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'¿Quién es Anna?': delinque, que Netflix paga tus multas
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la serie del fin de semana

'¿Quién es Anna?': delinque, que Netflix paga tus multas

La producción recrea la figura de una estafadora que se infiltró en la alta sociedad estadounidense

Foto: '¿Quién es Anna?'. (Netflix)
'¿Quién es Anna?'. (Netflix)

Coinciden en Netflix dos historias de estafadores, la serie '¿Quién es Anna?' y el documental 'El timador de Tinder'. Para Netflix, la estafadora es adorable porque engaña a ricos y a bancos, mientras que el timador es despreciable porque se ríe de las mujeres. Sin embargo, ambos delincuentes comparten numerosas características, siendo la principal de todas ellas el hecho de que la gente sea más fácil de engañar si cree que eres millonario. Nadie piensa que le va a robar una persona que lo tiene todo.

La serie, que es a lo que vamos, no es nada del otro mundo, pero nos trae al debate la figura curiosa de esta chica rusa que aprendió todo lo fundamental sobre la vida leyendo el 'Vogue'. Lo leyó en Alemania, de donde huyó a París por trabajo y, luego, a Nueva York. Huyó de su padre, por más señas, y persiguiendo un sueño: ser feliz; o sea, muy rica y muy famosa.

Hay que subrayar el hecho de que leer insistentemente 'Vogue', 'Harper´s Bazaar' y demás revistas de moda y tendencias conduzca al delito. Muchos lo sospechábamos.

Básicamente, lo que hizo Anna Sorokin bajo la identidad de la flamante millonaria Anna Delvey fue dejar de pagar todo ese lujo que, en rigor, nadie debería pagar nunca. Hoteles de 1700 dólares la noche, por ejemplo. Cenas, bolsos, limusinas, yates en Ibiza y, ya que estábamos, algún kit-kat del quiosco. Un total de 275.000 dólares. También consiguió dinero de algunos bancos para una fundación que llevaba su nombre y que era, a su vez, pura quimera. “Fingía que era famosa”, es, en suma, la gran y extravagante acusación que pesa sobre esta mujer. ¡Fingir ser famoso es delito!

'¿Quién es Anna?' empieza eufórica, de manera gloriosa: con música rap y un montaje frenético en el que la voz de Julia Garner se dirige a los espectadores para calificarnos de pringados, pues la que mola de verdad es ella, la reina del capital. En esta intro está ya todo lo bueno que veremos en las nueve horas siguientes: mucho rap, escenas con ritmo y la gran actriz.

Mola mucho Julia Garner

Porque la que mola mucho es Julia Garner, motivo exclusivo de que esta serie merezca la pena verse. No pocos descubrimos a esta mezcla de poligonera y señorita Rottenmeier que es Julia Garner en 'Ozark' (Netflix, 2017), donde su forma de escupir los diálogos, su fría mirada de ir a clavarte un cuchillo en el hígado y sus puntuales derrumbamientos emocionales iban poco a poco convirtiendo su personaje en un mito televisivo. Después protagonizó 'The Assistant' (2019), película sobre los abusos sexuales del productor cinematográfico Harvey Weinstein.

Foto: Anna en Venecia, en una de las fotografías de su perfil de Instagram.

En '¿Quién es Anna?', su magnetismo se pone muy convenientemente al servicio de una figura real que no careció de la capacidad camaleónica necesaria para mentirle a todo el mundo, y sacar gran provecho de ello. Sin embargo, Shonda Rhimes, la creadora de la serie (antes: 'Anatomía de Grey', entre otras), no acaba de tener claro lo que quiere de la actriz, que pasa de maleducada en una escena a tonta del bote en la siguiente, con paradas intermedias en la frivolidad, el romanticismo y el trauma familiar, todo demasiado inconsistente.

Del resto del elenco destaca el actor que interpreta al abogado de Anna Sorokin, el iraní Arian Moayed, conocido a su vez por su breve y afilado papel en 'Succession'. Y destaca, ya para mal, todo lo que tiene que ver con la revista neoyorquina que investiga el caso de Anna Delvey, cuya redacción, periodistas y dinámicas resultan tan relamidamente tópicos, tan desesperadamente modernos y políticamente correctos que uno se acuerda de esa frase que dedican en 'Succession' a este tipo de empresas con bicicletas y máquina de yogures: “fosa séptica de muesli”. El marido de la periodista que lidera la investigación, como es común ya en estos productos audiovisuales, se nos muestra siempre en casa, y siempre cocinando o secando los platos. La apoya, sí, apoya a su brillante mujer. Y así todo.

Shonda Rhimes no acaba de tener claro lo que quiere de la actriz, que pasa de maleducada en una escena a tonta del bote en la siguiente

Anna Sorokin la lio parda en 2017, y debemos considerar, no ya solo que en 2022 haya una serie sobre ella, sino que incluso antes su peculiar peripecia estafadora hubiera dado pie a no pocas adaptaciones, desde el libro 'My friend Anna' (2019), de Rachel Williams a la obra de teatro 'Anna X' (2021), de Joseph Charlton. Quiere decirse que en España tenemos, y no es figura menor en esto de merecer una serie, al pequeño Nicolás, que hizo de las suyas en 2014 y, a buen seguro, no vería con malos ojos cobrar cientos de miles de euros por verse en la pequeña pantalla interpretado por, digamos, Patrick Criado.

Pero en España no hay tanta prisa en aprovechar las historias fascinantes que nos da la realidad. Es mejor inventarse otras más aburridas.

Netflix, en fin, ha hecho una buena acción. Anna Sorokin está pagando todas sus multas con el dinero que esta plataforma le ha transferido en concepto de derechos de adaptación de su vida, como se ha difundido en prensa. La idea de delinquir por la vía blanca, sin hacer daño a nadie, y luego esperar que Netflix o HBO hagan con tus andanzas criminales una serie que sufrague las costas legales y las indemnizaciones, me parece sencillamente una genialidad.

Coinciden en Netflix dos historias de estafadores, la serie '¿Quién es Anna?' y el documental 'El timador de Tinder'. Para Netflix, la estafadora es adorable porque engaña a ricos y a bancos, mientras que el timador es despreciable porque se ríe de las mujeres. Sin embargo, ambos delincuentes comparten numerosas características, siendo la principal de todas ellas el hecho de que la gente sea más fácil de engañar si cree que eres millonario. Nadie piensa que le va a robar una persona que lo tiene todo.

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