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'Esto que no salga de aquí': memoria cruda de los abusos de los maristas de Vigo
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La obra de teatro del fin de semana

'Esto que no salga de aquí': memoria cruda de los abusos de los maristas de Vigo

Pablo Fidalgo estrena en el Teatro de la Abadía una obra biográfica sobre el acoso y la violencia que sufrió en este colegio durante los años noventa

Foto: 'Esto que no salga de aquí', de Pablo Fidalgo, se puede ver en el Teatro de la Abadía.
'Esto que no salga de aquí', de Pablo Fidalgo, se puede ver en el Teatro de la Abadía.

El 31 de mayo de 2021, 'El País' publicó los testimonios de ocho antiguos alumnos del colegio El Pilar, de los maristas de Vigo, en que narraban cómo habían sido víctimas de “abusos institucionalizados y violencia sádica” durante los años sesenta. Y no solo ellos, sino cientos de niños. Uno de ellos, Javier Álvarez-Blázquez, declaró que el centro escolar era “una organización pederasta” en la que la mayor parte de los niños sufría una violencia habitual por parte de cuatro profesores —entre ellos, el director del colegio— que actuaban como “auténticos depredadores, en un ambiente sórdido y cuartelario”.

Ese 31 de mayo de 2021, el poeta, dramaturgo y director de escena Pablo Fidalgo estaba en Gibellina, Italia, trabajando en la pieza que iba a estrenar en el Centro Dramático Nacional unos meses después, 'El libro de Sicilia'. Fidalgo también había sido alumno de los maristas de Vigo en los años noventa y esa noticia que firmaba el periodista Íñigo Domínguez actuó como un detonante en su memoria. La onda expansiva de esa detonación fue tan potente que, dice, en agosto acabó ingresado en un hospital italiano, compartiendo habitación con otro enfermo que no le dejaba dormir. Fue allí, en ese hospital, donde explica que nació la escritura de su obra ‘Enciclopedia del dolor. Tomo I: esto que no salga de aquí’, que acaba de estrenar en el Teatro de La Abadía de Madrid, un proyecto que su autor justifica en la web del teatro como “un gran ejercicio para nombrar y clasificar esas diferentes formas de violencia ejercidas por una autoridad ilegítima, que destruyeron las vidas de muchos niños”. En ese mismo texto, Fidalgo cuenta que cuando leyó la información del diario se hizo varias preguntas: “Si yo estaba allí, ¿lo viví yo también? ¿Qué memoria hay en mi cuerpo de aquellos años? ¿Qué es lo que se ha borrado?”. Y las respuestas, en escena y fuera de ella, no son demasiado claras.

La soledad del portero

Pablo Fidalgo abre su pieza con escenas de su infancia en Súper 8. Monta en bici, saca la lengua, está en la playa, juega con otros niños al escondite inglés. La intención del director es tan obvia que sonroja: primero, la imagen de la felicidad de un cuerpo infantil, después el relato del dolor y el abuso que corromperá esa inocencia. Desde el principio, Fidalgo le dice al espectador que lo que va a ver está construido con material biográfico. En 'off', escuchamos la voz del actor Gonzalo Cunill, que habla de ese niño que vemos en pantalla: “Esta es una vida que se va a ir llenando de dolor, es un cuerpo que está comenzando, es un cuerpo que va a reventar (…) Ese niño va a tener problemas para diferenciar lo que es un juego y lo que no, lo que es tratar bien y lo que es tratar mal, lo que se puede hacer y lo que no, ese niño no va a querer vivir en su cuerpo ni en su tiempo, va a acosar y ser acosado, va a castigar y ser castigado”. La escena se ilumina y Cunill se sitúa en un suelo de arena que primero será un campo de fútbol y después una playa. El actor va vestido con la equipación de portero de los maristas de Vigo, como seguramente vistió en su día Fidalgo, que jugó de portero durante muchos años y que elige esa imagen para decirnos que se puede formar parte de un grupo y, al mismo tiempo, estar completamente solo.

La obra es "un gran ejercicio para nombrar y clasificar esas diferentes formas de violencia ejercidas por una autoridad ilegítima"

Si la infancia de Machado fueron “recuerdos de un patio de Sevilla”, la de Fidalgo fue “un jardín lleno de basura”, como escribe en el texto de esta pieza. Pero ¿es suya toda la basura? “Desde que salí de los maristas tenía la idea de hacer algo así, la idea de trabajar sobre lo que yo sentía que había vivido allí, que era algo que consideraba excepcional (…) Lo que se vivía allí es lo que acabas de ver, o sea, fue lo que hubo. Toda mi infancia la pasé allí, desde los cinco o seis años”, explica el director en una conversación con El Confidencial. La periodista acaba de ver un ensayo general y verá también el estreno de la obra, unos días después.

A lo largo de la entrevista, Fidalgo también dirá que “el detonante [de esta obra] es sentir siempre que esa experiencia era solo mía. Tú sabes que entre las víctimas de según qué cosas hay una tendencia a negar, una tendencia a olvidar y una necesidad de sobrevivir que a mí me han hecho sentirme siempre en una soledad total. Y, claro, meterte con el colegio y decir que tus 10 años de educación, desde los cinco a los 15, han sido una mierda y una tortura, significa un ataque también a tus padres y a tu familia, y hay poca gente que esté dispuesta a eso. Pero hasta cierto punto estoy reconciliado”. Un rato después dirá que solo tuvo un año malo en el colegio, un año en el que sufrió 'bullying': “Yo tuve un año muy horrible y lo pasé fatal, a los ocho o nueve años, luego llegó el fútbol, que me dio otro estatus, fue más bien un escape y una salida, y me permitió que el acoso contra mí parase, aunque yo no me considero una de las personas de mi generación que más sufrieron en el colegio”.

Bolsas de basura

Gonzalo Cunill, que funciona como un 'alter ego' de Fidalgo —aunque el director aspire a que su actor dé voz a todos los niños que sufrieron abusos—, se dirige a un interlocutor desconocido en un monólogo que, en el texto, tiene forma de carta escrita desde la habitación de un hospital. Durante una hora y en primera persona, el personaje que interpreta Cunill cuenta que a los siete años un compañero le mordió en el pecho y esa marca de dientes perdura aún hoy en su piel, que a los ocho años “intentaron matarme por primera vez” y a los nueve rogó “de rodillas” que lo sacaran del centro; cuenta que en el colegio les “trataban como a bestias y nos azuzaban como a perros”; cuenta que las llaves y los borradores volaban sobre las cabezas de algunos niños y que aún se acuerda de patadas e insultos “de la mañana a la noche”; cuenta que muchos chicos desaparecieron del colegio de un día para otro; cuenta que hubo abusos y que quienes los padecían estaban obligados a hacerlo de forma anónima; cuenta que no recuerda que él sufriera esos abusos, “pero que no recuerde no quiere decir que no existiesen”. Y aquí es cuando el autor y director mezcla las bolsas de basura: la bolsa que contiene su memoria y su biografía y esa otra en la que quizás haya abusos o quizá no. Y esa decisión dramatúrgica es eficaz, pero tramposa, en una propuesta que, desde el primer minuto, se presenta dentro de las coordenadas de lo vivido, de lo sufrido.

placeholder Un momento de la función 'Esto que no salga de aquí'.
Un momento de la función 'Esto que no salga de aquí'.

Pablo Fidalgo cuenta en esta pieza, lo decíamos al principio, que acosará y será acosado. Después, le dirá a la periodista que de niño no fue un acosador, sino que miró a otro lado: “Hay un dolor que tiene que ver con no poder hacer nada para ponerme entre un abusador y un abusado. Yo no creo que fuera un abusador, siento que miré a otro lado. El colegio me convirtió en un superviviente, ese es un buen titular”. “La pieza no va solo de mí”, explica el director, “la pieza la hace Gonzalo Cunill, que fue a un colegio religioso durante la dictadura argentina y él no solo hace de mí, aunque esa pueda ser la primera lectura: en él se encuentran y hablan muchas ausencias, muchos fantasmas y muchas generaciones. Me interesa saber entender qué une el dolor de los que fueron al colegio en los sesenta, en los noventa y hoy”.

Si la pieza no solo va de ti, ¿es porque usas la memoria de otros, porque usas tu biografía y la de más gente? “Parto de mi memoria, lo que otros han querido compartir conmigo alimenta y completa mi vida, y sé perfectamente que lo que yo viví es una experiencia compartida”, contesta.

El actor hipnotiza, el autor sobreactúa

Gonzalo Cunill, actor habitual en el teatro de dramaturgos y directores como Rodrigo García o Àlex Rigola, sostiene la obra de forma impecable y, por momentos, brillante, con una presencia en escena sobria e hipnótica al mismo tiempo, a pesar de que el texto es pobre y reiterativo. Sin tener ningún vínculo con la historia de abusos, Fidalgo aprovecha los primeros minutos del montaje para explicarle al espectador cómo es su forma de entender el teatro y cuenta que en los últimos años ha huido de “los grandes espectáculos”, de ese “teatro profesional que solo invita a crecer y a trabajar con grandes equipos”. Él, dice a través de la voz de Cunill, decidió hace años que “no quería crecer”. Sobreactúa el autor cuando dice también que se ha “exiliado” de España (en 2012, Fidalgo dejó Madrid para irse primero a Galicia y después a Portugal, coincidiendo con su salida de la compañía La Tristura, de la que formaba parte desde sus inicios), y sobreactúa cuando sostiene que siempre habla “de cosas incómodas cuando supuestamente no debería”, refiriéndose, suponemos, a montajes en los que ha abordado asuntos como la guerra civil o la memoria. En un momento de la pieza, Cunill dice que su abuela le dijo que se iba a arrepentir de esta obra y que tenía “más cosas para perder que para ganar”.

"Esto habla de Vigo y yo hace siete años que no trabajo allí. Siento que estoy vetado allí"

¿Qué es lo que podrías perder con este montaje? "Sabemos que la Iglesia sigue teniendo poder, esto habla de Vigo y yo hace siete años que no trabajo allí. Siento que estoy vetado allí, defendí el proyecto del Museo de Arte Contemporáneo de Vigo de Carlota Álvarez Basso e Iñaki Martínez, lo defendí públicamente en el periódico y, desde entonces, no he tenido ninguna relación profesional con la ciudad".

Enciclopedia del dolor. Tomo I: esto que no salga de aquí’. Texto y dirección: Pablo Fidalgo. Reparto: Gonzalo Cunill. En el Teatro de La Abadía, del 1 al 4 de junio. Del 8 al 11 de junio, en el Wiener Festwochen, Austria. El 19 de junio en Las Palmas y el 21 en Santa Cruz de Tenerife, dentro del Festival Mapas.

El 31 de mayo de 2021, 'El País' publicó los testimonios de ocho antiguos alumnos del colegio El Pilar, de los maristas de Vigo, en que narraban cómo habían sido víctimas de “abusos institucionalizados y violencia sádica” durante los años sesenta. Y no solo ellos, sino cientos de niños. Uno de ellos, Javier Álvarez-Blázquez, declaró que el centro escolar era “una organización pederasta” en la que la mayor parte de los niños sufría una violencia habitual por parte de cuatro profesores —entre ellos, el director del colegio— que actuaban como “auténticos depredadores, en un ambiente sórdido y cuartelario”.

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