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'Excalibur': échate unas risas con la muerte de tus animales más queridos
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'Excalibur': échate unas risas con la muerte de tus animales más queridos

Este ácido guiñol con marionetas para adultos en el Teatro del Barrio aborda el sensacionalismo de los 'talk shows' a través de animales sacrificados

Foto: La oveja Dolly, protagonista de la obra 'Excalibur y otras historias de animales muertos'.
La oveja Dolly, protagonista de la obra 'Excalibur y otras historias de animales muertos'.

“¿Recuerdas cómo te infectaste, Teresa?”. “Pues no sé”. "¿Echas de menos a tu perro Excalibur?". “Mucho, todos los días de mi vida”. “Claro, fue una pérdida muy grande”, insiste la entrevistadora. “Sí”, responde Teresa a punto de descorchar las lágrimas. Esta escena real ocurrió un día cualquiera de 2015 en un programa cualquiera de televisión, matinal o vespertino, de los que mueven mucha audiencia. La invitada era Teresa Romero, la auxiliar infectada de ébola en España en octubre de 2014, un virus que casi le cuesta la vida. El objetivo: ahondar en el aspecto emocional por la pérdida de a quien sí que se lo llevó por delante, el perro Excalibur, sacrificado para evitar posibles contagios y cuya muerte causó manifestaciones, discusiones en Twitter (#salvemosaExcalibur) y hasta desfallecimientos. Pero, evidentemente: todo por la televisión.

Quien canta las cuarenta por este amarillismo televisivo mientras el espectador lo ve en una pantalla gigante es la marioneta de otro animal que también sufrió la acción del hombre: la oveja Dolly, clonada en 1996, sacrificada en 2003 (por padecer un cáncer de pulmón) y cuyos seis años de vida los pasó en un laboratorio. Lo hace micrófono en mano en su 'talk show' 'Ornitorincón', plasmando a la perfección el lenguaje, las formas y los gritos de todos estos espacios que apelan más a la víscera que a la materia gris. La acompaña otra marioneta, la reportera Laika, la perra rusa sin ojos, ya que le explotaron en el Sputnik 2 cuando la lanzaron al espacio en 1957 (uno de sus entrenadores la llevó un día antes del despegue a su casa para que jugara con sus hijos. Sabía que iba a morir, por lo que no está muy claro si esto fue un acto de humanidad o de crueldad extrema).

placeholder La perra-marioneta Laika.
La perra-marioneta Laika.

Todo este enjambre de marionetas, animales aniquilados y carnaza televisiva forma parte del montaje ‘Excalibur y otras historias de animales muertos’, de la compañía mallorquina Hermanas Picohueso, y que se puede ver estos días en el Teatro del Barrio de Madrid. Es una comedia acidísima sobre el sensacionalismo mediático que también reparte estopa a políticos, empresarios y banqueros. Y ya que están, también a todas las locuras desatadas en las redes sociales cada vez que algún debate se enfanga (o se crea porque interesa) mientras alguno (la tele) pesca en río revuelto. Como ocurrió con Excalibur cuando también los periódicos (rigurosos) publicaron encuestas sobre qué le parecía al lector el sacrificio del perro. Pues, así en frío, qué le va a parecer.

Todo por el suelo

Nada más entrar en el teatro lo que ves son las marionetas, cámaras, una gran pantalla, collages, recortes, y muchas cositas tiradas por el escenario. La obra es un trabajo de filigrana con una precisión en la acción impecable. Todo es un caos, pero todo está perfectamente encajado y todo fluye. Lo ponen todo perdido… pero cada cosa en su sitio.

Es un trabajo de filigrana con una precisión en la acción impecable. Todo es un caos, pero todo está perfectamente encajado y todo fluye

Y desde el inicio surgen las risas (y también las carcajadas). En realidad es un guiñol para niños grandes. Con Dolly suena ‘I will always love you’, de Dolly Parton, porque, recuerdan los creadores, a la oveja clonada le pusieron el nombre en honor de la cantante (aunque no fue tanto por su música como por sus glándulas mamarias: Dolly procedía de una célula de una glándula mamaria de otra oveja). Efectivamente, los científicos estaban pensando en las tetas de Parton.

Con todos estos mimbres el lector puede figurarse que esta es “otra obra animalista sobre el maltrato”. Obvio que se defiende a los animales (y los humanos no quedamos en muy buen lugar), pero no hay nada de crítica facilona. Esto no tiene nada que ver con la tontería de veganismo frente al chuletón imbatible. Hay mujeres —veganas, donantes a ONG, ojo cuidado— que se cargaron a más de quince gallinas para no contagiarse de no sé qué (esto ocurrió de verdad). Otros que no se salvan son los antivacunas… supuestamente más ligados a una tendencia progresista y liberal. El discurso de la obra sobre el covid-19 (que también tiene su aparición) es fino. Saben sortear el 'miguelboseismo' sin dejar de darle unas cuantas bofetadas a la industria farmacéutica (y a otros poderes). Igual es porque te lo dice un pollo desplumado.

placeholder Los animales del 'show' de Dolly en 'Ornitorincón'.
Los animales del 'show' de Dolly en 'Ornitorincón'.

La obra dura poco más de una hora. No está todo el tiempo arriba. Tiene algunos momentos en los que baja el ritmo y el contenido se vuelve más insulso y con alguna crítica algo más baratilla. Incluso hay alguna ocasión en la que peca de histrionismo. Como si se les fuera de las manos. Pero acaba bastante bien y al aplaudir sabes que has pasado un rato muy divertido. Eso sí, a costa de la muerte de algunos animales y de la pasta que algunos se llevan con los programas sensacionalistas de la televisión.

“¿Recuerdas cómo te infectaste, Teresa?”. “Pues no sé”. "¿Echas de menos a tu perro Excalibur?". “Mucho, todos los días de mi vida”. “Claro, fue una pérdida muy grande”, insiste la entrevistadora. “Sí”, responde Teresa a punto de descorchar las lágrimas. Esta escena real ocurrió un día cualquiera de 2015 en un programa cualquiera de televisión, matinal o vespertino, de los que mueven mucha audiencia. La invitada era Teresa Romero, la auxiliar infectada de ébola en España en octubre de 2014, un virus que casi le cuesta la vida. El objetivo: ahondar en el aspecto emocional por la pérdida de a quien sí que se lo llevó por delante, el perro Excalibur, sacrificado para evitar posibles contagios y cuya muerte causó manifestaciones, discusiones en Twitter (#salvemosaExcalibur) y hasta desfallecimientos. Pero, evidentemente: todo por la televisión.

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