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El juguete nuevo del tecnoemperador: Elon Musk en el Palacio de los Sueños
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El juguete nuevo del tecnoemperador: Elon Musk en el Palacio de los Sueños

¿Cuáles son los motivos que puede tener el hombre más rico del planeta para hacerse con la red social?

Foto: Elon Musk. (EFE/EPA/Alexander Becher)
Elon Musk. (EFE/EPA/Alexander Becher)

En ' El Palacio de los Sueños', la novela del escritor Ismail Kadaré, un grupo de funcionarios se encarga de analizar e interpretar los sueños de los ciudadanos del Imperio. El cometido de dichos funcionarios es entrever cuáles son los deseos y los miedos de los súbditos. Cada semana, uno de esos sueños, el conocido como Sueño Maestro, resultará de vital importancia, ya que de él, como si de un oráculo se tratase, dependerá el destino de todo el Imperio. Sin duda, la obra de Kadaré resulta ser una fabulosa metáfora del poder, del modo en que este es capaz de monitorizar ya no solo los actos conscientes de aquellos a los que acoge en su seno, sino también sus más ocultas fantasías.

He pensado en la novela del escritor albanés al conocer la noticia de la opa hostil de Elon Musk sobre Twitter. Son muchos los que se preguntan por los motivos que pueda tener el hombre más rico del planeta para hacerse con la red social. Las explicaciones van desde la oportunidad de conseguir que las acciones de la compañía suban para vender las suyas a continuación (recordemos que Elon Musk se hizo con el 9% de las acciones de Twitter hace tan solo unos días y que su venta le reportaría una nada despreciable ganancia de cientos de millones de dólares) hasta las que suscriben un sincero deseo de Musk de convertir la red social del pajarito en un espacio de libertad de opinión (pero ¿no lo es ya?, me pregunto), pasando por aquellos que juzgan que se trata de una especie de reto, de excéntrica diversión de un multimillonario al que le gustan las ideas disruptivas y, por supuesto, las bromas (en sus ofertas siempre aparecen las cifras 420, un código numérico que rinde homenaje a los Waldos, un grupo de estudiantes de Secundaria de California que en 1975 quedaban a las 4:20 frente a la estatua de Louis Pasteur en la San Rafael High School para consumir cannabis).

Foto: Elon Musk. (Reuters/Patrick T. Fallon) Opinión

Creo que, sin descartar ninguna de las posibles explicaciones ya mencionadas, los tecnócratas de Silicon Valley (o de Austin, en Texas, como es el caso de Tesla) hacen las veces de emperadores contemporáneos. Quizá no ejerzan el poder político y, acaso, ni lo pretendan, pero sí acaparan otros poderes (tecnológico y económico), tanto o más importantes que el primero. Recordemos, al respecto, el título que Elon Musk se otorgó a sí mismo como presidente de Tesla: 'technoking'. Nada menos.

Elon Musk formaría parte de esa coalición de exitosos empresarios (entre los que podríamos contar asimismo a Peter Thiel, fundador junto a Musk de PayPal) de ideología libertaria, seguidores de esa mezcla de anarquismo y liberalismo que considera la política clásica (y su concreción en el Estado democrático, tal y como lo conocemos) como un absurdo y trasnochado obstáculo frente a unos proyectos en la mayor parte de los casos de vocación monopolística guiados por un furibundo individualismo. A nadie puede sorprender, por tanto, la admiración de ambos empresarios por la figura de Ayn Rand, autora de exitosos libros a favor del capitalismo, el egoísmo y el individualismo como son 'La rebelión de Atlas' o 'La virtud del egoísmo'.

El componente simbólico

La posesión de una red social por parte de Musk, como podría ser el caso de Twitter, añadiría a los anteriores poderes un nada despreciable componente simbólico. Si los sueños de la novela de Kadaré suponen una fuente de información del contenido subconsciente de la población del Imperio, las redes aportan un precioso material acerca de los ímpetus y afecciones de sus usuarios: sus deseos, el estado de opinión, las tensiones sociales, los gradientes de adhesión y de polarización…

Foto: Elon Musk, en una imagen de archivo. (Getty/Maja Hitij)

Un universo que obedece a dinámicas miméticas y de contagio (virales, por tanto) inextricables para el usuario, pero previsibles y evidentes para un observador externo, para aquel o aquellos que controlan la red. Añadido a esto, resulta evidente que los ciudadanos dedicamos cada vez más tiempo a socializar y a informarnos a través de las redes. El posicionamiento dentro del universo digital no podía resultar ajeno a la compañía de Musk, líder, por otro lado, en proyectos tecnológicos analógicos como son Tesla, Neuralink o SpaceX.

Resulta evidente que los ciudadanos dedicamos cada vez más tiempo a socializar y a informarnos a través de las redes

Llegados a este punto, imagino al emperador Musk recibiendo el parte diario en forma de datos convenientemente refinados. Existiría, con toda probabilidad, a instancias del propio tecnomandatario, un apartado de ideas disruptivas que concitasen el acuerdo de una masa crítica de usuarios, la suficiente como para haber pasado el filtro de los 'refiners', bien sean de carne y hueso o algorítmicos. Elon estaría allí para hacerlas realidad, para materializar los sueños y guiar el destino de nuestro mundo. Una maravillosa utopía, sin duda. O todo lo contrario.

*Javier Moreno es escritor y ensayista. Sus últimos libros publicados son la novela 'Omega' (Aristas Martínez Ediciones) y el ensayo 'El hombre transparente' (Akal).

En ' El Palacio de los Sueños', la novela del escritor Ismail Kadaré, un grupo de funcionarios se encarga de analizar e interpretar los sueños de los ciudadanos del Imperio. El cometido de dichos funcionarios es entrever cuáles son los deseos y los miedos de los súbditos. Cada semana, uno de esos sueños, el conocido como Sueño Maestro, resultará de vital importancia, ya que de él, como si de un oráculo se tratase, dependerá el destino de todo el Imperio. Sin duda, la obra de Kadaré resulta ser una fabulosa metáfora del poder, del modo en que este es capaz de monitorizar ya no solo los actos conscientes de aquellos a los que acoge en su seno, sino también sus más ocultas fantasías.

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