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Feria del Libro de Madrid 2022: espectacular afluencia, pero ventas sostenidas
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Feria del Libro de Madrid 2022: espectacular afluencia, pero ventas sostenidas

Más de tres millones de personas acudieron al paseo de coches durante 17 días, un 34,7% más que en 2019; las ventas supusieron 10.207.000 millones de euros, un 2% más

Foto: La Feria del Libro de Madrid durante su segundo fin de semana, el de mayor afluencia. (EFE)
La Feria del Libro de Madrid durante su segundo fin de semana, el de mayor afluencia. (EFE)

La gente quería ir a la Feria del Libro de Madrid y fue. A raudales. Así lo dicen las espectaculares cifras de afluencia hechas públicas por la propia organización esta mañana: 3.100.000 personas en 17 días. Hace tres años fueron 2.300.000 millones. Una subida de en torno al 35%. Lo que quizá no querían tanto era comprar. Las ventas no tuvieron un incremento tan significativo. Se llegó a los 10.207.000 millones de euros, un 2% más que en 2019 —la feria de septiembre de 2021 con el aforo acotado no cuenta—, cuando se quedó en los 10 millones (los números proceden de los datos aportados por los expositores). Un aumento sostenido que Eva Orúe, directora del evento, califica a este periódico como de “bien, batir los récords no es el objetivo, pero no está mal”. Mucho más impresionante es la cantidad de personas que acudieron a pasear, ver o dejarse ver entre casetas y pabellones.

"Es verdad que este año mucha gente vino a la feria a ver la feria y no a comprar y eso explica el incremento de visitas"

“La primera semana fue muy buena y había cierta euforia. El segundo sábado fue cuando más gente vino, pero había que parar, porque sabíamos que iba a llegar o la lluvia o el calor y la gente se retrae, como ocurrió. La segunda semana fue más normal. Pero es verdad que este año mucha gente vino a la feria a ver la feria y no a comprar y eso explica el incremento de visitas. Quizá, como hacía dos años que no había feria, por eso ha venido más gente. De todas formas, estamos todavía trabajando en un estudio sobre las visitas que recibe la feria”, cuenta la directora.

El látigo del calor

Esta afluencia se notó incluso entre semana. Un lunes, martes o miércoles, incluso por la mañana, ya denotaban que algo estaba cambiando. Había quien resaltaba que en ventas el fenómeno no era tan plausible, pero otros sí destacaron que les había llegado a ir mejor que el fin de semana. “El primer martes de la feria vino muchísima gente. Luego supimos que había sido fiesta en Castilla-La Mancha y quizá Castilla-La Mancha en pleno apareció en Madrid. Después es verdad que la cosa se calmó”, admite Orúe.

placeholder Afluencia de personas el último sábado de la Feria del Libro de Madrid. (EFE)
Afluencia de personas el último sábado de la Feria del Libro de Madrid. (EFE)

Se relajó porque atizó un calor de julio que no suele hacer su aparición la primera semana de junio. Otras veces han sido las tormentas, pero esta vez los 40 grados dejaron a mucha gente en casa. La directora señala que esto explica que las ventas también se pararan. “Y el último fin de semana tuvimos la alerta por las condiciones meteorológicas, hubo que comunicarlo, anular actividades, firmas… y, aunque luego se quedó en naranja, ya mucha gente se había reorganizado”. En definitiva, la explicación es que el calor mató el buen ritmo con el que todo había comenzado.

'Tiktokers' con 5.000 firmas

Esta era la feria del reencuentro, la de transición hacia la que Orúe y su equipo quieren montar el año que viene. Pero ya introdujeron cambios, como nuevos pabellones, entre ellos el de la Comisión Europea. La directora se queda contenta con las cifras de las actividades. “Han funcionado bien. Hubo 3.000 personas en los dos pabellones grandes, CaixaBank y el de Europa. Algunas atraen mucho público, otras menos, las profesionales, como las de traducción, funcionaron muy bien. Y el pabellón infantil se nos ha quedado pequeño, no ha podido atender todas las actividades que se habían solicitado”. Un dato al que apuntar en 2023.

placeholder Personas en una cola de firmas en la feria. (EFE)
Personas en una cola de firmas en la feria. (EFE)

Otro asunto fue el de colocar a 'youtubers', 'tiktokers' y otros grandes 'bestsellers' en casetas separadas del paseo de coches para que las colas no generaran atascos. Algunos de estos 'youtubers' —desde hace años son los reyes de este evento por la atracción que causan, aunque a veces los libros también se traigan de casa— llegaron a tener hasta 5.000 personas esperando para una firma, un selfi, un abrazo. En alguna ocasión, incluso tuvo que intervenir la Policía, como ocurrió con la 'tiktoker' Mónica Morán —Monismurf en sus redes— cuando miles de personas se agolparon delante de la caseta y la Policía decidió llevarla a otro lugar en coche.

Incluso tuvo que intervenir la Policía, como ocurrió con la 'tiktoker' Mónica Morán cuando miles de personas se agolparon delante de la caseta

“Creo que estas casetas se quedarán fuera porque han funcionado bien, han sacado las colas del flujo normal de la feria. Pero hay que replantearse el modelo de firma de 'youtubers' e 'influencers' porque atraen a mucha gente. Sobre todo para evitar frustraciones. Son muchas horas de cola y luego no se obtiene la firma. Queremos encontrar una fórmula en colaboración con las editoriales para que la gente sea atendida, ya que el año que viene volverá a haber 'influencers', 'youtubers'…”, manifiesta Orúe.

Sin megafonía ni planos

Un tema polémico al inicio de la feria fue la supresión de la megafonía y los planos. Muchos echaban de menos la musiquilla y la voz de Aitor Tejada. Sin embargo, para la directora fue una buena decisión “que ha funcionado bien”. Con respecto a los planos físicos tampoco cree que vuelvan a aparecer. “El primer fin de semana hubo gente mayor que los pedía y tuvimos que corregir porque había pocos vinilos, pero para el segundo los duplicamos. Es verdad que hay gente con nostalgia del papel… También hay algo psicológico: hubo gente que decía que había menos puntos de información, pero no es cierto, no había mostrador de información, pero información había mucha. Igual el año que viene hay que poner una cosa más obvia que ponga información”, señala.

Este año, un editor le llegó a decir que era "la feria del buen rollo y eso me da mucha alegría"

Otras cuestiones para apuntar en la libreta de los cambios: “Los espacios de firmas hay que potenciarlos y también hay que analizar la reducción de espacios que aceptaron los libreros y editores. La idea era probar y ver. Método científico. Pero esto lo tendremos que ver con la comisión organizadora”, añade la directora, que asegura que este año un editor le llegó a decir que era “la feria del buen rollo y eso me da mucha alegría”. Ahora, dice, después de estos meses de vértigo y estas dos últimas semanas de ultravértigo, entrevistas, encuentros, visitas reales, de políticos y demás saraos literarios, le toca descansar. “Pero sí, estoy contenta. Para haberla organizado corriendo ha salido bien y la gente de la organización y patrocinadores nos han felicitado. El año que viene será más dura”. En 2023 será ya su feria.

La gente quería ir a la Feria del Libro de Madrid y fue. A raudales. Así lo dicen las espectaculares cifras de afluencia hechas públicas por la propia organización esta mañana: 3.100.000 personas en 17 días. Hace tres años fueron 2.300.000 millones. Una subida de en torno al 35%. Lo que quizá no querían tanto era comprar. Las ventas no tuvieron un incremento tan significativo. Se llegó a los 10.207.000 millones de euros, un 2% más que en 2019 —la feria de septiembre de 2021 con el aforo acotado no cuenta—, cuando se quedó en los 10 millones (los números proceden de los datos aportados por los expositores). Un aumento sostenido que Eva Orúe, directora del evento, califica a este periódico como de “bien, batir los récords no es el objetivo, pero no está mal”. Mucho más impresionante es la cantidad de personas que acudieron a pasear, ver o dejarse ver entre casetas y pabellones.

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