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Gianrico Carofiglio, juez y bestseller: "Meloni puede ganar en Italia y sería una regresión"
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Entrevista al bestseller italiano

Gianrico Carofiglio, juez y bestseller: "Meloni puede ganar en Italia y sería una regresión"

El escritor, que fue juez y senador con el Partido Democrático de Italia, regresa con 'La disciplina de Penélope', una novela negra en torno a un hombre acusado del asesinato de su mujer

Foto: El escritor italiano Gianrico Carofiglio (Giuseppe Biancofiore)
El escritor italiano Gianrico Carofiglio (Giuseppe Biancofiore)

Durante décadas, Gianrico Carofiglio (Bari, 1961) fue magistrado en Foggia y en el propio Bari. Después incursionó en la política como senador por el Partido Democrático de Italia (la centroizquierda italiana). Para los primeros dosmil ya había publicado sus primeras novelas negras que enseguida alcanzaron tiradas millonarias. Dejó sus anteriores trabajos y se dedicó por completo a las novelas, que empezaron a llegar hace poco más de una década a España.

Y también se hizo por aquí con un sitio. Así sucedió con 'Las perfecciones provisionales' y 'El silencio de la ola' e incluso con otras novelas alejadas del género negro como la hermosa ‘Las tres de la mañana’. Su última novela es 'La disciplina de Penélope' (Duomo) que se publica estos días y en la que presenta a la exfiscal Penélope Spada -un personaje de los que no se olvidan, para lo bueno y lo malo- en un caso espinoso: un hombre es acusado falsamente de haber matado a su mujer. El thriller se lee sin desmayo.

En esta entrevista habla de esta novela y también de la política italiana actual que está en plena campaña electoral de cara a las elecciones del próximo 25 de septiembre.

placeholder 'La disciplina de Penélope', de Gianrico Carofiglio
'La disciplina de Penélope', de Gianrico Carofiglio

PREGUNTA: Usted fue juez, después senador y ahora es un escritor de éxito de novela negra. ¿Cuál de estas profesiones le ha servido más para escribir este tipo de novelas? En política también hay mucho “maleante”...

RESPUESTA: Sin duda, el haber sido magistrado, y en particular fiscal, y haberme ocupado de investigaciones sobre el crimen organizado, ha ayudado a la creación de un fondo de relatos y personajes que es importante a la hora de escribir historias de investigación. Por otro lado, la experiencia política no me ha ayudado en particular a la hora de escribir, aunque ciertamente algunos de los encuentros que tuve en ese mundo han alimentado indirectamente la creación de ciertos personajes.

Yo no diría que hay muchos “delincuentes” en la política. Hay algunos bribones, algunos malhechores, pero el problema de la política en Italia hoy en día no es tanto la presencia de malhechores como el bajo nivel de los que no son malhechores, sino profesionales de baja calidad de lo que en ciertos aspectos es un auténtico trabajo.

P: ¿Por qué lo dejó todo y se puso a escribir novela negra?

R: En realidad, no lo abandoné todo para ponerme a escribir, empecé a escribir novelas cuando todavía era magistrado y durante muchos años me dediqué a ambas cosas, y tengo que decir que mi escritura se alimentó de mi trabajo como magistrado y en cierto sentido creo que me convertí en mejor magistrado, más capaz de ver las diferentes facetas de las realidades con las que me enfrentaba en el momento en qué comencé a escribir. Porque escribir significa muchas cosas y entre ellas está la capacidad de ver el mundo desde puntos de vista diferentes, que es una cualidad importante para un buen magistrado y para un buen investigador. Sin embargo, en un momento dado, las dos actividades se hicieron incompatibles debido al espacio que estaba ocupando la escritura en mi vida y tuve que escoger. No podía ser magistrado como segundo trabajo, esto era algo inaceptable, no era correcto, así que cuando me vi ante la necesidad de elegir, opté por escribir novelas de investigación y de otros géneros, también ensayos, cuentos... en fin, un poco de todo.

"El problema de la política en Italia hoy en día son los profesionales de baja calidad de lo que en ciertos aspectos es un auténtico trabajo"

P: Desde el primer momento tuvo éxito… ¿tiene algo que ver que en sus novelas cuente de forma fidedigna la forma en la que actúan policías, inspectores, jueces…?

R: El llamado éxito es una entidad bastante difícil de definir y de entender, dicho esto es posible que una de las razones por las que mis novelas son apreciadas por los lectores sea la credibilidad de las historias y de los personajes. Lo que se lee en mis novelas de investigación –me gusta más definirlas como “novelas de investigación” que como “novelas policíacas” o “novelas negras”– es perfectamente verosímil. No es algo que haya ocurrido realmente, pero que podría haber ocurrido tal y como van las cosas en el mundo real.

P: Por cierto, en sus libros se ríe bastantes veces de las novelas negras y las series de género negro como ejemplos de faltar al verdadero trabajo de policías, jueces etc. Igual si fueran tan fidedignas no las leeríamos. Necesitamos un Sherlock Holmes o un Salvo Montalbano.

R: Tiene razón, hay novelas policíacas como las de Sherlock Holmes, las historias de Agatha Christie y tantas otras, que son poco creíbles. Y precisamente esa característica también es una de las razones de su éxito. Es cuestión de gustos. Hay quien adora sumergirse en una fantasía irreal y muy cómoda desde el punto de vista de la distracción que puede procurar la lectura, y quien prefiere encontrar un fragmento del mundo real en este tipo de historias para intentar comprenderlo. Repito, es cuestión de gustos. Están bien unos y otros, lo bueno de la escritura y la lectura es que son mundos complementarios donde hay lugar para todos.

P: Ahora ha llegado a España la primera de sus novelas sobre Penélope Spada. ¿Cómo se le ocurrió este personaje? Es una mujer que tampoco provoca mucho cariño… A mí me ha llamado la atención que, aunque tiene unos cuantos amigos hombres y unos cuantos ex amantes, no parece tener ninguna amiga. Es raro.

R: Hacía mucho tiempo que quería contar una historia desde el punto de vista de una mujer y, después de pensarlo durante tanto tiempo, llegó el momento y decidí hacer la prueba sumergiéndome en esa perspectiva, hasta el punto de que la historia, o más bien las historias (porque ya hay dos novelas), con Penélope están contadas en primera persona, es ella quien habla. Penélope es una mujer herida, una mujer que no despierta simpatías inmediatas, precisamente porque en ella se combinan caracteres sumamente contradictorios, fuerza y valor y fragilidad. Es una mujer golpeada duramente por la vida, que intenta encontrar su lugar en el mundo desde que en un determinado momento ese lugar fue destruido por los acontecimientos sobrevenidos. Y en realidad en cuanto a las amistades, masculinas o femeninas, es cierto, en la primera novela no hay figuras femeninas con las que entable amistad, aunque la resolución del caso presente también un encuentro de este tipo. En la segunda novela, 'Rancore', publicada este año en Italia, este aspecto ya es diferente. Gran parte de la novela es la historia de encuentros, de relaciones, que de alguna manera se definen con figuras femeninas que en ciertos aspectos completan el punto de vista femenino que quería contar con estas novelas.

placeholder Gianrico Carofiglio en la Feria del Libro de Milán en 2018 (EFE)
Gianrico Carofiglio en la Feria del Libro de Milán en 2018 (EFE)

P: En el primer caso nos encontramos ante un hombre que ha sido acusado (a priori) falsamente de asesinar a su mujer. Un tema espinoso: en su país son asesinadas al año más de cien mujeres por violencia de género. ¿No cree que este tipo de argumentos de condenas falsas contra los hombres pueda ser utilizado por grupos machistas y violentos?

R: Tiene toda la razón, los problemas graves, trágicos, como la violencia y el asesinato de mujeres, no se resuelven, sino que incluso se agravan con banalizaciones, tópicos y simplificaciones. El problema que tenemos hoy en Italia con el gran número de asesinatos de mujeres por parte de maridos, novios, ex maridos y ex novios, tiene sus raíces en una cultura de tipo patriarcal y en la incapacidad de ciertos hombres de aceptar el cambio de modelo, de aceptar la idea misma de que una mujer pueda elegir y ser libre. Este problema ciertamente no se resuelve en poco tiempo. Hay instrumentos de represión y prevención que se van perfeccionando, pero luego hay una cuestión cultural que naturalmente requiere tiempos más largos.

P: Y, sin embargo, es obvio que las mujeres tampoco son buenas personas solo por el hecho de ser mujer, como el hombre no es malo por el mero hecho de ser hombre. ¿Cree que este es un asunto que se trata muchas veces desde un plano emocional (tanto por hombres como por mujeres) más que racional? Usted que ha sido juez se habrá encontrado con casos de todo tipo….

R: Sí, he sido fiscal durante muchos años y entré en contacto con mundos que la gente considerada normal no imagina, pero la principal lección que se desprende de hacer ese trabajo sin orejeras ni esquemas preestablecidos es que la frontera entre el bien y el mal es mucho más difusa, mucho más imperceptible de lo que nos gusta pensar, y que para comprender ciertos fenómenos, para afrontarlos con eficacia, es necesario huir de los esquemas convencionales y de los enfoques emocionales.

"El problema que tenemos con los asesinatos de mujeres tiene sus raíces en la incapacidad de ciertos hombres de aceptar el cambio de modelo"

P: Le entrevisté con motivo de su hermosa novela ‘Las tres de la mañana’. Hablábamos de entonces de la necesidad de hablar con honestidad con el prójimo. ¿Cree que después de lo que hemos pasado todos estos últimos años lo hemos hecho o nos hemos anclado en un mayor individualismo?

R: Mire, creo que uno de los temas centrales de la vida social y de la política, sobre todo en las llamadas sociedades occidentales, es la tensión entre un refugio en un individualismo egoísta, en el intento de construir muros, de excluir más que de comunicar (lo cual es característico de las distintas derechas, en sus formas más diversas) y una idea de humanidad que conecta con el instrumento del diálogo, con el instrumento de la solidaridad, con la percepción de un destino común, que es la idea de la política del progreso. Sobre esto se plantean hoy todo tipo de apuestas políticas. Personalmente no soy pesimista, independientemente de que la política, como muchas otras cosas, marca pasos hacia adelante y pasos hacia atrás. Creo que ahora la tendencia de la historia de la humanidad va en el sentido de un crecimiento progresivo de la solidaridad y precisamente del sentido de humanidad.

P: Se acercan elecciones en Italia, el partido neofascista Hermanos de Italia, dirigido precisamente por otra mujer, Giorgia Meloni, parte como favorito. ¿Puede ganar?

R: El partido liderado por Giorgia Meloni podría ganar las elecciones y esto es un problema. No porque se trate de un partido neofascista, yo no estoy de acuerdo con esta definición, aunque haya fascistas y neofascistas en este partido. El problema que podría derivarse en Italia y Europa si ganara esta derecha sería el riesgo de una regresión en muchos ámbitos, un retroceso a supuestos valores tradicionales que son valores míticos, en el sentido de que no tienen nada que ver con lo que realmente existió en el pasado, una ralentización, en esencia, del progreso del que hablábamos antes. Desde mi punto de vista, la derecha, esta derecha, es peligrosa no porque incluya un riesgo de retorno al pasado y al fascismo, sino porque incluye fuertemente un riesgo de regresión cultural y política, en cuestiones fundamentales como los derechos y la solidaridad.

placeholder Gianrico Carofiglio (EFE/Juanjo Guillen)
Gianrico Carofiglio (EFE/Juanjo Guillen)

P: Usted fue miembro de PDI, ¿qué puede hacer la izquierda para parar a la extrema derecha en su país?

R: Estuve cinco años en el parlamento como senador del Partido Demócrata. Creo que la izquierda y en general las fuerzas del progreso deben tener la valentía de defender sus valores, sin perseguir tácticamente el consenso electoral, y mucho menos las indicaciones que proceden de los sondeos. En mi opinión, la izquierda gana cuando es capaz de interpretarse a sí misma, es decir, de interpretar esa necesidad fundamental de progreso e igualdad que es su propia razón de ser. Todo ello inmerso hoy en una perspectiva fundamental para toda política de progreso, esto es, la percepción de que hay un tema central que es de la salvaguarda del medio ambiente, del cambio de ruta respecto a lo que estamos presenciando, una capacidad de la humanidad de pensar en términos solidarios más que en los intereses específicos y sectoriales de pequeños grupos.

"La izquierda debe tener la valentía de defender sus valores, sin perseguir tácticamente el consenso electoral ni las indicaciones de los sondeos"

P: Tal y como está la situación en su país, ¿le dan ganas de volver a la política?

R: En realidad, nunca he dejado de hacer política, si atribuimos a esta expresión un significado que no se limite a ser elegidos. Intervengo a menudo sobre temas políticos, sobre temas concretos y, como en esta entrevista, sobre temas generales, y entre las cosas que escribo hay ensayos que son reflexiones sobre el método de la política, sobre lo fundamental que es el lenguaje para una política de buena calidad, sobre cómo es preferible un enfoque cooperativo a un enfoque de confrontación y, por tanto, al margen de mis, por el momento improbables, compromisos en la política de las asambleas electivas, sigo haciendo política como creo que es justo y saludable para quienes utilizan las palabras como herramienta de trabajo.

Durante décadas, Gianrico Carofiglio (Bari, 1961) fue magistrado en Foggia y en el propio Bari. Después incursionó en la política como senador por el Partido Democrático de Italia (la centroizquierda italiana). Para los primeros dosmil ya había publicado sus primeras novelas negras que enseguida alcanzaron tiradas millonarias. Dejó sus anteriores trabajos y se dedicó por completo a las novelas, que empezaron a llegar hace poco más de una década a España.