Miles de libros perdidos en Sant Jordi por la granizada: "No vamos a poder pagar las nóminas"
Tras la gran tormenta del sábado que acabó con puestos volando, heridos y ejemplares destrozados, editores y libreros se preguntan si deben seguir apostando por un modelo que "no funciona"
El sector del libro llevaba toda la semana mirando las previsiones del tiempo para el sábado. Se anunciaban lluvias, pero sin mucha fuerza. Más bien nubes y claros y algún rato de llovizna. Así lo afirmó TV3 la propia noche del viernes. Existía cierta tranquilidad. Sin embargo, el 23 de abril, el día que toda la industria editorial —y más la catalana— tiene marcado en rojo en el calendario, se volvió loco: tres granizadas salvajes y el viento huracanado hicieron que muchos de los puestos colocados en Barcelona salieran volando y miles de libros quedaran a la intemperie, mojados y perdidos. Al día siguiente, libreros y editores independientes, que son los que más se la juegan este día, no hablaban de otra cosa en las redes sociales: desastre económico. Como explica Carlota, de la librería La Carbonera, a este periódico: “Este Sant Jordi significa que no sabemos cómo vamos a poder pagar las nóminas de julio y agosto”.
Quina tristesa de sant Jordi. Quantes llibreries i editorials, sobretot independents, amb pèrdues gravíssimes, algunes catastròfiques. No sé si som prou conscients de què vol dir jugar-se tant en un sol dia.
— Anna Guitart (@annaguife) April 23, 2022
Una vez pasado el primer impacto se ha abierto otra discusión interesante: ¿funciona realmente Sant Jordi como día para la promoción de la lectura? ¿Es lógico depender de las inclemencias del tiempo para salvar la cuenta de resultados? Y no son pocas las voces que dicen que no, que ha llegado el momento de cambiarlo y darle una vuelta a ese día en el que se suelen vender más de un millón de ejemplares y cuadrar las tablas de Excel económicas.
“Este modelo no funciona”, resume tajante Aitor, de la librería Sendak, especializada en literatura infantil y juvenil y a quien pilló la granizada en el paseo de San Juan, perdiendo entre 100 y 150 libros. “Está impulsado por la tradición, nos interesa celebrar esta fiesta que es bellísima y nos encanta, pero, por otra parte, hay una mercadotecnia detrás y unos intereses de los grandes grupos editoriales para que se vendan muchos libros en un solo día, que todo el mundo compre libros ese día y todo el trabajo y esfuerzo se resuma solo a lo que pase ese día. Nosotros defendemos que las librerías estamos todo el año y los libros se tienen que vender todo el año y no solo un día, porque entonces pasa lo que pasa”, añade. En su caso, se lamentaba de haber hecho caso “a los comerciales que vinieron en enero y febrero, y al final pedí un montón de libros para la parada”.
¿Funciona realmente Sant Jordi para la promoción de la lectura? ¿Es lógico depender del tiempo para salvar la cuenta de resultados?
Es un sentimiento generalizado entre los libreros. “Es muy arriesgado poner toda la gran facturación en un día”, afirma Ezequiel, de la librería La Lata Peinada, otra de las grandes afectadas. Otros libreros, como Carlota, también apuntan a que no es solo cuestión del modelo, sino que las ventas del sector se hayan vuelto tan estacionales. Es decir, la gente compra libros en Sant Jordi, navidades, las ferias de libros y alguna fecha señalada en el calendario comercial. “Lo que no puede ser es que la gente se acostumbre solo a comprar libros en Sant Jordi porque entonces pasa lo que pasa. Como tengamos un mal Sant Jordi sufrimos durante meses”, señala.
A este tema se añade quién va a pagar ahora por todos esos libros desparramados en la calle y convertidos prácticamente en pasta de papel por la lluvia. “No puede ser que sean las librerías las que carguemos con esas pérdidas. A todo el mundo les interesa vender libros y en enero, febrero vienen las distribuidoras para que hagamos pedidos voluminosos para Sant Jordi y más y más libros, pero luego, si se mojan o algo, los pagamos nosotros”, insiste Aitor ante un tema no peliagudo que tendrá que decidir la Cambra del Llibre, el organismo en el que se encuentra representados editores, libreros y distribuidores en Cataluña.
Pero si para los libreros independientes ha sido un drama, no menos para los editores que tampoco se encuentran bajo el paraguas de los grandes grupos y cuyos puestos salieron volando. Así le ocurrió a Marc Moreno, de Llibres del Delicte, una editorial de novela negra en catalán que ya lleva nueve años publicando libros. Su parada se encontraba en Rosselló con Rambla y con la primera granizada, la de las 12, ya tuvieron claro que tendrían que recoger pronto. “Al final solo vendimos durante tres horas. Decidimos irnos, estábamos mojados y bastante desmoralizados”, relata.
Hem d’anul.lar les signatures de Passeig de Gràcia - Gran Via
— La Central (@La_Central_) April 23, 2022
Ens ha volat la parada 🥺 pic.twitter.com/zcndv2VWwZ
Para él también es evidente que jugárselo todo en un día no tiene mucho sentido. En su caso, perdieron un centenar de libros. “Es una pérdida superimportante porque en un día facturas lo que a lo mejor haces en un mes en librerías. A nosotros nos ha hecho mucho daño el no poder vender los libros, no los libros que hemos perdido. El daño es no haber podido venderlos”, manifiesta.
¿Qué hacer entonces? ¿Cómo cambiar el modelo? Ayer se hablaba en redes de, quizás, alargar el día del libro una semana, a la manera de ferias como la de Madrid. O de meter las casetas en un recinto cerrado, como hicieron, por ejemplo, en Girona, ante la previsión del mal tiempo. Pero otros apuntan a que eso es mucho más complicado en Barcelona, por donde pasan miles de personas ese día.
"Como la previsión no era mala, fuimos con las carpas de siempre. Igual por el ayuntamiento se podrían montar paradas más resistentes"
También hay quienes, como Marc Moreno, resaltan que el ayuntamiento barcelonés podría ayudar con el tipo de puestos para que estos fueran más resistentes ante tormentas como las del pasado sábado. En Sant Jordi, según explica este editor, tanto editores como libreros se montan ellos mismos sus carpas. “Cada uno se monta con sus mesitas y su carpa como puede. El ayuntamiento no te pone nada, solo te marca en el suelo cuál es tu parada y de cuántos metros dispones. Se pueden pedir seis metros, doce metros o 24. En el suelo te marcan: delante del número 300 de la calle x están tus seis metros o 12 metros. Te los pintan en el suelo y tú vas allí y pones tus mesitas y tu carpa. Claro, La Casa del Libro pondrá una carpa más potente que las pequeñitas. Pero, al final, la mayoría de editoriales tenemos el mismo tipo de carpa, que es una muy básica. Y claro, con una racha fuerte de viento te sale volando”, explica. Y eso es lo que ocurrió: “Como la previsión no era tan mala, al final fuimos con las carpitas que vamos siempre. Igual de parte del ayuntamiento se podrían montar unas paradas que fueran más resistentes. También para homogeneizarlo todo, que podría ser hasta más bonito”, añade el editor.
Es un modelo también distinto a la Feria del Libro de Madrid, puesto que, en este caso, el lugar que se ocupa en la calle es gratuito (en la feria las casetas tienen un coste que se paga al Gremio de Libreros de Madrid). “Pero, claro, en Sant Jordi también te dicen: ve tú, te lo montas y espabílate tú. Y si pasa algo como lo de este año es un desastre. Hay muchas editoriales y librerías que lo han pasado mal y se les ha desmontado. Los libros los hemos tirado. Bajaban riadas de agua y los libros que se nos habían caído ahí parecían pasta de papel”, sostiene Moreno.
Avui @Raig_Verd ja plega. Les carpes han sortit volant, les taules han volcat.
— Laura Huerga (@LauraHuergaRV) April 23, 2022
Però ens en sortirem.
Gràcies a tot l'equip per la feina! ❤@la_Balague @ivyy_18 @monica_vibi@pepadie @MariloAlvarez @NoemiGin pic.twitter.com/SNAglM2pX2
Desde la Cambra del Llibre ya se ha anunciado que habrá ayudas económicas para libreros, editores y distribuidores por lo que ocurrió el sábado. Pero hay voces en el sector que quieren que se dé un paso más allá de las propias ayudas económicas. “Además, es que es mucho trabajo previo, y posterior. Esto genera mucho más trabajo porque hay que ver qué libros están bien y no sabemos qué ayuda van a dar para el desastre que fue. Vamos a escribir un email al Gremio de Libreros de Cataluña junto a otras librerías para ver qué pasó y ver qué pasa en el futuro”, manifiesta Ezequiel, de La Lata Peinada.
Hay síntomas de agotamiento entre los más pequeños del sector que observan cómo Sant Jordi, igual que puede ser un día buenísimo, puede resultar una gran catástrofe. “Los que se benefician siempre de Sant Jordi son los grandes grupos editoriales. Random, Planeta, que tienen grandes departamentos de 'marketing' con los que poder volcar esfuerzos en un solo día y colarse en los libros de los más vendidos y para los cuales la difusión de la cultura es relativa. Ellos lo que quieren es vender. Por eso esta granizada a ellos les da igual. Si tienen que triturar unos cuantos libros pues los trituran y ya está”, zanja Aitor.
El sector del libro llevaba toda la semana mirando las previsiones del tiempo para el sábado. Se anunciaban lluvias, pero sin mucha fuerza. Más bien nubes y claros y algún rato de llovizna. Así lo afirmó TV3 la propia noche del viernes. Existía cierta tranquilidad. Sin embargo, el 23 de abril, el día que toda la industria editorial —y más la catalana— tiene marcado en rojo en el calendario, se volvió loco: tres granizadas salvajes y el viento huracanado hicieron que muchos de los puestos colocados en Barcelona salieran volando y miles de libros quedaran a la intemperie, mojados y perdidos. Al día siguiente, libreros y editores independientes, que son los que más se la juegan este día, no hablaban de otra cosa en las redes sociales: desastre económico. Como explica Carlota, de la librería La Carbonera, a este periódico: “Este Sant Jordi significa que no sabemos cómo vamos a poder pagar las nóminas de julio y agosto”.
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