Ahí están El Golem, Himmelweg, El chico de la última fila o La paz perpetua, entre otras, todas publicadas en la editorial La Uña Rota.

“Quiero que la obra sea orgánica y no pase por el filtro intelectual, y que eso funcione después, cuando el público se vaya a casa y piense en todo eso de lo que se ha reído”, explica José Luis García Pérez, que asume la complejidad de interpretar y dirigir esta obra en la que prescinde de muchos de los silencios del texto de Mayorga y en la que apuesta por la agilidad, el gag y algunas pinceladas de clown para darle empaque a la comedia. Pero la estructura del texto, que desvela el juego en la primera escena, agota la sorpresa enseguida y convierte en repetitivo y previsible este montaje en el que los personajes tararean aquel hit de los setenta de Tony Ronald —eso de "help, ayúdame, en tu amistad he puesto toda mi fe..."— y recordamos que hace unos días, en este diario, el escritor Ray Loriga lo explicó mucho mejor que nosotros cuando dijo que “la amistad entre hombres tiende a limitarse entre la francachela, la juergota y el que me ayuda en algo difícil, ya sea mover una nevera, hacer una mudanza, arreglar un coche o en asuntos económicos”.

* Amistad. Autor: Juan Mayorga. Dirección: José Luis García Pérez. Intérpretes: Ginés García Millán, Daniel Albaladejo y José Luis García Pérez. En las Naves del Español en Matadero hasta el 5 de marzo.

Son tres, se conocen desde la infancia y se llaman por sus apellidos, como cuando eran críos. Son Dumas, Ufarte y Manglano, y han compartido clases, tebeos, gamberradas, viajes y farras. Dos de ellos tienen hijos, el otro tiene una empresa. Son de esos tipos que corren juntos la maratón y ven juntos los partidos de fútbol, que hablan de coches de alta gama, que se tronchan con el último vídeo tonto de internet, que usan el ajedrez como metáfora para explicar cualquier cosa de la vida y que están en esa crisis de la mediana edad en la que empiezan a darse cuenta de que no han conseguido casi nada de lo que soñaban.

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