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'El peor compañero de piso imaginable': si ves esta serie, te dará miedo entrar en Idealista
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'El peor compañero de piso imaginable': si ves esta serie, te dará miedo entrar en Idealista

La nueva y muy buena serie de Netflix reúne cuatro casos dramáticos de convivencia domiciliaria

Foto: 'El peor compañero de piso'. (Netflix)
'El peor compañero de piso'. (Netflix)

Es mejor comprar. A esa conclusión debe llegar uno obligatoriamente si ve 'El peor compañero de piso imaginable' (Netflix), donde alquilar vivienda junto a un desconocido parece más arriesgado que iniciarse en el tráfico de órganos. La serie documental recupera cuatro casos trágicos de compañeros de piso indeseables, muestras vivientes del mal de pasillo, del terror del baño compartido y del mito del jardín donde hay flores bonitas y cuerpos enterrados. Viéndola entera, uno parece comprender algo del mundo.

Personalmente, prefiero recurrir a Netflix solo para ver sufrir a gente real. Las ficciones de esta plataforma (y no pocas de las otras) resultan cada vez más flojas debido a un sabotaje propio que seguramente solo he notado yo: el 'spoiler' ideológico. Antes había más tolerancia con las minorías: cualquiera valía para hijo de puta en una película. Como ahora hay tantos personajes que no pueden ser 'el malo' porque eso significaría ser racista, machista, homófobo o gordofóbico, el malo es evidentemente el que queda. Saber lo que va a pasar en una serie (les invito a revisar la segunda temporada de 'Ozark', por ejemplo) debido a que ya no todo puede suceder en una serie según las consignas morales reinantes es muy aburrido. El asesino siempre es el mayordomo, es decir, el tipo cuya culpabilidad menos pueda molestar a una audiencia mayoritaria.

Por eso el 'true crime' funciona como el primer día, no solo porque la realidad supera a la ficción, sino porque es más variada y todos tienen la oportunidad de acabar en prisión. La directora Domini Hofmann ha encontrado cuatro situaciones de inquilinato apocalíptico y ha hecho que, durante algunos días, te dé hasta miedo entrar en Idealista.

Cuatro demonios

Desde el título, la serie ya indica quién es la persona a temer: el compañero de piso. Solo en el primer episodio no es exactamente así. De este modo, los cuatro demonios habitacionales son: una mujer anciana, un hombre de origen asiático, un refugiado palestino y un hombre blanco con estudios de Derecho. Las identidades de estas personas, que en algunos casos incurrieron en el asesinato, parecen no poco diferentes y hasta excesivamente decoradas. Sin embargo, los cuatro tienen algo en común: son muy amables.

La serie, seguramente de forma involuntaria, va perfilando un patrón de la desgracia, una explicación al hecho de que uno no vea peligro en una persona, a todas luces, muy peligrosa. La primera providencia es que esa persona sea encantadora. Esto, los huraños y antipáticos ya lo sabíamos: la única manera de engañar a alguien pasa por caerle bien. A la gente que te cae mal no la dejas al cuidado de tus hijos.

La única manera de engañar a alguien pasa por caerle bien. A la gente que te cae mal no la dejas al cuidado de tus hijos

Así, las cuatro identidades arriba descritas van despojándose según avanza la historia de muchas de sus cualidades, adoptadas en su momento con el fin de facilitar los propios objetivos. En este caso, ser elegido como compañero de piso.

Sobre este peculiar trance social hizo su primera película Danny Boyle, 'Tumba abierta' (1994). Los que la vieron quizá recuerden la violencia y angustia de su planteamiento. Comparada con 'El peor compañero de piso imaginable', es 'Sonrisas y lágrimas'.

La serie viene armada con la solvencia habitual en Netflix, mezclando con dinamismo el relato de las víctimas y de los testigos presenciales, grabaciones de interrogatorios, imágenes actuales de las viviendas donde ocurrió todo y hasta recreaciones con dibujos animados de situaciones críticas sucedidas a puerta cerrada. Hay asesinatos, agresiones, facturas sin pagar y muchas búsquedas en Google. La verdad es que la gente tendría bastantes menos problemas si antes de relacionarse con otra persona dedicara una tarde a buscar su nombre en Google.

También ser guapo ayuda mucho a que una persona deje que le arruines la vida. Dos son muy guapos y tres de las víctimas principales son mujeres. Los testimonios de ellas resultan fascinantes.

Una miniserie plenamente lograda que entretiene y da que pensar sobre el mal

“No sonaba a verdad”, dice un policía sobre la declaración de uno de estos inquilinos demoníacos. Mentir todo el tiempo es lo suyo si quieres robar dinero, propiedades o luz eléctrica; y si quieres, claro, que no encuentren un cadáver. Sin embargo, uno puede preguntarse: ¿a qué suena la verdad? ¿Hay una sintonía exacta en las frases que se formulan con toda sinceridad? Nadie lo sabe.

Salvo algunos recursos de efectismo un poco cutre, 'El peor compañero de piso imaginable' es una miniserie plenamente lograda. Entretiene, da que pensar sobre el mal que anida en cualquier persona que pasa a tu lado por la calle, y que por una casualidad puede entrar de pronto en tu vida; resulta feminista sin poner el menor acento en ello; y acumula detalles espectaculares sobre el desarrollo de un delito y de su investigación. Hay momentos terroríficamente insoportables. Hay esperanza y buen rollo, también. Al final, el 'true crime' va de celebrar que algunos salieron vivos, no del todo indemnes, pero sí más sabios y más fuertes y, por ello, dispuestos a ayudarnos a los demás.

Es mejor comprar. A esa conclusión debe llegar uno obligatoriamente si ve 'El peor compañero de piso imaginable' (Netflix), donde alquilar vivienda junto a un desconocido parece más arriesgado que iniciarse en el tráfico de órganos. La serie documental recupera cuatro casos trágicos de compañeros de piso indeseables, muestras vivientes del mal de pasillo, del terror del baño compartido y del mito del jardín donde hay flores bonitas y cuerpos enterrados. Viéndola entera, uno parece comprender algo del mundo.

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