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La francesa que denunció que los hombres trataban a las mujeres como cerdas hace 25 años
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Entrevista

La francesa que denunció que los hombres trataban a las mujeres como cerdas hace 25 años

En 1996 la novela 'Marranadas', de Marie Darrieusseq, se convirtió en un escándalo y la escritora alcanzó la cima del éxito literario; ahora se reedita en español

Foto: Marie Darrieusseq en 2016 (Creative Commons)
Marie Darrieusseq en 2016 (Creative Commons)

En 1996 Marie Darrieussecq (Bayona, 1969) se convirtió, con permiso de Virginie Despentes, en la escritora de moda en Francia. Las revistas y periódicos se la disputaban. Salía en las portadas de los magazines más indies... Como le ocurrió a muchos escritores de menos de 25 años en aquella década -también sucedió en España-, Darrieussecq era la nueva estrella del rock.

La culpa la había tenido su primera novela 'Marranadas' (ahora en la editorial Tránsito), una fábula en la que, casi como sucede en 'La metamorfosis', de Kafka, una mujer se va transformando en una cerda a medida que se relaciona con hombres. En el animal y en la viperina metáfora. Son poco más de 120 páginas que descolocaron a la sociedad francesa del momento convirtiéndose en un escándalo. Es sorprendente lo que podía hacer un libro hasta hace no tanto. La cuestión es que Darrieussecq había tocado la tecla del machismo y la violencia contra las mujeres en una época en la que ese discurso ni se atisbaba. Apenas se movía en pequeñas parcelas universitarias. La escritora había disparado contra la sociedad de la seducción y el cortejo, contra la sociedad en la que las mujeres adoraban -según parecía instalado en no se sabe bien qué discurso moral- que las importunasen. Algo que ha estado ahí hasta casi antes de ayer. Darrieussecq había escrito una novela cuyo discurso no se haría mainstream hasta 25 años después.

Darrieussecq había tocado la tecla del machismo y la violencia contra las mujeres en una época en la que ese discurso ni se atisbaba

Hoy, que vive a caballo entre París y un pequeño pueblo cerca de Bayona, que es madre de tres hijos ya jóvenes y que sigue escribiendo y publicando -en Anagrama se pueden encontrar algunas de sus novelas - relata en esta entrevista realizada por zoom que los tiempos han cambiado mucho, que Francia, sin duda, está mucho mejor para las mujeres, pero alerta: cuidado con la ola reaccionaria de Zemmour y acólitos porque "es de enfermos".

placeholder 'Marranadas'
'Marranadas'

PREGUNTA: Después de casi 30 años se vuelve a publicar 'Marranadas'. En 1996 se montó un buen escándalo por la temática. ¿Cómo lo ve con el paso del tiempo?

RESPUESTA: Ha cambiado todo muchísimo. No tanto por el lado del fascismo, ya que entonces teníamos a Le Pen (padre) y ahora tenemos a Zemmour, que es aún peor. Si Le Pen es fascista, Zemmour es nazi. Por ese lado, el mundo está peor. Pero para las mujeres las cosas están mucho mejor que cuando yo era joven. La idea de escribir este libro me llegó porque de joven, cuando andaba en las calles de París y ya iba pensando cosas en mi cabeza para escribir, había siempre un tipo que parecía que tenía el derecho de decirme cosas. Qué guapa, blablabla. Y en esos tiempos las chicas parecía que no teníamos el derecho a quejarnos de eso. Formaba parte de nuestra naturaleza que los hombres se comportaran así con nosotras. Lo que faltaba era el concepto de “acoso callejero”. La palabra no existía. Y este libro nació precisamente de eso, de que no existía el concepto y de que el espíritu masculino era así.

Es una mujer que se convierte en cerda pero porque los hombres la miran de esta manera. Es algo que para la generación de chicas jóvenes de ahora es evidente, el mansplaining etc, pero cuando yo era joven y estaba escribiendo este libro lo que necesitaba era un tono naif en la protagonista para reflejar lo que ocurría de verdad en las calles. Este tono de voz cándido era para que el lector se diera cuenta de qué es lo que pasaba con las mujeres. Y el libro, es cierto, se convirtió en una pequeña bomba.

P: ¿Hoy no sería tan polémico?

R: No lo sé, lo que sé es que este libro tiene su propia vida. Se publicó hace 25 años y ya se ha estudiado en universidades, se han hecho obras de teatro y todo el tiempo recibo noticias de él. Yo creo que para la nueva generación, tanto para ellas como para ellos, es un libro feminista. En mi época yo misma decía en las entrevistas que “no era feminista, pero…”, de alguna forma ¡me excusaba a mí misma de no ser feminista! Hoy la gran diferencia es que por supuesto que soy feminista. Esto no es un panfleto político, es una novela, un cuento, en realidad, y espero que para los lectores siga siendo divertido. Hay mucho humor, no es un alegato iracundo. Yo lo que intenté con el libro fue pasarlo bien con una historia no binaria de una mujer que era también una cerda. También eso indica cómo ha cambiado el mundo. Mi hijos tienen 20, 17 y 13 años y ellos son no binarios, es decir, para ellos el mundo no está dividido en hombres y mujeres. Para ellos eso es una vieja idea. Y a mí eso me encanta porque creo que tienen unas ideas más avanzadas que las que yo tenía cuando era joven. En fin, no sé cómo será la recepción del libro ahora. Ojalá lo vean como un libro clásico, aunque también puede ser una mierda que se ha quedado vieja.

En mi época yo misma decía en las entrevistas que “no era feminista, pero…”, de alguna forma ¡me excusaba a mí misma de no ser feminista!

P: El ‘me too’ ha sido fundamental…

R: Desde luego. En Francia lo llamamos “Denuncia a tu cerdo”. La manera de los franceses de hablar de la opresión de las mujeres y la dominación de las mujeres a menudo pasa por la imagen del cerdo. Yo tengo aquí una figurita [y muestra un cerdo] de mi animal tótem. Creo que fue una buena intuición esa imagen del cerdo. Desde luego ha sido un cambio para bien.

P: Sin embargo, Francia ha sido un país en el que hubo muchas reticencias. Apareció aquel famoso Manifiesto firmado por Catherine Deneuve y Catherine Millet entre otras actrices, escritoras y artistas que iba en contra del ‘me too’. Y hasta hace no mucho no empezaron a aparecer casos.

R: Por esa tradición de lo que se llama ‘la galanterie’, esas maneras de relacionarse entre mujeres y hombres que vienen del siglo XVIII. No sé cómo traducirlo…

P: ¿Cortejo?

R: Sí, es un cortejo, pero dominado por el hombre mientras que la mujer es un objeto pasivo. La mujer no corteja al hombre. Lo que pasa en Francia con esto es que los hombres no quieren ver que son ellos los que tienen el monopolio de la violencia, ya sea contra las mujeres, los niños, contra los que no son ‘white men’. Y la sociedad no ve que la violencia pertenece a los hombres. Y mi cerda, también como animal, trata de encontrar espacios para poder escapar de esa violencia que está por todas partes. Por suerte, las generaciones jóvenes, como mis hijas, ya sí ven esta violencia. No es algo abstracto sino que se nota.

P: Por tanto, Francia ya parece que sí ha entrado en la denuncia del ‘me too’...

R: Sí, sí, en las universidades, entre los jóvenes… Por ejemplo, hubo una campaña en el metro que recalcaba que si eras una mujer tuvieras cuidado con los posibles peligros… y hubo una reacción de todo el mundo, incluso en los medios, que decía, “para de centrarte en las víctimas y céntrate en los agresores. Educa a tus hijos no a tus hijas”. Mi sensación es que en las grandes ciudades, no así en los pueblos, como en el que yo vivo en el País Vasco francés, es bastante obvio que hay un comportamiento reaccionario auspiciado por Zemmour en relación a este tema. El propio Zemmour escribió un libro titulado ‘El primer sexo’ para acallar a Simone de Beauvier. Desde luego, esto es una vuelta atrás bastante conservadora, pero se debe a que nuestro movimiento es bastante fuerte y bastante mainstream.

"Lo que pasa en Francia es que los hombres no quieren ver que son ellos los que tienen el monopolio de la violencia"

P: ¿Le preocupa Zemmour para las próximas elecciones?

R: Me preocupa porque son ideas fascistas y anti democráticas que siempre han estado ahí, pero creo que él no tiene suficiente poder. Al menos ahora mismo.

P: ¿Y Marine Le Pen?

R: Le Pen está acabada. Por eso Zemmour es peor, porque él ha radicalizado el discurso de Le Pen. Ella ha intentado incluso jugar la carta de la mujer y no le ha funcionado.

P: Durante un tiempo Marine Le Pen era la única mujer con posibilidades de disputar la presidencia. Y venía de la extrema derecha.

R: Es algo que está explotando en la izquierda ahora. Ahí están Anne Hidalgo y Christiane Taubira, que es una mujer negra de la Guayana que es bastante interesante. Fue ministra de Justicia (con Hollande) y fue quien lanzó el matrimonio homosexual. Es realmente muy, muy conocida en Francia, pero no le veo posibilidades…

P: En definitiva, para usted Macron lo tiene bastante controlado.

R: Sí [risas]

placeholder Marie Darrieussecq en una charla (Creative Commons)
Marie Darrieussecq en una charla (Creative Commons)

P: Volviendo al libro y las mujeres, en España es bastante conocida Virginie Despentes, que empezó a publicar también a mediados de los noventa, como usted. Y que también se convirtió en un icono de las nuevas letras francesas y del feminismo. ¿Cómo era todo aquello en los noventa?

R: Sí, yo empecé con Virginie el mismo año. Ella publicó ‘Fóllame’ en 1995. Y nos convertimos en amigas íntimas. También conocí a Beatriz Preciado, ahora Paul. Son dos cabezas muy bien amuebladas, muy inteligentes. Creo que ambas nos beneficiamos del hecho de que en los noventa, de repente, se empezó a apostar por las escritoras. De repente había tantas escritoras como escritores. Y las revistas y periódicos como Les Inrockuptibles o Liberation empezaron a hablar de nosotras. Nos hacían portadas… Nosotras éramos las nuevas mujeres. Es verdad que ‘Marranadas’ tuvo un éxito tremendo y a la vez fue un escándalo porque yo estaba diciendo cosas que en ese momento no eran mainstream, no formaban parte del discurso. Es verdad que había ensayos feministas, pero una novela así no se había publicado nunca. Era rock and roll. Nosotras convertimos el feminismo en un hype.

"Una novela así no se había publicado nunca. Era rock and roll. Virginie Despentes y yo convertimos el feminismo en un hype"

P: Hay escritores de los noventa que se quedaron en un gran éxito y ya. Usted siguió escribiendo y aquí en España se siguieron publicando sus libros en Anagrama. No parece que le entorpeciera el éxito y la fama.

R: No, no. En ese momento me compararon mucho con Françoise Sagan, que tuvo un gran éxito también con ‘Buenos días, tristeza’. A mí me gusta mucho ella. ¿Y qué es lo que hizo con el éxito? Se dedicó a esnifar cocaína y a montar en coches rápidos y tuvo muchos accidentes. Pero yo había crecido en un pequeño pueblo del País Vasco francés y con el éxito me compré un pequeño apartamento en París. Y a lo que me dediqué fue a escribir, a escribir y a escribir. Se convirtió en mi vida. Así que tener éxito fue una gran suerte.

P: Aquella ebullición que hubo en los noventa no parece que se encuentre tanto en los libros de la gente más jóven. Vosotras es que teníais menos de 25 años. No hay muchos casos así ahora.

R: La ebullición está en las redes sociales. Es verdad que quizá no tanto en los libros ni en los medios tradicionales. Pero también en las redes sociales se habla de libros. También creo que los estudiantes y las universidades ahora están más politizadas. Es algo que veo con mis hijos. No creo que toda esa ebullición se haya parado para nada. Por ejemplo, la ecología está mucho más presente que en los noventa. Yo entonces votaba a Los Verdes y mis amigos me miraban raro, como si fuera una sentimental a la que le gustaban los gatos y los perros. Así que yo creo que en ese aspecto sí que hemos evolucionado. Los animales, la salud del planeta, ya forman parte del discurso político. Quizá es tarde, pero es fantástico que sea así. Significa mucho para mí. De hecho en todos mis libros hay animales y me los tomo muy en serio.

"En los noventa yo votaba a Los Verdes y mis amigos me miraban raro, como si fuera una sentimental a la que le gustaban los gatos"

P: De hecho, en ‘Marranadas’ se siente la violencia contra la mujer y a la vez contra la cerda, el animal.

R: Yo vengo de una cultura donde se come mucho jamón. A mí no me gusta. Yo considero a los cerdos unos animales bastante inteligentes, interesantes y nada sucios. Si ellos tuvieran agua limpia estarían limpios. Y es verdad que cada vez más gente está dejando de comer carne, lo cual para mí es una buena decisión. Pero en los noventa eso era algo inimaginable. Yo que ni siquiera decía que era feminista como para pensar en ser vegetariana. Es que era algo que no tenía sentido. Era algo de locos.

placeholder La escritora en una imagen reciente (Yann Dienen)
La escritora en una imagen reciente (Yann Dienen)

P: Ha escrito recientemente un libro sobre la pintora alemana Paula Becker, 'Estar aquí es espléndido' (Errata) que a principios del siglo XX se convirtió en la primera mujer en pintar a una embarazada desnuda. Cuando conocemos estos ejemplos es alucinante ver cómo se han intentado cosas y los obstáculos que aparecen una y otra vez. Porque lo de Becker sí que es ser una pionera.

R: Se pintaba a sí misma desnuda porque le salía más barato y además solo los hombres tenían el derecho de pintar a mujeres desnudas. En París solo había dos escuelas muy caras donde las mujeres tenían el derecho de pintar a otras mujeres desnudas. Es muy loco. Paula tuvo muchos obstáculos para convertirse en la pintora que ahora conocemos y después fue totalmente olvidada. Sí que ha habido trabajos dentro de los estudios de género en EEUU, pero poco más. Ahora en Francia tenemos una exposición y sí, tiene mucho éxito.

P: En definitiva, aunque los noventa parecieran lo más en aquella época, ¿Francia es un país más progresista ahora que en 1996?

Sí, sí. No obstante, con esa ola reaccionaria de Zemmour… Al final nos vamos a arrepentir de que Le Pen pierda fuerza porque lo de Zemmour es de enfermos. Ahora bien, el país es mucho mejor para las mujeres que en 1996. Por ejemplo, la policía está mucho mejor preparada para los casos de violencia contra las mujeres. Y es un discurso que está en los medios mainstream. Cuando yo tenía 25 años sí hablábamos de esto, pero en círculos muy pequeños.

En 1996 Marie Darrieussecq (Bayona, 1969) se convirtió, con permiso de Virginie Despentes, en la escritora de moda en Francia. Las revistas y periódicos se la disputaban. Salía en las portadas de los magazines más indies... Como le ocurrió a muchos escritores de menos de 25 años en aquella década -también sucedió en España-, Darrieussecq era la nueva estrella del rock.