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El infierno de Azovstal: la 'Moria' donde resisten mil ucranianos, según el fotógrafo que la retrató
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El infierno de Azovstal: la 'Moria' donde resisten mil ucranianos, según el fotógrafo que la retrató

Es una ciudad dentro de una ciudad —Mariúpol— y otra más debajo de la enorme fábrica de acero construida por Stalin en 1930, destruida por Hitler en 1941 y horadada por túneles kilométricos

Foto: Fábrica de Azovstal. (Foto cedida por Viktor Mácha)
Fábrica de Azovstal. (Foto cedida por Viktor Mácha)
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“Azovstal es una ciudad dentro de una ciudad [Mariúpol] y otra debajo de la fábrica de acero, donde existen múltiples túneles y pasadizos que desembocan en enormes estancias y refugios”, explica a El Confidencial Viktor Mácha, un fotógrafo checo especializado en imágenes industriales, cuya cámara retrató la inmensa fábrica siderúrgica en dos ocasiones, en 2012 y en 2016.

Es imposible no pensar ahora, mientras se libra la última batalla en la destruida Mariúpol en plena guerra de Ucrania, en los hijos de Durin encerrados y asediados en otra inmensa mina, la de Moria, -Khazhad-dûm- también una fundición de acero, que regían los enanos en la Tierra Media, según la imaginación de J. R. R. Tolkien. “¡Ya vienen, ya vienen!”. El Balrog no está esta vez en lo más hondo, sino en la superficie, a punto de arrasar la última resistencia de la ciudad de Mariúpol, empleando ya bombas antibúnker e incluso con la amenaza de una guerra química para obligar a salir a los cerca de 1.000 ucranianos, principalmente civiles, que aún permanecen en los abismos de los hornos de fundición, "seguramente en algún lugar alrededor de la planta de chapa", explica el fotógrafo.

"Los molinos de acero están bien construidos, y además es un verdadero laberinto subterráneo"

Los rusos están haciendo añicos —como todo lo que han encontrado a su paso desde el maldito 24 de febrero— un enorme complejo fabril de hierro y acero que ellos mismos fundaron en 1933, cuando Mariúpol se llamaba Zhdánov, su designación soviética. Una ciudad y una emblemática fábrica que los nazis ya destruyeron en 1941 haciéndola arder hasta los escombros. “Los hornos son de un tamaño impresionante” explica Viktor: “Por eso es difícil saber cómo y dónde se estarán escondiendo, pero la verdad es que no existe un lugar más adecuado para ello. Los molinos de acero están muy bien construidos, mucho mejor que cualquier refugio en la ciudad y además es un verdadero laberinto subterráneo".

placeholder La fábrica de Azovstal, tras la invasión nazi de 1941.
La fábrica de Azovstal, tras la invasión nazi de 1941.

Este martes comenzó el asalto final a Mariúpol, cuya toma ha sido anunciada por Rusia ya varias veces, pero en la que aún no han podido levantar su bandera. Las milicias prorrusas del Donbás se centran precisamente en el asalto a la acería de Azovstal de la ciudad portuaria, una antigua planta metalúrgica que, por su enrevesada arquitectura y sistema de conductos, servía como escondite de civiles y de las tropas ucranianas, entre las que destaca el Regimiento Azov, convirtiéndose en el último foco de resistencia en la ciudad ucraniana.

"Por donde yo sé, algunos grupos de asalto, seleccionados especialmente para esa misión, ya han comenzado su labor y nos ayuda en ello la Federación de Rusia con su aviación y artillería", relató el portavoz de las milicias de la república popular de Donetsk, Eduard Basurin. Entrevistado por la televisión pública rusa, Basurin aseguró que las fuerzas prorrusas controlan todos los barrios residenciales de Mariúpol y confía en que las fuerzas ucranianas atrincheradas en Azovstal se entregarán en breve.

placeholder Azovstal.
Azovstal.

Azovstal y Mariúpol, una ciudad dentro de otra que ya en 2014 sintió el aliento ruso en forma de guerra por los separatistas azuzados desde Moscú: “El mercado de pescado casi desierto en el centro de la ciudad. Las tiendas vacías en la avenida Lenin. Los enormes altos hornos de la fábrica de Azovstal funcionando a media potencia y emitiendo finas nubes de humo negro y sucio”. La descripción entonces de Bernard Henri-Levy —‘The Will to See: Dispatches from a World of Misery and Hope’— palidece ahora que Azovstal es el último reducto de una Mariúpol totalmente arrasada, un dédalo de escombros humeantes.

La destrucción nazi

Exactamente igual que en 1941, cuando fue el Tercer Reich quien la arrasó; reducida a escombros después de que una tonelada de explosivos de alta potencia colocados por los ingenieros nazis en su retirada barriera sus cimientos. La importancia económica de Azovstal para la URSS se remonta a 1933, después de que las autoridades soviéticas eligieran el sitio, en la costa del mar de Azov, por su fácil acceso marítimo a los depósitos de mineral de hierro.

La fábrica, orgullo de Stalin, fue ordenada por el Consejo Supremo de Economía Nacional de la Unión Soviética entonces, pero su despegue real tuvo lugar a partir de 1945, cuando se reconstruyó el vasto complejo. En lugar de desmantelar el horno y empezar de cero, los ingenieros ucranianos encargados de su restauración decidieron ahorrar tiempo y materiales levantando la gigantesca estructura con gatos hidráulicos en donde se había alzado la anterior fábrica.

Innumerables edificios, altos hornos y vías férreas, todos conectados por una gran red de túneles subterráneos

Y con la reconstrucción se desplegaron los túneles y los refugios. No en vano, la planta se encuentra en la zona industrial que da al mar de Azov y cubre más de 11 kilómetros cuadrados, que contiene innumerables edificios, altos hornos y vías férreas, todos conectados por una gran red de túneles subterráneos. De hecho, se yerguen tan bien construidos que algunos analistas militares rusos han afirmado que no solo pueden aguantar los bombardeos, sino que incluso resistirían un ataque nuclear, que es la razón por la que se habría estado valorando el uso de armas químicas, argumento según las informaciones rusas que lo justificaría.

Joya metalúrgica

La gigantesca Azovstal era la joya de la economía ucraniana, un emporio metalúrgico y siderúrgico que se alzaba como una de las fábricas más grandes de Europa antes de la invasión rusa. En 2015 producía 15 millones de toneladas de acero anuales: raíles, planchón, productos largos para construcción, además de chapa gruesa de calidad excepcional para los sectores de los combustibles fósiles y la construcción de barcos. La planta dispone de siete altos hornos y dos hornos de oxígeno básico de 350 toneladas, así como cinco máquinas de coladas y un molino de desbaste. La suspensión de sus operaciones por la guerra ha afectado dramáticamente a los mercados siderúrgicos del continente, según ha informado Metinvest Holding.

placeholder Exterior del horno número 3. (Viktor Mácha)
Exterior del horno número 3. (Viktor Mácha)

Mácha explica que, aunque él no tuvo acceso a los refugios de Azovstal durante su visita de 2016, se sabe que cuando se restauró la fábrica en la década de 1940, después de las duras lecciones de la Segunda Guerra Mundial, los planificadores soviéticos "construyeron primero los refugios antiaéreos, luego reconstruyeron la acería de arriba, por lo que está bien protegido, pero tal vez no lo suficiente”. Nadie imaginaba que realmente esa planificación rusa serviría precisamente para que se convirtiera en la última fortaleza de Mariúpol. La fábrica puede caer otra vez, pero al igual que tras la invasión nazi, cuando termine la guerra, será reconstruida de nuevo.

“Azovstal es una ciudad dentro de una ciudad [Mariúpol] y otra debajo de la fábrica de acero, donde existen múltiples túneles y pasadizos que desembocan en enormes estancias y refugios”, explica a El Confidencial Viktor Mácha, un fotógrafo checo especializado en imágenes industriales, cuya cámara retrató la inmensa fábrica siderúrgica en dos ocasiones, en 2012 y en 2016.

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