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Cómo tres pequeños sellos sobreviven (y sorprenden) en una jungla editorial cada vez más gris
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Pepitas de Calabaza, Dos Bigotes y Barrett

Cómo tres pequeños sellos sobreviven (y sorprenden) en una jungla editorial cada vez más gris

No pocas pequeñas editoriales están haciendo un trabajo fresco, moderno y diferente que está consiguiendo, ya no solo la mirada mediática, sino también la de los lectores

Foto: Sant Jordi el año pasado en Girona. (EFE/David Borrat)
Sant Jordi el año pasado en Girona. (EFE/David Borrat)

2.439,93 millones de euros de facturación. 164,45 millones de ejemplares vendidos. 74.589 títulos editados al año. 12.709 personas empleadas. Estos son los datos básicos que maneja la industria editorial recogidos por el Gremio de Editores para su informe sobre comercio interior de 2020, el año del confinamiento y el último registrado. Hay más: 9,1 millones de euros se facturaron en la pasada Feria del Libro de Madrid celebrada en septiembre, todavía con muchas restricciones y problemas de aforo, según sus organizadores. Y más de un millón de libros se vendieron en el Sant Jordi de 2021, también con limitaciones pandémicas, según la Cambra del Llibre. Desde la industria se aplaudieron estas cifras: la facturación de 2020 era la mejor desde el año 2012. De la feria madrileña y de Sant Jordi se dijo que eran "esencialmente buenas", y se superaron las expectativas puesto que las ventas habían supuesto un 85-90% con respecto a 2019. Pandemia superada.

Pero, si confiamos en que los datos son correctos, también es cierto que esconden una letra pequeña: las editoriales más grandes, aquellas que ingresan más de 60 millones de euros, concentran el 40,2% de la cifra de facturación total. Las muy pequeñas solo se llevan el 13% de la tarta. En términos contantes y sonantes: las muy grandes facturaron en total en 2020 980,12 millones de euros, lo que supuso un 2,6% más que en 2019; los más pequeños, 316,97 millones de euros, un 3,3% menos que el año anterior. Los primeros son, principalmente, dos enormes grupos que acogen bajo su paraguas varias decenas de sellos y que editan centenares de títulos al año: Planeta y Penguin Random House. Los segundos son más de cinco centenares de microeditoriales. Esa es la industria editorial española y eso fue el año de la pandemia. Todos son datos del Gremio de Editores.

Las editoriales más grandes, aquellas que facturan más de 60 millones, concentran el 40,2% de la cifra de facturación total

Esta metralleta de datos muestra que no es fácil sobrevivir en esta jungla editorial cada vez más gris y acomodada en la que las desigualdades en cuanto a medios son evidentes. Pero, por suerte (y para los románticos) siempre existe la aldea gala. En los últimos tiempos, no pocas pequeñas editoriales están haciendo un trabajo fresco, moderno, diferente y descubridor que está consiguiendo, ya no solo la mirada mediática, sino también la de los lectores. Si quieren buscar algo nuevo entre el aluvión, miren ahí. Porque ahí se encuentran títulos como 'Panza de burro', de Andrea Abreu, editada por Barrett, que ha conseguido vender 60.000 ejemplares —es decir, codearse con los que de verdad venden—, o 'Azucre', de Bibiana Candia, editada por Pepitas de Calabaza y del que se han colocado 20.000 ejemplares en librerías. No todos, entre los grandes, pueden decir lo mismo. Dentro de una literatura más especializada (temática LGTBI), 'Vestidas de azul' y 'Libérate', de Valeria Vegas, editados por Dos Bigotes, han vendido más de 4.500 ejemplares. Tampoco parece casual que estos libros, que hablan de temas como la infancia, la amistad y el despertar sexual en Canarias (con un lenguaje muy canario), el retrato de la transexualidad en la España de la Transición y la emigración gallega, hayan sido escritos por mujeres.

Pepitas de Calabaza: desde Logroño para el mundo

De estas tres editoriales, la que más recorrido lleva es Pepitas de Calabaza, fundada hace casi un cuarto de siglo en Logroño. Fueron Julián Lacalle y Víctor Sáenz-Díez los que se liaron la manta a la cabeza después de participar en todas las manifestaciones y encuentros de insumisos contra el Ejército en los 90. "Salíamos de la insumisión y pensamos en difundir textos un poco diferentes, menos panfletarios y más literarios. Tampoco era una idea muy ambiciosa porque tampoco sabíamos cómo se hacían los libros. Y con esa idea seguimos, hemos aprendido algo, las cosas legales, pero hacemos lo mismo que hace 25 años", recuerda hoy Julián Lacalle a El Confidencial.

placeholder El editor Julián Lacalle. (Andrés de la Casa-Huertas)
El editor Julián Lacalle. (Andrés de la Casa-Huertas)

Y, desde Logroño, se lanzaron a publicar ensayos de "crítica social, radical y sincera" y narrativa "en donde hemos prestado especial atención a las vidas de individuos siempre únicos e irrepetibles, pero con frecuencia siempre a desmano". Por ahí aparecen, además de Bibiana Candia, Daniel Jiménez y 'El plagio' o Simón Elías y su 'Alpinismo bisexual'... entre otros 300 títulos.

Que fuera Logroño también tenía su aquel. "Vivir aquí es beneficioso en muchos aspectos y muy perjudicial en otros. Es beneficioso porque estamos al margen de todo y de todos, seguimos nuestro camino, ritmo, lecturas, no atendemos a las modas de Madrid ni a las de Barcelona. Pero, por otro lado, no hemos tenido un referente al que preguntarle. La Rioja es una zona muy pequeña, aquí no hay ni gremio de editores ni una editorial con difusión internacional. Todo eso nos ha tocado aprenderlo con golpes y tropiezos. Seguimos siendo la única editorial de Logroño que tiene esa proyección", señala Lacalle antes de añadir "a nivel vital, vivimos mejor aquí".

En la actualidad son "tres y medio", este último a media jornada, y procuran hacerlo todo ellos. "Así sí se puede vivir. Nuestra idea no era montar una empresa para vivir, lo que pasa es que esto genera tanto trabajo que no hay otra manera de hacerlo", sostiene. También cuentan con la ayuda de amigos para algunos trabajos y las traducciones siempre las encargan. "Cuando tenemos un pico de trabajo siempre hay amigos dispuestos a hacer carteles, portadas, maquetar un libro…, pero son las pequeñas cosas", comenta.

placeholder 'Azucre', de Bibiana Candia. (Cedida)
'Azucre', de Bibiana Candia. (Cedida)

Su forma de trabajar también sigue siendo la misma que hace 25 años, lo que ocurre, dice, es que a veces los temas que les interesan se ponen en la agenda mediática. Les ha ocurrido con "la cuestión rural", que empezaron a publicar hace años y ahora hay muchos más lectores interesados. "Nosotros seguimos con las mismas preocupaciones: la tecnología, el militarismo, el abandono de los saberes rurales, ancestrales, así vamos conformando el catálogo", manifiesta este editor. La recepción de los manuscritos suele ser a través de los amigos. Es muy raro que se detengan en un manuscrito que les llega porque sí, aunque eso es precisamente lo que les ocurrió con 'Azucre'. "Es un trabajo de hormiguita. También vas viendo quién está haciendo algo interesante", añade. Otro de sus grandes 'hits' y que llegó gracias a colegas fueron los 'Diarios', del crítico Iñaki Uriarte.

"En cuanto un libro tuyo empieza a funcionar, ya están los grandes acosando a los autores con llamadas. Son un auténtico aburrimiento"

Y ahora, el secreto: ¿cómo se sobrevive, realmente, en esta selva de títulos con una pequeña editorial y desde Logroño? ¿Qué se hace frente a los grandes grupos que inundan las librerías? Lacalle se ríe un poco y dice que esos grandes grupos le dan igual. Pero sí hay algo que le molesta. "En cuanto un libro tuyo empieza a funcionar, ya están acosando a los autores con llamadas, con cosas. Son un auténtico aburrimiento. Es como si te dejaran trabajar para descubrir cosas y luego ya se ocuparán ellos de sacar dinero", apunta (con bala). Con respecto a hacerse fuertes en las librerías, su receta es sencilla: "Haciendo buenos libros. Nosotros no tenemos otra manera de presionar a la gente. Libreros incluidos. Buenos libros, ganarse confianza y tener solidez".

Por eso, miran al futuro con los mismos ojos que en todo este tiempo. "Seguimos sacando libros de gente que nadie conoce", dice Lacalle. Así sucedió, por ejemplo, con el primero de Manuel Jabois, cuando aún era un periodista gallego desconocido. "Ese trabajo de buscar nuevas voces a nosotros es lo que mejor se nos da. Cuando ofreces autores contemporáneos que tienen ganas y una voz propia, la gente lo agradece. Esa es nuestra línea de trabajo", zanja el editor.

Dos Bigotes: LGTBI para todos los públicos

A Alberto Rodríguez y Gonzalo Izquierdo la oportunidad de montar una editorial les llegó cuando perdieron el trabajo en el verano de 2013. Les pasó lo que a un buen número de periodistas en aquellos aciagos años, pero, en vez de dejarlo todo, opositar o plantearse ser reponedor en un supermercado, apostaron por lo que ya llevaban un tiempo macerando. "Queríamos hacer un proyecto vinculado a los libros y unir el activismo y la visibilidad LGTBI+, así que fue un proyecto bastante personal", afirma Alberto. El 23 de abril de 2014 publicaban su primer título. "Era un proyecto pequeñito y se ha convertido en nuestro modo de vida", añade este editor.

placeholder Alberto Rodríguez y Gonzalo Izquierdo. (Cedida)
Alberto Rodríguez y Gonzalo Izquierdo. (Cedida)

Decidieron empezar despacio. Primero, buscar los títulos —empezaron con solo seis, siete al año— dentro del género narrativo. Se centraron en la literatura LGTBI+ porque también creían que ahí había un espacio para darle la vuelta a lo que se publicaba hasta entonces en esa temática. "Lo que nosotros queríamos era que los libros que publicásemos llegaran a todo tipo de lectores. Estamos especializados en temática, pero no en lectores. Está la idea de que la gente LGTBI+ tenga referentes y se vea reflejada, pero, por otro lado, que cualquiera al que le guste leer se acerque a nuestros libros independientemente de la temática", comenta. Y abrieron más las ventanas de la casa LGTBI+ dando espacio a "todas las sensibilidades". "Es que no solo es literatura gay y lésbica, eso ha quedado superado. El reto es ser lo más diverso posible y reflejar esas realidades que nos atraviesan", añade Gonzalo.

Para ello también tuvieron que hacer muchas cuentas. El sector editorial no es nada fácil aunque haya editoriales y librerías bonitas. "Ahora podemos invertir más, pero es verdad que no te puedes gastar aquello que no tienes. Al principio, montamos la editorial con lo que nos dieron del despido y gracias a ello publicamos los primeros libros. Hay que ir poco a poco porque es un sector en el que todo es un poco ficticio: recibimos el dinero por parte de las distribuidoras de lo que se coloca en las librerías, pero luego hay devoluciones y hay que devolver ese dinero, por lo que hay que tener cuidado con lo que se invierte", insiste Alberto. Un dato con respecto a las devoluciones, el gran cáncer del sector: en 2020 supusieron el 28,3% de los libros colocados en las librerías, según el Gremio de Editores. Esos son libros que no se venden.

"Luego hay devoluciones y hay que devolver ese dinero, por lo que hay que tener cuidado con lo que se invierte"

Desde 2014, la editorial la siguen llevando los dos, pero hace año y medio se unió Carlos Madrid para labores de comunicación; del diseño se encarga Raúl Lázaro. "Lo demás, redes sociales, corregir, maquetar, Gonzalo y yo. Traducimos nosotros, aunque si es una propuesta de un traductor y lo quiere traducir y encaja pues lo hace esa persona. También buscamos a veces traductores entre los que tenemos de confianza", cuenta Alberto. Con estos mimbres ya han conseguido tener su primera superventas: Valeria Vegas, con dos ensayos, 'Vestidas de azul' y 'Libérate'. Y han abierto, con éxito, una nueva colección de teatro con 'La geometría del trigo', de Alberto Conejero, lo cual sí que es una rareza en este país.

placeholder 'Vestidas de azul', de Valeria Vegas. (Cedida)
'Vestidas de azul', de Valeria Vegas. (Cedida)

Pero, para ello, hay que bregarse en las librerías. Los dos editores señalan que, por suerte, hay una especie de alianza no escrita entre librerías independientes y editoriales independientes. "Tratamos de hacer piña", dicen. Y, después, intentan ofrecer el mejor producto "y ser fieles al catálogo. Ahí creo que vas a conseguir tu pequeño hueco. No dispones de los medios de los grandes grupos, pero esto es como el cine 'indie', buscas tus salas más alternativas y vas fidelizando a la gente", apostilla Gonzalo. A pesar de ello, ya han sufrido el zarpazo de las grandes. "Sí, tenemos el caso de una autora que ha publicado dos libros con nosotros y ahora va a publicar con una editorial más grande. Pero, bueno, creo que también nos puede beneficiar", concede Alberto.

Estos editores, no obstante, saben de crisis: se forjaron con los coletazos de la de 2008, después tocó la pandemia y ahora se enfrentan a la escasez de materias primas como el papel. "Es un sector frágil y las crisis no afectan de forma positiva al sector del libro porque es de las primeras cosas que te quitas", señala Gonzalo. "Y ahora el papel se ha encarecido, nos cuesta más imprimir los libros y tenemos que ajustar más las tiradas que hacemos, que están entre 800 y 1.200 ejemplares", añade Alberto. Pero ahí siguen y ya con un hueco importante, y no solo en librerías LGTBI.

Barrett: los sevillanos con el gran 'hit' canario

Hubo un momento en el que pensaron que lo mejor era dejarlo. Manuel Burraco y Zacarías Lara, sevillanos y amigos desde los 12 años, habían montado la editorial Barrett en 2016 tras una crisis existencial y laboral, pero aquello no tiraba. Lo habían hecho, un poco, porque les gustaba presentar libros aunque sus anteriores trabajos no tuvieran nada que ver con ello. Para 2020, sin las cosas muy claras, publicaron, junto a Dos Bigotes, 'Cómo acabar con la escritura de las mujeres', de Joanna Russ. Y la cosa empezó a brotar. "Fue nuestro primer libro que nos hizo respirar tranquilos", dice ahora Burraco. Después del confinamiento apareció 'Panza de burro', de la canaria Andrea Abreu. Y eso ya fue el acabose: a día de hoy han vendido 60.000 ejemplares (cuando sus tiradas suelen estar en torno a los 1.000). Casi nada. Hoy, con 50 títulos ya publicados, sí que respiran más tranquilos.

placeholder Manuel Burraco, Belén García y Zacarías Lara . (Cedida)
Manuel Burraco, Belén García y Zacarías Lara . (Cedida)

La historia de las dos niñas canarias, su amistad y experimentación sexual les llegó de la mano de Sabina Urraca gracias a una idea "de esas de borracho sin estar borracho", dice Burraco. "Como desconocíamos el mundo editorial, se nos ocurrió la idea de que alguien nos recomendara algo. Al principio, hicimos una lista con amigos y les preguntamos a quién publicarían. Y salían nombres como el portero de la selección española, Espinete… todo muy loco, pero de ahí surgió la idea de pedir a un experto una recomendación", cuenta el editor. Y nació la editora/editor por un libro, que ya lleva cinco ediciones. La última propuesta es la de Julieta Venegas con el libro 'Acá todavía', de Romina Paula.

Un libro muy diferente a 'Panza de Burro' porque, si algo tienen claro estos editores, es que no quieren volver a hacer lo mismo. "A raíz de 'Panza de burro' nos llegaron muchos libros con referencias a volcanes, a niñas…, pero lo que buscamos es que el siguiente sea diferente y nos sorprenda", sostiene este editor que reconoce que, junto a su amigo Zacarías, se pasan el día buscando y probando cosas distintas. "Ahora publicamos nuestra primera obra de teatro de una dramaturga que se llama Andrea Dunbar, que nos llegó a raíz de ver un documental. Nos apasionamos con la historia y eso nos hace lanzarnos. También hay otros libros que nos llegan por recomendaciones de amigos", añade. Sí, parece que las editoriales más frescas también están buscando en ese caladero que es el teatro (que, a su vez, tiene últimamente propuestas bastante interesantes). Otro apunte: están rescatando los libros de Fernando Mansilla, músico, escritor y dramaturgo que falleció en 2019. Se harían un favor si no se pierden títulos como el autobiográfico 'Canijo' sobre el mundo de las drogas en la Sevilla pre-Expo.

"La gente se va dando cuenta de que la gente que publica 1.000 libros al año no puede sacar 1.000 libros buenos. Y para las librerías es un movidón"

Por supuesto, los chicos de Barrett (más Belén García, que se unió hace dos años) también se enfrentan al poder omnímodo de los grandes grupos y su avalancha de novedades que lo sepulta todo. "Este es un problema bastante gordo, y que haya grandes grupos que publiquen 1.000 títulos al año o más es una locura sobre todo para las librerías. Nosotros siempre decimos que, si pudiéramos, publicaríamos un libro al año. Sacamos 10 al año, y tratamos de alejarnos de esa novedad constante y que se valore más el fondo. Y creo que la gente se va dando cuenta de que la gente que publica 1.000 libros al año no puede sacar 1.000 libros buenos. Y para las librerías es un movidón", señala Burraco.

placeholder 'Panza de burro', de Andrea Abreu. (Cedido)
'Panza de burro', de Andrea Abreu. (Cedido)

Cuando un libro vende mucho, además de su posible calidad —cosa no siempre cierta, no obstante, en títulos que suelen llenar casi todos los estantes de la entrada de una librería—, es que ha tenido suerte. No hay otra entre esos más de 70.000 (de los cuales unos 20.000 son novelas) que se lanzan cada año. Y esa varita mágica puede tocarte dentro de un gran grupo o no (aunque, 'a priori', en una editorial pequeña partas con menos facilidades, como es el caso de la distribución). Ahora bien, desde Barrett insisten en que también se gana en otras cosas: "Con 'Panza de burro' hemos demostrado que no hace falta estar en un gran grupo para que funcione bien, trabajamos bien con la autora y tenemos una relación que seguramente no tienen los grandes grupos. Es de amistad casi", admite Burraco.

No obstante, saben que jugar con las grandes no es su liga. "A veces, estamos buscando un libro y no lo conseguimos porque le han hecho una oferta Anagrama o una editorial de Planeta. Y te da rabia porque estás luchando solo con el aspecto económico y no con el personal", comenta este editor al que también le han llegado los cantos de sirena de las grandes para birlarle algún autor. "Al final, son negocios que están atentos a cualquier cosa que funcione y puedan aprovechar", concluye.

2.439,93 millones de euros de facturación. 164,45 millones de ejemplares vendidos. 74.589 títulos editados al año. 12.709 personas empleadas. Estos son los datos básicos que maneja la industria editorial recogidos por el Gremio de Editores para su informe sobre comercio interior de 2020, el año del confinamiento y el último registrado. Hay más: 9,1 millones de euros se facturaron en la pasada Feria del Libro de Madrid celebrada en septiembre, todavía con muchas restricciones y problemas de aforo, según sus organizadores. Y más de un millón de libros se vendieron en el Sant Jordi de 2021, también con limitaciones pandémicas, según la Cambra del Llibre. Desde la industria se aplaudieron estas cifras: la facturación de 2020 era la mejor desde el año 2012. De la feria madrileña y de Sant Jordi se dijo que eran "esencialmente buenas", y se superaron las expectativas puesto que las ventas habían supuesto un 85-90% con respecto a 2019. Pandemia superada.

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