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De las becas al diseño de la programación: la generación Z se cuela en el Palau de la Música
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De las becas al diseño de la programación: la generación Z se cuela en el Palau de la Música

Cada año, más de 60.000 escolares visitan este edificio como parte de uno de los programas de la institución. Además, para acercarse a los más jóvenes, apuesta por la didáctica musical en las aulas y por los conciertos familiares

Foto: El pianista Jan Lisiecki. (Palau de la Música)
El pianista Jan Lisiecki. (Palau de la Música)

Ocurrió el pasado mes de noviembre con una sala a rebosar aplaudiendo al pianista Jan Lisiecki y a la Orquesta Sinfónica de Viena, indiscutiblemente, una de las mejores del mundo. Detrás de este plano general de deleite colectivo, hay un nombre propio: Joan Oller i Cuartero (Barcelona, 1967), quien lidera un equipo coral que lo hace posible.

La melomanía confesa de Joan Oller y un impresionante currículo en filosofía, educación y gestión cultural lo auparon hasta la dirección general del Palau de la Música catalana en 2011. Lejos de ser un programador gris encerrado en un torreón de marfil que agenda espectáculos a golpe de teléfono, Oller es, sobre todo, un apasionado de la música en todas sus formulaciones, con una intensa vocación didáctica y determinado a expandir el embrujo de las notas en tres direcciones. Una es transversal, a todos los segmentos sociales; la segunda, intergeneracional: de los abuelos a sus descendientes; la tercera, una vía geográfica de doble sentido, del Palau para el mundo y viceversa, ya sea en directo o en la red.

"La media no es de 20 años. Este disfrute pausado también está ligado a un ciclo vital en el que ya no te ahoga la hipoteca" (Joan Oller)

"La siembra empieza pronto", explica para El Confidencial. Cada año, más de 60.000 escolares de centros públicos y concertados visitan este edificio modernista como parte de uno de los muchos programas que la institución tiene en marcha para abrir las tripas del teatro y enamorar a varias generaciones. “Hemos conseguido que sean miles los niños y niñas que puedan decir: ‘Yo he estado en el Palau’ y dejar esa semilla en su memoria”, explica Oller orgulloso.

La institución, que cuenta con el impulso económico y social de Endesa, tiene en marcha un programa de becas para financiar la entrada del alumnado con menos recursos y conseguir así que "el coste no sea otra barrera", según señala; además de realizar un trabajo didáctico previo y posterior en el aula para que puedan comprender mejor lo que han sentido y oído, tejiendo redes y creando memorias con nuevas experiencias. “Es emocionante cómo se hace el silencio y se quedan fascinados, quietos, en comunión con la música y conectados. Para ellos, el Big Band Beethoven y esos primeros acordes del Himno de la Alegría es magia para los sentidos”. El Palau se ha volcado para que esa primera magia sea una realidad cotidiana, facilitando que niños y niñas de distintas realidades sociales puedan acceder a una educación musical de primera y desarrollar sus talentos en la Ciutat Vella de Barcelona. Lo hace a través de su Escuela de Música, con programas diversos que incluyen tanto a la primera infancia como la canción a capela, pasando por un extenso abanico de actividades extraescolares.

Jóvenes diseñando la programación

Joan Oller tiene muy claro que la música clásica no envejece ni pasa de moda. “Hay que llevar con normalidad que la media de edad en las salas no sea de 20 años. Este disfrute pausado también está ligado a un ciclo vital en el que ya no te ahoga la hipoteca y la tarea diaria”, reflexiona. “Las bandas sonoras del cine han sido la puerta de entrada para muchos hacia la música clásica. Es el arte más abstracto con una capacidad de conmoción sin igual”, afirma con un entusiasmo contagioso.

Con todo, el Palau no se cruza de brazos para abrirse a todos los públicos y que lo sientan como propio, del mismo modo que sus vidrieras se abren a la luz. Bajo la dirección de Oller, redobla su apuesta por la didáctica musical, se agendan conciertos familiares y se ha creado una comisión que implica a gente joven en el diseño de la programación.

placeholder Foto: Palau de la Música.
Foto: Palau de la Música.

El recinto acoge conferencias previas e introductorias a los conciertos que antes eran una rareza y que cada vez están más concurridas. También preparan cápsulas informativas y cuentan con espacios singulares alojados en la web, como el propio Palau Digital, tejido a dos manos con Endesa. Un minisite que es la extensión de su oferta cultural y artística al alcance de todos a golpe de clic, y que desde 2019 ha sido un revulsivo digital que exprime la tecnología como herramienta para la difusión de contenidos, la fidelización del público y la creación de comunidad, coinciden Oller y fuentes de la empresa energética.

La programación —que se prepara a dos o tres años vista— juega con el contraste entre música clásica y nuevos talentos, entre referentes indiscutibles y compositores más desconocidos, a los que se suman los músicos residentes. “Es un trabajo bonito y participativo que escucha y ofrece, que busca cumplir unos objetivos, pero también tiene que ser realista con el presupuesto. También se trata de arriesgar, sorprender, ofrecer nuevas propuestas para una experiencia integral”, nos cuenta su director. “No hay ningún artista que no haya querido venir”, añade.

El próximo 2023 se perfila como un año muy especial para el Palau con el centenario de la construcción de un edificio que salió de los lápices del arquitecto modernista Lluís Domènech i Montaner como sede del Orfeó Català. “Montaner también era un melómano y este va a ser el año para reivindicarlo”, señala Oller. La programación del año próximo también va a servir para poner en valor a las mujeres en la música clásica, que más allá del escenario y la canción, dejaron un legado todavía por descubrir como pianistas, directoras y compositoras.

Ocurrió el pasado mes de noviembre con una sala a rebosar aplaudiendo al pianista Jan Lisiecki y a la Orquesta Sinfónica de Viena, indiscutiblemente, una de las mejores del mundo. Detrás de este plano general de deleite colectivo, hay un nombre propio: Joan Oller i Cuartero (Barcelona, 1967), quien lidera un equipo coral que lo hace posible.

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