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Cuando la novela negra italiana alertó de la llegada del fascismo
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Al melonismo, por los libros

Cuando la novela negra italiana alertó de la llegada del fascismo

Autores como Andrea Camilleri, Antonio Manzini, Gianrico Carofiglio o Giancarlo de Cataldo han descrito un país en el que habita el carácter mafioso, corrupto e irresponsable

Foto: Manifestación antifascista en Roma en 2019. (EFE)
Manifestación antifascista en Roma en 2019. (EFE)

“No es casualidad que en Italia naciesen la mafia y el fascismo”. No hace tanto que el escritor italiano Antonio Manzini pronunció estas palabras en una entrevista. Como tampoco hace tanto de sus libros protagonizados por el policía (un poco corrupto y un poco drogadicto) Rocco Schiavone, convertidos en bestsellers y que retratan una Italia mafiosa, corrupta, sucia, llena de irresponsables, con unos números altos de asesinadas por violencia de género o crímenes contra la diversidad sexual. De ‘La costilla de Adán’ a ‘07.07.2007’ o ‘Polvo y sombra’. El análisis de Manzini es claro. Para él, en su país habitan las tres mafias más grandes del mundo, más el Vaticano. Y de esos barros no pueden venir muy buenos lodos.

Este escritor no es el único que mediante novelas (y en las entrevistas) ha alertado de la bomba que estalló ayer en Italia. Ahí están también Gianrico Carofiglio, Giancarlo De Cataldo, Massimo Carlotto o el padre de todos, Andrea Camilleri, el único que además vivió realmente el fascismo en su infancia y juventud y que, quizá no es casual, acabó afiliándose al Partido Comunista en los años cuarenta.

Camilleri se apenaba porque, con 90 años y después de mil luchas, iba a entregar a sus nietos y bisnietos un país que no le gustaba nada

Camilleri, del que esté 6 de octubre se publica además su novela póstuma ‘Riccardino’ (Salamandra), en la que nos cuenta el final de Salvo Montalbano, sabía muy bien de lo que escribía cuando usaba la palabra 'fascismo'. Él no entraba en batallas semánticas. Así, denunció el fascismo mussoliniano en sus memorias ‘Mis momentos’ en las que, además, se apenaba porque, con 90 años —murió con casi 94— y después de mil luchas, iba a entregar a sus nietos y bisnietos un país que no le gustaba nada. Su cuento ‘El homenaje’ —muy divertido, muy irónico y con la socarronería que le caracterizaba—, en el que ficciona un hecho ocurrido en 1940, cuando Italia entra en la guerra y lo celebra “como si le hubiese tocado un décimo de lotería”, es una denuncia total de cómo tristemente más de 80 años después el fascismo y el antifascismo han seguido vivos en el lenguaje político.

placeholder Andrea Camilleri, después de votar en las elecciones de 2010. (EFE)
Andrea Camilleri, después de votar en las elecciones de 2010. (EFE)

Para él, la Italia fascista había sido una mezcla de idiotez, autoritarismo, papanatismo y culto a la personalidad y le enervaba que la corrupción, el populismo y la componenda trajeran de vuelta aquellos tiempos oscuros. En muchos momentos —y porque el humor es una de las mejores armas contra todo— se rio de ellos, como ocurre en su novela ‘El sobrino del emperador’, en la que cuenta cómo entre 1929 y 1932 los fascistas italianos tienen que recibir a un príncipe etíope, un hombre rico, educado, simpático, guapo… y negro. Un elefante como un castillo de grande metido en la habitación fascista.

En su último libro de no ficción, ‘Carta a Matilde’, 120 páginas destinadas a su bisnieta (y en general a todos los jóvenes italianos) en que hablaba de la mafia, el terrorismo, la corrupción, el populismo, la Unión Europea y la inmigración, se mostró más optimista con respecto al futuro y con una gran confianza en la gente más joven. “Los jóvenes poseen la capacidad de hacer borrón y cuenta nueva y de devolver a la política la ética perdida, tienen la posibilidad de dar un sentido distinto y nuevo a la vida en común, tienen la capacidad de hacer resurgir a nuestro país no solo económicamente, sino infundiéndole la fuerza apasionada de un nuevo ideal”, escribió. Hoy se echa de menos saber qué hubiera dicho Camilleri de la 'joven' Meloni.

De Craxi a Berlusconi

Manzini, el creador de Schiavone, un policía que se parece algo a Montalbano, pero que es mucho menos disfrutón, está mucho más atormentado y, además, se queda con las mordidas de su trabajo —“cómo no va a ser corrupto si vive en Italia”—. no vivió ni de cerca el fascismo de Mussolini, pero sí tiene un análisis de por qué en su país triunfan tanto los populistas, de Berlusconi a Salvini o la actual Meloni. Como ha dicho en alguna entrevista, “el problema de fondo es que nunca hemos tenido una identidad nacional fuerte. El italiano ve al Estado como a un ocupante, como al enemigo, por lo que para sobrevivir hay que buscar la trampa”. Ser un mafiosillo, a fin de cuentas. Y, además, con el yugo del Vaticano, que no es un asunto menor. “Este es un país de irresponsables”, a los que no les hacía falta mucho para encontrar la absolución. Al fin y al cabo y como ha quedado demostrado con algunos políticos italianos, el catolicismo siempre te absuelve.

"No tenemos una identidad nacional fuerte. El italiano ve al Estado como a un ocupante, por lo que para sobrevivir hay que buscar la trampa"

Para este escritor, el momento en el que Italia se jodió —parafraseando a Vargas Llosa— fue a partir de los años ochenta con Bettino Craxi, del Partido Socialista Italiano (PSI), implicado después —juntos a otros muchos políticos de todos los colores— en la supertrama de corrupción Tangentópolis. Aquello supuso el nacimiento político de Silvio Berlusconi, el héroe que iba a salvar de los corruptos, el dueño de una televisión y de un equipo de fútbol: la santísima trinidad populista. “Los obreros empezaron a sentir vergüenza de ser obreros, tener un piso pequeño y vivir de lo que trabajaban. A partir de ahí se instaló la idea de que los verdaderos triunfadores son los ‘listos’, los que se mofan de los otros y tienen un espíritu mafioso”, ha dicho Manzini que suma también a todo este fenómeno el desprestigio de la cultura con esa televisión canallesca de chicas en bikini. “Es un modelo que viene de la conexión entre la política y la mafia, la derecha y las logias de masones, que han marcado la siguiente directriz: cuanta menos cultura, mejor la puedes manipular”.

Ahora hay analistas que también coinciden: los votantes han buscado a su heroína deslenguada y desacomplejada (aunque sea en el peor sitio posible).

La Italia de los listos

La Italia de los 'listos' y los mafiosos. La Italia narcotraficante. La Italia que aparece en ‘Una novela criminal’, del también juez Giancarlo de Cataldo y, por supuesto, en ‘Gomorra’ y ‘La banda de los niños’, de Roberto Saviano. Jóvenes que han visto que ascender, hacerse ricos solo se consigue por la vía rápida de la delincuencia. Y es eso o la muerte. Massimo Carlotto describía así el éxito de estas novelas: “Algo está pasando a la hora de contar lo que sucede en Italia. Se está perdiendo el miedo a ensuciarse las manos, y de ahí el éxito de la novela de Roberto Saviano. ‘Gomorra’ sería solo la punta de este iceberg”.

placeholder El escritor Roberto Saviano, en el festival de San Remo de 2022. (EFE/EPA/Ettore Ferrari)
El escritor Roberto Saviano, en el festival de San Remo de 2022. (EFE/EPA/Ettore Ferrari)

El propio Carlotto, que fue acusado en su juventud de un asesinato, se dio a la fuga, fue detenido, encarcelado y un tiempo después, amnistiado, tiene también en su haber varias novelas que retratan la parte más fea italiana. Una de ellas, con tintes muy sociales, es ‘Nada, nada más en el mundo’ (Laertes) en la que cuenta la historia de una mujer superada por el alza de precios (podría ser ahora, pero sucedió hace ya años): “Estoy cansada, la parada del autobús está lejos del Supermegamaxiahorro y he tenido que pegarme una larga caminata con las bolsas de la compra llenas después de haber estado trabajando toda la mañana. Pero valía la pena (...) hoy no he comprado congelados, porque se estropean si no los metes pronto en el congelador. Los compro en Sabercomprar, dos veces al mes hay buenas ofertas de empanadilla”.

Gianrico Carofiglio, ex juez y también 'bestseller', es posiblemente el más sentimental de todos estos escritores, con novelas como ‘Las tres de la mañana’, ‘Las perfecciones provisionales’ o ‘El silencio de la ola’. Durante un tiempo fue diputado por el Partido Democrático. Hace solo un mes hablaba así a este periódico sobre cómo la izquierda podía enfrentarse a Meloni: “Creo que la izquierda y en general las fuerzas del progreso deben tener la valentía de defender sus valores, sin perseguir tácticamente el consenso electoral, y mucho menos las indicaciones que proceden de los sondeos. En mi opinión, la izquierda gana cuando es capaz de interpretarse a sí misma, es decir, de interpretar esa necesidad fundamental de progreso e igualdad que es su propia razón de ser”.

"Las dos campañas más efectivas, me entristece decirlo, fueron las de FdI [el de Meloni] y M5S. Cosas sencillas, pero suficiente para ser el mejor"

El sábado por la tarde, solo unas horas antes de las elecciones, escribía este tuit: “Las dos campañas más efectivas, me entristece decirlo, fueron las de FdI [Hermanos de Italia, el de Meloni] y M5S [Movimiento Cinco Estrellas]. Cosas sencillas de la cartilla de la comunicación política, pero suficiente para ser mejor que los demás. Estoy un poco enojado, pero seamos realistas”. No falló en su predicción.

“No es casualidad que en Italia naciesen la mafia y el fascismo”. No hace tanto que el escritor italiano Antonio Manzini pronunció estas palabras en una entrevista. Como tampoco hace tanto de sus libros protagonizados por el policía (un poco corrupto y un poco drogadicto) Rocco Schiavone, convertidos en bestsellers y que retratan una Italia mafiosa, corrupta, sucia, llena de irresponsables, con unos números altos de asesinadas por violencia de género o crímenes contra la diversidad sexual. De ‘La costilla de Adán’ a ‘07.07.2007’ o ‘Polvo y sombra’. El análisis de Manzini es claro. Para él, en su país habitan las tres mafias más grandes del mundo, más el Vaticano. Y de esos barros no pueden venir muy buenos lodos.

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