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Por qué Rafa Nadal no puede ser presidente del Gobierno e Irene Montero sí
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'TRINCHERA CULTURAL'

Por qué Rafa Nadal no puede ser presidente del Gobierno e Irene Montero sí

Hay personas que te dicen con una seguridad pasmosa que el éxito en una disciplina te convierte en buen gestor de lo público. Como si triunfar en algo te convirtiera en un líder

Foto: El tenista Rafa Nadal en Roland Garros. (EFE/Yoan Valat)
El tenista Rafa Nadal en Roland Garros. (EFE/Yoan Valat)

¿Usted quién prefiere que mande en este país, alguien que abandonó sus estudios en cuarto de la ESO o una persona que acabó la carrera con una nota de 9,09 puntos y en el posterior máster obtuvo nueve matrículas de honor y un 9,5 en el Trabajo Final de Máster? Si ha torcido el gesto con el primer perfil y escoge el segundo para dirigir nuestras vidas, ha elegido a Irene Montero y le ha puesto mala cara a Rafa Nadal. Don Rafael Nadal Parera, que es como le llaman los que le quieren como presidente del Gobierno. Esos que también fibrilan al pensar en Amancio Ortega en la bancada azul, o en Juan Roig. ¡Y qué me dicen de Pablo Isla, tan discreto y con la misma mujer a su lado que conoció en el instituto!

Una no deja de sorprenderse por estas cosas, y eso que me mueve la visceralidad como a cualquiera. Me pasó el domingo pasado, sin ir más lejos, después de ver 'Top Gun: Maverick'. ¿Deseo que Tom Cruise presida mi corazón? Por supuesto, y lo que surja. ¿Aprovecho la ocasión para, después de ver a semejante titán de casi 60 años, pedirle que encabece una moción de censura que acabe con el sanchismo? Claro. ¿Estoy de coña? También. Por quién me toman.

Foto: Una cuadrilla de obreros trabaja en un edificio del centro de Madrid. (EFE/Mariscal)

En redes sociales admiro a mucha gente con la que no estoy de acuerdo. A veces son personas que encuentran a todo la sombra del sanchismo, el comunismo y otra serie de males que nos acechan. A veces con personas que dicen muy en serio que estamos gobernados por mediocres en general, como si conocieran a todos y a cada uno de ellos. Pero eso sí, la cosa cambiaría si el mejor tenista español de la historia estuviera al frente del asunto. Como si ganar un Roland Garros o dirigir una empresa fueran lo mismo que gobernar un país. Como si ganar dinero, un trofeo o hacer que las cosas funcionen fueran, en el fondo, el mismo objetivo, y hubiera que tomar las mismas decisiones. Aunque Nadal y Sánchez sí se parecen en una cosa: a ambos los han intentado matar demasiadas veces.

Es este un discurso algo perverso. Promovido por ese tipo de personas a las que se les llena la boca de meritocracia, ven merluzos en todas partes y curiosamente ni un atisbo de 'merlucería' en ellos mismos. Se reconocen merecedores de todo lo bueno que han conseguido porque sí, porque están hechos a sí mismos, y no han necesitado la ayuda de nadie.

Son personas que te dicen con una seguridad pasmosa que el éxito en una disciplina te convierte en buen gestor de lo público. Como si triunfar en algo te convirtiera en un líder para todo. Son seres humanos en ocasiones muy amables que no paran de recordar el desencanto de estos tiempos, lleno de indocumentados que cobran de nuestros impuestos por no hacer nada. De esos que no saben de la formación académica de la ministra de Igualdad, pero sí te dicen que ha trabajado como cajera de supermercado.

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Son propagadores de la antipolítica más burda que otorgan su aprobación a una licenciatura universitaria dependiendo de la ideología del que ostente el título. Porque todo el mundo sabe que la licenciatura en Derecho del presidente del Partido Popular por la Universidad de Santiago tiene muchísimo más prestigio que el título de Yolanda Díaz, licenciada en lo mismo y por la misma universidad. Qué cosas.

De esos que conciben cualidades admirables, como entrenar nueve horas al día, memorizar un guion o repartir dividendos a los accionistas, en un superpoder capaz de traspasar casi todo. Un Ministerio, una Alcaldía, no digamos una Viceconsejería. Es gente de la que no quiero desprenderme nunca. Aunque nunca me llamarán doña.

¿Usted quién prefiere que mande en este país, alguien que abandonó sus estudios en cuarto de la ESO o una persona que acabó la carrera con una nota de 9,09 puntos y en el posterior máster obtuvo nueve matrículas de honor y un 9,5 en el Trabajo Final de Máster? Si ha torcido el gesto con el primer perfil y escoge el segundo para dirigir nuestras vidas, ha elegido a Irene Montero y le ha puesto mala cara a Rafa Nadal. Don Rafael Nadal Parera, que es como le llaman los que le quieren como presidente del Gobierno. Esos que también fibrilan al pensar en Amancio Ortega en la bancada azul, o en Juan Roig. ¡Y qué me dicen de Pablo Isla, tan discreto y con la misma mujer a su lado que conoció en el instituto!

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