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Expediente Carracci: cuando los comisarios se convirtieron en detectives
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Expediente Carracci: cuando los comisarios se convirtieron en detectives

Andrés Úbeda reúne en el Prado los frescos del artista italiano que se dispersaron a mediados del siglo XIX en una exposición de tanto interés artístico como novelesco

Foto: Exposición 'Annibale Carraci. Los frescos de la capilla Herrera', en el Museo del Prado de Madrid. (EFE/Emilio Naranjo)
Exposición 'Annibale Carraci. Los frescos de la capilla Herrera', en el Museo del Prado de Madrid. (EFE/Emilio Naranjo)

El sustantivo comisario define a los expertos que organizan las exposiciones artísticas o que se desempeñan en tareas de conservación. 'Curator' se dice en inglés, pero reviste enjundia la idea del comisariado porque llevar la placa en la solapa, aunque sea por estrictos méritos civiles, predispone la actividad detectivesca de los especialistas museísticos.

Pongamos el caso de Andrés Úbeda, director adjunto del Prado y artífice de una exposición que reconstruye la travesía de los frescos de Annibale Carracci (1560-1609) antaño expuestos en la iglesia de Santiago de los españoles en Roma. Parecían inamovibles a cuenta de su relación histórica y orgánica con los muros del templo, pero fueron objeto de unos peligros y de una dispersión —16 obras a Barcelona, siete a Madrid y una tabla reubicada en la iglesia romana de Montserrat— a la que ha puesto remedio la investigación exhaustiva del 'comisario Úbeda'. Parece el protagonista de una novela de Donna Leon. Y no por haberse sustraído a su erudición académica ni a sus obligaciones institucionales, sino porque el 'expediente Carracci' deriva la investigación a un trabajo integral y polifacético.

placeholder Un reportero graba imágenes de las obras 'San Diego de Alcalá recibiendo limosna' (i) y 'Refacción milagrosa' (d), de Annibale Carracci, durante la presentación de la exposición 'Annibale Carraci'. (EFE/Emilio Naranjo)
Un reportero graba imágenes de las obras 'San Diego de Alcalá recibiendo limosna' (i) y 'Refacción milagrosa' (d), de Annibale Carracci, durante la presentación de la exposición 'Annibale Carraci'. (EFE/Emilio Naranjo)

El resultado de las pesquisas y el inventario de todas las pruebas forman parte de una asombrosa exposición organizada en el Prado hasta el mes de junio. Es la primera vez que se 'reencuentran' las pinturas de Carracci desde la dispersión de 1850. Y la última vez, al mismo tiempo, en que podrá adquirirse una percepción integral de los frescos que el artista boloñés y su mejor discípulo, Francesco Albani, concibieron en la iglesia de Santiago de los españoles a iniciativa del banquero palentino Juan Enríquez de Herrera.

Era la manera con que pretendía agradecer la milagrosa curación de su hijo. La atribuía a la mediación sobrenatural del franciscano andaluz Diego de Alcalá. E intervino para que Carracci dedicara al santo un ciclo pictórico de sus milagros, incluido el que hizo brotar de sus manos un ramillete de rosas.

Peligro de derrumbe

Es uno de los 'cuadros' que forman parte de la colección del Museo Nacional de Arte de Cataluña y que recalaron en Barcelona para salvarse del deterioro del templo romano a mediados el siglo XIX. El peligro de derrumbe explica que Francisco Martínez de la Rosa, embajador de España en Roma, movilizara a los 'maestros arrancadores' para extraer los frescos y trasladaros a los soportes en los que sobreviven desde entonces.

El proceso técnico de la trasposición —tan artesanal como complejo— forma parte de una didáctica proyección en cinemascope que agradecen los visitantes de la exposición y que introduce la sugestión de la experiencia.

Es un viaje en el tiempo y en el espacio que enfatiza la reforma pictórica de Carracci

Experiencia quiere decir que el comisariado de Úbeda no se restringe a las elocuentes tareas detectivescas ni a la reconstrucción de la gran trama pictórica —planos, dibujos preparatorios, documentos—, sino a la dimensión artística y hasta religiosa que llega a adquirirse en el espacio litúrgico del Museo del Prado. De hecho, el esmero con que se han iluminado las salas y la propia disposición de las obras, simulando su ubicación en la capilla romana, sobrentienden un viaje en el tiempo y en el espacio que enfatiza la reforma pictórica de Carracci. Sería la némesis al giro expresionista de Caravaggio. La recuperación de una pureza que evoca la escuela florentina y que remite incluso al estupor de las pinturas pompeyanas, más o menos como si los muros representaran el desafío al transcurso de los siglos. Y como si la piedra fuera la mejor garantía de la posteridad.

El desalojo forzado de 1850 demuestra que no es verdad. Y trastorna los planes que había sufragado el banquero Herrera. Su apellido todavía figura en la capilla de la iglesia de Santiago, a la vera de la plaza Navona, pero los milagros de San Diego de Alcalá se han dispersado hasta que el detective Úbeda les ha devuelto el centro de gravedad.

El sustantivo comisario define a los expertos que organizan las exposiciones artísticas o que se desempeñan en tareas de conservación. 'Curator' se dice en inglés, pero reviste enjundia la idea del comisariado porque llevar la placa en la solapa, aunque sea por estrictos méritos civiles, predispone la actividad detectivesca de los especialistas museísticos.

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