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Paul Nizan, el desclasado amigo de Sartre que fue acusado de traidor por el Partido Comunista
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Recuperación editorial

Paul Nizan, el desclasado amigo de Sartre que fue acusado de traidor por el Partido Comunista

Se recupera ahora su novela 'La conspiración' sobre el distanciamiento entre la clase burguesa y el proletariado. Nizan no pudo defenderse ya que murió en Dunquerke en 1940

Foto: El escritor francés Paul Nizan.
El escritor francés Paul Nizan.

“El cambio histórico se produjo cuando Marx y Hegel destronaron de las admiraciones de la juventud a Rimbaud y Lautreámont”. Un joven burgués, estudiante de Filosofía, suelta esa soflama en una buhardilla de la calle Ulm, en el París de finales de los años veinte del siglo XX. La ciudad todavía tiene mendigos, orines y porquería y para nada reluce gentrificada como un siglo después. También la burguesía se ha dejado mecer por los cantos de sirena de la Revolución -y todo lo que viene de la URSS- y los jóvenes estudiantes, derivados hacia la izquierda, montan revistas tituladas Guerra Civil. Su ídolo es el socialista asesinado Jean Jaurés; sus enemigos: el fascismo, Hitler, la I Guerra Mundial, Poincaré, la policía.

Todo esto palpita en La conspiración, novela que Paul Nizan publicó en 1938 y que ha sido rescatada ahora por la editorial Montesinos devolviendo a las librerías a este escritor y filósofo francés, con poco reconocimiento en España, pero que tuvo una biografía física e intelectual apasionante. En primer lugar, por quién fue y de quién se rodeó; y en segundo, por cómo contó en sus novelas y ensayos las inquietudes de una época y una juventud divertida, optimista, radical, materialista (que no idealista) y fuertemente ideologizada.

placeholder 'La conspiración', de Paul Nizan
'La conspiración', de Paul Nizan

Nizan (1905-1940) era hijo de un ingeniero de trenes y de la hija de un obrero. Pertenecía a la pequeñoburguesía parisina -pero con un pie en el proletariado- con intereses intelectuales refrendados en la Ecole Normale Supérieure de la Calle de Ulm (como los jóvenes protagonistas de su novela). Allí fue donde conoció a Jean Paul Sartre, con quien compartió apartamento. Un chico de su misma edad y condición y con las mismas veleidades ideológicas cercanas al comunismo, aunque eso significara acabar con sus raíces burguesas. Aquello estaba en el alma de aquella juventud. Romper con los padres. “Filosofar a martillazos”, como también se lee en esta novela. Y hacer la revolución sin caer en el anarquismo, al que tachaban de “iletrado y frívolo”.

Filosofar a martillazos

El joven filósofo abandonaría, sin embargo, sus estudios cuando un hombre de negocios, dice su biografía, le ofreció un cargo de profesor para sus hijos… En Yemen. Para allá se fue y de ahí salió su primera novela Adén, Arabia, que se publicó en los noventa en España (por Plaza & Janés), pero hoy está descatalogada. En ella ya están las ansias juveniles de esa burguesía desclasada, ese romanticismo y la amistad que tenía con Sartre.

Nizan era un filósofo materialista: más al comer y menos al ideal. Es decir, más a abordar la miseria material, la enfermedad, el paro

Afiliado al Partido Comunista, en el que creía firmemente, tras esta novela llegó el ensayo Los perros guardianes (1932), que era un manifiesto contra los filósofos idealistas. Nizan era un filósofo materialista: más al comer y menos al ideal. Es decir, más a abordar la miseria material, la enfermedad, el paro y las guerras y menos a perpetuar los valores de la burguesía. Este libro todavía se puede encontrar en la editorial Península.

Sus dos últimas novelas serían Antoine Bloyé (1933), que es un retrato de cómo un hombre se desclasa de la burguesía por defender al proletariado y La conspiración (1938), la que se acaba de publicar ahora y que muestra cómo ese fervor juvenil de cierta burguesía se va agotando para mantener finalmente sus fuertes estructuras de clase.

La conspiración fue alabada por personalidades como Walter Benjamin en una carta que le escribió en enero de 1939 al sociólogo y miembro de la Escuela de Frankfurt Max Horkheimer. En ella decía que Nizan, por fin había abandonado “sus intentos de retratar ambientes proletarios para probar uno burgués” lo cual suponía “un suspiro de alivio”. Y de ahí que hubiera recibido un premio tan prestigioso como el Interrallié (casi casi el Goncourt). Pero para Benjamin la novela tiene algo más: “su composición es hábil, incluso artística, y las formulaciones son a menudo afortunadas” (...) “El libro devuelve la novela política al Bildungsroman [es la historia de unos veinteañeros] ejecutada al estilo francés”. Y lo más interesante de todo: “El tema es el estado de la intelectualidad de izquierdas, representada principalmente por su descendencia pequeñoburguesa”. Y el estado no era otro que, uno de los chicos pone fin a su existencia; y el otro acaba como informante de la policía. En términos vulgares: el proletariado ya no resultaba tan atractivo para el pequeñoburgués y de ahí su derrota.

La acusación de traidor

Benjamin recoge una crítica que se le hizo al libro que decía algo así como que Nizan se había caído del caballo: “Hay una ruptura de la juventud para Nizan como hay una ruptura de la infancia para Freud”. Sin embargo, el teórico no interpreta que las pasiones de la juventud burguesa por el proletariado hubieran sido solo una cuestión de juventud sino que “lo crucial es que las campañas de la clase obrera han perdido su poder de atracción para los mejores elementos de la burguesía. El aislamiento del proletariado es uno de los hechos que permitieron predecir la derrota y reforzaron esa derrota. Haber tenido en cuenta este aislamiento es el logro del libro”.

placeholder Sartre y Camus.
Sartre y Camus.

La novela fue casi un vaticinio de lo que ocurrió después en términos históricos y en la vida del propio Nizan. En 1939 decidió cortar con el Partido Comunista por el pacto soviético-alemán. Su vida, como era habitual en los intelectuales de los años treinta, estaba calada por la ideología y antes romper con los comunistas que darle la mano a los nazis, debió pensar. Por este motivo sufrió la ira del partido y llegó a ser acusado de ser confidente de la policía… curiosamente como uno de los protagonistas de La conspiración.

Nizan apenas pudo defenderse. Murió como un soldado en combate en la batalla de Dunkerque el 23 de mayo de 1940

Nizan apenas pudo defenderse. Murió como un soldado en combate en la batalla de Dunkerque el 23 de mayo de 1940, allí donde miles de franceses fueron aprisionados por las tropas alemanas cuando se pensaba que todavía las fuerzas del Eje, Alemania e Italia, ganarían la guerra. La etiqueta de traidor le quedó colgando durante años. Se dijo entonces que Nizan había sido más listo, mejor escritor y persona que Sartre, aunque este salió en su defensa en 1947 en una carta que firmaron varios intelectuales, también Albert Camus. Poco importó ya. El partido no rectificó. Al contrario, esta fue su respuesta en 1947, que apareció en la revista L’Humanité y que se puede encontrar en Internet:

“El objetivo de la operación no es rehabilitar la memoria de Nizan, que a estos señores no les importa nada, sino atacar al Partido Comunista Francés ...Nizan abandonó el Partido Comunista Francés en septiembre de 1939. Lo dejó dramáticamente, dando a su gesto un carácter vistoso y participando de inmediato en la abominable campaña de calumnias desatada contra los más clarividentes y valientes de los franceses... Traidor a su partido, era al mismo tiempo un traidor a Francia al ayudar con sus declaraciones públicas a los Daladier, a los Bonnets -contra los cuales había escrito previamente- y a todos los agentes de la quinta columna en el ejercicio de su política criminal. ¿Podemos creer que esto no fue la prolongación de una actividad anterior?”

Más allá de esta controversia, aún quedan sus novelas y ensayos y ahora es posible leer en español La conspiración. Sartre pasó a la Historia y Nizan no. Por eso ahora es mucho más jugoso recuperar la rabia, los miedos y los ideales de una juventud y no el esnobismo que quedó después.

“El cambio histórico se produjo cuando Marx y Hegel destronaron de las admiraciones de la juventud a Rimbaud y Lautreámont”. Un joven burgués, estudiante de Filosofía, suelta esa soflama en una buhardilla de la calle Ulm, en el París de finales de los años veinte del siglo XX. La ciudad todavía tiene mendigos, orines y porquería y para nada reluce gentrificada como un siglo después. También la burguesía se ha dejado mecer por los cantos de sirena de la Revolución -y todo lo que viene de la URSS- y los jóvenes estudiantes, derivados hacia la izquierda, montan revistas tituladas Guerra Civil. Su ídolo es el socialista asesinado Jean Jaurés; sus enemigos: el fascismo, Hitler, la I Guerra Mundial, Poincaré, la policía.

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