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Terror en Demmin: cuando mil alemanes se suicidaron antes de llegar el Ejército Rojo
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Terror en Demmin: cuando mil alemanes se suicidaron antes de llegar el Ejército Rojo

El salvajismo que exhiben las tropas rusas en Ucrania es casi una tradición en el juego del miedo que en 1945 llevó a un millar de habitantes de Pomerania a quitarse la vida

Foto: Demmim fue el centro de los suicidios que se extendieron por todo el Reich como muestra esta foto de Viena
Demmim fue el centro de los suicidios que se extendieron por todo el Reich como muestra esta foto de Viena

El 19 de marzo de 1945 se emitió la orden sobre las demoliciones en el territorio de la Alemania nazi, más conocida como 'Orden Nerón' para inutilizar las infraestructuras con la táctica de la tierra quemada y así ralentizar el progreso de los ejércitos en pugna con el Eje. Este órdago no hizo sino incrementar el caos en todos los frentes, sobre todo para esos millones de civiles a la deriva, como Irene Broker, secretaria médica de veintitrés años y madre de un hijo, con su marido en el frente.

Broker huyó de Gorkow, a unos treinta quilómetros de Stettin, para encaminarse junto a otros miles de refugiados hacia la pequeña ciudad de Demmin, en la actual Pomerania Occidental. Demmin es aún el paradigma de uno de los más tristes y tipificados trances de los últimos compases de la Segunda Guerra Mundial: la oleada de suicidios en todo el Reich ante la inminente llegada de los soviéticos. En 'Les suicidés de Demmin' (Gallimard), Emmanuel Droit, profesor de Ciencias Políticas en Estrasburgo y especialista en el Este de Europa, adopta varios mecanismos de análisis para poner los puntos sobre las íes y así presentar un cuadro útil para entender por qué más de un millar de habitantes se quitaron la vida entre el 30 de abril y el 4 de mayo de 1945, cuando la villa fue tomada por la sexagésimo quinta armada del General Batov, perteneciente al segundo frente bielorruso del Ejército Rojo.

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El ensayo de Droit es magistral en su desmenuzar las múltiples causas de este desastre, inspirándose sobre todo en las teorías del estadounidense Randall Collins sobre la violencia. Para este sociólogo, cada faceta de la misma se enhebra desde un marco concreto que comprende espacio, contexto y emocionalidades derivadas. Este cuaderno de bitácora debe englobar fuentes como testimonios y crónicas de todos los bandos implicados desde una perspectiva histórica, sin la urgencia de la inmediatez para adquirir perspectiva y no depender de subjetividades, más bien partidarias del blanco y negro.

¿Por qué lo hicieron?

Para ello, en Demmin debemos comenzar por la geografía. Esta localidad, donde la conmemoración de tan trágica efeméride suele monopolizarse desde la extrema derecha, tenía unos quince mil habitantes antes de la invasión soviética, cuando debió hospedar a millares de refugiados provenientes de Prusia Oriental o Silesia. Su morfología es especial al estar surcada al confluir tres ríos: el Peene, el Trebel y el Tollense, donde se ahogaron centenas de mujeres y niños.

¿Por qué tomaron esta decisión tan visceral? ¿Fue todo fruto de la animalidad del Ejército Rojo? Demmin quedó aislada del mundo desde el 29 de abril al volarse sus puentes y quedar abandonada por los contingentes de la Wehrmacht. Los dirigentes encargados de administrar la humillación de ser conquistados por esa raza inferior de las proclamas hitlerianas eran fanáticos recalcitrantes, quienes no vacilaron en prender fuego a muchos edificios del centro histórico, hasta arrasarlo, si bien el relato canónico de victimización total apunta a los rusos como pirómanos para aniquilar a todos esos ciudadanos sin opción alguna de batallar.

placeholder Demmin en 1945
Demmin en 1945

La táctica de tierra quemada de Nerón encaja con todas estas llamas para elevar más aún el desbarajuste, palabra corta para definir todas las turbulencias de esa semana. Los eslavos entraban en Demmin mientras Hitler se pegaba un tiro en el búnker de Berlín. Su ingreso fue sosegado, en son de paz si se quiere, pero con una tensión asfixiante al ignorar cómo reaccionarían los civiles. Un soldado visitó una vivienda, se levantó el uniforme, dejó su arma en la mesa y señaló su barriga con el dedo como gesto definitorio de un peligro mutuo a evitar. El problema era la superioridad de los suyos frente la indefensión de los paisanos, asimismo presos de un pánico macerado por la violencia mental de las consignas del aparato propagandístico de Goebbels, un martilleo en forma de ruido incesante para transmitirles el miedo al extraño.

Alcohol y violencia

Los suicidios habían empezado antes. Varias familias emplearon cuchillos para cortarse las venas, mientras otras se envenenaron, sin advertir a los más pequeños. Para Collins siempre debe configurarse un detonante para propiciar la fuga hacia delante de la violencia. En Demmin, algo que a quien escribe este artículo no termina de convencerle, fue la praxis soldadesca por excelencia para disipar los nervios agazapados, es decir, emborracharse como si no hubiera un mañana para perder el norte y tender la pasarela a un infierno indescriptible, evitable de haberse mantenido el statu quo, facilísimo de quebrar en esas circunstancias, cuando templar los ánimos ante pequeñas provocaciones no eran tan controlable por ausencia de sobriedad.

Demmin perteneció a la RDA hasta la reunificación de octubre de 1990. Esto conllevó cuarenta y cinco años de silencio

La ingesta de alcohol ejercería de palanca para saqueos, violaciones y la aceleración de ese famosísimo suicidio colectivo para salvarse de torturas, resguardarse de modo extremo para imposibilitar estupros y proteger a las criaturas de futuros traumas, inhabilitándolas como seres pensantes al darles muerte por amor materno. Abordar estos acontecimientos desde una de sus porciones intenta racionalizar lo irracional para así tener asideros de exégesis histórica y enmendar errores arquetípicos, habituales y siempre derivados de intereses políticos.

Demmin perteneció a la RDA hasta la reunificación de octubre de 1990. Esto conllevó cuarenta y cinco años de silencio, como si la tragedia jamás hubiera sucedido. En nuestro siglo, mimetizándose con las tendencias imperantes, ha sido objeto de manipulación por ciertos sectores políticos, los neonazis, y reivindicada como tabla de memoria histórica desde lo institucional. El problema de esta última es el riesgo de ejecutarse desde partidismos y ser insuficiente en sus disertaciones por el formato físico, a complementar con lo tecnológico desde la objetividad anunciada por Tácito en sus Anales, 'sine ira et studio', sin ira y sin parcialidad porque no todo debería valer, menos aún falsear aproximaciones a la verdad por la hegemonía contemporánea de un maniqueísmo sin grises en su paleta.

El 19 de marzo de 1945 se emitió la orden sobre las demoliciones en el territorio de la Alemania nazi, más conocida como 'Orden Nerón' para inutilizar las infraestructuras con la táctica de la tierra quemada y así ralentizar el progreso de los ejércitos en pugna con el Eje. Este órdago no hizo sino incrementar el caos en todos los frentes, sobre todo para esos millones de civiles a la deriva, como Irene Broker, secretaria médica de veintitrés años y madre de un hijo, con su marido en el frente.

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