Es noticia
Jaume Plensa, nuestro artista más universal: "Barcelona se ha ideologizado y ha perdido diversidad"
  1. Cultura
entrevista

Jaume Plensa, nuestro artista más universal: "Barcelona se ha ideologizado y ha perdido diversidad"

El polifacético creador con esculturas en espacios públicos de todo el planeta, de Barcelona a Río, acaba de inaugurar en el Museo de Arte Moderno de Céret, Francia

Foto: El artista barcelonés Jaume Plensa muestra desde hoy trece esculturas y veinte dibujos originales de gran formato especialmente creados para la exposición "Cada rostro es un lugar", con la que se reabre el Museo de Arte Moderno de Céret, en
El artista barcelonés Jaume Plensa muestra desde hoy trece esculturas y veinte dibujos originales de gran formato especialmente creados para la exposición "Cada rostro es un lugar", con la que se reabre el Museo de Arte Moderno de Céret, en

Pocos artistas son tan reconocibles y admirados en nuestro siglo como Jaume Plensa (Barcelona, 1955). El Premio Nacional de Artes Plásticas de 2021 hace tiempo que quedó pequeño para el polifacético creador, con una carrera internacional donde la prensa ha destacado sus esculturas en espacios públicos, esparcidas por medio Planeta, de Barcelona a Río, de Madrid a New Jersey.

El pasado 6 de marzo inauguró en el Museo de Arte Moderno de Céret, Francia, la exposición 'Jaume Plensa, cada rostro es un lugar', donde, entre otras cosas, remarca el absurdo de las banderas a través del parecido de toda la Humanidad, lamentándose por la reciente guerra de Ucrania mientras sorprende a un espectador poco acostumbrado en la actualidad, más tras la pandemia, a observar su obra en interiores.

Además, el valor de reinaugurar el museo de la localidad gala redunda en la apuesta del artista catalán por establecer un diálogo con los más grandes, no en vano Pablo Picasso, Georges Braque o Juan Gris desfilaron por esos parajes a principios de la pasada centuria. El diálogo que leerán a continuación se desarrolló unos días más tardes del evento en el taller de Plensa en Sant Feliu de Llobregat, en un polígono industrial.

PREGUNTA: Has trabajado muchísimo en el espacio público. ¿Cómo concibes ver tus obras en un museo, en un interior como en Céret?

RESPUESTA: Siempre hice exposiciones en galerías y museos, pero me gusta mucho involucrarme en el espacio público como concepto, pero un museo o una escenografía también lo son a su manera. Es algo natural, pero sí es cierto que las piezas se ven distintas afuera o dentro de un lugar.

P: Lo digo porque mi percepción de las obras fue distinta.

R: Seguro, y además en Céret está el aspecto de la luz, más diáfana, mientras en otras exposiciones es más oscura, puntual y concentrada. Quise poner dibujos porque me hacía ilusión combinarlos con esculturas. Por ello debí iluminar paredes y entonces surgió un retorno de luz interior, como si fuera de tarde, esa luz tonta de cuando oscurece.

P: De transición.

R: Eso es. Me hizo ilusión porque en algunas exposiciones, como Helsinki, parecía de noche porque el día era muy corto y me impactó muchísimo porque elegí una luz demasiada tenue. Una exposición es un laboratorio, tiene su riesgo e historia, y comprendo que a un espectador le pueda gustar más una u otra.

placeholder El artista barcelonés Jaume Plensa en la exposición dedicada a su obra en el Moderno de Céret (Francia). (EFE David Borrat)
El artista barcelonés Jaume Plensa en la exposición dedicada a su obra en el Moderno de Céret (Francia). (EFE David Borrat)

P: En este sentido también son un riesgo las esculturas en el espacio público.

R: También es un laboratorio que sirve para verificar intuiciones, algo de valentía al hacerlo delante todo el mundo. Cuando instalé en 2012 mi pieza en Río de Janeiro tuve una crisis que duró varias semanas.

P: ¿Por qué?

R: Porque nunca lo había hecho dentro del agua y no me dejaron excavar en la arena, por lo que adopté una solución de estabilidad de la pieza muy superficial, dentro del agua, encima la arena, y no sabía si se aguantaría, todo esto con espectadores y la marea con sus vaivenes. Cuando subía torcía la grúa por el contrapeso y dejamos caer la escultura. Quedó vertical y quizá en ese instante empecé a creer en ciertos milagros.

P: Recuerdo que antes de ese momento quisiste tener una escultura en Río de Janeiro.

R: Ahora volveré a Brasil por la Bienal del Cono Sur con una exposición en Porto Alegre, pero antes fui con veinte años a Río y Sao Paulo. En la playa de la primera muchas personas dejaban ofrendas de botellas de cachaza con pequeñas velitas a la divinidad del mar, una versión autóctona de la virgen del Carmen a través de su sincretismo religioso. Al verlo pensé que también deseaba realizar un homenaje a Jemanjá, el Dios del Mar.

Cuando llegas al espacio público, debes establecer un diálogo para conocer su personalidad

P: ¿Antes de poner las piezas en un lugar elaboras una relación con el mismo?

R: Por supuesto. En el caso de Madrid mi Júlia debía ocupar el pedestal de Colón. Cuando llegas al espacio público debes verlo como un gran desconocido y aproximarte, pues al colocar una pieza en el mismo debes establecer un diálogo para conocer su personalidad. A veces la tiene muy fuerte y debes pactar. En ese sentido, existen muchas posibilidades y todas ellas me apasionan.

P: Al colocar una pieza en el espacio público generas un mensaje, algo que noto siempre más ausente en la contemporaneidad.

R: Eso es importante, porque el espacio público no es un museo, y además tampoco debemos pensar que las piezas de estas características deben ser por fuerza grandes, más bien su tamaño debe acompasarse con la escala del lugar, no sólo de tamaño, sino mental, y este es el gran error que ocurre con frecuencia. No diré nombres, pero el espacio público está sembrado de malentendidos, no sólo en el arte, asimismo en la arquitectura.

P: Y las piezas, como en la arquitectura, generan un diálogo de época a época, como por ejemplo en el Palau de la Música de Barcelona.

R: Puede ser, si bien intento que el diálogo se produzca más con las personas. Todo está condicionado por el lugar, pero lo que de verdad intento es crear esos puentes entre el paisaje existente y esta especie de mundo urbano o natural con las personas. En inglés existe esa palabra, Shelter, una protección, como los refugios de los pastores para esconderse cuando llovía. Esta es poética, una protección contra esos gigantes, David contra Goliat, y David sería la arquitectura que nos devora, haciéndonos sentir como hormiguitas. El arte tiene una capacidad extraordinaria para crear espacios y lugares de energía que nos invitan a compartir entre nosotros.

placeholder Exposición de Jaume Plensa en el Museo de Arte Moderno de Céret (EFE David Borrat)
Exposición de Jaume Plensa en el Museo de Arte Moderno de Céret (EFE David Borrat)

P: Las piezas crean una energía propia que condensa el lugar.

R: Eso es muy importante. Tengo desde hace años una obsesión por la dualidad, entre cuerpo y alma, lo material y lo inmaterial, lo visible y lo invisible. Este tipo de cosas que a veces la gente no asocia como escultura en estado puro. ¿Qué quiere decir todo eso? Energía, como la que escultura genera en un lugar y hace que veas las cosas de otra manera, algo que el arquitecto muchas veces olvida porque no tiene presente lo que hay a su alrededor, sino sólo de su edificio, algo que ha hecho mucho daño al urbanismo en general. El artista puede ayudar al arquitecto a mostrar que los edificios tienen alma y no sólo son un cuerpo, hasta perturbar el buen funcionamiento de la comunidad.

P: Porque si el arquitecto sólo consigue una consecución técnica quizá enturbie el entorno al no considerarlo.

R: Hay arquitectos extraordinarios que ayudan a que esto no sea así. Sobre todo hablo para que todo esto no se olvide. El arte no es colocar objetos, sino hacerlo correctamente. Una gran comanda pública sería limpiar el espacio y situar todas las cosas correctamente. El espacio público es orgánico y se transforma de forma permanentemente, es salvaje.

P: Pero el espacio público genera tal acumulación de inputs, pienso en el mobiliario urbano, que dificulta una visión correcta del mismo. Limita la mirada.

R: La mirada se satura por lo que dices. Con obras mías he generado vacíos y cuando vuelves los han llenado. El vacío es algo esencial. Por desgracia el espacio público depende de funcionarios mediocres, no de grandes pensadores, sino de pequeños poderes que imponen, eso también causa su salvajismo.

P: ¿Con los funcionarios te refieres a Barcelona? Es célebre tu amor por la ciudad y cómo sus autoridades no parecen entenderlo.

R: Barcelona se ha ideologizado. Una ciudad debe ser abierta como para carecer de ideología. La actual de Barcelona no tiene por qué coincidir con el arte y la cultura. Es Así, no estoy a favor ni en contra.

P: Porque si una ciudad carece de ideología esta es el flujo de personas y sus ritmos en el espacio urbano.

Una ciudad debe ser abierta como para carecer de ideología

R: Y hemos perdido diversidad, y sin ella tenemos un problema. La diversidad, también en el arte, va perdiéndose en todo el mundo, no sólo en Barcelona. La gente que decide en este aspecto es la misma en todo el mundo. La cultura es un reflejo de nuestra vida, y ésta cada vez más política e ideologizada, además de cercana a un poder siempre más inmediato, cuando precisamente faltan proyectos a largo plazo.

P: Un poder inmediato en una época de olvido permanente por sobreinformación.

R: Aquí no sabría qué decirte. En algún momento dije que dejáramos descansar a Gaudí. Me sentía maduro para que mi generación dejara un legado, y se aprovechara de Gaudí para crear algo propio.

P: Al fin y al cabo el parque temático de Barcelona se ha nutrido estos años del binomio Messi-Gaudí, con el primero vaciado de contenido, banalizándose.

R: Las cosas deben nacer de forma espontánea. Cuando hice la Crown Fountain de Chicago ni yo ni los que me la encargaron pensamos en que sería un icono de la ciudad, pero al ser extraordinaria devino tal. Gaudí sólo hizo maravillas extraordinarias, pero los hechos pasan, las sociedades cambian y la ciudad evoluciona. No podemos quedarnos anclados en una catedral, es como si no pudieran existir artistas contemporáneos en León o Burgos porque tienen un templo emblemático. El político malentiende la Historia del Arte al creer que hay muchas cuando sólo hay una. Todos nos apoyamos unos con otros, y esta es la belleza de la Historia del Arte, su fluidez, como en las ciudades.

P: Una suma de sedimentos.

R: Sí, y por eso lamento la ausencia de esta continuidad entusiasta, aún entre errores.

P: Por eso también mencionaba antes el diálogo entre épocas porque al fin y al cabo supone avanzar, es un progreso.

R: Yo entiendo que el político tema el error, pero un artista no debe tener miedo. Sin el miedo a equivocarte es cuando puedes conseguir cosas extraordinarias. Invito al riesgo, tanto a artistas como a políticos, y de verdad que ahora necesitamos políticos, es un camino compartido, no solitario. Cuando las cosas funcionan es extraordinario. Recordaré toda mi vida la amistad con el alcalde de Chicago, feliz por el Millenium Park, con obras de arte, nuevas tecnologías y arquitectura diferente, un éxito urbano, con visitantes de todas partes y un retorno económico importantísimo. Me desconcierta que Barcelona no vea las oportunidades de acciones como esta, del Arte en sí.

Yo entiendo que el político tema el error, pero un artista no debe tener miedo

P: Creo que en Barcelona hay ahora mismo demasiado despacho y muy poca calle.

R: Pero tampoco te digo que el político entienda todo a la primera, pero debería rodearse de asesores que entiendan las cuestiones de las que estamos hablando, asesores bien elegidos. Este debe ser el sistema, asesorarse con garantías.

P: Tus esculturas repartidas por el mundo muestran diversidad y una forma de hermandad entre ellas y las personas.

R: Creas vínculos entre ellas. Me has preguntado por Barcelona, pero el mundo es muy grande. No tengo ningún trauma, problema u obsesión, simplemente trabajo en otros lugares.

P: Con la pandemia tus piezas han viajado mientras tú debías quedarte estático.

R: Viajaban sin mí, y un día no viviré más y quizá sigan haciéndolo. Soy finito. La pandemia ha sido una gran lección porque ha ahondado más en la idea de totalidad de mi obra, desde comprar papel, hasta instalarlo, desde comprar los materiales, pensarlos y colocarlos. Amo los procesos, y perdí parte de ellos este tiempo. Lo viví mal al principio y al final me encantaba porque era mandar un mensaje dentro de una botella porque alguien lo instalaba mientras yo lo controlaba desde aquí. La pieza de New Jersey la montaron sin que fuera, igual con el mural marmóreo de Grand Rapids, en Michigan. Cuando asistí a la inauguración de New Jersey me emocioné mucho porque aquí no tengo espacio para verla montada y pude verificar lo correcto de todo.

La pandemia ha sido una gran lección porque ha ahondado más en la idea de totalidad de mi obra

P: ¿Y en Grand Rapids?

R: En Grand Rapids había cuatrocientas toneladas de mármol y veintitrés contenedores. Pasé dos años esculpiendo las piezas junto a mis técnicos. Todo eso llegó allá y una empresa de New York fue la encargada de montarlo con un equipo de ingenieros de Cánada junto a mi ayudante, Llibert Casanovas, quien realizó todos los sistemas de anclaje. Tuvimos algún roce con los neoyorquinos, estas empresas suelen ser arrogantes, pero al final todo encajó a la perfección un espacio cuadrado, con ángulos. El motivo de orgullo fue técnico, pero no estábamos allí para montarlo.

P: Y montarlo debió ser la guinda.

R: Fue muy emocionante. Quería reivindicar el valor del mural. Lo había hecho con el patio del silencio en la Fundación María Cristina Masaveu Paterson, pero en Grand Rapids fue algo definitivo. En Chicago recuperé la gárgola y aquí lo hice con el mural.

P: Y es lógico que ahora los murales tengan otra connotación porque estamos en otra época.

R: Evidentemente, pero creo que ahora mismo tenemos muchas dudas en las ideas y las direcciones, existe un cuestionamiento permanente. Deberíamos volver a lo más sagrado, a las grandes preguntas, a los orígenes, que se hallan en los grandes clásicos. Siempre amé el románico y el gótico, pero cuando era niño veía las portadas de arte etrusco, egipcio y mesopotámico y enloquecí, estaba fascinado. Me gustan Calder, Miró, Duchamp, pero vengo de lo antiguo. Como mediterráneo me gusta tocar las cosas, acariciarlas. Necesitaba materia para hablar de la invisibilidad, de cosas que parecen perdidas en el tiempo, de la intimidad, de mis pensamientos en el espacio abierto.

P: La importancia en un tiempo como el nuestro del silencio, ahora mismo revolucionario.

R: Cuando empecé con el silencio hace unos años llegaron a tildarme de capellán.

P: Porque el silencio tiene una espiritualidad.

R: Ahora se vuelve a hablar del silencio, y quizá algo han influido mis ojos cerrados, algo que cada vez imitan más artistas. Cada vez encuentro a más personas hablando de la belleza, juzgándola obsoleta. Nada hay obsoleto, eso es una barbaridad, tampoco conceptos superados.

P: Aunque suene un tópico la belleza mueve el mundo.

R: Ahora aquí podríamos intentar definir qué es la belleza.

P: Y podríamos pasarnos horas sin dar con una definición exacta.

R: Sí, podríamos pasarnos horas y días. Nadie sabe muy bien qué es, pero a todos nos emociona, y entonces quizá podemos intuir lo que es. Si muchos entienden algo como tal lo será.

P: Quizá la mejor definición de belleza sería múltiple para dar con su unidad.

R: Es probable, y lo mismo pasa con el tiempo, la suma de todos será su unidad.

P: Ahora que hablas del tiempo me hace pensar que muchos creímos en un tiempo más lento tras la pandemia, idóneo para reducir la velocidad del día a día y pensar, con más silencio. Tus piezas son siempre una invitación al acto de reflexionarlas desde la contemplación.

R: El 1990 inauguré mi primera exposición en París. En el catálogo escribí ser lento, tres veces lento, lento como el diluvio. El concepto de lentitud que pido es poético, como el del silencio. No quiere que todo el mundo calle, es un silencio de profundidad, un refugio, un lugar común donde podamos encontrarnos y tengamos la posibilidad de volver. Cada escultura, lo dice el título de mi exposición en Céret, quiere generar un espacio de encuentro. El silencio es eso, el lugar donde puedes sentir la vibración de tus ideas y tu propio cuerpo.

P: Tal como lo cuentas en estas ideas hay un punto ecuménico, de comunidad y la comunidad como ciudadanía, lo contrario de lo que se vende ahora.

R: Defiendo la comunidad de individuos desde su personalidad específica, cuando más especiales seamos todos más podremos aportar. Si somos diferentes nos enriqueceremos divirtiéndonos. Si fuéramos iguales nos aburríriamos soberanamente. Me da miedo la cultura uniformizadora.

P: Porque la sociedad, como anunció en los setenta Pier Paolo Pasolini, se encamina a una completa homologación.

R: Desde una política de poder y control, quiero una Cultura de diversidad, esencial para el intercambio entre países, comunidades, tradiciones, más diferentes, mejores seremos, esa es mi gran obsesión.

P: El otro día dijiste que tienes muchos amigos en Rusia y Ucrania.

R: Todos están tristísimos porque la cosa se ha ido por completo de las manos. He expuesto en Moscú y San Petersburgo, ayudándome personas de gran voluntad cosmopolita. En Ucrania he dado charlas, me compraron una pieza y se preocuparon mucho. Nos lo pasamos muy bien con personas que vivían entre Kiev y Ciudad del Cabo, gente como nosotros. ¿Qué ha pasado? No puedo entenderlo. No creo que haya ninguna ideología que justifique la muerte. Veo imágenes cada día y es pura desolación. La información cotidiana además olvida que existen refugiados afganos o sirios. No todo es Ucrania pese a que ahora se considera el último segundo como el mas importante. Cuando era más joven pensaba que la vida era crecer con el pensamiento, y ahora constato que es un desconcierto absoluto: cuando aprendemos las respuestas cambiamos las preguntas, como dijo el presidente uruguayo Mújica.

P: El desconocimiento deviene caótico y errático.

R: La vida de las personas es demasiado corta para entender cosas más amplias, somos imperfectos inevitablemente y esa es nuestra ternura. El ser humano es tierno e interesante porque es imperfecto.

Pocos artistas son tan reconocibles y admirados en nuestro siglo como Jaume Plensa (Barcelona, 1955). El Premio Nacional de Artes Plásticas de 2021 hace tiempo que quedó pequeño para el polifacético creador, con una carrera internacional donde la prensa ha destacado sus esculturas en espacios públicos, esparcidas por medio Planeta, de Barcelona a Río, de Madrid a New Jersey.

Arte Arte contemporáneo
El redactor recomienda