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'Broker': la 'abuela' del cine japonés vuelve a contarnos la batallita familiar de siempre
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'Broker': la 'abuela' del cine japonés vuelve a contarnos la batallita familiar de siempre

El último trabajo de Koreeda, ambientado en Corea del Sur, estuvo nominado a la Palma de Oro en el último Festival de Cannes

Foto: Ji-eun Lee es una joven que entrega a su hijo en una caja de bebés. (Avalon)
Ji-eun Lee es una joven que entrega a su hijo en una caja de bebés. (Avalon)

El cine de Hirokazu Koreeda, en su absoluta sencillez y transparencia, se hace difícil para quienes buscamos historias de una narrativa más compleja o una oscuridad más afilada o un naturalismo más documental. El cineasta japonés ha hecho de la calidez dramática su firma, con una filmografía armónica y sostenida, sin disrupciones llamativas ni proyectos grandilocuentes ni rarezas, más allá de La verdad (2019), un proyecto extraño en el que Koreeda se lanzó a dirigir en francés a Catherine Deneuve y Juliette Binoche, dos divas francesas con cero química dentro y fuera de la pantalla, al parecer. El resto, pequeños dramas familiares, rodados en japonés, con actores más bien desconocidos para el público occidental. Historias sobre padres e hijos e hijas y hermanas y familias disfuncionales como la de los ladrones de Un asunto de familia, con la que ganó la Palma de Oro en 2018.

En Broker, nominada también al premio grande del último Festival de Cannes, Koreeda vuelve a rodar fuera de sus fronteras y de su idioma, y ambienta su road movie familiar en Corea del Sur. Para disfuncionalidades históricas, las de Corea y Japón. Rodada como por toda la orografía surcoreana, Broker reúne a algunos de los actores más conocidos del star system surcoreano, como Song Kang-ho —el cabeza de familia en Parásitos—, Bae Doona —que también trabajó con Bong Joon-ho en The host y con las Wachowski en El atlas de las nubes— o Dong-won Gang —de Península, la secuela de Tren a Busan—.

El punto de partida de este drama familiar atípico nace del personaje de So-young (Ji-eun Lee, una al parecer famosísima cantante de K-Pop), una joven que abandona a su hijo en una de las cajas de bebés que hay repartidas por todo el país para que las madres den en adopción de forma anónima. Decoradas con luz cálida y dibujos y con un hilo musical en el que suenan nanas, desde 2009, cuando fueron instaladas por primera vez, más de mil madres han dejado a sus hijos en los cestillos en que el Estado acabará recogiendo al bebé para, posteriormente, entregarlo a un orfanato. Sin embargo, la protagonista de Broker vuelve a buscarlo al día siguiente y se cruza con una red de tráfico de bebés encabezada por dos jetas de poca monta (Song Kang-ho y Dong-won Gang), que sobreviven a base de quedarse con los niños y venderlos directamente a las familias a cambio de dinero.

placeholder Los protagonistas de la última película de Hirokazu Koreeda. (Avalon)
Los protagonistas de la última película de Hirokazu Koreeda. (Avalon)

A su vez, una pareja de detectives (Doona y Lee Joo-young) sigue la pista de los traficantes para pillarlos con las manos en la masa. Movida por la posibilidad de cobrar parte de la recompensa, So-young se embarca en un viaje con los mercaderes de su hijo. El cine fue siempre la forma más barata de viajar: conocemos desde las calles de Seúl por las noches —desoladas, tristes y oscuras—, a las zonas más rurales y verdes, los parques eólicos que encontrarán las civilizaciones futuras por todo el mundo, o las zonas industriales y portuarias, como postales de un país más desconocido por estas longitudes. Koreeda se mueve entre lo dramático, lo cómico y lo amable, pero siempre con esa baja intensidad sin sobresaltos, tan característica de su cine. Como ejemplo, la escena en la que van a vender al bebé a la primera pareja interesada, que les rebaja el precio porque en las fotos el niño era más guapo y tenía las cejas más pobladas.

A través de las conversaciones entre las dos detectives, que pasan la película observando desde el coche y comiendo, Koreeda aporta información sobre sus personajes. Bebés dados en adopción y tráfico de seres humanos: cualquier director hubiese planteado su película desde en drama social o desde el thriller policial, pero Koreeda mantiene su propio tono, que muchas veces resulta demasiado ñoño. De una amabilidad forzada. Porque la relación entre los personajes y la premisa de empujarlos a hacer juntos el mismo viaje, suena impostada. La manera de llegar a la emoción está subrayada, además, por la presencia constante de un piano melancólico.

placeholder Las dos detectives que persiguen a los protagonistas. (Avalon)
Las dos detectives que persiguen a los protagonistas. (Avalon)

Broker vuelve a pivotar, como la mayor parte del cine de Koreeda, alrededor de la idea de familia. En este caso, sobre las familias que uno construye y que no tienen que ver con la sangre. A medida que el viaje de los protagonistas avanza, los lazos que los unen se van pareciendo más a una familia de un abuelo, una pareja y sus dos hijos. Quienes eran fríos y distantes van desarmando su coraza para dejar aflorar los sentimientos. Incluso la detective jefe, que se muestra desde un principio robótica y distante con todos quienes la rodean, va dejando que la humanidad contagie su corazón funcionarial. Koreeda también plantea la discusión sobre la herencia de la desigualdad —solo un 3% de los niños criados en orfanato triunfa, dice uno de los personajes—, y la necesidad de forjar vínculos para ser adultos funcionales.

Broker es una película mona, que enseña sus grandes virtudes en ciertos momentos de cotidianidad, que ha intentado añadir una capa detectivesca para que ruede con más ímpetu, pero el plano general queda empañado con una sensación de repetición, de autoconsciencia, que hace que Koreeda se imite a sí mismo con ligeras variaciones de trama y de localización. Los fieles del japonés volverán a encontrar en este film una casa cálida y acogedora. Otros parecemos encontrarnos con esa abuela que vuelve a contarnos la misma batallita por enésima vez y a la que escuchamos con cariño pero sin demasiado interés.

El cine de Hirokazu Koreeda, en su absoluta sencillez y transparencia, se hace difícil para quienes buscamos historias de una narrativa más compleja o una oscuridad más afilada o un naturalismo más documental. El cineasta japonés ha hecho de la calidez dramática su firma, con una filmografía armónica y sostenida, sin disrupciones llamativas ni proyectos grandilocuentes ni rarezas, más allá de La verdad (2019), un proyecto extraño en el que Koreeda se lanzó a dirigir en francés a Catherine Deneuve y Juliette Binoche, dos divas francesas con cero química dentro y fuera de la pantalla, al parecer. El resto, pequeños dramas familiares, rodados en japonés, con actores más bien desconocidos para el público occidental. Historias sobre padres e hijos e hijas y hermanas y familias disfuncionales como la de los ladrones de Un asunto de familia, con la que ganó la Palma de Oro en 2018.

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