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El síndrome de 'El hormiguero': así perdió la cabeza Will Smith
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TORTAZO EN LOS OSCAR

El síndrome de 'El hormiguero': así perdió la cabeza Will Smith

Su autobiografía desvela su adicción al éxito y las grietas en su gestión ‘bienqueda’ del estrellato. La bomba de relojería detrás del rey de las sonrisas. Del taquillazo al porrazo

Foto: Smith, con el Oscar. (EFE/EPA/Nina Prommer)
Smith, con el Oscar. (EFE/EPA/Nina Prommer)
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"Will Smith nunca haría esa salida de tiesto en una gala de los Oscar". Lo dijo el crítico Alberto Luchuga mientras comentaba en directo EL TORTAZO de Will Smith a Chris Rock en ‘Tarde de perros’.

En efecto, al principio, todo el mundo pensó que el sopapo había sido una broma pactada: Chris Rock se mofaría de Jada Pinkett, mujer de Smith, que subiría al escenario y le metería un guantazo. Un giro de guion no especialmente gracioso. Pero sucedió lo imposible. El sopapo era real, como reales fueron los improperios posteriores de Smith a Rock: “Mantén el nombre de mi esposa fuera de tu puta boca”.

O la imparable máquina de relaciones públicas conocida como Will Smith saltando por los aires en el peor día (ceremonia de los Oscar retransmitida a todo el planeta) y en el peor momento (minutos antes de recoger el Oscar al mejor actor).

A cualquiera se le podría ir la cabeza, pero no a Will Smih, pues ninguna carrera de Hollywood había sido tan exitosamente ‘bienqueda’ como la suya.

Foto: Will Smith (d) golpea a Chris Rock durante la 94ª edición de los Premios de la Academia en Hollywood. (Reuters/ Brian Snyder)

Hacer caja

Aún no era una estrella planetaria, cuando Smith pidió consejo a Arnold Schwarzenegger para convertirse en una: “No eres una estrella de cine hasta que la última persona del último país del mundo sabe quién eres. Has de recorrer el mundo, dar la mano a todo el que te encuentres, besar a todos los bebés”. Lo cuenta Smith en su reciente autobiografía, ‘Will’, cuyo tema de fondo —sus problemas emocionales para mantener su marca como actor más querido del mundo— ha reventado ahora con el bofetón.

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Escuchado el consejo de Schwarzenegger, Smith empezó a hacer las giras más exhaustivas del 'show business'. Nadie ha sonreído tanto a periodistas, fans y telespectadores como el príncipe de Bel-Air. Si te preguntas por qué Will Smith ha ido tantas veces a 'El hormiguero', más allá de su interés frustrado en hacer una versión estadounidense del programa, piensa en todos los hormigueros internacionales en los que se ha metido las últimas tres décadas. O el plan de Will Smith para conquistar el mundo del entretenimiento:

"En lo que a mí respectaba, la película no era el producto, el producto era yo"

1) “Otros actores detestaban viajar, la prensa y los eventos de promoción. Me parecía de locos. Calculamos que una película que podía alcanzar unos diez millones de dólares de taquilla en España lograría sin problemas entre quince y veinticinco millones si viajabas al país, asistías a un estreno, pasabas un día con la prensa y participabas en un par de eventos con fans. (Tampoco va nada mal aprenderte un par o tres de frases en el idioma del país y pronunciarlas ante las cámaras para que salga en las noticias.) Si multiplicas eso por treinta países, hacer acto de presencia podía disparar una taquilla de unos 250 millones de dólares a más de 500 millones. Una porción de esos dólares adicionales iba a parar a mi bolsillo”.

2) “Las productoras invertían más de 150 millones en promoción. No dedicaría ese dinero a promocionar películas, sino a promocionarme a mí mismo. En lo que a mí respectaba, la película no era el producto, el producto era yo”, escribe en su libro.

La marca Smith: la sonrisa más blanca de Hollywood, diversión para toda la familia, a prueba de salidas de tiesto...

Cuestión de prioridades

Will Smith pasó a ser el actor más rentable del mundo… y comenzó a rayarse. Si el nuevo taquillazo no había sido mayor que el anterior, malo. Will Smith vivía por y para el éxito. A su familia se le empezó a hacer pesada su obsesión —y eso que su mujer y sus hijos estaban metidos hasta el fondo del 'show business'—. Ejemplo tonto pero significativo de su megalomanía competitiva: toda la familia se juntaba para jugar al Monopoly... y Smith no paraba hasta ganarles a todos. Resumiendo: era un tipo cansino. “Mi mentalidad era: ‘peleas como entrenas’. Creía que Jada y mi familia necesitaban que pensara así. Necesitaban que cultivara y mantuviera una mentalidad ganadora. Necesitaban que nunca desentrenara mis instintos guerreros. Era un hombre negro en Hollywood. Si quería conservar mi posición, no me podía relajar. Ni un instante”, cuenta sobre sus locas partidas de Monopoly.

Will y Jada fueron un día al terapeuta. La cosa acabó en bronca histórica. ¿Por qué? El terapeuta les pidió que escribieran sus prioridades por orden en un papel.

Las prioridades de Jada fueron: "Los niños. Will. Yo. El resto de la familia y los amigos".

Las prioridades de Will fueron: "Yo. Jada. Los niños. Mi carrera profesional".

"Leí lo que Jada había escrito y sentí que me inundaba la confusión. Ella leyó lo que había escrito yo y se le anegaron los ojos de lágrimas. En los veinticinco años que llevamos juntos, nunca la he visto tan dolida como en ese momento", escribe el actor.

"Cuando lo tienes todo, sufres la pesadilla brutal y recurrente de perderlo"

Es entonces cuando la autobiografía de Will Smith adopta la forma hollywoodiense clásica de estrella-adicta-al-éxito-se-aleja-de-los-suyos-hace-catacrack-y-escribe-libro-de-autoayuda-para-contar-que-ha-aprendido-la-lección-y-ya-está-curado.

Will explica su adicción al éxito como deseo (sin fondo) de ser querido tras una infancia emocionalmente complicada (su carismático padre era un maltratador y Will, un niño del que todos se reían): "El deseo insaciable de agradar se manifestaba como una dependencia agotadora".

"Hacer realidad mi sueño [triunfar en Hollywood] era, para mí, la única vía al amor y a la felicidad. Fracasar equivalía a morir. Creía que, una vez que hubiera llegado a la cima de la montaña, nunca volvería a tener miedo. Nunca volvería a estar triste. Nunca me volverían a maltratar, a faltar al respeto o a dejar de querer. Todo aquello por lo que merecía la pena vivir estaba en la cima de la montaña. No había nada que no estuviera dispuesto a perder por el camino o a abandonar para llegar allí. Y cualquiera que se opusiera o interfiriera con mi progreso era mi enemigo".

Foto: Will Smith, recogiendo su Oscar a mejor actor protagonista por 'El método Williams'. (EFE)

"Había conseguido todo aquello con lo que siempre había soñado: carrera, familia, negocios, salud, superestrellato... Y además lo había hecho todo de la manera correcta. Había escalado hasta la cima y, al llegar, había descubierto que las nubes ocultaban un pico aún más alto... Había equiparado tener éxito a ser querido y a ser feliz... y acabé sufriendo una versión aún más insidiosa de la 'enfermedad sutil' del 'más, más, más y más'. Si tengo más éxito, seré más feliz y la gente me querrá más. Intentaba llenar un vacío emocional con logros materiales externos. Al final, se convierte en una obsesión insaciable. Cuanto más tienes, más quieres; el anhelo no se satisface nunca. Terminas con una mente consumida por lo que no tiene y lo que no ha conseguido, incapaz de disfrutar de lo que sí tiene", cuenta en su autobiografía.

¿Confesión sincera o exhibicionismo emocional? ¿Empanada new age o ejemplo para la juventud? Abrirse en canal y lanzar la segunda fase de su carrera al mismo tiempo: el Will más maduro, frágil y… preparado para ser premiado. El camino hacia el Oscar se calentó con este tipo de revelaciones personales.

Droga de ida y vuelta

Previsiblemente, el libro termina con Will Smith tomando ayahuasca y viendo la luz. Tal cual. El viaje de Will:

1) “Me desperté flotando en el espacio exterior. Me despabilé y me di cuenta de que estaba a billones de años luz de la Tierra. Estaba tan lejos que sabía que nunca volvería a ver nada conocido ni a ninguno de mis seres queridos. Nunca jamás. Aquí me quedaría para toda la eternidad. Mientras intentaba digerir la magnitud de la tragedia, me comencé a deslizar entre las estrellas infinitas... Era como si Picasso se hubiera dedicado a pintar el espacio exterior. Colores, cubos y ángulos. La majestuosidad del entorno me abrumaba. Era el sitio más bello en el que había estado jamás. Estaba distraído y arrobado y, entonces, percibí una presencia a mis espaldas. Era una mujer”.

Foto: Will Smith abofetea a Chris Rock en los Oscar (REUTERS Brian Snyder) Opinión

2) "¿Dónde estamos? —susurré. —¿Qué quieres decir, tontín? —respondió la mujer... —¡Este sitio es maravilloso! —exclamé. —No es un sitio, tontín. ¡Esto eres tú, tontín!... El corazón se me aceleró mientras miraba a mi alrededor y asimilaba la grandeza de este paraíso infinito. —Un momento. ¿Todo esto soy yo? —Sí, tontín. —¿Yo soy así de bello? —¡Claro que lo eres! —afirmó. Sus palabras abrieron las compuertas de la emoción en mi interior. Comencé a llorar, me purgué. Toda una vida de inseguridad, de incertidumbre y de carencias salió violentamente de mí. La revelación de mi belleza interior me llenó el alma y el corazón de posibilidades. —Si soy así de bello, no necesito que mis películas lleguen al número 1 para sentirme bien conmigo mismo... Si soy así de bello y cuento con este santuario interior al que siempre puedo volver, no necesito la aprobación de nadie. Ya me apruebo yo. Soy suficiente. Esta fue la primera vez que saboreé, si bien brevemente, la libertad".

"Era un hombre negro en Hollywood. Si quería conservar mi posición, no me podía relajar"

Pero, ¡ay!, tras la publicación de la autobiografía, y justo cuando la industria le daba su mayor reconocimiento, el icono amable se desmoronó de manera impensable.

En el libro, de hecho, Will Smith predice lo que al final acabaría ocurriendo. O el momento en que toda una carrera de sonrisas lucrativas se desmorona...

"El éxito plantea una paradoja extraña y perturbadora. Cuando no tienes nada, sufres el temor y el dolor de tener que esforzarte al máximo para lograr tus objetivos. Pero, cuando lo tienes todo, sufres la pesadilla brutal y recurrente de perderlo... Era la mayor estrella de cine del mundo, pero, de repente, empecé a notar la 'enfermedad sutil', una mentalidad de pobreza que había entrado por la puerta de atrás. Todo me parecía extraordinariamente frágil: una lesión, un escándalo, un fracaso comercial... eso era lo único que me separaba de tener que volver a Filadelfia. ¿Y si de repente volvía la crisis financiera de 1929? Solo hay un miedo peor al miedo a no conseguir lo que deseas: el miedo a perderlo".

Pues bien: el crac del 29 de Will Smith ya está aquí. La gran ida de perol. Eso sí: con Oscar bajo el brazo, performance televisiva mundial y discurso desgarrador de aceptación. ¡Esto es Hollywood!

"Will Smith nunca haría esa salida de tiesto en una gala de los Oscar". Lo dijo el crítico Alberto Luchuga mientras comentaba en directo EL TORTAZO de Will Smith a Chris Rock en ‘Tarde de perros’.

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