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Bajo el signo de Ummo: el día en el que los extraterrestres aterrizaron en Aluche
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Bajo el signo de Ummo: el día en el que los extraterrestres aterrizaron en Aluche

Laura Pousa y Javier Olivera dirigen esta miniserie de tres capítulos disponible en Movistar Plus+, en la que analizan el fenómeno alienígena más delirante de la historia de España

Foto: Una de las 'pruebas gráficas' que 'demostraron' la visita de los ummitas a España en 1996. (Movistar )
Una de las 'pruebas gráficas' que 'demostraron' la visita de los ummitas a España en 1996. (Movistar )

"¿Cómo pudimos creernos que entre nosotros había extraterrestres altos, rubios y de ojos azules?".

"Millares de madrileños contemplaron ayer un objeto luminoso en el espacio", titulaba la noticia del periódico de aquel día. En el cuerpo de la misma, se explicaba que "entre las 18 y 20 horas", muchos vecinos de Madrid vieron "un objeto brillante que circulaba por los aires". El Departamento de Tráfico de Barajas recibió entonces "numerosas llamadas" y preguntaron a los pilotos de los aviones si habían percibido algún objeto extraño en su trayectoria. Nada.

Madrid, 6 de febrero de 1966. Menos de un mes antes, varias cabezas nucleares estadounidenses se habían extraviado cerca de la costa de Palomares (Almería). Ese mismo año España se abre a los alemanes, que por fin podían viajar a nuestro país sin necesidad de pasaporte, sólo "con fines turísticos y sin reciprocidad". El franquismo empezaba a abrirse, perezosamente, y siempre con la vista puesta en la billetera (llena de los extranjeros del norte). Ese mismo año, Franco visitó Barcelona, se alojó en el Palacio de Pedralbes y "la muchedumbre no cesó de vitorearlo", subido a su coche descubierto y "visiblemente emocionado" al escuchar "los coros de Clavé vestidos con sus trajes típicos y barretina, que entonaron la célebre sardana L'Ampurdá'". Todavía quedarían dos años para que la Virgen se apareciese a las niñas Ana García, Ana Aguilera, Rafaela Gordo y Josefa Guzmán mientras recogían flores en la finca utrerana de La Alcaparrosa, el momento fundacional de la iglesia del Palmar de Troya.

placeholder José Luis Jordán Peña en un programa de la época. (RTVE)
José Luis Jordán Peña en un programa de la época. (RTVE)

A finales de los 60, España se debatía entre una identidad folclórica, castrense y superchera y la necesidad de modernidad y cambio. Entre las apariciones marianas y los avistamientos ovni. Y es en este contexto cuando el psicólogo José Luis Jordán Peña se dio de bruces con un platillo volante que aterrizó y volvió a despegar en el barrio madrileño de Aluche, cercano a Carabanchel. Un poco más hacia el sur, desde un edificio del barrio de Las Águilas, un tal Vicente Ortuño también observó una luz que descendía y volvía a elevarse antes de perderse en el cielo. "No era ciertamente un helicóptero ni un avión", explicó Ortuño al diario Informaciones. "Era un disco naranja". En un terreno, ocupado por la finca El Relajal, encontraron una zona quemada y varias huellas, como de un trípode, perteneciente supuestamente a ese platillo volante.

Éste fue el avistamiento que dio el pistoletazo de salida a la cultura ovni en la España del tardofranquismo. Un caso que llenó horas y horas de televisión y de debates y que hizo que miles de españoles se planteasen que, si los alienígenas no sólo existían, sino que decidían visitar España antes que cualquier otro lugar, eso significaba que éramos un gran país. No sólo eso, sino que dichos extraterrestres habían intentado comunicarse con nosotros a través de una serie de cartas mecanografiadas, escritas en español, en las que revelaban que procedían del planeta Ummo, situado a catorce años luz del sistema solar, y que llevaban en la Tierra desde el 28 de marzo de 1950, "estudiando nuestra civilización".

Las misivas le llegaban a Fernando Sesma, el organizador de las tertulias La ballena verde, enfocadas a lo paranormal y misterioso, y que se organizaban en el Café Lyon de la calle Alcalá de Madrid, a la que alguna vez habían acudido intelectuales como Alfonso Paso o Antonio Buero Vallejo. "Deseo presentarme a usted, pues es mi primer contacto con su persona. Mi patronímico es, en su expresión fónica aproximada, DEI 98", comenzaba el escrito. Programas como los de Jiménez del Oso o Andrés Aberasturi dedicaron reportajes y entrevistas a ufólogos, parapsicólogos y demás charlatanes de los fenómenos del misterio. ¡Estaba claro! ¡No estábamos solos en el Universo! ¿O sí?

placeholder Un recorte del periódico 'El caso'. (Movistar Plus )
Un recorte del periódico 'El caso'. (Movistar Plus )

La serie documental 'Ummo', recién estrenada en Movistar Plus+ y dirigida por Laura Pousa y Javier Olivera, intenta comprender cómo España abrazó la posibilidad de que los ummitas se encontrasen entre nosotros. Cómo una sociedad adulta se dejó engañar por lo que, después se demostró, fue una broma pergeñada por Jordán Peña, Ortuño y un grupo de personajes que o bien se aprovecharon de la credulidad de sus vecinos o bien se lo creyeron absolutamente todo. La gran estafa ummita sólo se puede entender por la conjunción de varias situaciones: la cerrazón informativa española frente al resto del mundo, la popularización de la televisión y la carrera espacial -en tres años el hombre llegaría a la Luna- y la fe en el desarrollo tecnológico. Los dos creadores han hablado con El Confidencial sobre la mina de oro que han encontrado entre la hemeroteca y los archivos de Televisión Española. Como unas ruinas mesopotámicas, allí se encontraron los restos de una civilización perdida.

"¿Cómo pudimos creernos que entre nosotros había extraterrestres altos, rubios y de ojos azules?", pregunta Pousa. "Pues porque al principio había una televisión paternalista que suplía las carencias educativas de la población con programas de divulgación. Poco a poco eso va virando más hacia el entretenimiento". "Era un fenómeno de la televisión pública", añade Olivera. "En España, en los pueblos, había teleclubes en los que la gente se reunía a ver los programas. Ver la tele era un asunto social y lo que salía en ella era palabra santa. Al hurgar en los archivos de Televisión Española desde 2022 y ver la seriedad con la que se trataba este tema en prime time, ¿cómo no se lo iba a creer la gente? En una España tan insularizada la televisión era la única ventana al mundo". Los mensajes escritos llegaban con sello y estampa de todas las partes del mundo, en un tiempo en el que nadie viajaba, contenían extraños planos para construir dispositivos futuristas e iban antecedidos de llamadas de teléfono en un castellano pobre y con una voz que, desde luego, no sonaba humana.

Durante tres décadas, las cartas siguieron llegando a personas afines a las tertulias de La ballena verde. "En esa época todo el mundo hablaba de todo y opinada de todo. A la tertulia iba mogollón de gente que no estaba directamente vinculada a temas de ufología o frikis. Antes había un interés por discutir y hablar de cosas alternativas. Ahora hay mucho más prejuicios". En las imágenes de archivo aparecen rostros ahora tan populares como los de Javier Sierra, J.J. Benítez o Enrique de Vicente.

placeholder Laura Pousa y Javier Olivera durante el rodaje de 'Ummo'. (Movistar )
Laura Pousa y Javier Olivera durante el rodaje de 'Ummo'. (Movistar )

Las cartas pretendían adelantar cómo iba a ser el futuro y cuáles era los secretos del universo. Las cartas, desde luego, resultaron ser falsas. "Las cartas ummitas fue una idea brillante del propio Jordán Peña. Era lo que necesitábamos para creer en ese ser superior que nos daba un sistema de creencias. Éramos una sociedad reprimida y cerrada al mundo y esperaban que la modernidad viniese a salvarlos", explica Olivera. "Por más que tuviese un lado siniestro, oscuro y terrible, no deja de ser un tipo genial en su afán de crear algo original, como un performer o un artista. Y qué herramientas utilizar como fórmula de control social". Jordán Peña trabajó durante la mayor parte de su vida en Agromán, una empresa constructora. Ése era su perfil oficial. Porque en la intimidad se dedicó a escribir los cientos de cartas ummitas, como confesó en los años noventa, después de sufrir un ictus. Para más enrevesamiento, Jordán Peña acudía a programas como La clave o La puerta del misterio, pero no como defensor de las teorías que él mismo había creado, sino para refutarlas. ¿Para qué? Para que nadie sospechase de él.

"Nosotros hemos analizado muchos de los archivos. Es increíble imaginar a este hombre durante horas y horas escribiendo cartas. Dedicó su vida a Ummo. Fue la gran obra de su vida", apunta Pousa. "Todos los ufólogos se montaron una trama en la que estaba involucrada la CIA y la KGB y por la que acabaron sacando tajada con todas estas elucubraciones, pero resultó que Ummo había nacido como una broma en una familia con una tradición de bromas pesadas", añade Olivera.

En 'Ummo', los directores han dado incluso con seguidores que, todavía hoy y después de las revelaciones de Jordán Peña, siguen creyendo que los ummitas viven entre nosotros. Como Gema Lozano, miembro del Centro de Investigaciones Metapsíquicas de Alicante y autora de 'Ummo: último mensaje (2016-2019)'. "A pesar de la confesión de Jordán, creen que Ummo todavía es posible. Porque la producción de cartas es tan abrumadora y lo sesudo de las mismas plantea la duda de si un solo tipo pudo hacer semejante obrón", defiende Olivera. "Algunos publican libros o presentan pódcast, con lo que tienen intereses más evidentes en que esto sea cierto, pero hay gente que realmente cree que un hombre no ha podido crear todo este universo".

placeholder Periódico que recoge el caso conocido como el Incidente de Voronezh.
Periódico que recoge el caso conocido como el Incidente de Voronezh.

A ello ayudan también otros casos como el conocido como Incidente de Voronezh, del que se hizo eco incluso el Telediario de Televisión Española. En 1989, en Voronezh, a 500 kilómetros al sur de Moscú, varios testigos aseguraron haber visto aterrizar una nave espacia y, de ella, salir varios extraterrestres de cuatro metros de altura. Lo fascinante es que los símbolos que desplegaron fueron los mismos con los que Jordán Peña firmaba las misivas. ¿Cómo lo hizo? Los directores no tienen ni idea. "Eso fue un reportaje con el rigor y la credibilidad de un programa como Informe Semanal. Identificaron los dos símbolos y vieron que eran los mismos", apunta Pousa. "Obviamente Jordán no tenía los hilos para armar semejante revuelo en una ciudad de Rusia. Ahí se cae la teoría de que Jordán lo hizo todo él solo", añade Olivera.

A lo largo de los tres capítulos de la miniserie, Ummo se acerca a la figura de Jordán Peña, que acabó también relacionado con el hipnotismo y las sectas, entre otras cosas. Ummo es una muestra de lo mucho que hemos cambiado en esta última mitad de siglo. Una reflexión sobre la divulgación y el acceso a la información y sobre la capacidad de credulidad de aquellos que necesitan sentirse parte de algo, aunque ese algo contraríe la razón y el sentido común. Aunque, pensándolo mejor, quizás no hemos cambiado tanto. Que se lo pregunten a los terraplanistas.

"¿Cómo pudimos creernos que entre nosotros había extraterrestres altos, rubios y de ojos azules?".

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