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Productor de cine e indígena wayuu: "Cualquiera no tiene derecho a contar nuestra historia"
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Productor de cine e indígena wayuu: "Cualquiera no tiene derecho a contar nuestra historia"

El cine indígena está creciendo en el entorno audiovisual, pero aún lucha contra el racismo que los estereotipa al mejor estilo 'western americano'

Foto: El director de origen Wayuu David Hernández Palmar
El director de origen Wayuu David Hernández Palmar

¿Por qué te sientes con el derecho de contar esta historia? Quizás estás narrando una historia propia o de un conocido, tal vez conoces a los protagonistas o simplemente te han encomendado relatar una narrativa ajena. Esta pregunta aparece cuando rellenas el cuestionario de inscripción a la sección de cine indígena de la Berlinale, festival de Cine de Berlín. Se creó para colocar al director en un lugar de reflexión sobre su rol ante estos pueblos.

Algunos productores no indígenas argumentan que están contando una historia que no se ha contado antes. Dan por sentado que una narrativa que no se conoce o no está en su radar no existe. David Hernández Palmar, curador del festival, opina que la pregunta es necesaria porque algunos directores caen en actitudes arrogantes, "es un poco como esa actitud gringa de que lo que no existe en inglés, no existe. Porque, además, no cualquiera tiene derecho a contar nuestra historia".

Hace dos semanas, y cincuenta años más tarde, la Academia de Hollywood se disculpó con Sacheen Littlefeather, una actriz indígena que evidenció el racismo en la industria del cine. La activista subió al escenario para rechazar el premio de Marlon Brando por su papel en ‘El Padrino’ y aprovechó el ‘spotlight’ para denunciar la representación errónea de los pueblos indígenas. El cine es un reflejo de la evolución de la sociedad, ahora, medio siglo más tarde, siguen combatiendo para encontrar su hueco en la esfera del mundo cinematográfico.

placeholder Sacheen Littlefeather en los Óscar en 1973
Sacheen Littlefeather en los Óscar en 1973

David Hernández, productor, líder comunitario del pueblo Wayuu, codirige la Muestra Internacional de Cine Indígena de Venezuela (MICIV) y asesor político de la Coordinadora Latinoamericana de Cine y Comunicación de los Pueblos Indígenas, estaba en un festival de cine en Montreal cuando la Academia se pronunció. Para él fue algo muy simbólico, sobre todo, “para las personas que siguen luchando por la inclusión y el reconocimiento de lo que hacemos”, explicaba.

Preguntas el nombre de una película dirigida por una indígena y se quedan callados

El productor Wayuu se abrió mundo en el entorno audiovisual cuando a su alrededor vio que “todo lo que celebramos de memoria indígena estaba hecho por personas que no necesariamente eran del pueblo indígena”. Ahora, busca enriquecer el cine indígena, y lo describe como una forma de regreso a la raíz, que nada tiene que ver con retroceso, “la metáfora occidental que más se acercaría es el viaje de Ulises”. El cine indígena cuenta gran cantidad de historias y experiencias posibles en el variopinto abanico de géneros fílmicos, visibiliza tanto el impacto logrado en las comunidades y en la sociedad latinoamericana como las iniciativas socioculturales de las comunidades. Una mirada a la tierra y a lo comunitario como algo más estético.

“Les preguntas por el nombre de una película de Sudamérica que esté dirigida por una mujer indígena y se quedan callados”, comenta el productor. Es un tema de educación, precisamente porque es el racismo que aún opera y hace que no se les reconozca el oficio. A veces, se desconoce el trabajo de otros indígenas porque no están interesados. Se quedan con los prejuicios que ven a través de personajes por televisión. En uno de sus blogs narraba una conversación donde evidenciaba el racismo en las típicas películas 'westerns'. Le preguntaba qué era lo que les gustaba sobre esas películas, a lo que esa persona respondía que siempre ganaba el bueno y moría el malo. La realidad aterrizaba en la otra persona cuando respondían que el bueno era el vaquero, ¿y el malo? El indio. Siempre terminando la conversación con un silencio incómodo de asimilación ante una de las evidencias más sutiles de la colonización.

¿Estoy haciendo la película porque quiero llamar la atención del mercado?

Los actores tienen derecho a interpretar distintos roles, incluso de otras culturas. Es parte de su oficio. El problema viene cuando existe la oportunidad de contratar a una persona del mismo pueblo para que la historia no se vea forzado. Sin embargo, todo depende de la realidad detrás del casting “¿estoy haciendo la película porque quiero una buena actuación o quiero llamar la atención del mercado porque tengo a fulanito?” se pregunta David Hernández. También hay intérpretes que a través de sus actuaciones han podido desempeñar un papel donde han podido recuperar el diálogo de su propia cultura y han podido sanar ese vínculo que podía haber desaparecido. El problema aparece cuando los actores intentan hablar en idiomas indígenas y lo hablan mal. “Imagínate a un sudamericano que quisiera de pronto imitar a un catalán tratando de hablar español, sonaría raro”, comentaba. Como las películas no están pensadas para dialogar con los pueblos indígenas, a veces, solo se encargan de poner los subtítulos que corresponde con el diálogo, aunque lo hablado no tenga sentido.

Algunas películas cuentan con una base profundamente cultural con referencia indígena, pero como espectadores nos centramos tanto en la narrativa que pasamos por alto estas menciones. Ni siquiera el productor de origen Wayuu se dio cuenta cuando en Star Wars hacían una referencia a las mujeres del pueblo Yaqui a través del pelo de la Princesa Leía. Además, de otras referencias a otros pueblos como la mención a los siete mundos relacionada con muchas culturas indígenas, por ello “cuando vi las películas por primera vez en idioma navajo fue una cosa demasiado loca”, mencionaba que le había unido más escucharla en un idioma indígena que en inglés.

placeholder Fotograma de la serie 'Reciprocity Project'
Fotograma de la serie 'Reciprocity Project'

El último trabajo de David Hernández se llama Reciprocity Project. Este documental reúne a un grupo de cineastas indígenas y les piden a cada uno que cuente algo sobre la reciprocidad para su pueblo. En su capítulo, el único centrado en Latinoamérica, quería centrar el reportaje sobre la relación de intercambio que hay entre el movimiento indígena y movimiento no indígena para defender los territorios, “eso me pareció una bonita metáfora sobre la reciprocidad”. Para ello decidió hablar con su madre, que, en vez de centrarse en un concepto, le contó una historia. Le narró un recuerdo de su infancia de su abuela con una señora que no era nadie de su sangre. Era una amistad de hermanas y es lo que ella atribuía como la referencia máxima de la reciprocidad. De esa memoria surge el capítulo de Reciprocity.

La representación indígena no cuenta solamente dentro de la película, sino en toda su construcción. La controversia llega en la etapa de distribución, “algunos productores se han acostumbrado a pagarles ayudando a construir un poquito mejor la casa y ya”. Aunque la película tenga un buen propósito, la distribución económica a veces no llega hasta los pueblos. Sin embargo, David Hernández afirma que esto está cambiado lentamente. Ahora, desde sus iniciativas y documentales está intentando dar visibilidad a los pueblos indígenas que poco a poco encuentran su lugar en el mundo cinematográfico.

¿Por qué te sientes con el derecho de contar esta historia? Quizás estás narrando una historia propia o de un conocido, tal vez conoces a los protagonistas o simplemente te han encomendado relatar una narrativa ajena. Esta pregunta aparece cuando rellenas el cuestionario de inscripción a la sección de cine indígena de la Berlinale, festival de Cine de Berlín. Se creó para colocar al director en un lugar de reflexión sobre su rol ante estos pueblos.

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