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Este es el único cómic que está prohibido publicar en España
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'TRINCHERA CULTURAL'

Este es el único cómic que está prohibido publicar en España

Se llama 'Hitler = SS'. Es una caricatura del negacionismo nazi, de las teorías revisionistas que en los años 80 empezaron a popularizarse

Foto: El comic censurado. (Cedida)
El comic censurado. (Cedida)
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El editor se llama Felipe Borrallo, tiene una pila de años, fuma y bebe cerveza. Me ha citado en la Plaça del Pi, donde la editorial 'underground' y 'anarquistoide' Makoki tenía su tienda de cómics. Todo ha cambiado mucho por aquí, mucha yogurtería y poco Bakunin, mucho turista y poco punki: él también era más joven. Pero hay una cosa que sigue igual: el cómic que me entrega está tan prohibido hoy en España como entonces. Es, de hecho, el único cómic que no se puede publicar en nuestro país.

Ni tampoco reproducir. Hemos consultado al equipo jurídico de El Confidencial. Nuestro abogado dice: "Son contenidos prohibidos y su difusión dio lugar a sanciones a primeros de los 90, por lo que volver a publicarlos tendría muy probablemente el mismo resultado". Y es curioso, porque nos referimos a una sátira. A una ficción. Cuando escribí sobre el libro clandestino que ETA usaba —totalmente en serio— para adoctrinar a sus primeros militantes, no hubo tanto problema.

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El cómic al que me refiero se llama 'Hitler = SS'. Es una caricatura del negacionismo nazi, de las teorías revisionistas que en los años 80 empezaron a popularizarse. Negaban que en los campos de concentración se asesinara industrialmente a millones de judíos. Negaban la existencia de Anna Frank. El cómic recogía ese código delirante y lo llevaba al extremo. 'Hitler = SS' son viñetas crudas que representan, tal cual, la falacia histórica. Es una reducción al absurdo del absurdo.

Podéis encontrar fragmentos en algunas páginas recónditas de internet. No las enlazo porque nuestra difusión podría meter a esas páginas en un lío, pero si tenéis curiosidad buscad en Google. Hallaréis además unos pocos ejemplares de segunda mano, carísimos. El que me entrega Borrallo salió de imprenta en 1990 y pertenece a la única edición en español, que se vendió rápido hasta que la policía fue a exigir las planchas por mandato judicial, y a secuestrar las unidades que quedaran en cajas.

Abro el celofán y lo extraigo con cuidado. Impactan sus trazos basurientos, grotescos, oscuros. Como no puedo mostrar, describo: arriba se leen los apellidos de los autores, Vuillemin y Gourio. Debajo, el nombre del cómic: 'Hitler = SS'. Un lateral granate trae los créditos de la editorial: Makoki; y el precio, 600 pts; y la fecha: mayo de 1990. El resto de la portada lo ocupa una gran viñeta.

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Vigilados por un sargento nazi, unos judíos desnutridos y desnudos esperan su turno frente a una sospechosa puerta blindada que tiene encima un cartel con la palabra "ducha". Allí vemos a otro monigote con la apariencia de un judío de caricatura nazi, más rollizo que los que hacen cola, vestido con su pijama a rayas. Está vendiendo pastillas de jabón a los correligionarios que pronto se convertirán en eso mismo. Un par de chimeneas fabriles vomitan humo al fondo.

El interior del cómic va por esa línea. Historietas de dos o tres páginas con trazos guarros y emborronados que desacralizan el sufrimiento de millones de judíos para salvarlo del cinismo de miles de negacionistas. Qué bien se lo pasan en el parque de atracciones. Qué amables carceleros. Simpáticos perros guardianes, y lúbricos. Pero sus autores no contaban con algo. Ciertos iconos tabú solo pueden ser defendidos de la deshonra con seriedad, con agresividad, jamás con el humor.

Enfádate mucho con los negacionistas del Holocausto y escribe una tribuna densa, pero jamás, jamás, jamás, utilices su propio lenguaje —el de la humillación de las víctimas— para devolverle la humillación redoblada al cínico. Este es el mensaje que venía a subrayarse con la historia de la persecución del cómic. No fue proscrito por los negacionistas que recibían el insulto, sino por los judíos.

Ciertos iconos tabú solo pueden ser defendidos de la deshonra con seriedad, con agresividad, jamás con el humor

Philippe Vuillemin había empezado a publicar en la revista francesa 'Hara-Kiri', de un humor corrosivo como el de 'Charlie Hebdo', veinte años antes. En 1988 empieza a sacar 'Hitler = SS' por entregas como respuesta a la propaganda de la ultraderecha, pero las asociaciones judías no pillan la parodia y se sienten injuriadas. Se querellan contra Hara-Kiri con la ley de Relaciones Raciales francesa en la mano, y el Estado condena a los autores del cómic a pagar un franco, pero prohíbe la publicación.

Borrallo y Carulla, editores de Makoki, conocen a Vuillemin de sus viajes a Francia. Han publicado algunas de sus historietas en España y le aseguran que quieren publicar esta. Así que en 1990 recogen las entregas de 'Hitler = SS' y las sacan en forma monográfica. El impacto mediático del cómic 'underground' suele ser igual a cero en aquel momento. Son historietas guarras y sucias que encuentran solo a su propio público: lo que pasa en el 'underground' se queda en el 'underground'.

Pero esta vez las cosas son diferentes. Dado que en Francia ha habido una polémica nacional, los medios españoles no quieren ser menos. Borrallo no se entera de que los han denunciado por un requerimiento judicial, se entera por la radio. El fiscal general de Cataluña, Carlos Jiménez Villarejo, dice que van a por ellos. De entrada, la policía requisa los ejemplares y los materiales de imprenta, una censura previa a la espera de lo que digan los jueces.

La policía requisa los ejemplares y los materiales de imprenta, una censura previa a la espera de lo que digan los jueces

En la primera ronda ganan los editores. Los jueces entienden que el mal gusto forma parte de una parodia, que lo que se niega en el cómic es la negación misma, por más repugnante que pueda ser la forma, pero sus adversarios recurren. Asociaciones judías como Amical de Mathausen y B'nai B'rith se sumarán al proceso y al fin llega la condena. Luego la ratifica el Supremo y en 1995 el Constitucional cierra el caso.

La indemnización que tienen que pagar los editores dejará a Makoki herida de muerte, y para sorpresa de Borrallo, el mundo del cómic y de los amigos de la libertad de expresión reaccionan con cobardía. Todo el mundo sabe que son una editorial anarquista, pero a ver quién es el guapo que defiende en voz alta a quien ha sido acusado de neonazi. Ellos tratan de encontrar justicia en Estrasburgo, pero no hay suerte. Poco después prohíben también que se publique en Italia.

La censura a este puñado de páginas en los años noventa se anticipa a nuestro tiempo. Es el triunfo de la literalidad sobre el sentido irónico de la vida.

El editor se llama Felipe Borrallo, tiene una pila de años, fuma y bebe cerveza. Me ha citado en la Plaça del Pi, donde la editorial 'underground' y 'anarquistoide' Makoki tenía su tienda de cómics. Todo ha cambiado mucho por aquí, mucha yogurtería y poco Bakunin, mucho turista y poco punki: él también era más joven. Pero hay una cosa que sigue igual: el cómic que me entrega está tan prohibido hoy en España como entonces. Es, de hecho, el único cómic que no se puede publicar en nuestro país.

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