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No quieres aparcar al niño en el colegio porque para eso está tu salón
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'TRINCHERA CULTURAL'

No quieres aparcar al niño en el colegio porque para eso está tu salón

Se trata de que los centros estén abiertos para quien lo necesite. Que no todos son como nosotros, capaces de ser a ratos dueños de nuestro tiempo, o capaces de externalizarlo

Foto: Alumnos en un patio de colegio en Barcelona. (EFE/Alberto Estévez)
Alumnos en un patio de colegio en Barcelona. (EFE/Alberto Estévez)

Juan Lobato acudió esta semana a la Asamblea de Madrid con su carpetita bajo el brazo y dentro de ella una propuesta con la que epatar en el debate sobre el estado de la región: abrir los colegios públicos de la comunidad once meses al año y desde las siete de la mañana a las siete de la tarde.

Quiso ir cortito y al pie, y antes de que la presidenta empezara a regalarnos su festival de gestos dibujó su medida. La cosa costaría a las arcas regionales 35 millones de euros al año y supondría la contratación de 3.000 monitores que impartirían deporte y otras actividades culturales a las criaturas. Y, con esa cara de persona que llega relajada al examen porque se lo ha estudiado casi todo, añadió: que no se me enfaden los padres de la concertada. Sus vástagos también podrán hacer uso del servicio de conciliación en su centro público más cercano. Y de paso garantizará que los alumnos hagan dos comidas saludables al día.

Foto: La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, escucha la intervención de la portavoz de Más Madrid, Mónica García. (EFE/J.J. Guillén)

Juan Lobato salió contento ese día de trabajar. El líder socialista de la comunidad, siglas que se empeñan una y otra vez en caer en la irrelevancia más absoluta en Madrid, consiguió colarse en algunos informativos, en programas de actualidad y hasta tuvo su ratito de 'trending topic'. Ese día muchos escucharon por primera vez su voz y hasta le pusieron cara.

En esa misma intervención se puso a decir que lo más bonito del mundo es pasar tiempo con sus hijos, o algo parecido. Que es la típica monserga que dicen esos que los aguantan poco y empiezan a darnos la turra con el "tiempo de calidad" a los que nos quejamos de los nuestros. A Ayuso, por cierto, la medida no pareció contrariarle y no se mofó del adversario. Fue un día precioso, inolvidable.

Foto: Los cinco minutos extra ya sentados pueden marcar la diferencia (Riken/Current Biology)

Antes de haber digerido las implicaciones, o incluso buscar la letra pequeña de esta propuesta, salieron esos que saben de todo y a cada momento. Con letras mayúsculas, además. Los jueces del Antiguo Testamento se despertaron del sofá o interrumpieron su jornada laboral para advertirnos a los ignorantes de la vida. "Última hora: aparcamiento de niños".

Porque, vamos a ver. Qué clase de ser humano es este el tal Lobato que propone que abandonemos a nuestros hijos en un colegio, a merced de adoctrinamientos y encima con monitores. ¡Y doce horas al día! Normalmente, estos brochazos gordos suelen derivar en profundísimas reflexiones tipo "y encima con nuestro dinero" que suelen acabar en recordarnos que todo sufrimientos acabaría "con el dinero en el bolsillo de los ciudadanos".

"Lo ideal es que los horarios laborales se adapten a los de los colegios porque no es normal entrar de noche a trabajar y salir con las mismas"

Veamos, Gonzalo. [Borja y Bosco ya pasaron a otra vida como nombre de neonato acomodado]. Ya sabemos que debería haber otra solución. Que lo ideal es que los horarios laborales se adapten a los de los colegios porque no es normal entrar de noche a trabajar y salir con las mismas. Que para eso mejor no haberlos tenido porque un niño tiene que pasar tiempo con sus padres y viceversa y es un pecado mortal perderse los grandes momentos de la infancia que ahora no viene al caso recordar.

Fíjate, tú mismo, por ejemplo. No paras de trabajar, comes a deshoras si es que comes. Tu mujer, tres cuartos de lo mismo. Estáis sometidos a un sistema capitalista al que le ponéis pocas pegas porque peor es morirse o vivir en Venezuela. Llegáis al fin de semana agotados, como todos, y entre hacer la compra y acompañar a las criaturas en esa vida social vertiginosa de estos tiempos apenas os quedan minutos para pasar tiempo en pareja. Lo sé. Tú y yo, Gonzalo, estamos en ese mismo barco.

Pero mira fuera de tus cuatro paredes, de tu grupo de amigos o los vecinos de tu edificio. Hay otros que trabajan las mismas horas que tú y cobran un sueldo de mierda. Hablemos en plata, querido, que ya tenemos una edad.

Foto: Foto: iStock.

Son personas que no pueden tirar de abuelos y ni pagar a una cuidadora que además de recogerlos del colegio los lleve a casa, les dé la merienda y de paso les planche las camisas. Ni siquiera llevarlos al parque a pelear a vida o muerte por un columpio o acompañarlos a clases de tenis dos días a la semana como llevo yo al mío. También a ellos les da pereza cocinar para la cena. El agotamiento es igual para todos, aunque se pague de muy distinta manera.

Y eso si nos referimos a familias como la tuya y como la mía. Están las vulnerables, las que viven rozando el palo de la pobreza. A las que no les da. Las que saben que comer bien no es caro, pero es que comer mal es muy barato. Las que a veces llevan a los niños al colegio sin desayunar, pero con las llaves con un colgante en el cuello para que vuelvan solos a casa al salir de clase. Y están los hogares monomarentales. Porque los hogares con hijos en los que solo hay un cabeza de familia, el 83% están liderados por mujeres, según refleja el INE.

Y porque tú y yo sabemos que el hecho de que estén abiertos doce horas al día no significa que tengan que pasarlas todas allí por obra y gracia de Juan Lobato. Se trata de que los centros estén abiertos para el o la que lo necesite. Que no todos son como nosotros, capaces de ser a ratos dueños de nuestro tiempo, o al menos capaces de externalizar donde no llegamos. Pero es que hay algunos que no pueden hacerlo ni pagarlo. Que tú también tienes un parking, Gonzalo. Pero el tuyo está en tu salón en vez de un patio de colegio.

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Juan Lobato acudió esta semana a la Asamblea de Madrid con su carpetita bajo el brazo y dentro de ella una propuesta con la que epatar en el debate sobre el estado de la región: abrir los colegios públicos de la comunidad once meses al año y desde las siete de la mañana a las siete de la tarde.

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