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El método definitivo para proteger tus libros y cuidar tu biblioteca: el secreto está en el lomo
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El método definitivo para proteger tus libros y cuidar tu biblioteca: el secreto está en el lomo

¿Encerramos los libros en imponentes librerías acristaladas o unas sencillas Billys de Ikea bien aireadas serían quizá más recomendables? ¿Cada cuánto limpiamos el minucioso polvo?

Foto: Los libros son pequeños milagros muy frágiles necesitados de protección (D.A.)
Los libros son pequeños milagros muy frágiles necesitados de protección (D.A.)

La suya fue probablemente una de las más espectaculares bibliotecas personales que han existido y ver al sabio buscando un libro perdido entre los babélicos anaqueles genera tanta fascinación como horror vacui. Explicaba el fallecido Umberto Eco que él dividía en dos categorías a los visitantes que recibía y se quedaban boquiabiertos ante sus más de 30.000 volúmenes. La mayoría reaccionaban con un clásico: "¡Oh! Pero ¿se los ha leído todos?". Y luego existía una pequeña minoría que le ahorraba la irritante pregunta porque sabía que la verdad era aún mejor: "Una biblioteca privada no es un apéndice para estimular el ego, sino una herramienta para la investigación. Los libros leídos tienen mucho menos valor que los no leídos. Nuestra biblioteca deberá contener tantos como nuestros medios económicos, la hipoteca y el actual mercado activo de la propiedad inmobiliaria nos permitieran colocar".

¿Y cómo cuidaba el semiólogo autor de El nombre de la rosa su espectacular biblioteca? ¿Cómo podríamos proteger otros lectores no menos apasionados pero mucho más modestos en ambiciones bibliófilas -e hipotecarias- las nuestras? ¿Encerramos los libros en imponentes librerías acristaladas o unas sencillas billys de Ikea bien aireadas serían quizás más recomendables? ¿Cada cuánto limpiamos el minucioso polvo? ¿Cómo hacemos frente a la humedad ladina y venenosa, a las plantas, mascotas y los peligrosísimos bebés? ¿Y qué elementos estructurales de un libro debemos cuidar sobre todas las cosas para resistir los tráfagos del tiempo?

Aquí van cinco recomendaciones esenciales cosechadas entre libreros, encuadernadores, editores o simples y viles letraheridos.

1. Todo lo sólido se desvanece... en el agua: la humedad es el enemigo

"¡El cuerno es su vida, arráncale el cuerno!". Ninguna pesadilla podría aterrorizar de semejante forma a un frecuentador de monstruos como Conan. La humedad es el enemigo existencial definitivo de los libros. El más mínimo descuido puede ser tu perdición, una pared mal aislada, una tubería con un requiebro inesperado, una gota malaya como una tortura inadvertida y mucho más dañina... Si no puedes alzar tu biblioteca en el desierto del rey de Borges, en fin, ten cuidado.

2. El sol es la estrella de la muerte: evite la luz solar

Cuando tus portadas de Anagrama se borran como la muñeca de Michael J. Fox en Regreso al futuro, debes tomar medidas drásticas. La luz solar borra los colores de tus libros, amarillea sus páginas, corrompe todo lo que es bueno y bello. Si no puedes acceder por cuestiones hipotecarias comprensibles a la cueva de Batman, al menos baja las persianas.

3. De aquellos polvos, estos lodos: oree su biblioteca

Uno se cree que puede pasar un día más sin limpiar el polvo. Y eso puede ser fatal. Los libros necesitan respirar como los corazones rotos, dales aire, nos los juntes demasiado, oréalos... Y limpia el polvo de manera ordenada. No importa tanto el tiempo como la periodicidad. Si os una vez al mes y te acuerdas con la próxima pandemia recuerda que la librería de viejo no te va a pagar por ellos ni la mitad de lo que tú los quieres.

4. Order!: ordene sus libros sin presiones y evite el dolmen

A ver, tienes un espacio lamentable, encajas hasta la náusea, ejecutas dólmenes como Panorámix en el bosque de los Canutos, revientas sin orden ni concierto el poco espacio que resta en tu hogar acumulando libros como Ciudadanos ausencias... No lo hagas. Dales sitio, deja algunos en el portal, acepta que la calidad es mejor que la cantidad. Ellos no lo harían.

5. El secreto definitivo: cuide los lomos como el suyo propio

No prestes libros. Nunca. Jamás. Especialmente si se los van a leer. Ellos no los van a cuidar como tú. El lomo es la espina dorsal de esa criatura viva que es un libro. Si cae, el ejemplar se desintegra. Recuerda la cita del sabio: "Si alguien le rompe el lomo a mi libro... yo le rompo el suyo".

La suya fue probablemente una de las más espectaculares bibliotecas personales que han existido y ver al sabio buscando un libro perdido entre los babélicos anaqueles genera tanta fascinación como horror vacui. Explicaba el fallecido Umberto Eco que él dividía en dos categorías a los visitantes que recibía y se quedaban boquiabiertos ante sus más de 30.000 volúmenes. La mayoría reaccionaban con un clásico: "¡Oh! Pero ¿se los ha leído todos?". Y luego existía una pequeña minoría que le ahorraba la irritante pregunta porque sabía que la verdad era aún mejor: "Una biblioteca privada no es un apéndice para estimular el ego, sino una herramienta para la investigación. Los libros leídos tienen mucho menos valor que los no leídos. Nuestra biblioteca deberá contener tantos como nuestros medios económicos, la hipoteca y el actual mercado activo de la propiedad inmobiliaria nos permitieran colocar".

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