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España está llena de agentes encubiertos a sueldo de Moscú
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España está llena de agentes encubiertos a sueldo de Moscú

Pasa en todas las guerras, calientes y frías: de pronto, donde había disidencia, hay agentes extranjeros. Es la primera línea defensiva del discurso único

Foto: La periodista Inna Afinogenova, en una imagen promocional. (RT)
La periodista Inna Afinogenova, en una imagen promocional. (RT)

Compruebo cómo, semana a semana, mientras el diabólico Putin dispara a población ucraniana, destruye infraestructuras y deja sin luz ni agua a grandes porciones del país, las opiniones críticas con la OTAN (y no por ello favorables a la invasión de Putin) son criminalizadas por aquí. Y sí: digo criminalizadas, porque, a falta de ganas de combatir con argumentos, se desliza la insidia, sin aportar una sola prueba, de que quienes así opinan están a sueldo de Moscú.

Pasa en todas las guerras, calientes y frías: de pronto, donde había disidencia, hay agentes extranjeros. Es la primera línea defensiva del discurso único.

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Lo he leído en periódicos, oído decir en tertulias, y en conversaciones privadas donde yo pedía pruebas del delito y se me devolvían opiniones. Descontando a los propagandistas a sueldo de RT y Sputnik, entre los que hubo periodistas que lo dejaron por su propio pie al inicio la invasión mientras los más leales se convertían en friquis de internet sin credibilidad, como Liu Sivaya, el sambenito de agente encubierto se ha ido colgando de perchas diferentes, como la de Rafael Poch, Juan Manuel de Prada, Inna Afinogenova, Pedro Baños, Fernando Sánchez Dragó y otros.

Nadie lo demuestra, simplemente se dice. Parece el camino más rápido para neutralizar la crítica. Sin embargo, estar a las órdenes de una potencia extranjera en plena guerra no es una acusación como para tomarla a la ligera. No es como llamarte facha. No es como llamarte machista. No es como llamarte progre. En este caso la etiqueta no solo infama y desacredita, sino que es grave.

El periodista español Pablo González lleva tantos meses como dura la guerra detenido por cargos no esclarecidos en Polonia, incomunicado. Mientras no se demuestre otra cosa, está detenido por una opinión sobre él: hay quien opina que es un espía. Esta detención del todo ajena a los rudimentos de los Estados de derecho se está dando en Europa sin la intervención enérgica de los líderes del mundo libre y con un raro silencio de la prensa.

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Interesándome por el caso de González, haciendo preguntas a periodistas y analistas internacionales, he querido saber si es que hay algo que se comenta en despachos y no se publica, pero se me han dicho dos cosas: la primera, que tal vez los polacos tengan pruebas de su espionaje porque es raro que todo el mundo se calle (si flota es pato); la segunda, que es un asunto menor dado el pantagruélico banquete de sangre de Ucrania (siempre pagan justos por pecadores).

Es decir: nadie sabe nada y mejor no agitar esa rama, porque tenemos que estar prietos como una piña. La unanimidad por encima del criterio, la verdad o la justicia. Las preocupaciones organizaditas, no vayamos a joder.

La opinión no es delito

Creo que he criticado con bastante contundencia los crímenes de Putin en Ucrania como para permitirme ahora este artículo. Lleva tiempo quemándome el bolsillo: detesto las trampas en los debates y la acusación de agente encubierto se lleva la palma. Aunque comparto a grandes rasgos la postura "otanista", pues el desafío de Putin ha roto todas las reglas de la diplomacia, desconfío de quienes necesitan tachar de "agente a sueldo" a cualquiera que tenga una opinión distinta a la mía.

Este énfasis en desacreditar una postura que desordena la unanimidad no me hace recelar de los acusados, sino de mi propia opinión, que está próxima a la versión oficial, y supongo que esto le pasará a otra gente.

Rafael Poch podrá equivocarse, pero acusarlo de opinar a sueldo de una potencia extranjera requiere una exhibición de documentos que nadie se ha molestado en hacer. Inna Afinogenova trabajaba en RT y aseguró desde allí que la guerra era imposible, pero dejó su trabajo y su país, hoy admite ante el micrófono su error, y también la he oído en La Base criticar las violaciones de Derechos Humanos de Putin, no solo en la guerra, sino con los homosexuales, y hacerlo sin paños calientes. Como es rusa, parece que todo vale.

Otro refrán casposo parece empaquetarlos en un círculo selecto de 'illuminatis' putinescos: cuando el río suena, agua lleva. ¿La lleva?

Respecto a Pedro Baños, podrá ser acusado de heterodoxo en sus análisis, incluso de cercano a lo que aquí interpretamos como "los intereses de Rusia" (que tal vez no tenga nada que ver con los auténticos intereses de Putin), pero me llama poderosamente la atención que se le llame "conspiranoico" a él cuando se lo convierte, sin pruebas, en un tentáculo de Moscú. ¿Y qué decir de Sánchez Dragó o Juan Manuel de Prada? Manifiestan su forma entre antigua y excéntrica de ver el mundo desde mucho antes de la invasión. La postura que tienen con la guerra de Ucrania es muy coherente con su manera de pensar.

Otro refrán casposo parece empaquetarlos a todos en un círculo selecto de illuminatis putinescos: cuando el río suena, agua lleva. ¿La lleva? Pues alguien tendría que enseñar un cubo repleto. Otra cosa es calumniar.

Me llama la atención, alejando la cámara de los protagonistas, que de la noche a la mañana la OTAN, los Estados Unidos y las burocracias capitalistas se vendan sin mácula, cuando las intrigas, golpes de falsa bandera y traiciones a la palabra dada son una parte consustancial de nuestra historia. Los crímenes de Putin solo hacen bueno a nuestro bando geoestratégico por comparación, pero esto no debería implicar que apaguemos el sentido autocrítico.

En geoestrategia no existen actores moralmente aceptables, por más que la guerra de Putin marque un récord de inanidad

En Occidente somos libres, eso es indiscutible, y los rusos no lo son. Pero ¿nuestros Estados y alianzas internacionales? ¿Nuestra maquinaria de influencia extranjera? ¿Hemos jugado limpio alguna vez en el mapamundi? Por favor. Snowden demostró que no. A menudo naciones de ciudadanos libres, como las nuestras, se comportan en el tablero internacional como las peores satrapías. En geoestrategia no existen actores moralmente aceptables, por más que la guerra de Putin marque un récord de inanidad. La Unión Europea, por correcta en lo moral, podría parecer un actor débil. Pero la OTAN no lo es.

Pienso que nuestra responsabilidad pasa por aceptar que estamos en el lado bueno de esta historia sin creer por ello que nuestros líderes, por nuestro interés y el suyo propio, no están dispuestos a pisar cabezas. Irak no lo invadió Putin. Sí: somos un oasis, como dijo Borrell. Pero nada más que eso.

Foto: El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. (EFE)

La unanimidad apaga el juicio individual y nos deja a expensas de la propaganda. Las atrocidades que cometa el ejército ucraniano en su legítima defensa ¿quién me las contará? ¿Tanto miedo tienen de la opinión pública como para vender esta historia heroica como de Marvel sin la más mínima doblez? Los cánticos de Homero no resisten al viento bruto de la verdad. Por más que yo mismo desee la victoria ucraniana contra su invasor y el restablecimiento de una paz justa, me niego a creer que Zelenski sea este ángel que me venden en los periódicos.

Si los críticos con la versión oficial son desacreditados con un truco barato de la acusación de agente regado con rublo, si no se confrontan sus opiniones con honestidad, sino con fantasmagóricos señalamientos, ¿cómo confiar en nosotros mismos?

Putin pasará a la historia en Rusia como el retorno a la verdad única del poder y el aplastamiento de la disidencia. Más allá de sus crímenes en el exterior, será recordado en su país como un nacionalista intransigente, dictatorial y enemigo de la verdad. Si somos el lado de la democracia, y lo somos, tendríamos que demostrarlo a cada paso. Y eso empieza por nuestra civilizada aversión al discurso único: acaso el signo más evidente de la democracia.

Compruebo cómo, semana a semana, mientras el diabólico Putin dispara a población ucraniana, destruye infraestructuras y deja sin luz ni agua a grandes porciones del país, las opiniones críticas con la OTAN (y no por ello favorables a la invasión de Putin) son criminalizadas por aquí. Y sí: digo criminalizadas, porque, a falta de ganas de combatir con argumentos, se desliza la insidia, sin aportar una sola prueba, de que quienes así opinan están a sueldo de Moscú.

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