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Esta noche se emite una apología de la pederastia en Telecinco
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Esta noche se emite una apología de la pederastia en Telecinco

El 7 de enero, Mediaset lanzó al vertedero de Twitter el tráiler de 'Escándalo', una serie en la que una de 44 y uno de 15 se enzarzan en un amor atormentado. Las reacciones al trailer sí que son un escándalo

Foto: Fernando Líndez y Alexandra Jiménez, protagonistas de 'Escándalo'. (Mediaset)
Fernando Líndez y Alexandra Jiménez, protagonistas de 'Escándalo'. (Mediaset)

Enfermedades, en orden ascendente de contagiosidad: las caries, sida, gonorrea, ébola, mal gusto cinematográfico, covid alfa, mal gusto en el vestir, covid delta, anglicismos para sustituir palabras que ya existen en español para ir de guay, covid ómicron, teorías conspiranoicas, covid kraken y, por último, más contagioso que todo eso junto, las ganas de colgarse medallitas en Twitter luciendo una indignación bienqueda al unísono con los demás.

Lo poco que llevamos de 2023 nos ha dejado ya un pico de contagios de esto último en España. Uno digno de las mejores producciones de los laboratorios secretos de Wuhan, situados al este del Mundodisco que habitamos. Ese planeta plano que va, como todos ignoráis, sobre el caparazón de una inmensa tortuga que flota por el cosmos.

Veamos la curva. El 7 de enero de 2023, Mediaset lanza al vertedero de Twitter el tráiler de Escándalo, una serie de apariencia oscura y tortuosa en la que una señora de 44 años y un niño de 15 (interpretado por un actor que podría jugar en un equipo Catarí después de haber hecho carrera en el Osasuna) se enzarzan en un amor atormentado y, fijo, destinado a la ruina más absoluta de los protagonistas. Esto lo digo ya, sin ver la serie, que se estrena en la noche de este miércoles, porque el tráiler deja poco lugar a dudas.

Foto: Los protagonistas de 'Escándalo, relato de una obsesión'. (Mediaset)

7 de enero de 2023, minutos más tarde: Twitter decreta sentencia y convierte el título de la serie en una premonición. ¡Escándalo! ¡Telecinco está promoviendo la PEDOFILIA! ¡LA PEDERASTIA! ¡APOLOGÍA DE LO MALO! (y suplico al corrector de estilo, me respete las mayúsculas). Y además, gloria bendita, esta vez es todo Twitter unido: los fachas del cilicio, los liberales qué hay de lo mío, los rojos de todas las causas y James Rhodes, todos quejándose.

Desde el "¡Esto no se puede permitir!" que dice Bea Talegón, "¡que el Gobierno haga algo!", al mucoso y abominable mensaje de fondo de los menos agresivos, tipo Rhodes: algo así como que si se hace una serie donde hay relaciones pedófilas tienen que ser, ejem, concienciadoras sobre el problema social.

Desfilad, así, todos juntos, a la porra, tuiteros. En la ficción, puedo matar a vuestras madres. Puedo follarme a vuestros hijos recién nacidos. Puedo suicidarme, resucitar y tuitear después que Dios me ha dicho que os pongáis enaguas. La ficción no le debe nada a la moral. Quienes consideran que la ficción debe ser moralizante me pueden chupar, ficticiamente, un huevo. El derecho, el izquierdo o el ficticio que hay entre los dos.

Pero bueno, por si la serie fuera efectivamente un manual de instrucciones para pedófilos y los tuiteros, en vez de idiotas, hubieran sido esta vez linces, llamo por teléfono a los creadores. No me cuesta encontrar sus nombres en Twitter: van dentro de dianas bajo la gravísima acusación de incitación a follar a las señoras con los niños. En dos movimientos de peón doy con el contacto. Me habla, después de comer, uno de los miembros del equipo de edición, que está dando los últimos retoques.

Me resume la trama: la serie aborda el tema de la obsesión y la locura. Un chaval de 15 años salva la vida a una mujer de 44 que se disponía a suicidarse, y los traumas de ambos, que son muchos, se entrelazan como alambre de espino, desembocando en una relación en la que el sexo no es lo más perverso, sino que hay crímenes, manipulación, asesinatos y juego de poder. Lo que le gusta ver a mi abuela, vaya. ¡Lo que se llamaba culebrón!

Foto: Sue Lyon en un momento de 'Lolita' (1962) de Kubrick. (MGM)

El efecto Streisand hace suponer que en la noche de este miércoles mucha gente verá la serie, igual que muchas mujeres —millones de ellas— degustaron los perversos licores de 50 sombras de Grey, esa saga de novelas sobre la sumisión sexual, mientras el movimiento MeToo trastocaba las normas de la seducción y el sexo. Es que la ficción y la moral pública no tienen relación, a ver si nos enteramos. Pero no: no nos enteraremos nunca. O no se enterarán quienes no han terminado de entender que la ficción es tan libre como represiva es la moral.

Hace 20 años que Hernán Migoya publicó Todas putas. Entonces, el escándalo lo desataron influyentes plumas de El País y de lo que entonces era el Grupo Zeta, porque en un cuento tomaba la voz narrativa un violador que se justificaba, y daba la casualidad de que la editora era del PP y venían elecciones municipales. Y hace 55 años que se estrenó El graduado, en que un jovencísimo Dustin Hoffman caía preso del deseo por la señora Robinson, amiga de su madre; y hace casi 70 años que un tal Vladímir Nabokov publicó Lolita.

Los años que hace del estreno de Medea son difíciles de calibrar, pero aquella obra no sólo normalizaba y promocionaba el asesinato de niños por parte de sus madres, como todo el mundo sabe, sino que además fomentaba el machismo y lanzaba una visión sesgada sobre la "violencia vicaria". Tampoco sé muy bien cuánto hace que se estrenó Edipo en años redondos, pero la cantidad de incesto que ha provocado esta obra es posiblemente la causa de que Europa haya padecido el reinado borbónico.

Total, que en la noche de este miércoles se emite en Telecinco una serie que justifica/promueve/normaliza la pedofilia, aunque uno siempre podrá cambiar de cadena para ver otras películas que normalizan el asesinato, protagonizadas por Bogart, e incluso películas que promuevan y normalicen el pantalón pirata. Yo no pienso verla, porque a esa hora pienso estar leyendo Las ciento veinte jornadas de Sodoma y tomando notas, para comportarme igual si me encuentro un tuitero en el ascensor.

Enfermedades, en orden ascendente de contagiosidad: las caries, sida, gonorrea, ébola, mal gusto cinematográfico, covid alfa, mal gusto en el vestir, covid delta, anglicismos para sustituir palabras que ya existen en español para ir de guay, covid ómicron, teorías conspiranoicas, covid kraken y, por último, más contagioso que todo eso junto, las ganas de colgarse medallitas en Twitter luciendo una indignación bienqueda al unísono con los demás.

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