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"Había cubos de piedras preciosas": la confesión inédita sobre el tesoro republicano del Vita
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"Había cubos de piedras preciosas": la confesión inédita sobre el tesoro republicano del Vita

Un relato inédito de María Luisa Elío describe el primer escondite del botín de oro y joyas que Juan Negrín sacó de España en 1939 y que Indalecio Prieto le arrebató en México

Foto: Juan Negrín, de blanco, e Indalecio Prieto, a la derecha. (EFE/archivo)
Juan Negrín, de blanco, e Indalecio Prieto, a la derecha. (EFE/archivo)

¿Dónde acabó lo del Vita? Aquel botín español de 151 maletas llenas de oro en bruto, plata, monedas, zafiros, esmeraldas, brillantes, incluso reliquias de la catedral de Toledo. El tesoro llegó a México a bordo de un yate adquirido por el Gobierno de la Segunda República y, todavía hoy, el destino exacto de lo que quedó continúa siendo un misterio. En febrero de 1939, el Gobierno republicano daba la Guerra Civil por perdida. Las tropas nacionales avanzaban en Cataluña y el presidente Juan Negrín, huido en Francia, ideó un plan para arrebatar a Franco la fortuna que garantizaría la continuidad del Gobierno republicano y el sustento de los exiliados.

Fue entonces cuando Negrín negoció con las autoridades francesas la entrada de varios camiones con valija diplomática, que no podían ser retenidos ni inspeccionados en las aduanas. Su contenido acabó conformando el tesoro que después llegó a México a bordo del Vita, según el historiador Aurelio Velázquez Hernández, de la Universidad de Salamanca. Los bienes provenían de expropiaciones de la Caja de Reparaciones y de Monte de Piedad de Madrid, principalmente. Ante el avance de Franco, Negrín ordenó el embarque de aquella fortuna en un yate rumbo a Veracruz. Tan apresurado fue, que no se hizo ningún inventario, según el mismo investigador. Por eso, todavía hoy resulta difícil concretar el contenido del tesoro y el paradero de lo que se conservó.

placeholder El Vita, que terminó sirviendo a la Armada israelí. (Wikicommons)
El Vita, que terminó sirviendo a la Armada israelí. (Wikicommons)

La historia del tesoro del Vita fue la del forcejeo de una Segunda República que agonizaba en el exilio, la de un arma arrojadiza entre el franquismo, Juan Negrín e Indalecio Prieto, que se hizo con el control del botín a su llegada a México. El antiguo ministro de Defensa Nacional y presidente del PSOE en el exilio se enfrentó a Negrín y administró aquella fortuna con cierta opacidad, sin que se conociera con exactitud el contenido del yate ni dónde fue a parar. Un texto inédito en España hasta ahora relata cómo fue uno de los primeros escondites del tesoro en México, en una vivienda custodiada por el propio Indalecio Prieto.

El relato lo firma la escritora María Luisa Elío (Pamplona, 1926 - Ciudad de México, 2009) y puede leerse en una colección de textos que acaba de publicar Renacimiento con el título de 'Tiempo de llorar' (2021). 'Voz de nadie' es el texto en el que Elío describe de primera mano el escondite de ese tesoro que conoció bien, ya que Prieto lo guardó en la primera casa de sus padres cuando se exiliaron en México.

La escritora era hija de Luis Elío, quien fuera presidente de los Juzgados Mixtos de Trabajo de Navarra durante la Segunda República. En julio de 1936, el juez Elío fue detenido por las tropas sublevadas y se libró del fusilamiento porque pasó tres años escondido en un cuarto sin ventanas, del tamaño de un armario. Finalmente, se hizo con un salvoconducto y se reunió con su familia en Francia, para después viajar a México.

placeholder 'Tiempo de llorar'. (Renacimiento)
'Tiempo de llorar'. (Renacimiento)

'Voz de nadie' fue publicado inicialmente en 2017 por El Equilibrista (México), en una edición pequeña (50 ejemplares) y ya descatalogada, de la mano de Diego García Elío, hijo único de la escritora. Así fue como María Luisa Elío recordaba la llegada del tesoro a su primera casa de México, después de que toda la familia huyera de su Pamplona natal ante el estallido de la Guerra Civil: "Las luces estaban encendidas. Se abrió la puerta de una casa bien puesta pero impersonal. Don [seudónimo utilizado para referirse a Indalecio Prieto a lo largo de todo el relato] estaba sentado en uno de los sillones. 'Esta es su casa, Carmen (...). Tenga en cuenta que todo el último piso será algo que llamaremos laboratorio, hay que guardar cientos de baúles. Instálense y yo les iré presentando poco a poco a las personas que trabajarán aquí; ya pensaremos, quizá sea necesario que viva con ustedes alguien armado como vigilancia".

Elío describe de primera mano el escondite del tesoro que conoció bien, ya que Prieto lo guardó en la primera casa de sus padres en México

¿Cómo acabó en casa de los Elío aquella fortuna? Al llegar el buque cargado de tesoros al puerto de Veracruz, los tripulantes del Vita comprobaron con pánico que los destinatarios designados por Negrín no se encontraban en México. Estaban retenidos en Nueva York por una enfermedad que afectó al doctor José Puche, el que sería el encargado de administrar la fortuna republicana en el exilio, según la tesis de Velázquez Hernández. Pero quien sí se encontraba en México era Indalecio Prieto, político socialista que años antes había abandonado el Gobierno por sus diferencias con Negrín.

Forcejeo y agresión

La prensa mexicana comenzó a especular con el contenido del yate anclado lejos de la costa. Y los encargados de transportar el tesoro temían que las autoridades portuarias se presentaran allí para registrar el barco e, incluso, terminaran incautando su contenido. Tras una negociación con Indalecio Prieto, el entonces presidente mexicano Lázaro Cárdenas accedió a desembarcar el contenido del Vita bajo el control y la custodia del político. A aquello siguió un forcejeo por el control de los fondos entre Negrín y Prieto, que estuvieron a punto de agredirse en una reunión de ejecutiva del PSOE en París, según el historiador citado. Negrín apostaba por la continuidad del Gobierno con los fondos del tesoro. Indalecio Prieto, por utilizar la fortuna para sostener a los refugiados en México. Para ello constituyó la JARE (Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles) en oposición al presidente.

Y para sufragar las actividades de ese organismo, Prieto desmontó y vendió gran parte del tesoro del Vita. Como las joyas no podían venderse en su forma original, por miedo a que alguien las reclamara, se despiezaron y se fundieron bajo un gran secretismo. Ese fue el 'laboratorio' que menciona María Luisa Elío en su relato, que se instaló en el último piso de la casa. El político y escritor Virgilio Botella cuenta que a los trabajadores de esa fragua improvisada "se les llenaban con grasa los intersticios entre los dedos y las uñas a fin de evitar que se depositaran en ellos el polvillo y las limaduras de oro" de las joyas desmontadas.

Foto: María Luisa Elío y Gabriel García Márquez

"Algunas veces llegaban a casa unas camionetas como si fueran de tintorería o de tiendas de abarrotes que hundían el piso del pequeño jardín. Esas camionetas iban repletas de lingotes de oro (es muy impresionante ver por cientos los lingotes de oro). Esos lingotes se metían en clósets que después se tapiaban", cuenta María Luisa Elío en su relato.

"Un día, estando yo en la cocina tomando un vaso de leche, entraron dos de esos hombres cargando unos cubos llenos hasta el borde de piedras preciosas; las lavaban como si fueran patatas y las piedras pequeñas desaparecían por la coladera. 'Qué disparate —protesté yo—, pongan un trapo de cocina por abajo'. Excelente idea. Y nos pusimos todos a lavar esmeraldas, rubíes, brillantes. Téngase en cuenta que esas piedras estaban sin contar, un puñado en el bolsillo y ya. Hago hincapié en esto porque mis padres murieron en la pobreza total".

El rastro se pierde

La ausencia de inventario y la apresurada fundición y venta de la fortuna hacen difícil seguir el rastro de la administración de la JARE prietista. Cuenta el historiador Ángel Herrerín citado por Claudia Dávila, que los fondos obtenidos se dedicaron a los exiliados tanto fuera como, sobre todo, dentro de México. "Se crearon así, empresas, escuelas, asentamientos agrícolas y un servicio farmacéutico que proporcionaba atención médica y medicinas en forma gratuita a los exiliados. Pero lo que llama especialmente la atención es el tema del reparto de los subsidios directos a los refugiados, donde se observan los favoritismos y las inequidades del organismo".

La JARE suscitó varias polémicas entre los refugiados españoles, y en 1942 el Gobierno de México ordenó una auditoría para esclarecer la administración "al descubrir que Prieto había ocultado la existencia de más de dos millones de dólares que se encontraban en el extranjero". Los padres de María Luisa Elío custodiaron el tesoro del Vita, una de las principales fuentes de financiación del organismo, durante sus primeros años en México.

Foto: Francisco Largo Caballero.

"Yo había escuchado hablar del tesoro desde que era pequeño, en las historias que me contaba mi madre", cuenta Diego García Elío, hijo de la escritora y primer editor del relato, a este periódico. "A mí me llamaba mucho la atención toda la especulación que surgió en torno al Vita. Solía ir de excursión con un grupo y un día fuimos al Nevado de Toluca, un volcán. En el cráter hay un lago y los mayores del grupo empezaron a comentar que ahí es donde la leyenda dice que se encuentran los restos del Tesoro. Me sorprendí porque yo había hablado cotidianamente de esto cuando era niño, con mi madre. Como esa leyenda, escuché muchas más. Otros decían que estaba enterrado en la antigua casa de mis abuelos". En el Nevado de Toluca, unos arqueólogos mexicanos encontraron en 2010 un reloj que podría haber pertenecido al botín republicano.

El hijo de María Luisa, nieto de Luis Elío, describe el relato de su madre como "una historia policíaca". "Ella me lo contaba con un tono de aventura cuando era un niño. Con los hombres armados, el gran tesoro, la explosión...". Según 'Voz de nadie', uno de los empleados de aquella casa murió al mezclar dos líquidos que se empleaban en la separación de las joyas, que provocaron una gran explosión en la casa del Vita cuando la familia Elío ya no vivía allí.

"Mientras trabajaban limpiando las alhajas pusieron un líquido de una botella en otra que parecía estar limpia; parecía, pero no lo estaba, no por completo, y, al unirse estos dos líquidos, explotó como una bomba. Quedó destrozada la encantadora persona que hacía ese trabajo. Don [Indalecio Prieto], que se encontraba allí cuando ocurrió, se llenó los bolsillos de piedras preciosas y vino corriendo a nuestra casa, que se llenó de joyas sin que supiéramos qué hacer con ellas".

Por un lado, los rubíes del Vita. Por otro, los ahogos que atravesaba su familia, la miseria y la honestidad de quienes los escondían

"A lo largo del relato se puede ver que mi madre no sentía simpatía por Indalecio Prieto. Sobre todo, por el sufrimiento que vivió en aquellos años", cuenta Diego García Elío. "Al poco tiempo de llegar a México tras la Guerra, mi abuelo terminó marchándose de casa y mi abuela se quedó sola con sus hijas. Empezó a padecer enfermedades graves y acabó mal, fue una historia trágica en un momento en el que la familia pasaba penurias económicas". El hijo de la escritora habla de una especie de 'esquizofrenia' y desdoblamiento con el que México recibió a María Luisa. Por un lado, los rubíes del Vita. La opulencia de los lingotes de oro amontonados en los armarios. Por otro, los ahogos que atravesaba su familia, la miseria y la honestidad de quienes lo escondían, que recibían "una miseria" por cuidar la casa/laboratorio.

Es algo que en 'Voz de nadie' se pregunta una y otra vez: ¿cómo hubiera sido su vida si hubiera escondido unas cuantas monedas de aquel tesoro mientras se guardaba en su casa? "El dinero que reuníamos cada mes ya no llegaba para nada que no fuese morfina [para paliar los dolores de su madre, relata María Luisa] y alguna vez llegué a encontrarme a las dos de la madrugada con un peso en el bolsillo y en medio de la calle, buscando morfina. Cómo pensaba yo en aquel entonces en el tesoro del Vita: un puñado de esas piedras preciosas y mi madre estaría atendida cómodamente".

placeholder María Luisa Elío. (Familia Elío/Cedida)
María Luisa Elío. (Familia Elío/Cedida)

"Creo que 'Voz de nadie' puede tener algún tipo de trascendencia de otro orden, más allá de lo literario. Históricamente, se ha especulado mucho con el Vita y el exilio en México. La verdad que cuenta mi madre, aunque de forma literaria, es exacta. Siempre es bueno aportar luces al respecto, esta podría ser una", opina Diego García Elío. El relato que se recoge en esta edición de Renacimiento no es el único texto valioso de Elio. 'Tiempo de llorar', su crónica del dolor y el desconcierto incurables en el exilio, vuelve a editarse después de años descatalogado en España.

Cuando creció, María Luisa Elío dejó atrás las estrecheces de la infancia y la amargura que acompañó al tesoro del Vita, que es la de una infancia arrebatada y dislocada por la guerra. Su madre murió y apenas volvió a ver a su padre. Durante la juventud, estudió teatro en la escuela de Seki Sano y se casó con Jomí García Ascot, cineasta y poeta español también exiliado en México. El matrimonio frecuentaba los entornos culturales y literarios de Latinoamérica. Entre ellos, las tertulias de amigos en casa de Gabriel García Márquez. Allí, Elío y el escritor colombiano trabaron amistad. Tanta, que llegó a dedicarle a ella y a su marido 'Cien años de soledad'. Así se convirtió en la destinataria de una de las novelas más importantes del siglo XX. Pero esa es otra historia.

¿Dónde acabó lo del Vita? Aquel botín español de 151 maletas llenas de oro en bruto, plata, monedas, zafiros, esmeraldas, brillantes, incluso reliquias de la catedral de Toledo. El tesoro llegó a México a bordo de un yate adquirido por el Gobierno de la Segunda República y, todavía hoy, el destino exacto de lo que quedó continúa siendo un misterio. En febrero de 1939, el Gobierno republicano daba la Guerra Civil por perdida. Las tropas nacionales avanzaban en Cataluña y el presidente Juan Negrín, huido en Francia, ideó un plan para arrebatar a Franco la fortuna que garantizaría la continuidad del Gobierno republicano y el sustento de los exiliados.

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