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El Benidorm Fest, una bofetada al progresismo
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'TRINCHERA CULTURAL'

El Benidorm Fest, una bofetada al progresismo

La expectación creada por un par de canciones diferentes de la ganadora ha llevado a mucha gente a cuestionar el resultado. Pero también hay lecciones políticas sobre la excitación que recorre los asuntos culturales

Foto: Chanel, en 'Benidorm Fest'. (RTVE)
Chanel, en 'Benidorm Fest'. (RTVE)

El resultado del Benidorm Fest no ha dejado de levantar pasiones, mayores aún que la expectación que había suscitado en los días de su celebración. Las acusaciones de tongo en la elección final, la irritación de buena parte de la parroquia tuitera y de muchos votantes, la sensación de injusticia y de que todo había sido una suerte de representación teatral en la que la ganadora estaba decidida de antemano, no ha dejado de recorrer las redes sociales en cuanto se hizo pública la resolución.

Pero más allá de cuál sea la mejor canción, la más apropiada para representar a España en Eurovisión o la que agrade a un mayor número de personas, que es un asunto en el que cada cual tendrá su opinión, el Benidorm Fest aporta alguna lección política relevante.

Los aplausos desde sectores progresistas que habían suscitado dos canciones, ‘Ay mamá’, de Rigoberta Bandini, y ‘Terra’, de Tanxugueiras, contenían un mensaje ideológico claro. Suponían la reivindicación de dos elementos esenciales desde su visión política, el feminismo y la diversidad cultural y lingüística de un país. El entusiasmo activista con ambas canciones fue notable, tanto que se hacía esperable que alguna de las dos acabase representando a España en Eurovisión.

Las lecciones no aprendidas

El resultado final, sin embargo, ha sido un guantazo al progresismo en diferentes aspectos. Uno de ellos lo sintetiza punzantemente Alberto Olmos: “¿O sea que la típica canción "picante" interpretada por una chica de calendario colgado en un taller de forja y soldadura ha ganado a una canción que reivindicaba dar visibilidad a las tetas, pero desde los cuidados? Hay ironías que casi parecen castigos”. Pero al margen de esta astilla en la uña, hay aspectos que representan bastante bien el papel estructural que ha jugado el progresismo en los últimos años, y que continúa plenamente vigente.

Alguna lección tendría que haber aprendido el progresismo de lo que se dio en llamar gentrificación. Fueron ellos, como explicaba ayer, los que se fueron a vivir a barrios en decadencia, gracias a los precios bajos, los resucitaron, les dieron nueva vida y construyeron una comunidad de intereses y afinidades, articulada a través de lo que se llamó “nostalgia de futuro”. Pero una vez que se convirtieron en barrios vibrantes y atractivos, llegó el capital, compró viviendas y locales, subió los precios y expulsó a buena parte de sus habitantes, aquellos que habían construido el nuevo espíritu. Se enfadaron con los pisos para turistas, con el cambio de condiciones y demás, pero la mayoría de ellos tuvieron que marcharse de allí.

Hay pruebas de fuego que demostrarán si la ideología progresista es algo más que un mecanismo útil para generar nuevos beneficios

Con el Benidorm Fest ha ocurrido lo mismo. Fue el impulso activista el que revitalizó algo devaluado y en decadencia como los festivales de canción ligera, los reinterpretó como empoderadores y los puso de moda como algo plenamente moderno y a la altura de los tiempos. Pero después el certamen lo ganó una canción puramente comercial, ligada a esos intereses, y que raramente puede calificarse de feminista. Por así decir, volvieron a generar un valor que después no fue aprovechado por ellos, sino por el vulgar capital. Dejando de lado el hecho de que sus apuestas para luchar contra un pasado rancio se vieron derrotadas por una canción mainstream y sexualizada, valga la redundancia, lo cierto es que generaron unas expectativas alrededor de este tipo de festivales y de su valía simbólica que atrajeron pasiones y audiencia, y de las cuales no extrajeron ningún rédito.

El progresismo como mecanismo inversor

Lo que me lleva a formularme la pregunta si el progresismo actual no es, precisamente por su afición, ya apuntada, a olvidar las cuestiones estructurales, y por su tendencia a centrarse en la revalorización cultural, un mecanismo especialmente útil al capitalismo actual en lugar de una fuerza compensadora o revolucionaria; si esa negativa a abordar asuntos como el poder y la economía estructurales no les convierte en una fuerza que reconvierte temáticas en grandes inversiones. Si no son una fórmula de 'rebranding' que cambia los nombres a los temas, los reformula en inglés y genera aceptación moderna a asuntos que nos resultaban difícilmente tolerables.

No olvidemos, en esta deriva, que hay temas especialmente importantes. Los cambios energéticos y la revolución verde son uno de ellos. La forma en que esta se realice será una prueba de fuego: si todo consiste en grandes inversiones que rentabilizan los mismos en lugar de generar otro tipo de sociedad, el progresismo no será más que un mecanismo útil al servicio de una nueva generación de beneficios. El segundo asunto relevante es hasta qué punto toda esta insistencia cultural no está generando una reacción evidente que favorece a las derechas, en la medida en que sus argumentos y la vehemencia con la que los difunden no sólo crean aceptación social, sino rechazo. Y en cuanto a la visión estratégica, y sólo a efectos comparativos: el sábado estaban reunidos en Madrid Orbán, Le Pen, Abascal y otros líderes de la derecha europea, mientras los progresistas estaban pendientes de la actuación de Rigoberta Bandini.

El resultado del Benidorm Fest no ha dejado de levantar pasiones, mayores aún que la expectación que había suscitado en los días de su celebración. Las acusaciones de tongo en la elección final, la irritación de buena parte de la parroquia tuitera y de muchos votantes, la sensación de injusticia y de que todo había sido una suerte de representación teatral en la que la ganadora estaba decidida de antemano, no ha dejado de recorrer las redes sociales en cuanto se hizo pública la resolución.

Trinchera Cultural Benidorm