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'Captive Audience': el estremecedor 'true crime' de Disney+ que humilla a los medios
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LA SERIE DEL FIN DE SEMANA

'Captive Audience': el estremecedor 'true crime' de Disney+ que humilla a los medios

Steven Stayner, un chico de siete años secuestrado en 1972 que volvió a su casa en 1980, revienta la cabeza sobre el papel de los medios en la nueva serie documental de Disney +

Foto: Steven Stayner, con su padre, al regresar a casa. (Disney+)
Steven Stayner, con su padre, al regresar a casa. (Disney+)

"La verdad de una película dramática basada en una historia real no siempre es objetiva, pero si se hace de manera adecuada y honesta, puede ser más cierta que cualquier documental". Nos hemos olvidado de que el crimen y las historias terroríficas coparon la televisión ya en los ochenta y los noventa, antes de HBO, Netflix y del 'boom' de las docuseries 'true crime', con el exitazo de 'Making a Murderer'. Seguro que recuerdan la coletilla 'based on a true story' —basado en una historia real—, telefilmes que dieron paso a los 'realities' de mediados de los noventa antes de que estos trataran sobre famosos en una playa. Ya saben, 'realities' —o telerrealidad, que se empleaba entonces— que tenían a Paco Lobatón buscando a personas desaparecidas o a Nieves Herrero hurgando en el crimen de las niñas de Alcàsser. No había nada más inquietante que el 'basado en una historia real' porque te dejaban con la incógnita de qué era lo inventado y qué no, es decir, la verdadera gasolina del morbo.

¿Un 'basado en..' más real que un documental? La frase pertenece a J. P. Miller, guionista del telefilm 'Sé que mi nombre de pila es Steven', estrenado en 1989 por la NBC, que contaba la terrorífica historia de Steven Stayner quien después de haber sido secuestrado en 1972 con siete años, apareció por su propio pie y acompañando a otro niño de cinco desaparecido también cerca de su casa. Para entonces, Steve se llamaba Dennis y había cumplido los 14 alejado de su familia. Pocas veces pasa ahora que de la ficción se haga serie documental, más bien al contrario, pero resulta que 'Captive Audience' analiza, en un sorprendente y estremecedor ejercicio documental de Disney +, una historia real que va sobre una familia y dos crímenes. Sí, hay un sorpresón en el tercer y último capítulo.

A diferencia de lo que viene siendo habitual con magníficos 'true crime' puros, 'Captive Audience' no sigue especialmente las reglas del género, lo que le convierte, más bien, en una historia real sobre los medios, la ficción y los propios documentales de crímenes. De hecho, gran parte del metraje se basa en las muchísimas horas que empleó el guionista de la película de 1989, J. P. Miller, con el propio Steven y sus familias para averiguar la verdad y así poder moldearla para contar algo más real en la ficción (sic). Parece retorcido porque lo es.

Resulta una historia brillante sobre los medios, la ficción y los propios documentales de crímenes

Está además la 'atenazante' historia del protagonista, claro: Steven Stayner, su secuestro, la reacción de sus padres y la de su hermano Gary, todo ello transcurrido entre 1972 y 1989 en un sitio tan idílico como lo es el parque natural de Yosemite en California y con la asfixiante presencia de los medios primero y de Hollywood después, escrutando a la familia y contándoselo al resto de ávidos espectadores de la época, como usted o yo mismo ahora. Ninguna de las dos versiones era del todo correcta, claro, ni la de los medios, ni la de Hollywood, como tampoco lo fue la que dio el padre de Desirée Rubio, una de las niñas de Alcàsser en 'Esta noche cruzamos el Mississippi' y 'La sonrisa del pelícano'.

Más que 'Making a Murderer'

'Sé que mi nombre de pila es Steven' fue un exitazo. El propio Steven Stayner sale haciendo un cameo de policía en la escena clave de su vida, tanto de la película como del documental, para mayor pasmo del espectador. Steven hace del policía que lleva del brazo a sí mismo cuando reaparece después de siete largos años alejado de su familia, tras una vida en la que fue Dennis Parrell en el infierno de Yosemite con su padre-captor. Un lugar que una década después sería otro infierno para tres mujeres, tenebroso asunto relacionado de nuevo con la familia Stayner; el 'plot twist' de ‘Making a Murderer’ sin el sensacionalismo del 'true crime' por excelencia.

placeholder Steven y Timothy en la realidad y la recreación a la derecha con Corin Mimic en el telefilme.
Steven y Timothy en la realidad y la recreación a la derecha con Corin Mimic en el telefilme.

Los medios al principio se volcaron con una historia aparentemente feliz: el niño desaparecido y que nadie esperaba volver a encontrar había regresado. No solo eso, había liberado antes a otro chico de cinco años, Timothy, que había sido captado por el sádico Parrell como le había ocurrido a él antes. Steven se convierte en un héroe. ¿Había sufrido abusos o algo parecido? No, según contó él mismo a la policía. ¿Por qué no se había escapado antes? Algunas incógnitas junto a escenas sobrecogedoras con la familia, Steven feliz tras el reencuentro, Steven con Timothy en sus hombros, Steven, de 14 años, confuso llevando en su regazo al perro fiel de la familia y Steven abrazando a unos padres a los que apenas podía recordar y que en ese momento parecía que sí. Mientras, su hermano mayor, Gary, al que nadie prestó atención entonces, desapareciendo en directo del plano con incomodidad. Terror y más terror.

El protagonista disfrutó de su popularidad hasta que la policía halló fotos del abuso de su captor

Eran principios de los ochenta y la televisión se empezaba a ocupar con más profusión sobre los casos de desaparecidos, incluso a alertar de secuestros, de los extraños, de los peligros. '¿Quién sabe dónde?', de Paco Lobatón, se estrenó en España en 1992, pero esos programas en EEUU habían comenzado antes. Steven había salvado a Timothy y gozaba de su propia popularidad hasta que la policía encontró fotos de su abuso, que el pobre chaval trató de ocultar por la vergüenza y que todo el país supo en ese momento. Bromas pesadas en el colegio y en la calle, preguntas impertinentes de la prensa, actitudes poco inteligentes de su propia familia... Steven el héroe era una víctima, claro, y los medios no solo no le protegieron, le destrozaron.

El hermano Gary

Lo más increíble de la docuserie dirigida por una experta en el género como es Jessica Dimmock —responsable de algunos episodios de 'Unsolved Mysteries' en Netflix— es que además de reunir material de primera mano de todas esas comparecencias de Steven, de la prensa local, del momento de su reencuentro, de los miles de entrevistas de que fue objeto siendo un crío de 14 años sin que nadie le protegiera, es que además están las propias grabaciones en audio con el guionista del telefilme J. P. Miller, las de Steven y las de toda su familia, para montar la versión de ficción. Eso y las conversaciones de Miller con el productor en las que el guionista explica por qué modifica ciertos aspectos de la historia y personajes, como ocurre con la madre, el padre y, atención, el hermano mayor de Steven, Gary. Es decir, la historia 'basada en...' que protagonizó Corin Nemec, al que seguro recuerdan de otros muchos papeles de adolescente en películas de finales de los ochenta y principios de los noventa.

placeholder El hermano de Steven, Gary, se abraza a su madre.
El hermano de Steven, Gary, se abraza a su madre.

Jessica Dimmock ha explicado: "Al principio de nuestro documental, enfrentamos nuestros propios problemas con la verdad. Algunos de los sujetos clave de nuestras entrevistas habían fallecido o estaban tras las rejas. Gracias a Miller, tuvimos horas de cintas de audio y transcripciones reveladoras que contenían entrevistas con los sujetos reales de la película para televisión. Pero gran parte del audio estaba demasiado degradado para usarlo o solo existía en papel". La solución que encuentran es brillante: los actores que interpretaron a los personajes reales leen las transcripciones —el audio estaba deteriorado— completando un puzle asombroso. ¿Qué se puede entresacar de ese material de Miller y de la película?

Los padres y su hermano surgen en la mente de Miller con un objeto exclusivamente narrativo

Por ejemplo, los padres de Steven son creados en la mente de Miller con un objeto puramente narrativo, pero a pesar de todo la madre real se sienta delante de la cámara para, increíblemente, volver a pasar por los dos dramas, el de Steven y el de Gary. ‘Sé que mi nombre de pila es Steven’ se hizo porque el propio protagonista del secuestro, un Steven ya veinteañero, casado y con hijos, dio permiso para comprarse una moto con el dinero que le prometió el estudio. Para entonces, su madre había cambiado de opinión después de que una década antes la exposición mediática destrozara un tanto la vida del chaval. Lo increíble es que pocas horas antes de la misma noche de la ceremonia de los Emmy en que la película obtuvo varios premios, Steven se mató con esa moto después de ser arrollado por un conductor que se dio a la fuga.

Pero, sobre todo, faltaba lo de Gary, el hermano mayor, cuyo personaje fue también fabricado para un sentido narrativo concreto, por más que Miller conociera al verdadero hermano mayor fruto de las grabaciones que mantuvo con él alrededor de la historia de su hermano y que muestra el documental ¿Y qué ocurrió? Que el drama no mostraba mejor la esencia que un documental, que no un 'true crime'. Gary quiso protagonizar su propia historia en la vida real años después, no la de personaje muleta de su hermano en la ficción. Fue igualmente terrible, pero a él no le hicieron un telefilme. Ahora cumple cadena perpetua en una cárcel del condado.

"La verdad de una película dramática basada en una historia real no siempre es objetiva, pero si se hace de manera adecuada y honesta, puede ser más cierta que cualquier documental". Nos hemos olvidado de que el crimen y las historias terroríficas coparon la televisión ya en los ochenta y los noventa, antes de HBO, Netflix y del 'boom' de las docuseries 'true crime', con el exitazo de 'Making a Murderer'. Seguro que recuerdan la coletilla 'based on a true story' —basado en una historia real—, telefilmes que dieron paso a los 'realities' de mediados de los noventa antes de que estos trataran sobre famosos en una playa. Ya saben, 'realities' —o telerrealidad, que se empleaba entonces— que tenían a Paco Lobatón buscando a personas desaparecidas o a Nieves Herrero hurgando en el crimen de las niñas de Alcàsser. No había nada más inquietante que el 'basado en una historia real' porque te dejaban con la incógnita de qué era lo inventado y qué no, es decir, la verdadera gasolina del morbo.

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