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Llegar a viejos con dignidad: ¿queremos pagarlo?
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Llegar a viejos con dignidad: ¿queremos pagarlo?

"La vejez es la única cosa que llega sin tener que esforzarnos para conseguirla". Lo dijo Cicerón y ahora se lo recuerdo yo, porque envejecer y lo que conlleva es un melón que ninguno de nosotros quiere abrir

Foto: Foto: EFE/Luca Piergiovanni.
Foto: EFE/Luca Piergiovanni.

"Sentirse solo es muy desagradable. Tienes a la familia cerca, sí, pero cuando cierras la casa por la noche y oyes retumbar tus pasos por el pasillo, cuando te vas a acostar, dices: estoy completamente solo". Evaristo Mateu tiene 87 años y es uno de los protagonistas del documental 'Porque fuisteis, somos', del periodista Luis Mira, dedicado a los mayores y a los que se ocupan de ellos. En España, dos millones de personas de más de 65 años viven solas sin haberlo escogido.

Lo sé. Es fin de semana y a usted el cuerpo le pide algo más festivo, ligereza y actitud de sábado y domingo. Pero es que "la vejez es la única cosa que llega sin tener que esforzarnos para conseguirla". Lo dijo Cicerón y ahora se lo recuerdo yo, porque envejecer y lo que conlleva es un melón que ninguno de nosotros quiere abrir.

Porque a quién le va a apetecer prepararse para lo inevitable. Con la de cosas que a uno le vienen a la cabeza cuando piensa en palabras como asilo, geriátrico, dependencia, valerse por uno mismo. Si bastante tenemos con el cortoplacismo, exprimir las vacaciones para afrontar el otoño apocalíptico y ese "invierno que llega, aunque no quieras", que cantaba la Jurado.

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Pero España ya es vieja, vivimos de espaldas a que en unos años también lo seremos nosotros y seguimos teniendo el mismo modelo de atención a mayores que funcionaba hace años. "El estado del bienestar tiene que remodelarse no solo de cara a los últimos años de vida, sino desde el mismo momento de la jubilación", explica Santiago Cambero, gerontólogo social y profesor de la Universidad de Extremadura.

Porque, aunque haya casos envidiables con analíticas de libro superados los 80, no podemos ni debemos esquivar lo que dicen los datos. El Instituto Nacional de Estadística publica cada cierto tiempo la esperanza de vida en buena salud de los españoles. La última revela que la de las mujeres es de 70,4 años y la de los hombres de 69,4 frente a una esperanza de vida de 86,7 y 81,1 años respectivamente. Te jubilas hecho un roble, sí, pero no por mucho tiempo.

Por no hablar de la brecha de clase. Lo explica muy bien Antonio Maestre en su libro 'Los rotos' cuando revela que al pensar en jubilaciones jubilosas no pensamos en aquellos y aquellas que han pasado su vida laboral con trabajos físicos y con la sombra del accidente laboral soplándoles el cogote. Mi padre cargaba cristales y el suyo, piezas enormes de carne. Sus espaldas no llegaron igual a los 65 a como llegarán las nuestras.

Necesitamos un cambio de mirada de las políticas públicas y aumentar los recursos, explica Rosa Gómez-Trenado

"Tenemos que asumir que en las próximas décadas no todas las personas podrán ser atendidas en residencias", añade Santiago Cambero. Bien por falta de plazas o porque no tendrán recursos para pagarlas y tampoco a una persona que nos cuide en casa. Y somos el único país europeo con centros que tratan a los mayores como algo homogéneo.

Como si al llegar a los 65 todos nos levantáramos a la misma hora, nos gustara la tortilla sin cebolla, compartir habitación y fuéramos adictos al rosco de 'Pasapalabra', que es lo que tenemos ahora. Como si fuera normal que una residencia en Canarias tenga capacidad para 700 personas —la nueva ley dice que las que empiecen a construirse a partir de ahora tendrán un máximo de 120— y en Madrid las haya de 400. Con la turra que dimos con las macrogranjas, y qué poco se ha hablado de las macrorresidencias.

Necesitamos un cambio de mirada de las políticas públicas y aumentar los recursos, explica Rosa Gómez-Trenado, Trabajadora Social, experta en Gerontología Social y profesora de la Universidad Complutense de Madrid. Critica el sistema actual por lo que implica el modelo de cuidados vigente. "Pareciera que cuando uno llega a mayor pierde la toma de decisiones. Necesitamos que los recursos disponibles se adapten a cada historia de vida, y no al revés", afirma. Retrata muy bien lo que ocurre ahora en las residencias, lugares en los que "pierdes la identidad, te desarraigan de tu entorno y el tiempo pasa muy lento, esperando la nada". El objetivo ideal sería el modelo que funciona en Noruega, de apartahoteles en los que cada uno gestiona su vida y sus costumbres. "Y eso se paga con impuestos", recuerda.

¿Tenemos recursos para pagar a los que se conviertan en nuestros pies y en nuestras manos? Y si no, ¿quién lo hará?

Por no hablar del romanticismo con el que hemos maquillado el hecho de envejecer en casa, que es lo que quisieron nuestros abuelos y nuestros padres y que también desearemos nosotros. Como si bastara con el hecho de que venga alguien a vigilar el pastillero, dejar hecha la comida y la cena, ayudarnos a ponernos las medias cuando la artrosis no te deja, que no quede rastro de espalda sin jabón cuando con nuestros brazos no llegamos.

Como si la decisión no conllevara una erosión en las relaciones familiares. Meter a un extraño en casa. Que maneje un deterioro físico pero también el cognitivo. Cuando la convivencia se convierte en una bomba de relojería. ¿Estamos dispuestos a pensar en ello y a prepararnos? ¿Tenemos recursos para pagar a los que se conviertan en nuestros pies y en nuestras manos? Y si no, ¿quién lo hará?

"Me temo que con la crisis que viene y que arrastra a la que empezó en 2008, volveremos a hablar de feminización de los cuidados. La vejez tiene cara de mujer", dice Cambero. Y también implica dependencia, eso tan caro de mantener y a la que no siempre prestamos atención hasta que nos toca. "Pobres no seremos todos, pero si vivimos lo suficiente, sí que todos seremos dependientes", explica Gómez-Trenado. Y es entonces cuando te das cuenta del valor de lo público para sostenerte.

"Sentirse solo es muy desagradable. Tienes a la familia cerca, sí, pero cuando cierras la casa por la noche y oyes retumbar tus pasos por el pasillo, cuando te vas a acostar, dices: estoy completamente solo". Evaristo Mateu tiene 87 años y es uno de los protagonistas del documental 'Porque fuisteis, somos', del periodista Luis Mira, dedicado a los mayores y a los que se ocupan de ellos. En España, dos millones de personas de más de 65 años viven solas sin haberlo escogido.

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