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'McMillions': la serie más bonita (y más inadvertida) del siglo XXI
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'McMillions': la serie más bonita (y más inadvertida) del siglo XXI

Una extraordinaria producción sobre la estafa del monopoly de McDonald's no ha recibido la atención que merecía

Foto: 'McMillions'. (HBO)
'McMillions'. (HBO)

Mark Wahlberg tiene ahora una serie en HBO sobre su vida. Se titula 'Walh Street'. Trata de las seis o siete empresas en las que participa como socio capitalista el actor de algunas de las mejores películas de los últimos tiempos ('Boogie Nights', 'Infiltrados') y de muchas otras —mayormente de acción— que nunca llegan a ser realmente pésimas. La serie sobre su vida proporciona a Wahlberg un nuevo hito: quizás es la peor serie de todos los tiempos.

La he visto entera. Son seis capítulos de 23 minutos de duración donde Walhberg dirige su pequeño imperio de empresas contradictorias (gimnasios, hamburguesas, comida sana, camisetas…) desde la más impresionante ineptitud. Durante la mitad de la serie, cabe preguntarse si es todo una broma, a la manera de 'I´m still here' (2010), el rompedor falso documental donde se nos vendía que Joaquin Phoenix había dejado el cine y se iba a dedicar al rap. Gracias a Google, podemos comprobar que no, que 'Wahl Street' es bochornosamente real.

placeholder Mark Wahlberg. (Creative Commons)
Mark Wahlberg. (Creative Commons)

Sale mal parado Mark Wahlberg de la serie. Básicamente, decenas de empleados y jefecillos cuyo sueldo depende del capricho inversor del actor le hacen la pelota durante tres horas aunque lo que diga Mark sean auténticas chorradas: “Quiero que la gente sepa que, si se esfuerza, conseguirá sus sueños”. Todos aplauden este tipo de bisutería de gestión, emocionados.

El caso es que a mí me gustaría ver una serie que pueda recomendarles también emocionado. Está difícil. Sin embargo, en 'Wahl Street' se nos habla de Unrealistic Ideas, una productora audiovisual de la que Wahlberg también es dueño. Su primera producción se tituló 'McMillions' (HBO). Aunque es de 2020, me la puse para ahondar en ese despropósito que es la vida como empresario de Mark Wahlberg. Resulta que es una de las mejores series que he visto en los últimos años.

'McMillions'

Aunque la serie es 'vieja' para la histeria por la novedad en que nos movemos, no parece que ni usted ni nadie la haya visto. La serie que todos hemos visto es la serie que todos los medios, de pronto, han decidido recomendar, y que todos los modernos, de pronto, han decidido ver. Así se forja el 'hit' y miles de personas hemos dedicado muchas horas a 'The Wire', 'Breaking Bad', 'Chernobyl' o 'El juego del calamar'.

¿Por qué nadie nos recomendó, con insistencia, 'McMillions' (HBO)? Quizás el título era demasiado bobo, y su asunto —la estafa en el monopoly del McDonald's en los años noventa en Estados Unidos— un poco esquinado. Da igual. Es hora, amigos, de que vean 'McMillions', seguramente la serie más bonita del siglo XXI.

Esta producción se inscribe dentro del género serie-documental/'true crime' que tan bien se le daba a Netflix. Básicamente, hay que tomar un Puerto Hurraco, o a un Dioni o a un Ruiz Mateos, y revisar su historia con apabullante despliegue de documentación, desde cortes televisivos de la época a entrevistas actuales con los implicados, pasando por la teatralización de hechos sin registro. Que en España, donde no andamos escasos de 'crímenes reales', no haya aún una serie para cada mito delictivo de nuestra historia no deja de ser alarmante.

En el 'true crime', la historia real tiene que ser impresionante, mejor si se mató a alguien. Además, la serie tiene que estar a punto de —si no directamente conseguir— resolver el caso, o al menos tiene que descubrir cosas que nunca antes se habían descubierto. Esa es la esencia de la serie documental inolvidable: que la vives como una investigación en directo. Sucedía con 'Paradise Lost', 'Making a Murderer' (Netflix) o 'The Jinx' (HBO), todas extraordinarias.

Lo fascinante de 'McMillions' es el catálogo de personajes que se despliega

Lo curioso de 'Mcmillions' es que no se ha matado a nadie. Hay cierta inocencia en dedicar una serie simplemente a una estafa, estafa que además solo perjudica a un imperio de la hamburguesa (McDonald's) para el que 24 millones de dólares (lo robado) se obtiene en una tarde tonta en las franquicias de Polonia con los 'sundaes'. Es, en todo caso, muy simpático ver cómo le roban a McDonald's.

Pero lo fascinante de McMillions es el catálogo de personajes que se despliega, desde un agente del FBI excesivamente motivado a varios miembros de la mafia (familia Colombo), pasando por constructores corruptos, traficantes de drogas o expresidiarios. Buena gente, en definitiva. Lo encantador (navideño, incluso) de 'McMillions' es cómo un montón de gente que se ha visto implicada en una estafa a nivel nacional, y que tiene un expediente policial no demasiado limpio en muchos casos, resulta entrañable, empática, totalmente adorable. “¿Volvería a hacerlo?”, le preguntan los de la serie a un traficante de drogas. “Mañana”, contesta. Y repite: “Mañana”.

El otro juego del calamar

Bien mirada, esta serie donde decenas de personas de todos los estratos y condiciones se encuentran de pronto con el FBI llamando a la puerta es, en realidad, 'El juego del calamar' en su versión hiperrealista. Todos los implicados (o sea, todos los que aceptan un boleto ganador cuyo premio han de repartir con el que sabe conseguir esos boletos ganadores) se ven obligados a ello por sus propias circunstancias, casi nunca por exceso de avaricia. Hay una mujer de raza negra, pobre de solemnidad, cuya historia en concreto puede llevarles a las lágrimas fácilmente.

Foto: 'El juego del calamar'.

Y hay también muchas situaciones desternillantes. Cuando Frank Colombo, otro personaje increíble, habla de su hermano mafioso, Jerry, el documental muestra imágenes de películas de Scorsese muy violentas. “¿Hacía tu hermano esas cosas?”, le preguntan. “Claro, sin duda”, contesta Frank, y añade: “Pero con humor”.

(Frank Colombo, nieto o bisnieto de mafiosos, por cierto, me agradeció vía Twitter que estuviera viendo la serie, cosa que no dejó de provocarme cierto escalofrío, como comprenderán).

Con su mezcla de humor y gravedad, de lágrima y risa, y una extraordinaria capacidad de hacerte querer ver el siguiente capítulo (solo son seis), 'McMillions' acaba apostando por la reconciliación entre contrarios, el amor, la amistad nueva, la familia, en un tramo final impagablemente humanista, de quererse todos un poco más.

Y, por supuesto, la serie descubre algo que nadie sabía sobre la estafa del monopoly de McDonald's.

O sea, es el producto de 'true crime' perfecto.

Mark Wahlberg tiene ahora una serie en HBO sobre su vida. Se titula 'Walh Street'. Trata de las seis o siete empresas en las que participa como socio capitalista el actor de algunas de las mejores películas de los últimos tiempos ('Boogie Nights', 'Infiltrados') y de muchas otras —mayormente de acción— que nunca llegan a ser realmente pésimas. La serie sobre su vida proporciona a Wahlberg un nuevo hito: quizás es la peor serie de todos los tiempos.

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