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Carlo Giuliani: cuando las manifestaciones antiglobalización eran de la izquierda
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Carlo Giuliani: cuando las manifestaciones antiglobalización eran de la izquierda

Se despide en el Teatro del Barrio de Madrid 'Ragazzo', la obra que recuerda el asesinato del activista Carlo Giuliani en la cumbre del G8 celebrada hace más de veinte años en Génova

Foto: Oriol Pla como el activista Carlo Giuliani (Torra)
Oriol Pla como el activista Carlo Giuliani (Torra)

El 20 de julio de 2001 Carlo Giuliani, de 23 años, fue asesinado durante las manifestaciones contra la cumbre del G8 que se celebraba en Génova. A día de hoy todavía no está claro quién disparó, pero acabó con dos balazos y con el cuerpo arrollado (dos veces) por un Land Rover de los carabinieri. Giuliani era uno más de los miles de jóvenes ligados a asociaciones y partidos de la izquierda -desde Greenpeace a ATTAC o el Partido Comunista italiano- que aquellos días se manifestaban contra la globalización y el poder de las élites. Por allí estuvo también un veinteañero Pablo Iglesias.

Eran los años de las protestas antiglobalización, del Foro Porto Alegre, de Lula da Silva, del subcomandante Marcos y el neozapatismo, del ‘No Logo’ de Naomi Klein, del otro mundo es posible, las canciones de Manu Chao, los pañuelos en la cabeza y el mal encarnado en empresas como McDonald`s o Nike. Dos décadas después, sin embargo, todo ha dado un giro de 180 grados y la pregunta no es baladí: ¿dónde quedó todo aquello cuando ahora el antiglobalismo procede precisamente del otro lado del tablero político?

Hoy todo ha dado un giro de 180 grados: ¿dónde quedó todo aquello cuando ahora el antiglobalismo procede del otro lado del tablero político?

El recuerdo de aquellos tiempos lo trae la obra de teatro ‘Ragazzo’, un proyecto de Lali Álvarez Garriga (directora y autora) y Oriol Pla (actor al que se le puede ver también en series como 'El día de mañana' o la película 'Incierta gloria') que comenzó en 2016 y que este año se despide de los escenarios. Esta semana se puede ver en el Teatro del Barrio de Madrid y tiene previsto girar por todo el país. En él, Pla se mete en la piel de Giuliani y ofrece un portentoso recital físico en el que el espectador es capaz de ver a ese chaval que “tiene mucha prisa por vivir la vida, que no se traga nada porque sí, que no tiene miedo de preguntarse, cuestionarse el porqué de las cosas. Y con unas ganas de vivir que le salen por las orejas”, cuenta a El Confidencial el actor. Él solo recrea esa casa okupa en la que vivía Giuliani y cómo fueron aquellos dos días previos a su muerte en los que fue a conciertos -de Manu Chao, por supuesto-, manifestaciones y mítines en el famoso estadio Carlini donde se celebraba la contracumbre.

placeholder Oriol Pla como Carlo Giuliani (Torra)
Oriol Pla como Carlo Giuliani (Torra)

¿Carlo Giuliani? Ni idea

Pla era muy pequeño -apenas ocho años- cuando ocurrieron los hechos de Génova. A él la ebullición política le llegó por primera vez a los 18 años con el 15M, cuando Pablo Iglesias, Íñigo Errejón y compañía ya habían mamado toda aquella primera década de los 2000 en la que, de alguna manera, se gestó la semilla de Podemos. Lali Álvarez, sin embargo, recordaba muy bien aquellos momentos. “Hace unos años ella empezó a hablar de los momentos históricos que nos habían marcado. Salió el 11S, claro. Y ella me dijo: Génova. Y yo dije: ni idea. Y pensé, cómo es que no sé esto”, cuenta Pla. Hasta entonces solo había visto en Youtube vídeos de manifestaciones contra el G8 -”había uno con el Carmina Burana de fondo”-, pero sin tener mucha conciencia de lo que había pasado. “Sí que tuve también unos monitores en un campamento que tenían esa conciencia de la colectividad, del ecologismo y de la política alternativa”, añade.

“Ella empezó a hablar de los momentos históricos que nos habían marcado. Y me dijo: Génova. Y yo dije: ni idea. Y pensé, cómo es que no sé esto”

Pero, ¿y su generación? ¿La que incluso llega algo más tarde del 15M? ¿Queda algo del espíritu Giuliani o se ha convertido en una batallita de cuarentones que recuerdan que alguna vez fueron a un concierto de Chao y escucharon una batukada? “Creo que hay más confusión, más apatía e individualismo. La forma de comunicación y protesta y en base a qué protestamos no queda nada claro. Yo puedo tener unos ideales lejanos al capitalismo, pero mi vida es totalmente capitalista. Creo que la gente joven está un poco desactivada, lo cual es muy triste”, reconoce Pla, quien no se imagina hoy a un chaval de 18-20 años leyéndose “el tochaco de Naomi Klein”. “Hay mucho ruido y mucho placebo, mucha individualización. Creo que estamos cansados y decimos: mira, me quedo en casa viendo vídeos, hago mis cositas para conseguir dinero y ya está”, asegura.

Cuando se ve ‘Ragazzo’ hay una sensación muy grande de tiempo pasado. Quizá haya quien lo recuerde con añoranza o melancolía, pero el caso es que esas manifestaciones que protagonizó la izquierda -y que fueron duramente reprimidas por la policía- ahora no existen. “Sí, la forma de protesta cambió en Génova. Ni siquiera el 15M fue así. Fue de manos arriba, pacifismo, nos quedamos sentados…”, comenta Pla, que recuerda la manifestación hace unos meses contra la ampliación del aeropuerto del Prat convocada por asociaciones ecologistas. “Yo estuve allí y pensé, ¿qué vamos a hacer, cortar las calles? La pregunta era cómo luchar en un sentido activo. No digo con violencia,... pero sí creo que ha cambiado cómo se hacen las protestas. Pero luego por parte de la policía sí ha habido… está el 1 de octubre o manifestaciones donde la policía ha saltado el ojo a gente… y por ese lado nunca pasa nada”, comenta. Y añade: “Yo creo que hay mucho miedo. Y a veces ves ahí a la policía y piensas, bueno, yo me voy porque esto no va a llevar a ningún lado y me voy a llevar alguna hostia”.

placeholder Uno de los momentos del monólogo (Torra)
Uno de los momentos del monólogo (Torra)

La batalla, en la derecha

Si reconoce que hay una desactivación entre la gente más joven también es consciente de que hoy la cosa antisistema y antiglobalización se encuadra en la derecha populista, que ha tomado a George Soros como su gran enemigo. “Sí, eso de que Trump va de antisistema”, indica. Le parece que forma parte “de toda esa misma confusión”. Sin embargo, para él, el engaño de los líderes agitadores de la ultraderecha es obvio. Lo explica mediante un chiste de Dave Chapelle -ahora mismo uno de los comediantes más conocidos en EEUU y cuyos monólogos se pueden ver en Netflix- en el que contaba lo que se encontró cuando fue a votar. “Vio todo lleno de hombres blancos, trabajadores del campo super emocionados con Trump y que decían: “va a luchar para nosotros”. Y Dave, que es negro, pero millonario, decía: “No, no os enteráis. Yo soy rico. Va a luchar para mí”, señala.

Hace justo un año del asalto al Capitolio de EEUU auspiciado por los defensores de la conspiración Qanon. Le digo que ahí sí que pudo haber violencia. “Sí, sí. En la obra hay un momento en el que se dice, “qué pasa si tuviéramos armas”. Imagínate una guerra civil en EEUU… Te cagas. Pero también está ahora lo de Kazajistán, que han dicho que abran fuego contra los manifestantes”, sostiene.

20 años y un monolito

Estas son las últimas funciones de ‘Ragazzo’, una obra que si por Pla fuera “haría toda la vida”, ya que reúne todas las piezas que hacen que este actor, hijo de uno de los fundadores de Els Comediants, reivindicador del teatro de calle, folclórico, clown, y una actriz procedente del circo, ame el teatro. “Con esta obra me di cuenta de que era un teatro muy necesario, que tenía sentido porque generaba mucho debate después. Hay gente a la que recordaba cosas… Tenía una historia que calaba en la gente… No era entretenimiento sino cultura de base. Es una pieza en la que la honestidad está por encima del ejercicio estético”, sostiene.

"Ahora hay más confusión, más apatía e individualismo. La forma de comunicación y en base a qué protestamos no queda nada claro"

Pero cuando acabe desea que la memoria de Giuliani y lo que fueron aquellos años no se olviden. “Ahora hay un torneo de fútbol que se celebra cada 20 de julio en su memoria, hay un monolito en la Piazza Alimonda [donde Giuliani fue disparado] donde la gente va a poner flores. Su madre lucha para que estas víctimas jóvenes en las manifestaciones no se olviden. Se ha hecho también un cómic, el padre escribió un libro sobre por qué no encaja la versión oficial sobre el disparo. Ahora se va a hacer un documental. Se hizo el documental sobre la Escuela Díaz… De alguna manera el recuerdo se mantiene vivo”, manifiesta Pla. Los que lo vivieron, no obstante, ya tienen más de cuarenta años. Y la batalla no parece estar ya en ese lado.

El 20 de julio de 2001 Carlo Giuliani, de 23 años, fue asesinado durante las manifestaciones contra la cumbre del G8 que se celebraba en Génova. A día de hoy todavía no está claro quién disparó, pero acabó con dos balazos y con el cuerpo arrollado (dos veces) por un Land Rover de los carabinieri. Giuliani era uno más de los miles de jóvenes ligados a asociaciones y partidos de la izquierda -desde Greenpeace a ATTAC o el Partido Comunista italiano- que aquellos días se manifestaban contra la globalización y el poder de las élites. Por allí estuvo también un veinteañero Pablo Iglesias.

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