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Juicio al Reina Sofía: Manuel Borja-Villel, ¿un director rompedor o un elitista de izquierdas?
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Se marcha el 19 de enero

Juicio al Reina Sofía: Manuel Borja-Villel, ¿un director rompedor o un elitista de izquierdas?

Han sido quince años con una gestión controvertida en la que se le ha acusado de propagandista, pero también hay quien reconoce que ha sido el mejor gestor de la pinacoteca

Foto: Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía durante los últimos quince años. (EFE)
Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía durante los últimos quince años. (EFE)

"Quiero convertir al Museo Reina Sofía en el MoMA del siglo XXI". Esas fueron las primeras palabras de Manuel Borja-Villel (Burriana, Castellón, 1957) cuando en enero de 2008 tomó las riendas del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, la pinacoteca española más importante de arte contemporáneo y, además, pública. El próximo 19 de enero, después de quince años —cinco años de mandato prorrogados en dos ocasiones— se marcha. Deja atrás una gestión que muchos —según lo preguntado por este periódico— tildan de la mejor que ha habido en este museo creado en 1991 y otros, sin embargo, creen que ha sido demasiado "propagandística", ideológicamente muy de izquierdas y hasta elitista. Aquí, no obstante, va un juicio con opiniones —no ha sido fácil recabarlas ya que no demasiados quieren ofrecerla en público— datos y hechos.

En cuanto a las cifras, el resultado es evidente: durante los años de Borja-Villel se ha doblado el número de visitantes, según los números que aporta el museo. De los 1.818.202 de 2008, su primer año, se ha pasado a 3.063.092 en 2022. En 2019 se alcanzó el pico con 4.425.699. Y todo ello con el mazazo de la pandemia, que rebajó las visitas a 1.248.486 en 2020, cuando, con lo difícil que era trasladar los cuadros, se pudo ver la exposición Mondrian y De Stijl, una de las más exitosas del museo en esas circunstancias.

Hubo otros grandes éxitos, como la de Dalí. Todas las sugestiones poéticas y todas las posibilidades plásticas que se organizó junto al Centre Pompidou de París y atrajo a más de 730.000 personas en 2013. En 2017, Piedad y Terror en Picasso. El camino a Guernica, fue vista por 681.127 personas. Y en 2018 también fueron una referencia las dedicadas al Dadá Ruso, Dorothea Tanning, Jaume Plensa y la titulada París Pese a todo. Artistas extranjeros (1944-1964). Todas ellas, por otro lado, con un cierto marchamo comercial, algo que se le ha achacado como un déficit a este director durante estos años. También hay que recordar que en estos años el Palacio de Cristal de El Retiro, que es otra de sus sedes, es la más visitada del museo y por donde en 2019 llegaron a pasar 1.994.979 personas. En la actualidad, es el museo de arte que más visitas recibe de todo el territorio por delante del Prado y el Thyssen.

No menos cierto es que también ha habido una programación más conceptual y menos fácil para el gran público, como las dedicadas a Nancy Spero, Aby Warburg y otros nombres totalmente desconocidos para cualquier pagano del arte contemporáneo. Pero quizá esa es la labor de una institución pública: abrir el arte a nuevos públicos.

Concurso público

Más allá de estas exposiciones, Borja-Villel llegó a la dirección con un gran reclamo: reorganizar toda la colección permanente. Por ello fue elegido el 21 de diciembre de 2007 por un comité de expertos a partir de un concurso —se presentaron 29 candidaturas— impulsado por el entonces ministro de Cultura con el PSOE, César Antonio Molina, que había puesto en marcha el Código de Buenas Prácticas para que no hubiera dedazo en las direcciones de las instituciones culturales como este museo. Fue una medida de Molina muy aplaudida.

placeholder Manuel Borja-Villel al poco de tomar posesión como director del Reina Sofía. (EFE)
Manuel Borja-Villel al poco de tomar posesión como director del Reina Sofía. (EFE)

Al castellonense, que venía con el currículo de haber dirigido la Fundación Antoni Tapiès en los noventa y el MACBA de Barcelona (1998-2007), además de tener una formación en la Universidad de Yale y el Nueva York de los ochenta, le escudriñó un grupo formado por comisarios de arte nacionales e internacionales que le acabó eligiendo por delante de Enrique Juncosa, entonces director del Museo Irlandés de Arte Moderno de Dublín, y que entre 2000 y 2003 había sido el subdirector del Reina Sofía mientras era director Juan Manuel Bonet. Después Molina y la entonces presidenta del Patronato del Reina Sofía, Pilar Citoler, le ratificaron con su firma. Borja-Villel comenzó una reorganización que terminó en noviembre de 2021 y que, finalmente, destapó una caja de los truenos que llevaba tiempo larvándose.

La controvertida reorganización

Porque durante todo este tiempo, Borja-Villel había desplegado lo que para sus críticos —no tantos en público— ha sido su peor línea de trabajo a lo largo de todos estos años: caer en la propaganda ideológica (de carácter progresista). De hecho, en prensa hay quien le ha definido como un "director podemita". Por ejemplo, con la restauración del cartel Ha entrado la España de Franco!, Salinas (1938) o con la inclusión en exposiciones de obras que se ven con un cariz ideológico como un cartel de Leopoldo Méndez en el que se avisa del franquismo y se ve a Franco y detrás una calavera, o la muestra en 2018 sobre el grupo Afal, creado por José María Artero García y Carlos Pérez Siquier en torno a la revista del mismo nombre y que retrató una España que no vivía tan bien entre 1956 y 1963. La que el régimen no quería que se viera.

placeholder El 15M en el museo. (Museo Reina Sofía)
El 15M en el museo. (Museo Reina Sofía)

Además, en la reorganización abrió nuevas salas para los años ochenta, noventa y 2000 —antes no había— que se llenaron del punk con vídeos de Jim Jarmusch, las fotos de Cindy Sherman, los carteles de los conciertos en Rock-Ola (que el museo ha comprado), o toda la cartelería alrededor del SIDA. También con instalaciones, fotografías, collages que criticaban la Expo 92. Carteles que se posicionan desde el colonialismo y el genocidio español en América Latina y vídeos de los movimientos de los zapatistas en Chiapas (México). Tampoco faltaron imágenes del desastre del Prestige, del 15M y un 8M amplificado con posters, vídeos, collages y fotos elaborados por colectivos feministas. Su MoMA ya estaba aquí. Así lo dijo al presentar esta reorganización a este periódico: "Para esto está un museo".

Ante esto, el propio César Antonio Molina, que había sido quien le había nombrado y que años después casi se había convertido en su archienemigo, no se calló. Este periódico se puso en contacto con él para recabar su opinión, pero remitió a lo ya expresado en otros medios, donde había manifestado que "no se debe hacer propaganda desde un museo público" y que prácticamente a Borja-Villel se le había ido todo de las manos.

César Antonio Molina, que había sido quien le había nombrado, tildó su gestión de "propagandística"

En ciertos foros de internet dedicados al arte contemporáneo también ha habido usuarios que han destacado esta cuestión — "echo de menos que no haya politización", decía uno de ellos— y que con toda la reorganización hayan desaparecido las salas dedicadas a Oteiza y Palazuelo o no se muestre la colección donada por Soledad Lorenzo. Otros, aunque críticos, se muestran más indulgentes: "La verdad a mí me encanta que el Reina cambie su discurso expositivo cada cierto tiempo, aunque es verdad que se echan de menos algunas piezas. A mí también me gustaba mucho la sala de Oteiza".

Entre "el mejor" y "línea elitista"

Este periódico ha contactado con toda una pléyade de personalidades del mundo del arte para saber sus opiniones sobre esta gestión. La gran mayoría se ha disculpado "desde el aprecio y respeto a Manuel Borja-Villel" y no las ha hecho públicas. Desde la dirección de museos como el MACBA, el CCCB a galerías como la Marlborough y comisarias y comisarios de arte. Ante estas respuestas es obvio que ni la figura ni la gestión de Borja-Villel han sido indiferentes para nadie.

De hecho, quienes han hablado con El Confidencial lo han hecho desde la alabanza. Como la mítica y veterana coleccionista Helga de Alvear, quien lo tiene bastante claro: “El mejor director del Museo Reina Sofía ha sido y es Manuel Borja-Villel. Estoy segura de que, si él quiere, mañana estará al frente de la dirección de algún museo en Nueva York o en São Paulo”. Es más, ha añadido, “estoy totalmente en contra de que se marche, por lo menos debería quedarse otros cinco años más. Ha puesto el Museo Reina Sofía en el mapa mundial, un supermuseo que funciona estupendamente con renombre internacional. ¿Qué más queremos en Madrid?”. Y para recalcar su admiración por el director confesó que había visto la exposición de Manolo Quejido "y compré cuatro obras para mi propio museo. ¿Qué más queréis?".

"Estoy totalmente en contra de que se marche, por lo menos debería quedarse otros cinco años más. Ha puesto el Museo Reina Sofía en el mapa"

La valoración de la directora de ARCO, Maribel López, es "altamente positiva". Cree que el director ha situado al museo en el mapa internacional y que le ha dado prestigio, si bien ha echado de menos "ver más arte español joven, eso sí me hubiera gustado, la verdad".

Para Óscar García, comisario de arte y director de Arts Fairs y JUST MAD, la feria de arte contemporáneo que se celebra entre el 23 y 26 de febrero en Madrid, la gestión de Borja-Villel se dirime en unos términos parecidos a los de López, ya que "ha conseguido posicionar al museo como un referente internacional con una identidad propia. Con importantes propuestas expositivas, la ampliación de la colección, el interés por la investigación, la creación de una red de colaboraciones externas y un equipo interno fuerte".

placeholder 'Franco (1937) 1', de 1976, se pudo ver también estos años en el museo. (EFE)
'Franco (1937) 1', de 1976, se pudo ver también estos años en el museo. (EFE)

Otras opiniones son menos efusivas aunque tampoco tan ácidas como las de César Antonio Molina. Sergio Sancho, creador de la Feria Urbanity en Madrid y la Feria Can Art en Ibiza, cree que a Borja-Villel le ha pesado "tener una línea tan marcada, ya que mucha gente se ha sentido muy cercana a él, pero otros como nosotros no, ya que lo que programamos está muy alejado del mundo del Reina". Sí que le responsabiliza de haber tomado "una vía muy elitista. Escogió una línea de trabajo que no es para todo el mundo, y efectivamente, no invita a gente que no esté muy metida en el mundo del arte a introducirse. Ahora bien, lo que sí ha sido es coherente con lo que él creía y ha apostado por algo, eso sí me parece digno de alabar. Pero esa coherencia hace que si hay poca gente que visita los museos, estos sean menos populares".

¿Y el futuro?

El próximo 1 de febrero comenzará el proceso de selección del nuevo director o directora. Durante el tiempo de interinidad el museo estará dirigido por la subdirectora artística, Mabel Tapia, y el subdirector gerente, Julián González Cid. Comenzará una fase en la que se tendrán que presentar candidaturas, habrá un comité de expertos —se tiene que seleccionar— y finalmente el ministro de Cultura lo ratificará en el cargo. Y sí, Manuel Borja-Villel se podría volver a presentar, una equis que tendrá que despejar en breve.

Pero un asunto que no se tocará y que suele ser clave es el del Patronato del museo, ya que es ahí donde se decide la gestión del museo. En la actualidad el del Reina está reglamentado por el Estatuto aprobado en 2013 durante la legislatura del PP y que señala que los cargos son elegidos en el pleno por los vocales designados y duran cinco años. Y desde mediados de 2020 está presidido por Ángeles González-Sinde, exministra de Cultura con el PSOE y quien sustituyó a César Antonio Molina en el cargo, y con la vicepresidencia de Beatriz Corredor, también ex ministra de Vivienda con el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero. Curiosamente, González-Sinde sustituyó como presidenta del Patronato a Martí Fluxá —secretario de Estado de Seguridad con Aznar— a los tres años sin que haya habido explicaciones. La sintonía entre Borja-Villel y González-Sinde durante estos dos años sí se sabe que ha sido y es plena.

placeholder Ángeles González-Sinde, exministra de Cultura, y Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía. (EFE/Kiko Huesca)
Ángeles González-Sinde, exministra de Cultura, y Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía. (EFE/Kiko Huesca)

Con este equipo es con quien tendrá que lidiar la nueva dirección. ¿Y qué museo se quiere? Para Óscar García, lo que toca es "seguir trabajando sobre lo construido y conseguir uno de los grandes retos, la internacionalizar de los artistas españoles vivos a partir de proyectos de intercambio". Sergio Sancho apuesta por más sesiones de música y por abrirlo más a un público popular con más actividades y muestras que incluso sean accesibles para los niños. "Los museos deberían ser un reflejo de la creación actual. Sí que se debería empezar a validar mucho de los movimientos de los años 70 y 80 que no se les está poniendo tanto en el punto de mira. El Pompidou siempre ha abanderado todo esto: expos más mainstream con otras más conceptuales. Y la plaza del Reina se debería utilizar más porque parece que cuesta entrar en el museo".

Borja-Villel se va, pero su gestión no va a ser tan fácilmente olvidada. Y quizá todavía no ha dicho su última palabra.

"Quiero convertir al Museo Reina Sofía en el MoMA del siglo XXI". Esas fueron las primeras palabras de Manuel Borja-Villel (Burriana, Castellón, 1957) cuando en enero de 2008 tomó las riendas del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, la pinacoteca española más importante de arte contemporáneo y, además, pública. El próximo 19 de enero, después de quince años —cinco años de mandato prorrogados en dos ocasiones— se marcha. Deja atrás una gestión que muchos —según lo preguntado por este periódico— tildan de la mejor que ha habido en este museo creado en 1991 y otros, sin embargo, creen que ha sido demasiado "propagandística", ideológicamente muy de izquierdas y hasta elitista. Aquí, no obstante, va un juicio con opiniones —no ha sido fácil recabarlas ya que no demasiados quieren ofrecerla en público— datos y hechos.

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