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El mejor libro sobre la crisis de los misiles en Cuba que puso el mundo al borde del abismo
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El mejor libro sobre la crisis de los misiles en Cuba que puso el mundo al borde del abismo

'Locura nuclear', del historiador ucraniano Serhii Plokhy, cuenta paso a paso los meses de 1962 en que la rivalidad entre EEUU y la URSS estuvo a punto de llevar el mundo al apocalipsis

Foto: Misiles nucleares soviéticos en Cuba, en 1962.
Misiles nucleares soviéticos en Cuba, en 1962.

La semana pasada, Joe Biden advirtió del peligro de que, ante los constantes reveses que está sufriendo su ejército, Vladímir Putin utilice armas nucleares en Ucrania. "Por primera vez desde la crisis de los misiles en Cuba —dijo— estamos ante la amenaza directa del uso de armas nucleares". "No nos hemos enfrentado a la perspectiva de un apocalipsis desde la época de Kennedy y la crisis de los misiles en Cuba", añadió. Pero ¿qué fue esa crisis, de la que estos días, además, se cumplen 60 años?

Por suerte, acaba de salir en castellano el mejor libro que se ha escrito sobre aquel acontecimiento: 'Locura nuclear: la crisis de los misiles en Cuba' (Turner), obra del historiador ucraniano Serhii Plokhy. En él cuenta paso a paso, día a día, los meses de 1962 en que la rivalidad entre Estados Unidos y la Unión Soviética, con Cuba como territorio en disputa, estuvo a punto de llevar el mundo a una guerra nuclear cuyas consecuencias eran imprevisibles para todas las partes. Lo más inquietante del libro son dos cosas: que Castro deseaba de veras que se produjera un ataque nuclear contra Estados Unidos para acabar de una vez con el imperio, aunque eso supusiera el fin de Cuba, y que John Kennedy y Nikita Jrushchov, los líderes estadounidense y soviético, en realidad no sabían muy bien lo que estaban haciendo al intercambiar amenazas, mensajes confusos, medidas fáciles de malinterpretar y acusaciones temerarias.

placeholder 'Locura nuclear'. (Turner)
'Locura nuclear'. (Turner)

Todo empezó en 1961, con la fallida invasión estadounidense de bahía de Cochinos. En realidad, fue algo más que fallida: Kennedy se dejó convencer por sus servicios de Inteligencia de que, si apoyaba a unos pocos miles de exiliados cubanos con formación, vehículos y material militar, podría invadir la isla y derrocar a Castro. Por supuesto, no sucedió así y fue más bien un ridículo histórico. Pero Moscú y La Habana dieron por hecho que los estadounidenses lo volverían a intentar. Al mismo tiempo, Jrushchov despreciaba profundamente a Kennedy. Le parecía un joven inexperto al que podría abrumar en los múltiples frentes que entonces estaban a punto de convertir la Guerra Fría en una guerra caliente: principalmente, la existencia de un Berlín Occidental capitalista en mitad de la Alemania comunista y el despliegue de misiles estadounidenses en Europa que apuntaban a la Unión Soviética. Pero también en el frente latinoamericano, que, por una mezcla de romanticismo y estrategia, importaba especialmente a Jrushchov. Así, el líder soviético decidió colocar misiles nucleares en Cuba: por un lado, eso evitaría una nueva invasión, pero sobre todo Jrushchov quería que Estados Unidos sintiera en primera persona la inquietante sensación de tener misiles cerca de casa apuntando a sus ciudades. Castro se mostró encantado, aunque poco a poco se fue dando cuenta de que él pintaba más bien poco en esa batalla entre los dos gigantes imperiales. "Jrushchov no iba a iniciar una guerra nuclear —escribe Plokhii—, pero lo que tenía en mente era una arriesgada operación nuclear extremadamente peligrosa". Y estuvo a punto de descarrilar una y otra vez y de provocar cientos de miles de muertos.

Los cañones de agosto

Plokhii cuenta con el ritmo narrativo de un 'thriller' cómo, a partir de julio de 1962, las armas nucleares fueron llegando a escondidas a Cuba en barcos soviéticos, cómo los operarios soviéticos empezaron a montarlas en unas precarias condiciones que incluían un calor agobiante e insoportable para gente acostumbrada a temperaturas bajas, las incomodidades de instalar ese equipamiento extremadamente peligroso bajo la protección de la selva tropical y el mal estado de las raciones, todo lo cual produjo enfermedades y una generalizada caída de la moral soviética. También explica con detalle cómo los vuelos de reconocimiento estadounidenses acabaron descubriendo lo que estaba pasando y, en agosto, se lo comunicaron a Kennedy. El presidente estaba obsesionado con un libro de reciente publicación, 'Los cañones de agosto', una historia de la Primera Guerra Mundial, escrita por Barbara Tuchman, que le había impresionado porque explicaba muy bien cómo dos rivales podían acabar entrando en una guerra no por voluntad, sino por "errores de comunicación, malentendidos e irritación mutua", como escribió el propio Kennedy.

Foto: El presidente de Rusia, Vladimir Putin. (Reuters/ Gavriil Grigorov)

A partir de ahí, al tono de 'thriller' se le suma el de terror: los equipos que rodeaban a los dos líderes intercambiaban mensajes, amenazas, promesas de que si la URSS desmontaba sus misiles en Cuba, Estados Unidos retiraría los que apuntaban a Moscú desde Turquía, y viceversa, pero les costaba entender qué quería realmente el otro. Los dos líderes temían a las armas nucleares y no querían iniciar la guerra, pero al mismo tiempo tampoco querían sentirse perdedores en la escalada, que iba subiendo en intensidad, hasta el punto de que el 12 de octubre los lanzadores de misiles con cabezas nucleares estaban listos para ser utilizados en combate. Tanto Kennedy como Jrushchov habían perdido casi por completo el control de la situación, y el de su gente sobre el terreno, y eso hacía que cualquier cosa fuera posible.

¿Pueden utilizarse estos precedentes para gestionar el hipotético uso de armas nucleares por Putin? Algunos especialistas son escépticos

El desenlace es conocido. A pesar de que los líderes, como dice Plokhii, "cometieron casi todos los errores concebibles y dieron todos los pasos imaginables" para que estallara la guerra nuclear, al final no se produjo. Kennedy le ganó a Jrushchov la partida: todo el entorno moscovita sintió que su actitud al desplegar los misiles había sido temeraria y que, al final, no había sabido salir del embrollo que él mismo había creado. Jrushchov nunca se recuperó de esa sensación de derrota, aunque lo cierto es que también logró algunos de sus objetivos: Cuba no fue invadida y siguió siendo comunista, a pesar de que Castro siempre lamentaría con ira que le hubieran dejado de lado en todas las negociaciones.

Foto: Retrato de Bialiatski, uno de los premio Nobel de la Paz 2022. (Reuters)

¿Pueden utilizarse estos precedentes para gestionar el hipotético uso de armas nucleares por parte de Vladímir Putin? A pesar de lo llamativo que es el precedente histórico, algunos especialistas son escépticos: hoy Estados Unidos y Rusia no van a atacarse mutuamente y es poco probable que, al menos por el momento, las dos partes pierdan el control sobre sus ejércitos, su Inteligencia o su arsenal nuclear. Aun así, el brillante relato de Plokhii es una obra maestra de la reconstrucción histórica y explica muy bien cómo los azares, las incomunicaciones, la testarudez y los errores humanos acaban colocándonos a todos al borde de la catástrofe.

En las últimas páginas del libro, Plokhii cuenta cómo en esos días de 1962 todo el mundo se asustó tanto que, pocos años después, se iniciaron las negociaciones para controlar y reducir los arsenales nucleares. Este proceso fue avanzando, y se fue perdiendo el miedo a que se produjera un nuevo enfrentamiento nuclear. Sin embargo, en los últimos años, dice, ya antes de la amenaza actual (el libro se publicó originalmente en inglés antes de la invasión de Ucrania), parece que nos hemos olvidado de los riesgos nucleares. Pero estos siguen ahí. Hoy más que nunca, tal vez, desde la crisis de los misiles en Cuba. Lean este libro espléndido para ver qué pasó y entender cuánta suerte fue necesaria para que no fuera aún peor. Ojalá tengamos hoy la misma suerte.

La semana pasada, Joe Biden advirtió del peligro de que, ante los constantes reveses que está sufriendo su ejército, Vladímir Putin utilice armas nucleares en Ucrania. "Por primera vez desde la crisis de los misiles en Cuba —dijo— estamos ante la amenaza directa del uso de armas nucleares". "No nos hemos enfrentado a la perspectiva de un apocalipsis desde la época de Kennedy y la crisis de los misiles en Cuba", añadió. Pero ¿qué fue esa crisis, de la que estos días, además, se cumplen 60 años?

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