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La última gira de Eric Clapton: tras vencer al covid, Europa espera a Slowhand
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La última gira de Eric Clapton: tras vencer al covid, Europa espera a Slowhand

Tras cancelar tres conciertos en Rusia por la guerra, y posponer otros dos en Zúrich y Milán respectivamente, debido a su positivo por coronavirus en mayo, regresa al escenario con su gira ‘Nothing but the Blues’

Foto: Eric Clapton en concierto
Eric Clapton en concierto

'Blackie', una de las legendarias guitarras Fender Stratocaster de Eric Clapton sigue ‘llorando’, y arrancando lágrimas a, por lo menos, tres generaciones alrededor del mundo. 'Slowhand', recién reincorporado a su actual gira europea, tras haber dado positivo por coronavirus, aparece intacto y entero en el escenario, a pesar de que nunca terminan de esfumarse los rumores de que esta gira mundial (como también sucedió en giras anteriores) es la última. Por lo pronto, Clapton, renacido como los dioses, sigue haciendo llorar gentilmente a ‘Blackie’.

Eran las 20:00 horas, del pasado 10 de junio, en el estadio PSD Bank Dome de Dusseldorf (Alemania), y el blues que salía de las válvulas de los amplificadores calentaban ya el ambiente para que el reservado público germano dejara esa prudencia de lado y se entregara sin redención ante uno de los ‘dioses’ de la era dorada del rock. Y así fue, la prudencia y el autocontrol se terminaron cuando Clapton arrancó con los primeros acordes de 'Pretending', el primer tema de la noche, y momento en el que más de uno le recordó a gritos el histórico mensaje de aquel muro inglés que recorrió al mundo: "Clapton is God". Arrancó igual en Amsterdam dos días antes, y lo hizo también en Amberes (donde, de forma muy inusual, le pidió al público que coreara con él 'Happy birthday' para su hija Julie) dos después.

Foto: Bon Jovi, durante un concierto en Yakarta. (EFE/Mast Irham)

La noche estuvo dividida en tres partes: cinco temas con guitarra eléctrica; cinco con acústica; de nuevo, cinco con eléctrica, y finalmente un encore. En el primero de ellos, con la fuerza de sus mejores años, Clapton demostró que su voz sigue siendo potente, y que sus solos, a veces cercanos a la poesía lorquiana, son únicos debido a que la improvisación sigue siendo una de sus mejores armas. Tocó ‘Key to the Highway’, ‘Hoochie Coochie Man’ (un blues clásico de Willie Dixon), y ‘How long’, antes del primer climax de la noche: ‘I Shot the Sheriff’, tema en el que su firma técnica (una combinación de ‘pullings’ y ‘hammers’ que distinguen su sonido) lo ha convertido en uno de sus clásicos tanto como lo fue para Bob Marley y The Wailers, los autores.

El segundo set fue una suerte de obsequio para los más nostálgicos de su época desenchufada y que dejó a su ‘Unplugged’ como uno de los álbumes más vendidos y galardonados de su carrera. Gentil, elegante y con un exacerbado sentimiento bluesero, abrió con ‘Blues all Day Long (Blues Leave me Alone) –tema original de Jimmy Rogers–, luego con ‘Kerry’ y ‘Nobody Knows When You are Down and Out’ (una de las piezas predilectas de su ‘Unplugged’, de 1992) para luego complacer al público con las míticas ‘Layla’ (de su tiempo en Derek and the Dominos) y ‘Tears in Heaven’. De los dos últimos, en el primero no tocó el tan esperado solo, pero el público no lo reprochó en absoluto; al contrario, antes de que terminara la pieza, la gente ya estaba de pie aplaudiendo y gritando. Antes de que tocara el riff de ‘Tears in Heaven’, se escucharon de nuevo los gritos de ‘Clapton is God’. Pero ya entrado en el tema que dedicó a Conor (su hijo de 4 años que falleció dramáticamente en Nueva York en 1991), varios de sus fanáticos sucumbieron ante las lágrimas que, como bien dice la canción, ya no caben en el cielo.

Rock Hall of Fame

La tercera ‘vuelta’ fue nuevamente eléctrica. En todo sentido. Clapton tiene casi 60 años de carrera artística, y sus decenas de sus temas clásicos le han valido estar en el Rock Hall of Fame con tres menciones: como miembro de The Yardbirds, de Cream, y gracias a su carrera exitosa carrera en solitario. En esta última parte del recital tampoco no escatimó en potencia y en complacencias para el público ya rendido ante él. Comenzó con ‘Badge’ (un clásico de su época en Cream), tema en el que no pocos fanáticos lo emulaban haciendo un ‘air guitar’ (ademán en el que alguien imita suertes guitarrísticas), luego siguieron ‘Wonderful Tonight’ (canción de la que habla con particular cariño en su autobiografía de 2007, gracias a que tocarlo y escucharlo le permitió conciliar el sueño después de meses de insomnio y un profundo dolor por la muerte de Conor), y el clásico ‘Crossroads’ (también de sus años en Cream). Después llegaron ‘Little Queen of Spades’, cuya autoría es de uno de los founding fathers del blues, Robert Johnson, y ‘Cocaine’, de JJ Cale. Se despidió entre vítores y gritos, y su regreso para el ‘encore’ fue con ‘High Time We Went’, de Joe Cocker.

Con las luces encendidas para anunciar el final del evento, era más fácil advertir la mezcla generacional: en algunas zonas se veían cabelleras muy blancas, mientras que en los lugares más económicos, lo que predominaban las melenas y las parejas jóvenes. Algunos, independientemente de la edad, echaron en falta otros clásicos como ‘Old Love’ (tema cuyas visitas en YouTube se cuentan por millones, gracias a versiones como la de Hyde Park, de 1997, donde lo acompaña el virtuoso de la batería, Steve Gadd), pero un comentario recurrente entre el público alemán al término del concierto fue que, si, efectivamente, los rumores son ciertos y estamos ante la última gran gira mundial de ‘Slowhand’, en definitiva se estaría despidiendo con uno de los mejores niveles artísticos de su carrera.

Desde hace años comenzó a circular el rumor de que cada gira de Clapton puede ser la última, pero éstos se incrementaron cuando, después de haber padecido las reacciones de la vacuna AstraZeneca, él declaró que tenía miedo de que pudiera quedarse fuera de los escenarios para siempre. Lo cierto es que pese a su postura reacia hacia la campaña masiva de vacunación y a los confinamientos, terminó contagiándose y recuperándose en tiempo record para retomar ‘Nothing but the Blues’, su actual gira europea: otra etapa de su vida en la que ha renacido y vuelto con más fuerza que nunca.

'Blackie', una de las legendarias guitarras Fender Stratocaster de Eric Clapton sigue ‘llorando’, y arrancando lágrimas a, por lo menos, tres generaciones alrededor del mundo. 'Slowhand', recién reincorporado a su actual gira europea, tras haber dado positivo por coronavirus, aparece intacto y entero en el escenario, a pesar de que nunca terminan de esfumarse los rumores de que esta gira mundial (como también sucedió en giras anteriores) es la última. Por lo pronto, Clapton, renacido como los dioses, sigue haciendo llorar gentilmente a ‘Blackie’.

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