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"Si me pagas, te cuento que el Rey estuvo en el Arny". Este escándalo de 1995 no es lo que parece
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Regreso al pub sevillano

"Si me pagas, te cuento que el Rey estuvo en el Arny". Este escándalo de 1995 no es lo que parece

Un documental y un pódcast revisan el caso Arny, escándalo (homo)sexual con menores en la Sevilla noventera, que salpicó a famosos y embarró a medios y Justicia, pero cuyo análisis retrospectivo genera nuevas dudas

Foto: Arny, bienvenidos a la noche noventera. (Sonora)
Arny, bienvenidos a la noche noventera. (Sonora)

Por una de esas casualidades lógicas —el creciente interés en revisar sucesos oscuros noventeros—, esta semana se estrenan un pódcast (de Sonora) y una serie documental (de Cuarzo, en HBO) sobre el caso del pub Arny, escándalo (homo)sexual con menores en la Sevilla noventera que salpicó a famosos (Jorge Moranco Cadaval, Javier Gurruchaga y Jesús Vázquez) y dejó en mal lugar a los medios, a la policía y a la Justicia (el macrojuicio fue un circo mediático fallido y los famosos señalados fueron absueltos).

Cientos de horas de televisión rellenadas, juicios paralelos, paranoias homófobas, compraventa de testigos, maniobras policiales chapuceras y una sensación final de empantanamiento típica de la época. O cómo el mayor caso de corrupción de menores activó otras prácticas perversas en una España disfuncional. Arny fue el clásico lodazal noventero que acabó salpicando a todo el mundo. Cuando todo lo que puede salir mal, sale mal.

Foto: Rosa María Mateo, en un telediario cuando el crimen de Alcàsser. (Netflix)

Arny fue dos casos a la vez. Uno mediático y nacional —el de los famosos—, que acabó en fiasco. Otro pequeño y de provincias —el de algunos gestores y clientes de perfil bajo del pub—, que terminó en condena.

El caso Arny es todo verdad y mentira al mismo tiempo. No hay una trama, motivo o explicación que aclare todo. Es una cebolla con muchas capas y todas con mal aspecto.

¿Había chaperos menores en el Arny? Sí.

¿La instrucción judicial fue errática? También.

¿Se echó a los leones a los personajes famosos? Es así.

¿Convirtieron algunos medios el caso en negocio morboso? Correcto.

¿Destapó toneladas de homofobia soterrada? Yes.

¿Arny es toda la mierda de los años noventa metida a presión en una botella? Por supuesto.

El caso Arny fue tratado en Esta noche cruzamos el Mississippi y Crónicas marcianas, supurando moralina y escándalo, con apariciones televisivas estrepitosas de los testigos protegidos (los menores del Arny, marginales apegados a las drogas y a la pequeña delincuencia) que giraron por los platós de España cambiando su versión a cambio de calderilla para vicio.

Lo contó Mariola Cubells: dos testigos protegidos recibieron 150.000 pesetas (1.000 euros) por participar en un programa de Canal Nou. La productora tuvo que comprarles caballo para que estuvieran en condiciones durante la emisión. Todo es un poco así en el caso Arny. Casi nada es bonito.

Según un periodista que aparece en el documental de HBO, uno de los testigos protegidos ofrecía así sus servicios a la prensa: “Si me pagas bien, te cuento que el Rey estuvo en el Arny”.

Miedo a un planeta gay

Es una de las pinturas negras de la época: la turba gritando "¡MARICONES!" a los acusados del Arny en la puerta del juzgado.

Foto: Jesús Vázquez. (CordonPress)

Lo gay era entonces legal y clandestino al mismo tiempo. Hay una escena televisiva del caso Alcàsser, suceso alfa de los noventa en España, que resume de un modo brutal los sentimientos de la España profunda sobre la homosexualidad. Tras fugarse Antonio Anglés, un reportero fue a la casa de su madre y mantuvo con ella la siguiente conversación:

—¿Qué opina de las acusaciones sobre su hijo?

—Mi hijo podrá ser un asesino, pero no es homosexual.

El caso Arny fue también una salida del armario forzosa, mediática y a punta de pistola.

Cuenta el periodista Juan Sanguino, en el documental de HBO, que los tres grandes famosos acusados en el Arny respondían (casualmente) a tres arquetipos homosexuales de los noventa: el mariquita gracioso (el de los Morancos), el gay moderno y yerno ideal (Jesús Vázquez) y el homosexual perverso (un Gurruchaga perjudicado por los personajes grotescos que había interpretado en la tele). O el caso Arny como psique alterada de una España a la que la normalización de la homosexualidad se le hacía bola.

Foto: Jesús Vázquez, en 'Mi casa es la tuya'. (Mediaset España)

En ese caldo de cultivo, la existencia de una trama de celebrities degeneradas tenía mucho recorrido. Aunque los medios difundieron la lista morbosa, no fue una fabricación mediática, surgió durante la investigación policial y mezcló clientes del pub (Gurruchaga y Cadaval admitieron haber pasado por allí, pero solo a tomar copas) con personas que quizá no habían estado nunca ahí dentro: Manuel Rico Lara, titular del juzgado de menores de Sevilla, fue acusado de corromper menores en el Arny. Suspendido en sus funciones, fue achicharrado en plaza pública y absuelto. Periodistas y abogados coinciden ahora en que se trató de un error judicial.

Los chavales

Las autoridades construyeron el caso Arny sobre los testimonios de los menores prostituidos, pero sus relatos resultaron frágiles, por su propia precariedad social y por el contexto de escándalo mediático.

Es el tema de fondo que pinchó el caso (mediático) Arny: algunos testigos protegidos decían una cosa en los juzgados y otra en la tele. También ofrecieron cambiar sus testimonios a las defensas. Al mejor postor. El caso empezó con hechos probados (había menores ejerciendo la prostitución en el Arny) y acabó contaminado por dinámicas perversas de poder.

Algunos testigos protegidos acusaron a la policía de presionarles para incluir famosos para hinchar el caso o por ajustes de cuentas (se habló de la venganza de un policía contra el juez Manuel Rico Lara).

Si el pódcast de Sonora aporta muchos detalles sobre qué pasaba en el Arny, el documental de HBO juega la baza de los falsos culpables, con el testimonio de un Jesús Vázquez que, desde la indignación del que ha sido acusado y exonerado, carga contra la mediatización histérica y contra la jueza de instrucción. Tres décadas después, ni la jueza ni la policía han querido hablar.

Nadie que pasó por el caso Arny salió mejor de lo que entró. O casi nadie: según cuenta el documental, el escándalo aceleró la limpieza y rehabilitación de la zona del pub. El edificio del Arny pasó de costar 20 a 200 millones. La palabra gentrificación no era entonces de uso común. Los noventa, en su máxima expresión.

La entrevista

No importa la tropelía que uno cometa hoy día, seguro que alguien la hizo más gorda en los noventa. Ahora que los medios se dedican a revisar críticamente asuntos mediáticos noventeros amarillistas (un poco en plan alivio retrospectivo), el caso Arny es paradigmático: los medios han pasado de airear la lista de famosos del Arny, aplicando el máximo morbo, a denunciar caza de brujas mediática contra esas mismas celebrities.

Foto: Jesús Vázquez, uno de los afectados. (HBO Max)

Pero si el caso Arny no es lo que parecía en 1995 (un aquelarre depravado de famosos), quizá tampoco sea lo que parece en 2023 (mero error judicial y caza de brujas). Por eso es interesante escuchar a las creadoras del pódcast sobre el caso: Conchi Cejudo (directora) y Sara Selva (guionista), con una visión (en parte) a contracorriente de lo que se destila ahora sobre el Arny. Hablamos con ellas.

PREGUNTA. ¿Qué pasaba dentro del Arny? ¿Había dos locales: uno para tomar la última copa y otro para actividades más… underground?

Conchi Cejudo. El Arny estuvo abierto 10 meses. Era un extra más fuerte a los servicios de prostitución de chaperos que había en otros locales de la zona. Al Arny se solía ir de la mano de alguien que te habías encontrado en los otros locales, sabiendo a lo que ibas. ¿Te podías tomar algo en el Arny sin entrar a los reservados? Podías.

Sara Selva. Tanto el dueño del local como la sentencia dejaron claro que era un local con reservados para mantener relaciones sexuales con menores, un local de prostitución homosexual. El Arny era lo que era, aunque hubiera algún despistado que se metiera ahí a tomar la última.

P. ¿En qué momento del caso empezaron a salir nombres de famosos y por qué?

"El Arny era lo que era, aunque hubiera algún despistado que se metiera ahí a tomar la última"

Sara Selva. Los testigos comenzaron a dar nombres de famosos al inicio de la investigación, cuando fueron interrogados por la policía y la jueza. Pero no fueron solo los menores: también mencionó a los famosos el encargado del local, José Antonio Losada.

Según avanzó el caso, y los medios entraron de lleno, algunos de los testigos protegidos, unos pocos, cambiaron sus versiones: dijeron que la policía les había presionado para implicar a los famosos. También se dijo entonces que alguien sugirió a los menores acusar a los famosos para aumentar las indemnizaciones. Pero son especulaciones.

Lo que sabemos, con hechos, es que cuando los testigos fueron interrogados dijeron lo que dijeron y no escatimaron detalles. ¿Eran ciertos sus testimonios? Debían valorarlo la policía y la jueza.

Foto: Jesús Vázquez (Gtres)

P. Pero el caso mediático, el de los famosos, acabó en petardazo. ¿Por qué las acusaciones quedaron en nada?

Sara Selva. Esa es la pregunta mollar del caso. Lo que sabemos es que, en sus primeras declaraciones, los menores aportaron detalles muy explícitos sobre las supuestas relaciones sexuales que mantuvieron con esos famosos, y que sus testimonios casaban con el tipo de cosas que ocurrían en el Arny.

Conchi Cejudo. Algunos menores dijeron luego que fueron inducidos por la policía, pero sus declaraciones fueron muy específicas respecto a las actividades sexuales desarrolladas con estas personas.

P. ¿Por qué cambiaron sus testimonios?

Sara Selva. Hay dudas sobre esto. Un chico de ese entorno nos contó que les amenazaron para que dejaran de decir nombres. Algunos abogados creen que se compraron algunos testimonios, pero no hay pruebas de esto.

P. Algunos testigos protegidos cambiaron de versión en la tele. ¿El caso llegó deshinchado al juicio?

"Está bien preguntarse cómo afectó a la carrera de Vázquez, pero los que no pudieron rehacer sus vidas fueron los menores prostituidos"

Sara Selva. Como el testigo número uno, pieza que activó todas las demás, cambió su testimonio en televisión, el juicio arrancó con la duda de si los testigos mantendrían o no sus testimonios. Algunos se retractaron.

Se ha dicho que el circo mediático criminalizó a los famosos; se ha dicho menos que también criminalizó a los testigos, por el ambiente marginal del que venían, por ser pobres, por estar en la droga, eran niños en riesgo de exclusión social, de los que se aprovecharon para montar un negocio de prostitución de menores. Eso es lo fundamental del caso.

Poner el foco en la presunción de inocencia y la caza de brujas a los famosos dejó en segundo plano lo que les pasó a los chavales del Arny: hubo una red de prostitución de menores, como demostró la sentencia.

Conchi Cejudo. Se olvida que el caso se levantó sobre el testimonio de 59 menores que denunciaron haber sido prostituidos. De esos 59, solo unos pocos participaron en el circo mediático de cadenas compitiendo entre sí y poniendo el foco en la homosexualidad y los famosos.

Foto: Jorge Cadaval (Los Morancos), en 'Planeta Calleja'. (Cuatro)

También se olvida que muchos de los juzgados (pero no condenados) se beneficiaron del cambio del Código Penal: los que simplemente se acostaron con chavales prostituidos, pero no indujeron a la prostitución, no pudieron ser condenados.

P. Todos los escándalos mediáticos de los noventa son un poco parecidos. Son los años de inicio de las teles privadas, con su mezcla de macarrero, experimentación y competición. ¿La conversión del Arny en caso mediático distorsionó el juicio?

Sara Selva. Los abogados de los acusados del Arny pidieron juicio a puerta cerrada porque era un caso muy morboso. El fiscal alegó que a quienes había que proteger de los medios no era a los acusados, sino a los testigos. Finalmente, fue a puerta cerrada. Esto también marcó el relato del juicio, porque al no hacer declaraciones jueces y fiscales, casi todo lo que llegó a los medios durante el proceso vino de las defensas.

Lo que le ha llegado a la sociedad hoy, según el filtro último de los medios, es que fue una caza de brujas.

P. Entonces: ¿los medios actuamos ahora con la furia del converso? ¿Primero se pasó por la parrilla a los famosos y luego nos rasgamos las vestiduras por la caza de brujas?

Sara Selva. Eso ha pasado, pero no solo antes y ahora, también durante el caso, Jesús Vázquez ya estuvo en Tómbola en los noventa criticando la persecución mediática y la caza de brujas. Pero lo importante de estas dos tendencias mediáticas opuestas y que lo atraen todo es que, por el medio, cayeron en el olvido los menores prostituidos.

Conchi Cejudo. Está bien preguntarse cómo afectó el caso a las carreras de Jesús Vázquez o Javier Gurruchaga, pero los que no pudieron rehacer sus vidas fueron las personas más vulnerables del caso: los menores prostituidos.

Por una de esas casualidades lógicas —el creciente interés en revisar sucesos oscuros noventeros—, esta semana se estrenan un pódcast (de Sonora) y una serie documental (de Cuarzo, en HBO) sobre el caso del pub Arny, escándalo (homo)sexual con menores en la Sevilla noventera que salpicó a famosos (Jorge Moranco Cadaval, Javier Gurruchaga y Jesús Vázquez) y dejó en mal lugar a los medios, a la policía y a la Justicia (el macrojuicio fue un circo mediático fallido y los famosos señalados fueron absueltos).

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