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"No hay nada comparable": cuando en Alemania se volvieron locos por Javier Marías
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"No hay nada comparable": cuando en Alemania se volvieron locos por Javier Marías

El programa alemán 'El cuarteto literario' y su crítico, Marcel Reich-Ranicki, dispararon las ventas y el reconocimiento del escritor

Foto: El escritor Javier Marías, en 2015. (EFE/J.P. Gandul)
El escritor Javier Marías, en 2015. (EFE/J.P. Gandul)

No ganó el Nobel, pero Javier Marías fue un escritor de fama mundial. Un nombre que entraba en esas quinielas que, antes, al menos, solían acertar. No es descabellado pensar que quizá le faltó tiempo. Sí obtuvo, no obstante, otros galardones de talla internacional (el Rómulo Gallegos, el Fémina Etranger, el Nelly Sachs, el IMPAC International Dublin Literary Award, el Premio Letterario Internazionale Mondello-Città di Palermo, el Cavour, el Alberto Moravia…) y un aldabonazo de la crítica fuera de España que muy pocos escritores españoles han tenido. Marías encantaba fuera y también vendía fuera. Era pura marca España literaria.

Todo había empezado hacia 1996, cuando entusiasmó a la crítica alemana. Sobre todo a Marcel Reich-Ranicki, una superestrella televisiva que en 'El cuarteto literario', su programa de la ZDF —la segunda cadena de la pública—, dictaba lo que se debía leer y lo que no. Hoy resulta extraña una figura así, pero en los noventa funcionaba. Para aquel año, por aquí Marías ya había publicado 'Todas las almas' (1989), 'Corazón tan blanco' (1992) y 'Mañana en la batalla piensa en mí' (1994), y era aplaudido por la crítica, como recordaba no hace mucho José María Guelbenzu a este periódico: "Aquí se le pilló más o menos bien. Lo de antes es que no tiene mucho interés, la verdad. A partir de 'Todas las almas', él encuentra su mundo y su estilo, y ahí sí". Sin embargo, este crítico también reconocía que lo que sucedió en Alemania fue un antes y un después. "Sí, tuvo éxito en Alemania y en el mundo anglosajón, y eso al crítico, que es más bien tonto, pues le fascina. Es decir, antes no se atreve".

Foto: Javier Marías. (CBA)

Reich-Ranicki y el resto de críticos del programa alemán habían caído rendidos ante 'Corazón tan blanco', que se acababa de publicar en alemán. La transcripción de la conversación que tuvieron el 13 de junio de 1996 se puede encontrar en la web de Marías y es fascinante. Es un cúmulo de adjetivos y de expresiones halagadoras de las que parece difícil salir indemne después. "No hay nada comparable en la literatura contemporánea", llega a decir Reich-Ranicki, que incluso pone a Marías por encima del gran tótem alemán de aquellos tiempos, Günther Grass, que sí ganó el Nobel después. De hecho, solo lo pone a la altura de Dostoyevski. Y recalca: "Nunca había imaginado que alguien pudiera escribir sobre el trabajo de un traductor simultáneo de forma tan irónica, tan intensa y tan cómicamente". Desde luego, es un masaje brutal para el ego.

Hay un momento divertido en el programa y es cuando la periodista cultural Sigrid Löffler señala que quizá se debería explicar ese capítulo dedicado a los dos intérpretes, puesto que están traduciendo una conversación entre el presidente español y la primera ministra británica. Löffler dice: "No se mencionan los nombres, todo el mundo los sabe". Evidentemente, en aquellos años son Margaret Thatcher y Felipe González (tiempos en los que el inglés no se dominaba tanto). "Lo divertido en esta historia es que el intérprete hace algo que un traductor simultáneo no debe hacer: traduce incorrectamente, de forma intencionada, para ver cómo reaccionan", añade Löffler.

Durante todo el tiempo, todos se andan interrumpiendo. Es como si fuera un programa del corazón o una tertulia política de hoy, pero lo extraordinario es que están hablando de un libro. Cada uno quiere contar lo más sobresaliente de la novela. El amor, el matrimonio, el lenguaje. Finalmente, es Reich-Ranicki el que cierra: "El momento más trágico del libro es la última página, uno lamenta que se acabe. Yo detesto las novelas largas, y esta es quizá demasiado corta, larga, seguro que no es. Es una grandiosa obra de arte. Y si todo fuera bien en este país, este libro debería, y no vamos a conseguirlo, este libro debería saltar al primer puesto de las listas de ventas, ya que no existe otra obra de arte de igual calidad". Y abran paso al nuevo rey de la literatura.

"Este libro debería saltar al primer puesto de las listas de ventas, ya que no existe otra obra de arte de igual calidad"

No solo fue la tele alemana la que catapultó a Marías. El semanario 'Der Spiegel', uno de los más importantes del país todavía hoy, dedicó tres páginas a 'Corazón tan blanco'. Esto sí que es impensable hoy. Estaban firmadas por Hellmuth Karasek, quien señaló que era una novela "extraordinaria" cuyo autor "es un asombrosamente hábil constructor de novelas, un ingeniero de los apuntalamientos y de las violentas tensiones de la vida interior de sus figuras".

placeholder El crítico alemán Marcel Reich-Ranicki falleció en 2013. (Cedida)
El crítico alemán Marcel Reich-Ranicki falleció en 2013. (Cedida)

En el 'Frankfurter Allgemeine Zeitung', el 2 de abril de 1996, Paul Ingendaay también llenaba al autor de elogios y tildaba la novela de "grandiosa". El suizo Andreas Isenschmid, que también era muy conocido porque aparecía en la televisión, escribía en 'Die Weltwoche': "Corran, cómprenla, léanla. Sin rodeos y en primer lugar: es un libro excelente, con suspense, sorprendente, profundo y lleno de sentimientos. Más importante aún: 'Corazón tan blanco' es sencillamente algo especial que no recuerda a nada y que no se puede comparar con nada de lo que actualmente se puede leer".

A Alemania le siguieron los éxitos en Francia y en el Reino Unido. En los noventa, Marías era imparable.

'Bestseller' mundial

Y a fe que la compraron. A finales de 1998 se habían vendido algo más de 600.000 ejemplares de la versión alemana de esta novela, 275.000 de los cuales en tapa dura. Al propio Marías le preguntaron en 1997 en 'Tribuna' a qué creía que se debía su éxito en Alemania. "Hay dos elementos que han podido influir: que mis últimos libros hablan del secreto, del engaño, de la persuasión, de la instigación, de la muerte, que son cosas comunes a todo el mundo, y en segundo lugar que, por lo que me dicen algunos, mis lectores se sienten muy captados, hasta el punto de que les cuesta dejar la lectura. Sin embargo, en mis libros tampoco es fundamental la intriga. Quizá la atracción resida en el estilo, en la prosa", contestaba.

Y añadía: "Yo siempre he escrito lo que me apetecía y lo que me interesaba. El primer sorprendido del éxito de mis libros soy yo. En más de una ocasión he dicho que debe haber algún tipo de equívoco o malentendido que me beneficia. También, con los años, uno va formándose su propio mundo y tiene una voz definida". Al fin y al cabo, intentaba quitarle hierro: "Me da un poco de risa cuando oiga decir que soy genial, que desde 'El idiota' de Dostoyevski no habían leído nada parecido. No voy a pensar que sea cierto. Además, en el fondo me considero un farsante", manifestaba en 1996.

Marías: "Yo siempre he escrito lo que me apetecía y lo que me interesaba. El primer sorprendido del éxito de mis libros soy yo"

Marías escribió lo que quiso en sus novelas y sus columnas. No se calló. En aquel viejo programa de la televisión alemana resaltaron una de las frases de 'Corazón tan blanco', que cierra bien un obituario: "Pude callar y callar para siempre, pero uno cree que quiere más porque cuenta secretos, contar parece tantas veces un obsequio, el mayor obsequio que puede hacerse, la mayor lealtad, la mayor prueba de amor y entrega. Y se hacen méritos contando".

No ganó el Nobel, pero Javier Marías fue un escritor de fama mundial. Un nombre que entraba en esas quinielas que, antes, al menos, solían acertar. No es descabellado pensar que quizá le faltó tiempo. Sí obtuvo, no obstante, otros galardones de talla internacional (el Rómulo Gallegos, el Fémina Etranger, el Nelly Sachs, el IMPAC International Dublin Literary Award, el Premio Letterario Internazionale Mondello-Città di Palermo, el Cavour, el Alberto Moravia…) y un aldabonazo de la crítica fuera de España que muy pocos escritores españoles han tenido. Marías encantaba fuera y también vendía fuera. Era pura marca España literaria.

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