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Lara Moreno disecciona Madrid en la novela española de la 'rentrée': "Es una ciudad hostil"
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Lara Moreno disecciona Madrid en la novela española de la 'rentrée': "Es una ciudad hostil"

La escritora publica 'La ciudad', un título en el que ahonda en las desigualdades que observa en la capital de España a partir de la violencia sufrida por tres mujeres muy diferentes

Foto: La escritora Lara Moreno este verano: publica su novela 'La ciudad'. (Jairo Vargas Martín)
La escritora Lara Moreno este verano: publica su novela 'La ciudad'. (Jairo Vargas Martín)

Quedo con la escritora Lara Moreno (Huelva, 1978) en el Tío Timón, en la plaza de la Paja. Barrio (gentrificado) de La Latina. Madrid. El lugar de encuentro no es casual. Allí, enfrente de la terraza del bar, en el número ocho, vivió ella durante algún tiempo. Ahora ya no, ha cruzado el río hacia Marqués de Vadillo, un pequeño éxodo desde el centro que poco a poco va calando como una lluvia fina entre muchos ciudadanos. Sin embargo, estos son la casa, la plaza y el bar donde transcurre su última novela, ‘La ciudad’ (Lumen), que es la historia de tres mujeres, pero también es la de un lugar que ella no duda en calificar de “hostil”, que cada vez siente más lejos y al que, confiesa, tenía que enfrentarse de una vez: “Una de mis anteriores novelas era muy rural y la otra transcurría en el pueblo de mi familia, Isla Cristina. Así que esta vez me dije, échale valor porque soy totalmente urbanita y estoy viviendo en esta selva”, cuenta mientras sorbe su café y echa algunas caladas al cigarro.

Moreno conoce bien Madrid. Llegó hace más de 20 años y ha vivido en más barrios que muchas de las personas que nacen aquí: Chueca, Alberto Aguilera, Huertas, Lavapiés, Malasaña, La Latina. “Es la ciudad a la que todo el mundo viene a vivir y a sobrevivir”, manifiesta. Cuando ella vino le pareció “un parque de atracciones”. Encontró un trabajo en el mundo de la edición, una red de amigos, pareja, tuvo una hija. Y fue escribiendo, desde poemas a novelas como ‘Por si se va la luz’ y ‘Piel de lobo’. Tenía un cierto espacio en el circuito literario y cultureta de la capital. Después, la cosa comenzó a ensombrecerse. Sobre todo por los precios de los alquileres, un asunto al que le dedicó una columna en ‘El País’ con una notable repercusión y que dio lugar al ensayo ‘ Deshabitar. Un recorrido vital por las habitaciones de la crisis inmobiliaria’ (Destino, 2019).

placeholder 'La ciudad', de Lara Moreno.
'La ciudad', de Lara Moreno.

Analizando el tema de la vivienda, ya tienes el combo de todo lo que quieras analizar. Yo siempre me había movido de forma bastante voluntaria y elegida hasta que llegó un momento en el que se puso peor y también me echaron de mi casa. Creo que aquello tuvo repercusión, porque en la prensa se hablaba del problema de la vivienda, pero siempre aparecía el desahuciado, que no le interesaba a nadie. Ahora la historia era que la clase media también estaba siendo expulsada”, manifiesta.

Madrid no es ciudad para todos

En esta ocasión, estamos ante una novela de personajes, pero Madrid es otro de ellos. Es verdad que todo está pasado por la batidora de la ficción, pero el lector puede palpar la capital en la mirada de esta escritora. Y es una ciudad dura, difícil, que no da todas las oportunidades que aparenta dar y menos para personas como las mujeres inmigrantes, como son Damaris y Horia, dos de los personajes de la historia.

“En realidad, ‘La ciudad’ es el símbolo de cualquier ciudad grande de España, con todas las tensiones y desequilibrios”, apunta Moreno, quien conviene que para ella Madrid está sumando todos los puntos de la desigualdad que ya sumaron hace tiempo otras capitales en las que ya es prácticamente imposible vivir en el centro.

"Se pueden crear redes bonitas, pero también es una ciudad contaminadísima en la que el tema de la vivienda sigue siendo una tragedia"

Creo que la pandemia hizo que enseñara sus fauces de hierro. Es una ciudad en la que se pueden crear unas redes muy bonitas, pero ahora vemos que es una ciudad contaminadísima en la que el tema de la vivienda sigue siendo una tragedia, en la que hasta dentro de tres semanas no se puede pedir cita en el médico… Está hecha mucho más para el comercio y para que la gente pase mucho tiempo trabajando. Los barrios del centro se están despersonalizando, la Gran Vía ahora es un escenario de colores y bolsas de la compra. Es una ciudad hostil en la que la brecha se ve muchísimo más. Y hay que tener en cuenta que Madrid no solo es esta almendrita en la que estamos ahora”, se lamenta.

placeholder Lara Moreno. (Jairo Vargas Martín)
Lara Moreno. (Jairo Vargas Martín)

Sabe que por esta visión de la ciudad ha recibido críticas. Que si los pijoprogres de sueldos precarios de Lavapiés y Malasaña, que quizá se empeñan en vivir donde no pueden y tener suscripciones a plataformas. Sonríe como con cansancio ante esa observación. “En el centro de las ciudades siempre ha vivido gente de todos los colores. Y Madrid cuando yo llegué todavía tenía ese halo de pueblo en el centro donde estaban la mercería, la tintorería, el mercado… Creo que todos deberíamos poder vivir donde tienes cerca el trabajo, tu red de amigos, de cuidados, de familia… ¿Por qué no puede ser un lugar para todos? Lo que creo es que estamos convirtiendo los centros de las ciudades en un parque temático cuando siempre han sido un pulso del pueblo”, señala.

Violencia 'cool'

Aparte de la almendrita del centro, como la propia Moreno dice, en la novela también hay otros Madrid. Está el de más allá del río, al sur. Y está el del barrio de Hortaleza, con el CIE. Otros Madrid a los que también quiere mirar. Todos ellos son hilvanados por Oliva, Damaris y Horía, tres mujeres que viven en ese mismo edificio de la plaza de la Paja, pero que no conviven, no se miran, no se hablan. La primera es española, las otras dos, inmigrantes, una colombiana y la otra, marroquí. Otra vez, dice, la brecha. “Lo que intentaba poner en pie en la novela es que nos relacionamos de forma estructural basándonos en unas relaciones de poder atroces. Primero el hombre sobre la mujer, luego el rico sobre el pobre, y después el blanco sobre el negro. Si Damaris o Horía vivieran lo de Oliva, seguramente estarían muertas. Oliva está en la cúspide del privilegio porque es blanca y española. Y luego es que Damaris tampoco mira a Horía. El norte y el sur siempre están ahí y cuanto más abajo, peor”, sostiene.

Las tres viven situaciones de violencia, aunque la que “está más en el candelero social es la de Oliva, porque es la que la sufre en una relación de pareja. Sin embargo, aunque con respecto a la violencia de género hemos avanzado en el diálogo social y político, sigo pensando que seguimos estando en bragas. Queda muchísimo. Las leyes se crean encima de una carencia gigantesca, encima de un montón de cadáveres y heridas. Y hay otras violencias como la situación de las temporeras…con esclavitud, violaciones y eso sigue siendo un silencio clamoroso”, se queja.

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Lara Moreno. (Jairo Vargas Martín)

La violencia no da tregua en la novela. Desde las primeras páginas, en la que la vemos en esa pareja aparentemente 'cool' del centro de la ciudad. Esa pareja que parece tan pasional, que sale al vermú, que comparte algunas rayas de cocaína en el baño del bar con un colega periodista. Pero que de puertas para adentro ella sufre un infierno. “Quería desmenuzar los entresijos más cotidianos de la violencia porque aunque Oliva está en el privilegio, tiene el estigma, ya que sigue siendo culpa de la mujer el haber acabado ahí. El prejuicio que tenemos es que no pensamos que nos puede pasar a todas, absolutamente a todas, aunque tengas una carrera, te creas la más feminista… Cuando alguien abusa de ti está ejerciendo una relación de poder y sometimiento y esas relaciones siempre tienen una estructuras que te inmovilizan y anulan. Y eso te puede pasar con tu jefe, tu padre, tu pareja…”, explica. De ahí que defienda la aprobación de leyes como la del 'solo sí es sí': “¿Por qué tiene que aprobarse? Porque todavía es cosa nuestra. Hay que explicar constantemente y defenderse constantemente. Es decir, la movida es que la culpa es siempre de quien ejerce la violencia, no de quien la sufre”.

"¿Por qué tiene que aprobarse la ley del 'solo sí es sí'? Porque todavía es cosa nuestra. Hay que explicar constantemente y defenderse constantemente"

Moreno ha tardado cuatro años en escribir esta historia. Con muchos parones entre medias, eso sí. Pero en ese tiempo, reconoce, ha cambiado ella, ha cambiado la ciudad, su vida. Se pudo comprar una casa, cambió de empleo, de pareja. Sabe que ya no es la chica de la plaza de la Paja, pero reconoce que, pese a todo, le sigue teniendo mucho cariño a este barrio. “Yo sigo pensando que esta es la plaza más bonita de Madrid, este bar sigue siendo mi casa, y vengo mucho aquí. El colegio de mi hija está a dos calles. Al final mi mundo emocional sigue estando aquí”. ¿Y si alguien te considera pijaprogre, qué le dices?, le pregunto. “Depende de quién me lo diga, le diría que sí o que no”, zanja.

Quedo con la escritora Lara Moreno (Huelva, 1978) en el Tío Timón, en la plaza de la Paja. Barrio (gentrificado) de La Latina. Madrid. El lugar de encuentro no es casual. Allí, enfrente de la terraza del bar, en el número ocho, vivió ella durante algún tiempo. Ahora ya no, ha cruzado el río hacia Marqués de Vadillo, un pequeño éxodo desde el centro que poco a poco va calando como una lluvia fina entre muchos ciudadanos. Sin embargo, estos son la casa, la plaza y el bar donde transcurre su última novela, ‘La ciudad’ (Lumen), que es la historia de tres mujeres, pero también es la de un lugar que ella no duda en calificar de “hostil”, que cada vez siente más lejos y al que, confiesa, tenía que enfrentarse de una vez: “Una de mis anteriores novelas era muy rural y la otra transcurría en el pueblo de mi familia, Isla Cristina. Así que esta vez me dije, échale valor porque soy totalmente urbanita y estoy viviendo en esta selva”, cuenta mientras sorbe su café y echa algunas caladas al cigarro.

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