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Se busca: hombre (20-40), deportista, sexi, vegano
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Se busca: hombre (20-40), deportista, sexi, vegano

Adelantamos un capítulo del libro 'Hace mucho tiempo comíamos animales', firmado por la antropóloga de futuros y escritora Roanne van Voorst que publica Destino este miércoles

Foto: 'Atún' vegano (EFE Alejandro García)
'Atún' vegano (EFE Alejandro García)

@magicalangel123 se pregunta «dónde estará ese Romeo vegetariano». En una página de citas para veganos, le pide a su «ética alma gemela» que le responda si tiene «un gran corazón hacia todo lo que hay en la vida, y ¡si queda espacio también para mí!». Lukas, veintiún años, de Brasil, se describe a sí mismo como de trato fácil, simpático y creativo. Le gusta caminar por la montaña, el ciclismo al aire libre, la música y dibujar. Se preocupa por los animales y por eso no se los come, y su futura pareja «naturalmente» tampoco debería, aunque añade: «No hace falta decirlo». @ethicalvegan tiene dos hijos adultos y dos nietos encantadores, y ahora busca un caballero vegano con el que pasar el resto de su vida. @maneatplants «come coños, no animales».

Veganosexual es el término oficial para la gente que lleva un estilo de vida basado en las plantas y busca relaciones románticas o sexuales solamente con otros veganos. Los puedes encontrar en abundancia en páginas veganas de citas, en encuentros veganos por todo el mundo, en plataformas como Veg Speed Date («para cuando quieras conocer a personas afines a la velocidad de la luz») o en la app vegana de citas Veganific. La investigadora Annie Potts, de la Universidad de Canterbury, acuñó el término después de llevar a cabo un estudio con 157 veganos en Nueva Zelanda y descubrir que la mayoría se enamoraron de personas que también seguían una dieta vegetal, en lugar de hacerlo de otras que comían carne. Un estudio en el Reino Unido arrojó resultados similares.

El motivo más importante para que los veganosexuales quieran un compañero o compañera vegano es compartir valores con alguien que también consume vegetales, afrontar juntos las situaciones y actuar en consecuencia. Por ejemplo, a ninguno de los dos os parece bien que los «productos de desecho» de la industria láctea (los terneros macho) sean sacrificados, así que no compráis leche de vaca en los supermercados porque eso significaría contribuir económicamente a esas prácticas. Es algo lógico para los veganos, y para los veganosexuales hacer lo contrario puede ser motivo de ruptura.

placeholder 'Hace mucho tiempo comíamos animales' (Destino)
'Hace mucho tiempo comíamos animales' (Destino)

Personalmente creo que decirle a alguien «Soy vegana por motivos éticos, ¿y tú?» es una manera de romper el hielo un poco brusca, pero para los veganosexuales es una pregunta perfectamente normal en una primera cita. ¿Qué sentido tiene seguir hablando, aunque tenga unos ojos muy bonitos o su barba de tres días sea muy sexi? Para los veganosexuales, la idea de no querer salir con nadie que coma animales es tan obvia como para un activista pro derechos de los refugiados no colarse por un xenófobo. Las personas que tienen visiones del mundo diferentes no se ponen de acuerdo en temas que son importantes para ellas, y la falta de comprensión no es sexi. Para los veganosexuales, el modo en que alguien consume —tanto para la subsistencia como para todo lo demás— es un signo de los valores más profundos y los rasgos de la personalidad de una pareja potencial. El contenido de los armarios revela si alguien siente compasión por los animales o le preocupa el medioambiente. También sugiere que tu cita no es egoísta y que está preparada para responsabilizarse de su comportamiento: más puntos para alguien con quien quizá querrías formar una familia.

Según los veganosexuales, otra de las ventajas de tener una pareja vegana es el aspecto práctico. Una pareja de veganos quiere ser capaz de comer las mismas cosas y acudir a los mismos restaurantes. También quiere comprar anticonceptivos en una tienda natural, porque de otro modo los condones casi seguro que contendrán caseína, un producto derivado de la industria láctea, y las píldoras anticonceptivas gelatina, fabricada con productos de desecho del cerdo y la ternera (¿No lo sabías? A eso se refieren los veganosexuales).

Otra cosa importante: algunos veganosexuales consideran más atractiva una pareja vegana porque huele mejor que las personas que comen animales, o la idea de besar a alguien que podría «tener trozos de carne entre los dientes» les resulta repulsiva, o pierden completamente el deseo sexual ante el mero hecho de pensar en su cita comiéndose un yogur de leche de vaca para desayunar por la mañana. Si todo esto te parece ridículo, trata de imaginar que tienes una cita con alguien que se ha pasado el día comiendo filetes de carne humana o la carne de unos perritos golden retriever. Masticar, masticar, masticar, tragar... y luego esos labios, solo para ti.

Sermonear

No todos los veganos han sido tan estrictos en lo referente al amor. Yo incluida. Unos cuatro años antes de empezar a escribir este libro y hacerme vegana, estaba supercolada por un hombre fanático de la escalada. Él ya era vegetariano cuando nos conocimos, pero también muy fan de los lácteos y los huevos, y siguió siéndolo incluso cuando yo decidí hacerme vegana. Él estaba acostumbrado a obtener las proteínas que necesitaba para construir sus músculos de productos animales, así que yo solía preparar un cubo de yogur griego con frutos secos cuando venía a mi casa cansado después de entrenar, del mismo modo que él solía prepararme un bol de helado de coco con galletas vegetales cuando pasábamos la velada viendo Netflix.

¿Felices a pesar de todo? No siempre. Durante los años que estuvimos juntos, esas comidas y estilos de vida distintos nos resultaban a veces complicados. Cuando me estaba documentando para este libro y pasaba página tras página leyendo reportajes sobre el sector ganadero de la leche y la industria del pollo, en ocasiones se me hizo duro ver escrito «huevos» o «parmesano» en nuestra lista de la compra conjunta.

No todos los veganos han sido tan estrictos en lo referente al amor. Yo incluida

Aún me sentí peor al tener que comprar esos productos, porque en esencia significaba que yo también estaba contribuyendo económicamente al sufrimiento animal del que yo misma estaba ahora firmemente en contra. Al mismo tiempo, yo sabía que a mi compañero le gustaban esas cosas, y creía que no debía imponer mi punto de vista. Él podía tomar sus propias decisiones, y mis principios no tenían que ser automática y necesariamente mejores que los suyos. En otras áreas de la vida, él vivía de una manera mucho más consciente que yo: evitaba los envoltorios de plástico en el supermercado todo lo posible y recogía basura regularmente en un parque próximo a nuestra casa (yo suelo ser más perezosa, más dispersa, o dispongo de poco tiempo para hacer algo así). Así que ¿quién era yo para ir dando lecciones? La falta de comprensión no es lo que se dice sexi, pero creer que tú sabes más puede llegar a arruinar tu libido.

Yo quería evitar que cualquier comida juntos se convirtiera en un encendido debate. «Estoy por encima de lo que escribo —pensaba, inmóvil en el supermercado tratando de encontrar una alternativa a los huevos que pudiera añadir a una deliciosa tarta—; estoy por encima de lo que investigo.» No quería convertirme en activista: yo solo quería ser su compañera, alguien con quien él pudiera reírse, cocinar y charlar sin preocuparse del mundo, exactamente como antes de que yo empezase este libro.

Pero a veces no lograba contenerme, y de pronto nuestra noche juntos se convertía en una conferencia sobre el futuro de la comida. Si él mencionaba que aún no habíamos comprado los huevos, yo empezaba a explicarle con un entusiasmo casi histérico que había hecho una quiche con harina de garbanzo en lugar de huevos, y luego, pensando que lo hacía de un modo sutil, deslizaba que el año anterior se habían sacrificado en los mataderos holandeses un total de 627.511.800 animales, la mayoría de los cuales habían sido pollos.

«¿No te parece una locura?», dije.

Él apagó las velas y volvió a poner el tapón de corcho a la botella de vino que acababa de abrir.

«¿Ya te vas a la cama? —pregunté, sorprendida y ligeramente ofendida—. Pero es un hecho... ¿No podemos hablar de ello? Debería poder hablar contigo cuando algo me preocupa, no tenemos por qué discutir.»

Ambos teníamos que aprender a sortear los argumentos que actuaban como desencadenantes. Para mí aquello significaba no compartir los temas sobre los que leía o que escuchaba, ni sacarlos a colación cuando estábamos cenando juntos. A menudo ni siquiera los mencionaba en casa. Solía escribir de ellos en mi cuaderno de notas y luego llamaba a un amigo vegano para comentarlos, o salía a hacer ejercicio para despejarme. Después ya podía pasar una noche relajada con mi pareja. Para él significaba acostumbrarse a una pareja que de pronto había empezado a adaptar todos sus platos favoritos y que quería comprar productos nuevos y diferentes. Una pareja que en ocasiones, después de la enésima entrevista con un granjero o un activista animalista, llegaba a casa pálida y con una falsa sonrisa en el rostro. Una pareja que se había involucrado de una manera tan personal en los problemas del mundo que se los llevaba a casa y hasta a la cocina.

Nuestra cocina.

* 'Hace mucho tiempo comíamos animales' (Destino, 2022), de la antropóloga de futuros y escritora Roanne van Voorst se publica el 30 de noviembre.

@magicalangel123 se pregunta «dónde estará ese Romeo vegetariano». En una página de citas para veganos, le pide a su «ética alma gemela» que le responda si tiene «un gran corazón hacia todo lo que hay en la vida, y ¡si queda espacio también para mí!». Lukas, veintiún años, de Brasil, se describe a sí mismo como de trato fácil, simpático y creativo. Le gusta caminar por la montaña, el ciclismo al aire libre, la música y dibujar. Se preocupa por los animales y por eso no se los come, y su futura pareja «naturalmente» tampoco debería, aunque añade: «No hace falta decirlo». @ethicalvegan tiene dos hijos adultos y dos nietos encantadores, y ahora busca un caballero vegano con el que pasar el resto de su vida. @maneatplants «come coños, no animales».