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Los hijos no pertenecen a los padres, sino al Estado: una horrible historia portuguesa
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Los hijos no pertenecen a los padres, sino al Estado: una horrible historia portuguesa

"No podemos pensar de ninguna de las maneras que los hijos pertenecen a los padres", dijo Isabel Celaá, exministra de educación española

Foto: Libros de la asignatura 'Educación para la ciudadanía'. (EFE/Fernando Alvarado)
Libros de la asignatura 'Educación para la ciudadanía'. (EFE/Fernando Alvarado)

Todo empezó en 2018 en el colegio Camilo Castelo Branco de Famalicão, distrito de Braga, donde unos padres, los Mesquita Guimarães, se negaron a que sus hijos Thiago y Rafael cursaran la asignatura Ciudadanía y Desarrollo. Se trata de una materia centrada en la formación moral y cívica de los alumnos, con enfoques feministas y énfasis en la educación sexual, y los padres alegaron que eso debe enseñarse en casa y de acuerdo a los valores de cada familia.

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Debido a su objeción de conciencia, los padres y la escuela entablaron un diálogo, y finalmente, dado que Thiago y Rafael tenían un rendimiento escolar sobresaliente y un comportamiento ejemplar, el colegio aceptó la decisión de los padres y permitió a los niños promocionar curso sin haber pasado esa asignatura. Sin embargo, el entonces secretario de Estado y actual ministro de Educación, João Costa, se sintió empujado a intervenir. ¡Esos niños tenían que recibir los valores decididos por el gobierno!

Costa abrió una investigación, se emitió un dictamen y se resolvió, en una orden firmada por el propio Costa el 16 de enero de 2020, que los niños tenían que repetir curso. Pero no el que estaban cursando, sino el de 2018, es decir, debían retroceder dos años pese a su expediente escolar sobresaliente. El jurista luso Jose Maria Duque dice que Costa logró emitir esa orden agarrándose a una lectura totalmente obtusa de la ley. Según él, que un par de estudiantes con alto rendimiento dejaran de cursar esa asignatura los convertía en absentistas. Es decir, era como si hubieran abandonado la escuela.

Thiago y Rafael no son los dos únicos hijos de la familia Mesquita Guimarães. Otros tres, los mayores, están en la Universidad con un expediente fabuloso, otro más joven está punto de entrar, y todo apuntaba a que Thiago y Rafael seguirían sus pasos. Todos los hermanos tocan instrumentos musicales y, según la escuela, son extremadamente colaborativos, amables y atentos. Se diría, por tanto, que la familia Mesquita Guimarães ha logrado educar a sus hijos no solo de forma correcta, sino con excelencia. Pero nada de esto parece importarle al ministerio.

Foto: Pruebas de la EBAU en Murcia. (EFE/Marcial Guillén) Opinión
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Tras el dictamen ministerial, se entabló un proceso judicial entre el Estado y los padres, y la justicia les dio la razón. La jueza decretó que los niños debían regresar al curso que les correspondía y seguir con su formación. Todo parecía haber terminado, pero lo cierto es que Costa no quedó conforme. Y en 2021, ya como Ministro de Educación, este político utilizó la maquinaria de la administración para planear su venganza contra esa familia. El Ministerio Público abrió otra investigación, envió a agentes de la Seguridad Social a casa de los Mesquita Guimarães y trató de demostrar que esos padres estaban maltratando de algún modo a sus hijos.

Un apunte: la Constitución portuguesa, en su artículo 43, establece que "el Estado no puede programar la educación y la cultura según líneas filosóficas, estéticas, políticas, ideológicas o religiosas". Además, establece que los padres tienen el derecho y la obligación de educar a sus hijos. Como señala Duque, la Constitución no dice "cómo" hay que educarlos, y de hecho blinda la neutralidad política de la educación. Pues bien: siguiente episodio.

Tras más de un año investigando la vida privada de la familia, con constantes intromisiones, el Ministerio ha emitido un informe que pide quitar la custodia a los padres. Por no cursar el equivalente a "Educación para la Ciudadanía", consideran que esos dos niños están siendo maltratados por sus padres. Ahora, el Ministerio quiere que la escuela, en representación del Estado, se haga cargo del cuidado de esos niños durante el curso escolar. En Portugal, la noticia ha estallado como un barril de pólvora, y aunque parezca increíble, sigue dividiendo al país.

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Sobre los apoyos al ministro se pronuncia Duque: "apuesto a que, si esa asignatura contuviera la enseñanza del himno nacional y el amor a la patria en su programa, muchos de los que hoy persiguen ferozmente a los Mesquita Guimarães, serían los primeros en atacar la asignatura. No la defienden porque no sepan que es ideológica, sino porque no tienen ningún problema con el adoctrinamiento de los niños, siempre que sea de acuerdo con su ideología". Y tiene razón, porque en 2018, mientras Costa arremetía contra esa familia, los portugueses leían con sorpresa la noticia de que los tribunales habían permitido el abandono escolar de una niña gitana de 15 años "por motivos de tradición", sin que esta vez se produjera intervención alguna del Ministerio.

En fin. Tras la reforma de la ley educativa española, con elementos ideológicos y políticos infiltrados en todas las materias troncales, cuesta no leer esta historia de nuestros vecinos con un punto de escalofrío. Si un gobierno está dispuesto a defender la enseñanza de su línea ideológica hasta el punto de arremeter con toda su maquinaria contra una simple familia, ¿qué nos quedará por ver?

Todo empezó en 2018 en el colegio Camilo Castelo Branco de Famalicão, distrito de Braga, donde unos padres, los Mesquita Guimarães, se negaron a que sus hijos Thiago y Rafael cursaran la asignatura Ciudadanía y Desarrollo. Se trata de una materia centrada en la formación moral y cívica de los alumnos, con enfoques feministas y énfasis en la educación sexual, y los padres alegaron que eso debe enseñarse en casa y de acuerdo a los valores de cada familia.

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