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Si el aborto te parece un debate cerrado, dale otra vuelta
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Si el aborto te parece un debate cerrado, dale otra vuelta

Lo que hace que no parezca un debate es que proabortistas y antiabortistas suelen sentirse en posesión de la verdad absoluta. Como hay gente ridícula en cada lado, siempre se puede decir que todos los locos están en la otra parte

Foto: Oración contra el aborto ante la Corte Suprema de los Estados Unidos. (Tom Brenner/Getty)
Oración contra el aborto ante la Corte Suprema de los Estados Unidos. (Tom Brenner/Getty)

Quienes dicen que el aborto es un debate superado olvidaban que en Estados Unidos los intentos republicanos por restringirlo, sobre la base del derecho a la vida del embrión, han sido constantes desde "Roe contra Wade". O que en muchas ciudades de España, pese a que está permitido y garantizado, es imposible que una mujer aborte en un hospital público.

No: el aborto no parece ser un tema resuelto. Tan pronto se alcanza una solución de compromiso como salta por los aires. Respecto al fondo, cada postura lo pinta como si fuera fácil, unívoco y evidente. Tampoco me lo parece, aunque tenga la mía.

Lo que hace que no parezca un debate es que proabortistas y antiabortistas suelen sentirse en posesión de la verdad absoluta. Como hay gente ridícula en cada lado, siempre se puede decir que todos los locos y los malos están en la otra parte. Fanáticos religiosos tildando de asesinas a las mujeres que abortan y activistas radicales que comparan un aborto con sacarse una espinilla. ¡Como para dar por muerto este debate!

Prueba de lo inconcluso que está es que, en el aborto, es imposible la equidistancia

Prueba de lo inconcluso que está es que, en el aborto, es imposible la equidistancia. Estás a favor o en contra, no existen posturas intermedias. Existen, en todo caso, diferentes argumentos para justificar cada postura, y grados en la limitación que uno considera ética, en las semanas de desarrollo del embrión, en las circunstancias de su concepción, en la salud de la madre y la del feto, etcétera. Pero más allá de los matices de la letra pequeña, no hay término medio.

Yo soy favorable al aborto, como la mayoría de la población española según las encuestas, pero es un tema en el que intento atacar precisamente mis propios argumentos. No simpatizo con muchas de las razones que se esgrimen para defenderlo. Intento criticar mi postura más que la contraria. Probar su dureza, tantearla, pensar en voz alta. Reducir al que no piensa como tú a una caricatura en un tema tan delicado me parece un rasgo de pereza mental. De miedo, incluso, a que tengan razón.

Foto: Protestas en Atlanta (EEUU) contra el borrador que pretende abolir el derecho al aborto. (EFE/Erik S. Lesser)

Los antiabortistas ponen el foco en la vida que germina en el seno materno, y los proabortistas en la soberanía de esa mujer sobre su propia vida. No he oído nunca a un proabortista decir que está bien matar a un ser humano. El origen de la polémica es, por tanto, ontológico. Dado que nadie puede responder a la pregunta de qué es un ser humano (sin que otros se lo discutan), nadie puede responder a la siguiente: ¿y cuándo se empieza a serlo?

El debate empieza con estas tres cuestiones consecutivas: ¿Está vivo? Y si está vivo ¿es un ser humano? Y si es un ser humano ¿tiene los mismos derechos que cualquier otro? Desde ahí, el laberinto se ramifica por terrenos cada vez más pantanosos y complicados. Ejemplo: si tú matas a un niño de dos años, no sólo has segado su vida, sino que has segado su futuro. Ambas cosas son inaceptables. ¿No es la segunda aplicable también a un embrión? ¿Es ética la decisión sobre el futuro de otro cuando ese otro está a medio hacer? ¿O no es "otro"? Como digo: ontologías.

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Las leyes que regulan el aborto suelen mencionar la autonomía del embrión como un asunto central. Es una buena forma de encontrar soluciones de compromiso, pero me parece un camino muerto si se trata de profundizar en el dilema. Las personas en coma que mueren si desenchufamos la máquina y los discapacitados severos que precisan ayuda hasta para comer son seres humanos. La autonomía no es la respuesta. No: lo que separa las posturas es la vida misma, el factor esencial.

No es lo mismo abortar porque quieres seguir viviendo a tu manera, que hacerlo porque tu carrera laboral peligra en caso de tener un hijo

Desde la postura proabortista se suele hablar del embarazo como un proceso que se interrumpe, que es una forma de ocultarnos disimuladamente la desaparición del embrión. Parece preferible llevar el debate por otro camino: la independencia de las mujeres. Entendemos que el aborto es un factor importante para liberar a las mujeres del yugo de la servidumbre. Sin la posibilidad del aborto, se ha dicho, las mujeres no podrían alcanzar ni la autosuficiencia económica, ni la libertad sexual, ni la autonomía personal. Por tanto, sin aborto, las mujeres y los hombres no serán iguales.

Sin embargo, esta línea de argumentación también tiene sus trampas y sus agujeros. No es lo mismo abortar porque quieres seguir viviendo a tu manera, que hacerlo porque tu carrera laboral peligra en caso de que tengas al hijo. Tampoco es igual de ético en una situación y en otra. En el primer caso, sí podríamos hablar de autonomía. En el segundo, no. Sobre este terreno (¿qué es la autonomía de las mujeres?), por cierto, se levantó buena parte de la polémica en torno al libro de Ana Iris Simón.

Pero la pregunta sobre la autonomía es importante. El aborto también sirve a los intereses de empresas explotadoras, que prefieren que sus trabajadoras no tengan hijos. Esto es explícito: las mujeres con hijos suponen un coste mayor para las empresas que las mujeres estériles. Es normal que Amazon haya prometido financiar el aborto de sus empleadas en caso de que las leyes cambien en EEUU y tengan que desplazarse a otro Estado. Si alguien cree que la motivación de Amazon es feminista, se equivoca.

Foto: Protestas frente al Tribunal Supremo de EEUU. (EFE/Michael Reynolds)

¿Tendríamos todos las mismas opiniones sobre el aborto si viviéramos en sociedades donde la conciliación laboral de las madres no fuera un factor de desigualdad? ¿Sería el aborto una opción razonable en caso de que cualquier mujer pudiera tener un hijo sin que esto afectara a su vida laboral? ¿Hemos supeditado nuestra idea de independencia a una versión solitaria y alieanda del individuo?

En fin. Se puede seguir así hasta el año que viene. Una pregunta conduce siempre a otra. Tampoco es que tenga intención de responderlas. Simplemente, quería explicar por qué no me parece un debate cerrado, ni un asunto ligero de ventilar. Pero ¿a quién demonios le importa lo que yo piense?

Quienes dicen que el aborto es un debate superado olvidaban que en Estados Unidos los intentos republicanos por restringirlo, sobre la base del derecho a la vida del embrión, han sido constantes desde "Roe contra Wade". O que en muchas ciudades de España, pese a que está permitido y garantizado, es imposible que una mujer aborte en un hospital público.

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