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'Lectura fácil': mucha disidencia, pero poco punk en el escenario (pese a una felación real)
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'Lectura fácil': mucha disidencia, pero poco punk en el escenario (pese a una felación real)

Alberto San Juan adapta y dirige la novela de Cristina Morales, con un reparto de intérpretes con y sin discapacidad y la colaboración de la autora

Foto: Escena de 'Lectura fácil' en el Teatro Valle-Inclán. (Centro Dramático Nacional)
Escena de 'Lectura fácil' en el Teatro Valle-Inclán. (Centro Dramático Nacional)

Nati se ha quitado las mallas y las bragas. Marga, la camiseta y el sujetador. Ambas están tendidas en el suelo de la casa okupa donde vive Marga desde que se marchó del piso tutelado. Se besan y se masturban. Mientras, Nati le cuenta a su amiga que el otro día se metió con Ibrahim en “el baño de minusválidos”. E Ibrahim y ese recuerdo de lo que sucedió en los servicios se suman, en escena, a las dos mujeres. Los tres tienen discapacidad intelectual.

Nati dice: "Fóllame, Ibra".

—Es que a mí no se me pone dura del todo.

—¿Y eso?

—De nacimiento.

—¿Y si te la chupo?

—Chúpamela, por favor.

—Es que estoy a punto de correrme y no me quiero perder el orgasmo. ¿Me corro y te la chupo luego?

—Vale.

Foto: 'Madre de azúcar'. (May Zircus)

Y Nati, a la que interpreta la actriz Estefanía de los Santos, simula ese orgasmo, pero no la felación que le hará después a Ibrahim, al que da vida el actor Marcos Mayo. La felación es real, sucede durante unos segundos, y es la escena más punk y al mismo tiempo más efectista (tanto como el comienzo de este texto) de la adaptación teatral de Lectura fácil, que firma y dirige Alberto San Juan y que se estrena este viernes en el Teatro Valle-Inclán del Centro Dramático Nacional. Además de Carlota Gaviño, Estefanía de los Santos y Pilar Gómez, el reparto está integrado por cuatro intérpretes con discapacidad: Anna Marchessi, Desirée Cascales, Marcos Mayo y Pablo Sánchez.

La felación es real, pasa durante unos segundos, y es la escena más punk y al mismo tiempo más efectista de la adaptación de 'Lectura fácil'

Y este texto comienza así porque San Juan, actor con una trayectoria reconocida como director y dramaturgo, se arriesga a llevar a escena esa historia de disidencia radical y difícilmente adaptable de cuatro mujeres inadaptadas, libertarias y con discapacidad con la que Cristina Morales ganó en 2018 el Premio Herralde de Novela y el Nacional de Narrativa en 2019. Y lo hace con una propuesta minimalista, sobria, casi elegante y de dos horas de duración, en la que esa felación real supone la única concesión punkarra en esta versión que, en lo formal, es mucho menos feroz y desobediente que la novela de Morales. Quien escribe esto lee el libreto y ve un ensayo general de la obra tres días antes del estreno, cuando todo está ya definido y, al mismo tiempo, cuando el trabajo de Alberto San Juan y su equipo aún sigue en proceso de ajustes.

Una cárcel y tres monólogos nuevos

“Leo la novela, me parece que está llena de posible acción teatral y contacto con Cristina Morales. Al principio le propongo que se encargue ella de la adaptación, pero no puede y la hago yo. De la novela me interesaron los personajes, los diálogos, el sentido del humor y el tema de fondo que, en mi opinión, trata no tanto de la diversidad funcional como de nuestra incapacitación general a la hora de participar en el gobierno de los asuntos comunes que determinan nuestra vida cotidiana”, explica San Juan a este diario, “este es un relato que habla del poder entendido como voluntad de dominio, que cuestiona esa división entre élites dominadoras y clases subalternas, y en esas clases subalternas está la gente diagnosticada con diversidad”.

Alberto San Juan respeta la estructura fragmentada de la novela de Cristina Morales y sitúa la acción en un espacio no realista de paredes altas y grises, diseñado por Beatriz San Juan, que lo mismo evoca una sala de ensayos que un juzgado, un espacio para la terapia de grupo, una okupa o un piso tutelado “como una metáfora que tiene mucho de cárcel, cuyas normas se interponen entre los seres vivos y su posibilidad de vivir su vida con plenitud”, dice el director.

placeholder Escena de 'Lectura fácil'. (Centro Dramático Nacional)
Escena de 'Lectura fácil'. (Centro Dramático Nacional)

Un espacio en el que San Juan proyecta esa dicotomía entre carceleros y presas, entre la norma y la libertad, y que resume Nati cuando dice en escena que “la única accesibilidad universal que queremos las presas es la accesibilidad universal al goce, a la politización y a la vida deseosa de ser vivida y no mediatizada por los dominadores”.

El director convierte (y reduce) una novela de algo más de 400 páginas en un libreto de 45 y en ese trabajo dramatúrgico opta por las declaraciones de Nati, Patri y Ángeles ante la jueza en ese proceso que terminará con la esterilización forzosa de Marga, pero también lleva a escena las conversaciones de las cuatro mujeres en el piso tutelado en el que viven y que San Juan traslada de Barcelona a Madrid o las sesiones de autogestores y danza que aparecen en la novela de Morales. Al tiempo, prescinde de “las asambleas en el ateneo libertario, que son buenísimas en la novela, pero apenas existen en la obra, además de gran parte de la reflexión política”, que en el montaje es más reducida.

“Todo lo que he cortado me ha dolido”, explica San Juan, que, sin embargo, contradice esa vocación de síntesis tras escribir y añadir al texto tres monólogos que no existían en la novela, en los que da voz a tres personajes secundarios: la jueza y dos jóvenes con discapacidad que comparten grupo de terapia, Pablo y Marcos. Uno habla de su obsesión por la figura de Antonio de Nebrija; otro, de sus dificultades para que los demás entiendan que él también puede divertirse en una discoteca, y la jueza, en silla de ruedas e interpretada por la actriz con discapacidad Desirée Cascales, comparte con el público las dificultades de una mujer como ella en el mundo laboral y judicial.

La posible crítica de Cristina Morales

Cristina Morales colabora en este montaje a través de Iniciativa Sexual Femenina, compañía de danza que integra junto a Elisa Keisanen y Élise Moreau y que firma el movimiento coreográfico de los intérpretes de la obra. Además, la escritora ha visto ya un pase y “ha sido muy respetuosa conmigo”, explica Alberto San Juan, “le he ido mandando todas las versiones, me ha señalado algunas cuestiones puntuales y muy certeras, pero no sé qué opinará del resultado final”.

La escritora ha visto ya un pase y "ha sido muy respetuosa conmigo", explica Alberto San Juan

Sin embargo, eso no quiere decir que a San Juan no le suceda lo mismo que a Anna R. Costa, directora de Fácil, serie que también adapta la novela y que estrena Movistar+ el próximo 1 de diciembre. La escritora pudo verla antes de que llegara al Festival de San Sebastián y le dijo entonces a su directora que le había gustado, a pesar de que no apreciara en ella violencia institucional ni le convenciera el personaje de Nati, como le contó Costa a Marta Medina en una entrevista en este diario. Después, Morales escribió una columna en la revista Rockdelux en la que rebautizó la serie como Nazi y criticó que los directores no tuvieran “ni pajolera idea de cómo afrontar personajes políticamente radicales, patologizan el radicalismo, lo convierten en locura. ¿Será porque son todos unos demócratas biempensantes o porque si sacan los pies del tiesto las productoras no les sueltan la pasta?”.

placeholder Las cuatro actrices protagonistas de 'Lectura fácil'. (Centro Dramático Nacional)
Las cuatro actrices protagonistas de 'Lectura fácil'. (Centro Dramático Nacional)

San Juan, que recuerda ese episodio, cree que “no tiene demasiada importancia lo que un autor opine de las adaptaciones de su obra, porque una vez que vende los derechos, el adaptador tiene la libertad que haya pactado para hacer lo que quiera. Es lo mismo que hacía Juan Marsé con sus novelas, vendía sus derechos para que las llevaran al cine y después ponía a parir las adaptaciones que hacían”.

Es una propuesta dramática excesivamente literaria, con tiradas de texto larguísimas que, en ocasiones, ralentizan el ritmo

En su versión de Lectura fácil, Alberto San Juan afronta estos “personajes políticamente radicales” desde ese lugar de lucidez en el que Cristina Morales sitúa a sus cuatro mujeres protagonistas y, como ella, tampoco las dota de un lenguaje infantilizado o de una retórica titubeante, no las observa con paternalismo o condescendencia, y no las convierte en locas o histéricas. Pero ese aparente respeto a la escritura de Morales se traduce en una propuesta dramática excesivamente literaria, con tiradas de texto larguísimas que, en ocasiones, ralentizan el ritmo y en las que apenas emerge ese código de humor destroyer que manejan los personajes de la novela.

Tampoco es fácil la convivencia en escena de intérpretes con discapacidad que dan vida a personajes que también la tienen, junto a intérpretes que tienen que construir esa discapacidad desde la técnica. Los niveles de verosimilitud de unos y otros son muy distintos, por muy bueno que sea el trabajo de las tres actrices sin diversidad que integran el reparto, “actrices cómplices” que San Juan dice que necesitaba que le acompañaran en este trabajo. Y es comprensible, pero lo tienen difícil.

Lectura fácil. Dirección y dramaturgia: Alberto San Juan. Reparto: Desirée Cascales Xalma, Carlota Gaviño (sustituida por Laura Galán en algunas funciones), Pilar Gómez, Anna Marchessi, Marcos Mayo, Pablo Sánchez y Estefanía de los Santos. En el Teatro Valle-Inclán del Centro Dramático Nacional, del 18 de noviembre al 8 de enero de 2023.

Nati se ha quitado las mallas y las bragas. Marga, la camiseta y el sujetador. Ambas están tendidas en el suelo de la casa okupa donde vive Marga desde que se marchó del piso tutelado. Se besan y se masturban. Mientras, Nati le cuenta a su amiga que el otro día se metió con Ibrahim en “el baño de minusválidos”. E Ibrahim y ese recuerdo de lo que sucedió en los servicios se suman, en escena, a las dos mujeres. Los tres tienen discapacidad intelectual.

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