La literatura después del terrorismo: 'Mejor no contarlo'
Una novela tensa y firme de María Luisa García-Franco revive en la inventada magistrada Isabel Robledo los días previos a su asesinato que, en realidad, fue el del José María Lidón
Como ha ocurrido en Cataluña con el denominado 'procesismo', un género literario ensayístico que analiza el 'procés', sus causas, sus consecuencias, las soluciones y las frustraciones, en el País Vasco, salvando todas las obvias distancias, está comenzando otro fenómeno cultural y también literario que consiste en relatar lo que fue ETA y los miedos que produjo la banda terrorista a través de textos de ficción, pero de un realismo extraordinario.
Cierto es que este género lo inició con un éxito irrepetible Fernando Aramburu con 'Patria', pero a aquella historia tan terrible le están siguiendo otras de alta calidad prosística que, además, llenan vacíos narrativos de la tragedia que vivimos los vascos durante décadas y que golpeó, en definitiva, al conjunto de España.
Este despertar literario post terrorista en el País Vasco responde, aunque sea de forma inconsciente, a la necesidad de una catarsis de la sociedad vasca, a una contrición colectiva por el silencio ante la criminalidad, a una reparación por la indiferencia con la que aquella sociedad digirió el asesinato, el chantaje y la destrucción.
No hubo colectivo -salvo el eclesiástico- que se librara del zarpazo etarra. El nacionalismo se protegió inmoralmente “comprendiendo” las razones del llamado “conflicto” y sólo llegó a la indignación cuando la banda asesinaba a “uno de los nuestros”, expresión utilizada por el presidente del PNV cuando los delincuentes mataron cobardemente a José María Korta en agosto del año 2000, un empresario nacionalista.
Hasta el momento, nadie se había acordado narrativamente de los hombres y mujeres al servicio de la administración de la justicia
Hasta el momento, sin embargo, nadie se había acordado narrativamente de los hombres y mujeres que, al servicio de la administración de la justicia en aquella tierra, rindieron a la democracia el tributo de su vida o de su integridad física. Por fortuna, en una novela tensa y firme, la periodista María Luisa García-Franco (
Antes fueron asesinados o heridos en atentado otros: Javier Jáuregui, juez de paz de Lemona en 1978; José Francisco Mateu, magistrado del Supremo en 1978; Carmen Tagle, fiscal de la Audiencia Nacional, en 1989; Fernando Mateo Lage, presidente de la Audiencia Nacional, gravemente herido en 1990; Francisco Tomás y Valiente, expresidente del Tribunal Constitucional, en 1996; José Antonio Jiménez Alfaro, magistrado de la Audiencia Nacional, gravemente herido en 1996; Rafael Martínez Emperador, magistrado del Supremo, asesinado en 1997; Luis Portero García, fiscal-jefe del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, asesinado en el año 2000; Jose Francisco Querol, magistrado del Supremo también asesinado ese mismo año y el último, José María Lidón, sin olvidar que en esos atentados murieron un escolta y un conductor.
Una historia espeluznante
Con un prólogo del escritor Lorenzo Silva, breve, conciso y acertado y un epílogo realmente extraordinario de Juan Luis Ibarra, expresidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, María Luisa García-Franco construye en 'Mejor no contarlo' -finalista del XVII premio Fernando Lara- una historia espeluznante, un thriller vivísimo en el que enhebra con enorme habilidad dos tramas -quizás tres- que convergen en ese 7 de noviembre de 2001 ante el espanto del cadáver de José María Lidón.
La autora, corresponsal veinte años de ABC en el País Vasco (durante más de siete fui su director) es el exponente de una generación de ciudadanos vascos que están empleando la ficción para contar la realidad. No es una paradoja. Es el signo de los tiempos. La desmemoria hoy no se combate con la historiografía, o no solo. Es imprescindible alentar el recuerdo mediante la ficción, la recreación atractiva, mediante la ideación de escenarios, a través también de producciones audiovisuales.
Debemos homenajear a aquellos colectivos, como el de los jueces, fiscales y magistrados que dieron su vida por la democracia
Hoy en la APM, a las 19.15, oficiaré de telonero de García-Franco, no solo porque ella y su novela se lo merecen, sino porque los vascos transterrados por el terrorismo y sus cómplices, debemos homenajear a aquellos colectivos, como el de los jueces, fiscales y magistrados que dieron su vida por la democracia. No estamos solo ante un fenómeno literario -que indudablemente está emergiendo con fuerza- sino también ante un hecho híbrido, cultural y político, en el que la literatura nos sirve como palanca, como instrumento, como herramienta de recuerdo. 'Mejor no contarlo' -así en silencio llevaron su angustia tantas y tantas víctimas de ETA- es un acabado ejemplo de buena literatura y de una encarnadura moral que merece reconocimiento. El mismo que reclama otro periodista tan apreciado como María Luisa García-Franco con el que trabajé en “El Correo”: Óscar Beltrán de Otálora, que con su novela '
Como ha ocurrido en Cataluña con el denominado 'procesismo', un género literario ensayístico que analiza el 'procés', sus causas, sus consecuencias, las soluciones y las frustraciones, en el País Vasco, salvando todas las obvias distancias, está comenzando otro fenómeno cultural y también literario que consiste en relatar lo que fue ETA y los miedos que produjo la banda terrorista a través de textos de ficción, pero de un realismo extraordinario.