El misterioso origen de la sífilis: ¿fue el mal francés un regalo envenenado de Cristóbal Colón?
En 1495, poco después del regreso del conquistador de su primer viaje a América, una nueva y terrible enfermedad se extendió como la pólvora por el viejo continente
"A través del contacto sexual, una enfermedad que es nueva, o al menos desconocida para los médicos anteriores, la enfermedad francesa, se ha abierto camino desde el oeste hasta este lugar mientras escribo. Todo el cuerpo es tan repulsivo a la vista y el sufrimiento es tan grande, especialmente de noche, que esta enfermedad es aún más espantosa que la lepra o la elefantiasis incurable, y puede ser fatal". Así describieron los médicos militares venecianos Cumano y Benedetto por primera vez una afección inédita que atacó a los soldados italianos y venecianos que combatieron contra los franceses en la batalla de Fornovo, el 5 de julio de 1495.
Como dicta la tradición, de la que la mal llamada gripe española de 1918 es otro célebre ejemplo, bautizaron al mal recién descubierto con el nombre del enemigo. Pero aquellos mercenarios franceses ya se habían visto aquejados por la extraña patología unos meses antes, tras conquistar la ciudad de Nápoles que defendían las tropas españolas comandadas por el Gran Capitán Gonzalo Fernández de Córdoba y donde les esperaban 800 prostitutas. Fue entonces cuando la súbita dolencia que mataba en pocas semanas se dio a conocer con sus estremecedoras pústulas genitales. La epidemia se extendió como la pólvora por toda Europa a partir de 1496. ¿Y si el 'mal francés' era en realidad un 'mal español'?
El origen de la sífilis es uno de los mayores misterios de la historia de la medicina y aunque suele afirmarse que fue uno de los regalos envenenados que los indígenas de La Española le dieron a Cristóbal Colón a cambio de la viruela y otras afecciones europeas que acabarían por diezmarles, no acaba de estar claro que fuera aquella enfermedad la que el conquistador llevara de vuelta a Europa originando así la terrible epidemia que asoló el viejo continente poco después. De explorar todas las hipótesis al respecto y formular una propia y original se ocupa el médico colombiano Orlando Mejía Rivera (Bogotá, 1961) en su magna
Mejía Rivera es uno de los últimos sabios ecuménicos, un firme partidario del saber total, de la multidisciplinariedad, de la combinación de toda clase de disciplinas, científicas, culturales, artísticas e incluso literarias para la comprensión y narración total del pasado. Relata cómo fue su temprano y asombrado encuentro con la imponente obra 'Science and Civilization in China' del polímata inglés Joseph Needham lo que le condujo a iniciar la preparación, hace ya veinticinco años, de una historia cultural de la medicina de cuya ambición da muestra la impresionante edición que se ha lanzado a publicar en español Punto de Vista Editores con admirable imprudencia. Y algunas de sus mejores páginas se ocupan precisamente del secreto origen de la sífilis. ¿Cuál es el estado de la cuestión actual?
El gran temor
"La epidemia", relata el autor, "se esparció a todos los rincones de Europa: Francia, Alemania y España en 1496; Dinamarca, Inglaterra y Escocia entre 1496 y 1497; Europa Oriental y Rusia en 1499. La respuesta de las poblaciones fue de gran temor, pues eran tiempos de advertencias apocalípticas encarnadas en Italia por los sermones incendiarios de Savonarola y en Alemania por los primeros reformistas, pero todos coincidían en la inmoralidad de las costumbres y la desvergüenza del Clero romano, los emperadores y los aristócratas. En Inglaterra, los puritanos anglicanos atacaron a los católicos, que todavía persistían como una minoría, atribuyéndoles la culpa de propagar la enfermedad por la lascivia de los monjes y los monasterios prostibularios. En este contexto, el carácter sexual de la nueva enfermedad sirvió para estimular las explicaciones teológicas del castigo de Dios, pero el gremio médico fue contundente en intentar una comprensión racional y científica de la patología".
El carácter sexual de la nueva enfermedad sirvió para estimular las explicaciones teológicas del castigo de Dios
Solo entre 1495 y 1504 se publicaron 32 escritos médicos sobre el mal francés o morbo gálico, que la mayoría de aquellos doctores del renacimiento no dudaron en considerar una expresión clínica nueva transmisible de forma indudable durante el coito. La teoría hipocrática-galénica de la enfermedad basada en la alteración de los humores del cuerpo seguía vigente entonces, así como los tratamientos tendentes a eliminar la 'materia pecante' con purgas y ungüentos, pero a ellos se incorporaron ahora contra la sífilis novedosos procedimientos para generar sudoración y la aplicación de mercurio. Esta última es una sustancia muy tóxica que provocaba terribles dolores a los pacientes, caída de dientes y, muchas veces, la muerte antes de que el curso normal de la afección se ocupara de ello.
La sífilis, rebautizada con ese nombre con el que hoy la conocemos por Giralomo Fracastoro, inspirado por el mito del pastor Sífilo, causó tan honda impresión en la época que abundan las referencias en el arte o la literatura de los siglos XVI al XVIII. Pintores como Durero, Sebastian Bradt, Amico Aspertini, Bronzino o Giorgio Ghisi o Luca Giordano aludieron a la nueva enfermedad en grabados, xilografías y cuadros donde eran frecuentes las alegorías al contagio sexual. Un poema del español Francisco López de Villalobos en romance trovado decía así: "Fue una pestilencia no vista jamás / en metro, ni en prosa, ni en ciencia, ni estoria, / muy mala y perversa, y cruel sin compás, / i muy contagiosa, y muy sucia en demás". Y Francisco Delicado en 'La lozana andaluza' (1528) describe como la bella Aldonza sucumbe al mal francés tras ejercer la prostitución.
El enigma
"El origen de la sífilis renacentista es un enigma y una disputa que, a pesar de la innumerable bibliografía existente y los esfuerzos de los investigadores, no ha sido resuelto por completo. Sin embargo, las últimas investigaciones e interpretaciones de la filogenética de las trepanomatosis, los hallazgos de cepas europeas que podrían corresponder a la época de la epidemia de finales del siglo XV y comienzos del siglo XVI y, en especial, una visión de conjunto de la problemática, integrando los diversos resultados de los distintos grupos en conflicto (defensores de la hipótesis colombina o precolombina), me llevan a atreverme a dar mi visión personal y sintética de la situación en la actualidad".
¿Se originó la sífilis en América antes de la llegada de Colón? Sí y no. Orlando Mejía Rivera concluye su erudita y apasionante investigación con tres conclusiones cuasi definitivas:
1. La existencia de la trepanomatosis en América está corroborada por múltiples hallazgos desde mucho antes de la conquista. Pero se trataba de una patología endémica y casi siempre benigna que no puede ser la causante de la epidemia europea de finales del XV.
2. No hay ningún testimonio antiguo de la presencia de una epidemia similar a la de Nápoles en 1495, ni de un cuadro clínico compatible con la sífilis venérea que conocemos, antes de esa fecha y lugar, tanto en Europa como en la América precolombina, en África o en Asia.
3. La epidemia de sífilis en la Europa renacentista estaría así causada, realmente, por una nueva bacteria, la 'Treponema Pallidum Pallidum' que, tal vez, habría surgido tras recombinarse en el nicho europeo el agente infeccioso que nos regaló Colón con otros microorganismos europeos surgiendo así un mutante muy agresivo que arrasó el viejo continente entre 1495 y 1505. A partir de entonces, la sífilis venérea pervivió hasta hoy con efectos indudablemente desagradables y, en ocasiones, mortales pero con una virulencia indudablemente menor.
"A través del contacto sexual, una enfermedad que es nueva, o al menos desconocida para los médicos anteriores, la enfermedad francesa, se ha abierto camino desde el oeste hasta este lugar mientras escribo. Todo el cuerpo es tan repulsivo a la vista y el sufrimiento es tan grande, especialmente de noche, que esta enfermedad es aún más espantosa que la lepra o la elefantiasis incurable, y puede ser fatal". Así describieron los médicos militares venecianos Cumano y Benedetto por primera vez una afección inédita que atacó a los soldados italianos y venecianos que combatieron contra los franceses en la batalla de Fornovo, el 5 de julio de 1495.
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