Es noticia
Reinventan los museos mediante el diccionario: el Nuevo Orden Normal
  1. Cultura
'TRINCHERA CULTURAL'

Reinventan los museos mediante el diccionario: el Nuevo Orden Normal

El intento de salvar una crisis estructural con retoques en los términos clama al cielo. Es el fin de un ciclo que alcanzó su apogeo en la cultura moderna y ya no encuentra acomodo en la contemporánea

Foto: Una obra de Rubens en el Museo del Prado. (EFE/Chema Moya)
Una obra de Rubens en el Museo del Prado. (EFE/Chema Moya)

Un fantasma recorre el mundo, y es el del Nuevo Orden Normal. Ese espejismo que nos invita a la vida anterior a la pandemia para sentirnos a salvo. Un regreso a los viajes, andar sin mascarilla, pisar una oficina, no estar pendientes de una secuencia de vacunación, entregarnos al tumulto, llenar los bares y, entre esas y muchas más cosas, visitar otra vez los museos.

Justo en 2020, la jerarquía del mundo del arte andaba enfrascada en redefinir tales museos para el siglo XXI, pero llegó la pandemia y mandó a parar las disquisiciones. Así que, dos años más tarde, después de debates, dimisiones, trifulcas, asambleas, análisis, borradores y consultas, el Consejo Internacional de Museos (ICOM) ya puede presumir, por fin, de un acuerdo.

¿Qué es, a partir de hoy, un museo?

Pues, en resumen, esto que han reproducido los medios: "Una institución sin ánimo de lucro, permanente y al servicio de la sociedad, que investiga, colecciona, conserva, interpreta y exhibe el patrimonio material e inmaterial. Con la participación de las comunidades, los museos operan y comunican ética y profesionalmente, ofreciendo experiencias variadas para la educación, el disfrute, la reflexión y el intercambio de conocimientos".

Dispuesto a constatar cuanto hay de novedoso en este 'non plus ultra' de la virtud, agarro, al azar, varios diccionarios. Entre ellos, algunos tan socorridos antes de Wikipedia como El Gran Diccionario Enciclopédico Ilustrado, El Pompeu Fabra o el Collins. Lo primero que constato es que estos no son, precisamente, generosos a la hora de explayarse sobre el término de marras. Sin embargo, en el Diccionario de la Lengua Española editado por la RAE en 2001, ya aparece una definición muy parecida a la que acaban de airear los sabios del ICOM.

Aquí, el museo es descrito como una institución "sin fines de lucro", "abierta al público", que tiene como finalidad "adquirir", "conservar", "estudiar" y "exponer" objetos y colecciones. En las pocas palabras que lo detallan, aquí también se le concede importancia al "conocimiento", sus posibilidades de cara a la ciencia y su atractivo "turístico". En fin, casi todo lo que aparece en la, supuestamente nueva, definición de esa asamblea internacional. Digamos que es casi la misma, pero reducida, como la que aparece en la Web del Reina Sofía sería la misma, pero ampliada. Ambas, además, bastante anteriores.

Foto: Foto: EFE / Juan Carlos Hidalgo

Es obvio que, a estas alturas del siglo XXI, nadie va a aparecer por ahí repitiendo la clásica definición del museo como casa de las musas. Aunque no hubiera estado mal que, junto a los intentos lingüísticos, se hubiera tenido en cuenta la abundante elaboración que los propios artistas han realizado sobre el lugar en el que sus obras, tarde o temprano, van a morar. De Marcel Duchamp a Claes Oldenburg, de Dora García o Erwin Wurm, de Judy Chicago a Rogelio López Cuenca, por solo mencionar unos pocos ejemplos que ampliarían una definición que se jacta de la "inclusión" como una de las bellas artes.

No es la única paradoja. Hoy no es posible apelar a la democratización de las colecciones sin cuestionar su origen. Ni blandir la coletilla "sin ánimo de lucro" a costa de pasar de puntillas por el lugar que ocupan estos templos en las economías de servicios propias del turismo, con sus tiendas, sus restaurantes, su propensión a las franquicias.

O atizarnos con su proyección comunitaria y su compromiso con el bien social, sin asumir que también son una avanzadilla —¿una vanguardia?— de la especulación y encarecimiento de las ciudades; con esos edificios en los que el continente, verbigracia de la llamada 'starquitectura', cada vez se ha hecho más importante que los contenidos. Como si el modelo que estos museos representan no llevara tres décadas huyendo hacia delante: a la caza de una meca salvadora que los ha hecho saltar de Nueva York a Rusia, de Rusia a China, de China a los Emiratos, y no precisamente para emancipar a los pueblos de esos mundos.

El modelo de estos museos representa tres décadas de huida hacia delante: a la caza de una meca salvadora

No es posible salvar una crisis estructural con un retoque en el diccionario. Y clama al cielo, por ejemplo, la escasa profundización en el cambio de modelo de trabajo que nos ha dejado la pandemia, con sus correspondientes procesos de remoción laboral que están a la orden del día en los empleos, subempleos y desempleos del sistema cultural.

Que, por encima de todo esto, la palabra "permanente" selle la idea de una institución que se da por infinita, ya lo dice casi todo del terror implícito que acompaña a esta encomienda. Porque lo que está en crisis no es, en ningún caso, una nomenclatura sino una estructura. Y lo que está por delante no es su futuro, sino el fin de un ciclo que alcanzó su apogeo en la cultura moderna y ya no encuentra acomodo en la contemporánea.

Foto:

Al final, esta crisis nos remite a obviedades tan atendibles como que la ampliación física de los museos es mucho menos importante que su ampliación mental, que los programas deberían estar por encima de los edificios, los proyectos sobre los directores, el cómo a la altura del qué.

La pregunta es si sabremos enfilar el rumbo hacia otro lugar que no sea la realidad paranormal en la que está confinado el modelo artístico, o la realidad neonormal a la que pretende llevarnos un modelo político y económico que regresa, con todas sus fuerzas, a un estatus que hace dos años ya se había dado por vencido.

Un fantasma recorre el mundo, y es el del Nuevo Orden Normal. Ese espejismo que nos invita a la vida anterior a la pandemia para sentirnos a salvo. Un regreso a los viajes, andar sin mascarilla, pisar una oficina, no estar pendientes de una secuencia de vacunación, entregarnos al tumulto, llenar los bares y, entre esas y muchas más cosas, visitar otra vez los museos.

Museo Trinchera Cultural RAE
El redactor recomienda