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La canción del verano y la deuda de otoño: un repaso de las vacaciones y sus consecuencias
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'TRINCHERA CULTURAL'

La canción del verano y la deuda de otoño: un repaso de las vacaciones y sus consecuencias

Este año incluso se han reproducido tradiciones ya olvidadas como la canción del verano y de la forma más inesperada para el público

Foto: Foto: EFE/Hugo Delgado.
Foto: EFE/Hugo Delgado.

Agosto se termina y, aunque la estación continúa, el verano oficial se acaba con él. Parece que el verano de 2022 ha sido el primero, de todos los que llegarán, en el que el covid se ha tratado de manera endémica: la famosa gripalización de la enfermedad. Los barómetros del último año indican una tendencia al aumento de la confianza respecto a la pandemia y focalización en los aspectos más económicos de la misma, como ocurre con las preocupaciones relativas a la invasión de Ucrania.

Este es el clima general en el que los ciudadanos han salido de sus casas durante los últimos tres meses para recuperar el tiempo perdido. A lo largo del año, los trabajadores han acumulado una serie de ilusiones de evasión que, después de dos temporadas de aplazamientos, han explotado en un clima de espontáneo y colectivo escapismo; porque el verano de 2022 se podría definir como el verano de las ganas.

Yo quiero bailar toda la noche

Aun sabiendo que no hay vuelta atrás, que la realidad (la de verdad y la mediática) seguirá ahí una vez regresemos de los apartamentos de la playa, nos hemos entregado a un ejercicio de fuerza de voluntad común. Así, cada vez menos informados —por deseo propio e intereses ajenos— este verano hemos decidido no lamernos las heridas y, aprovechando el regreso de las verbenas, echarnos unos bailes.

Buen ejemplo de esto ha sido la proliferación de festivales y conciertos, que han acumulado aforos de años anteriores. Todo ese torrente contenido ha traído aglomeraciones, precariedad laboral, lagunas organizativas y precios abusivos, pero todo aquel que ha asistido a uno (o varios) relatan la experiencia con una sonrisa de oreja a oreja.

Este año incluso se han reproducido tradiciones ya olvidadas como la canción del verano. De la forma más inesperada para el público —¿alguien recuerda ya cuándo escuchó 'Despechá' por primera vez?—, la canción del verano ha vuelto efímeramente, como la moda de principios de milenio. Un insospechado duelo entre Quevedo y Rosalía que en otros tiempos se hubiera resuelto con una coreografía chiclosa y sabrosona, pero, por desgracia, ya no estamos bajo el reinado de King África. A la espera de los videoclips habituales, por la misma veredita de la fiesta por la fiesta y el brillo por el brillo, Beyonce sacó también un disco de baile, aún con la resaca encima de las primeras fiestas del Orgullo en dos años.

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Con letras sobre dejar curro y disfrutar del cuerpo, si Renaissance tiene alguna lectura política, ya lo pensaremos en otoño.

Otra tradición veraniega que parece haber renacido en 2022 ha sido la asistencia a salas de cine, buscando refrescar la mente y el cuerpo. 'Top Gun: Maverick', una magnífica película de evasión como ya no se hacían, donde los buenos no envejecen y los malos no tienen rostro, se retrasó en su estreno para poder ser la película-acontecimiento que ahora es. En cines desde finales de mayo, este aparato de nostalgia ha superado a Marvel en taquilla y seguirá en la cartelera, como si aún fuese 2009, hasta que el último rayito de sol se apague en septiembre.

No pares: sigue, sigue

Este verano ha sido también el de la superación de lo material: la falta de recursos no puede ser una excusa ahí donde sobra la voluntad. La carestía de crustáceo por el aumento de las temperaturas del agua no ha impedido la celebración de los tradicionales festivales de marisco en Galicia; el encarecimiento del carburante no se ha reñido con la movilidad; la inflación no ha evitado que se paguen 1.500 euros por una semana de alojamiento vacacional. Mientras, algunos medios informaban sobre la escasez de hielo para cubatas o el aumento del consumo de dobles de cerveza, en detrimento de la caña.

Ha sido un verano con el gusto semiamargo —quizá por tanta cerveza— de las juergas que se alargan, con la nostalgia festiva de una canción de Peggy Lee o de Joe Crepúsculo. ¿Quién ha costeado la jarana? Lo veremos en septiembre, con los clásicos datos de endeudamiento familiar. Por el momento, aún estamos a tiempo de pedir otro doble y, quizá, un crédito rápido desde la aplicación del banco, en primera línea de playa. Disfrutemos.

Agosto se termina y, aunque la estación continúa, el verano oficial se acaba con él. Parece que el verano de 2022 ha sido el primero, de todos los que llegarán, en el que el covid se ha tratado de manera endémica: la famosa gripalización de la enfermedad. Los barómetros del último año indican una tendencia al aumento de la confianza respecto a la pandemia y focalización en los aspectos más económicos de la misma, como ocurre con las preocupaciones relativas a la invasión de Ucrania.

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